Skip to content

No hay relaciones sin compromiso.

Imagínate decirle a alguien, “Te amo y quiero construir algo contigo, pero sólo en lo que encuentro lo que estoy buscando. Ya que llegue, veré cómo me acomodo y determinaré qué tipo de relación me queda contigo, ¿va?”.

¿Aceptarías entrar a esa relación, sabiendo que lo que suceda y la dinámica que se genere no dependerá de ti, sino de una tercera persona que ni te conoce?

Yo lo dudaría muchísimo y seguramente a varias personas les suena como algo súper egoísta y cruel.

Y, sin embargo, lo hacemos mucho sin darnos cuenta. Cuando tenemos amistades, conexiones, vínculos y personas que pierden su lugar en nuestra vida en cuanto inicia un vínculo romántico nuevo. De pronto se acaban las salidas, los mensajitos, las pláticas y los apapachos porque ya llegó esa persona a la que estaba esperando. Gracias por entretenerme mientras, nos vemos cuando truene esta relación y necesite dónde caer.

Me enseñaron que tú eres mi “mientras”

De pronto los mensajes sociales son tan evidentes (e incongruentes) en series como Sex and the City. Esta y muchas series similares tratan de la importancia de la amistad, por sobre todas las cosas… en lo que encuentras al elegido. Cuando eso suceda, tus amigos deben entender que vas a quitarles atención, perderán ciertas áreas de tu vida y se modificará la relación, no porque ellos hayan cambiado, ni tú, sino porque hay una relación nueva que se vuelve prioridad por encima de todas las cosas. Y si no entienden que así “debe ser” entonces ellos son egoístas y poco empáticos, ¡cómo se atreven a molestarse de que tomes decisiones unilaterales acerca de una relación que han construido contigo!

El mensaje es que necesitamos tener una jerarquía clara de “a quién queremos más”, porque el amor es escaso y tiene que cuidarse celosamente.

Y es un mensaje que la sociedad no sólo refuerza, sino que exige. Desde chiquitos nos preguntan “¿a quién de tus amiguitos quieres más?”, estableciendo que requerimos elegir a una persona que ocupe el codiciado lugar de “mejor amigo” y nosotros debemos esforzarnos y competir con los demás infantes para llegar a ese logro. Probablemente no tengo que pedir que imagines lo devastador que es vivir en esa constante presión para ser “el mejor” para otra persona.

¿Y si no tienes un mejor amigo? Entonces eres tibio, no conectas o no sabes realmente cómo relacionarte, según los mensajes sociales.

Y en la vida adulta, se espera que la persona con quien te cases o tengas una relación sustituya a tus amigos en todos los eventos. Si te dan un boleto de acompañante y no llevas a tu pareja, te preguntan “¿por qué no lo trajiste, se pelaron?”.

Cadáveres emocionales o entretenimiento temporal

Una de las críticas que más seguido escucho del poliamor es cómo se utiliza para justificar la promiscuidad y el utilizar a personas sólo para satisfacer mis deseos de forma egoísta y narcisista. ¡Y cómo no va a suceder si es algo que traemos cargando de nuestros días de monogamia!

Una de las creencias generalizadas que he observado en personas monógamas es que al empezar una relación, debes cortar comunicación y conexión con aquellas personas con quienes tenías un vínculo afectivo o sexual. Surgen frases como “¿para qué le sigues hablando a tu amigui sexual si ya me tienes a mí? ¡¿Acaso no quieres dejarle ir por alguna razón?!” y el clásico “si le sigues hablando, es que no has cerrado ciclos”.

Y esto refuerza la idea de que mi relación es algo frágil que puede ser destruido por cualquier amenaza, en cualquier momento. Además, implica que lo único que distingue mi vínculo con mi pareja y con otras personas es que tenemos sexo (aunque ni siquiera sepamos qué significa eso).

Para hacerlo peor, construye un ambiente de competencia donde, muy literalmente, quien no gane será desechado. ¿Y luego nos preguntamos por qué es tan difícil conocer a alguien y ser vulnerables en el mundo del ligue?

“Sí, sí, Jaime, pero los poliamorosos lo hacen más”. ¿Ya viste cómo sí vivimos en este mundo de competir a ver quién es más pinche? Considerando que estadísticamente la monogamia supera por mucho el poliamor, pues no. Sin embargo, una persona con falta de ética relacional y responsabilidad afectiva va a ser culera en el modelo relacional que sea. El problema no es el modelo, sino la forma en cómo hemos aprendido a relacionarnos.

No se necesita una justificación para utilizar a la gente como un “mientras”, y menos en una sociedad que lo promueve. La pregunta es, ¿yo quiero hacerlo?

No puedo tener relaciones sin compromiso

Aquí entra otro concepto que me vuela un poco la cabeza: las relaciones “casuales”. He conocido personas que, al saber que no estoy buscando un vínculo romántico, asumen que quiero algo que describen como “sexo sin compromiso, ni cariño”, porque claramente esas son las únicas dos opciones que conocemos.

Como yo lo veo, es imposible tener una relación con otra persona sin compromiso. A lo más mínimo, tengo el compromiso de tratarte como un ser humano, al menos desde un punto de vista ético. De otro modo, no me estoy relacionando contigo, sino que te estoy utilizando como un objeto.

Pero esto, por supuesto, viene de mi concepción de lo que es “compromiso”. Tradicionalmente, se me enseñó que en una relación monógama “seria” y “estable” el compromiso es ponerle nombre a la relación (novios), establecer exclusividad sexual y romántica, cumplir las expectativas sociales de la escalera eléctrica de las relaciones (puedes ver qué es en el #poliglosario en Instagram) y poner a esa persona por encima de todas tus otras relaciones.

Jessica Fern en su libro Polysecure habla del compromiso en una relación romántica como conectar con la otra persona regularmente, priorizarse (por elección, no por obligación), activamente apreciarse el uno al otro, hacer el trabajo necesario para construir una relación y, posiblemente, construir una vida juntos. Tradicionalmente, este compromiso se “solidifica” mediante el matrimonio, tener hijos o haciendo algún ritual significativo para la pareja.

Si nos quedamos con esa idea como que es la única definición posible de compromiso, me queda claro cómo se vuelve un blanco y negro donde mis relaciones con personas que no son mi pareja son, aparentemente, desechables y poco comprometidas.

En mi caso, yo elijo comprometerme en todas las relaciones que tengo con otras personas. Simplemente elijo el nivel de compromiso con el que me siento cómodo, lo comunico y reviso si es compatible con lo que la otra persona espera/necesita (y viceversa).

Particularmente, para mí un compromiso de un vínculo romántico (o vínculo ancla) incluirá estos puntos:

  • Establecer acuerdos acerca de qué significa un vínculo romántico y qué expectativas tengo contigo
  • Tomarte en cuenta en decisiones de vida
  • Construir un proyecto de vida juntos
  • Incluirte en mis círculos sociales importantes (familia, amigos y trabajo)

Si mi vínculo contigo no es romántico, entonces puede incluir algunos o todos los siguientes puntos (la decisión dependerá de nuestra negociación y lo que implique contigo particularmente):

  • Comunicar clara y específicamente lo que quiero y necesito de ti
  • Escuchar lo que quieres y necesitas de mí, siendo claro en qué tanto puedo ofrecértelo o no
  • Crear un espacio seguro para que puedas sentirte cómodo diciéndo “no”
  • Tomar en cuenta y priorizar tu consentimiento, buscando el “súper sí”
  • Actuar con compasión (asumiendo buena intención)
  • Negociar alternativas en cosas incompatibles para estar lo más cómodos posible
  • Compartir tiempo de calidad contigo
  • Tener tu bienestar en cuenta al tomar decisiones que te afecten
  • Interacción sexual
  • Compartir detalles íntimos (miedos, sueños y temores) y ser vulnerable contigo*
  • Incluirte en actividades de mis círculos sociales*
  • Ayudarte en actividades cotidianas*
  • Compartir tiempo y actividades mundanas y novedosas*
  • Priorizarte (que no significa ignorar otras conexiones por ti)*
  • Estar disponible para ti cuando estés enfermo*
  • Tener comunicación frecuente (definiendo qué es “frecuente” para mí)*
  • Ofrecer apoyo físico, logístico o emocional (o sea, ayuda con citas de doctor, ayudar con cosas de casa, cuidar mascotas, etc.)*

*Basado en la lista de Jessica Fern

“Ay, Jaime, ¿todo eso con todo mundo?”. No, estimada persona que lee mi artículo, no es que tenga que hacer todo eso siempre con todo mundo, sino que es una lista de ingredientes con los que yo puedo definir qué nivel de compromiso quiero tener contigo.

Por ejemplo, si voy a un restaurante, me comprometo a tratar a la persona que me atiende con cordialidad, considerar sus necesidades y apoyarle siendo lo más claro posible. En caso de que haya un error, actúo con compasión asumiendo buena intención y enfocándome en la reparación, no en el error.

Por otro lado, si tengo un vínculo afectivo, sexual, no romántico (como una QPR), incluiría todo lo de la segunda lista. Por eso cuando alguien me dice que quiere una relación sin compromiso, me hago para atrás.

No quiero una relación sin compromiso, quiero una relación con compromiso intencional, claro y específico.

Entonces, ¿el compromiso no puede cambiar?

Con todo esto, tal vez te preguntes cómo saber qué tanto compromiso quiero con alguien que apenas voy a empezar a conocer. ¿Qué tal si me comprometo a algo que, ya avanzada la relación, me doy cuenta que no quería?

Recuerda que los acuerdos son flexibles.

“Ay, Jaime, ¡entonces por qué te quejas que te digan que eres el “mientras” y de que la persona cambie su compromiso contigo!”.

Aquí sucede algo interesante y que aprendí en relaciones poliamorosas ÉTICAS. Todo es negociable si se tiene en cuenta la agencia de las personas involucradas, actuando honestamente para que puedan dar su consentimiento libre, entusiasta, reversible, específico e informado, asegurándonos de actuar con compasión, tomando en cuenta el bienestar de todos al tomar decisiones.

Cuando yo hago cambios en mi relación a partir de lo que quiere un tercero, no estoy haciendo nada de eso. Es perfectamente válido y hasta ético decidir que quiero cambiar mi nivel de compromiso contigo y puedo hacerlo con responsabilidad afectiva si es una platica que tengo contigo.

Lo que tiende a suceder es que la relación que tiene más poder en la jerarquía (y ya establecimos que las parejas románticas tradicionalmente están por encima de todas las otras) modifica las demás sin tomar en cuenta lo que quieren esas otras personas involucradas.

¿Qué compromiso quieres tú?

Yo he decidido ser intencional, reflexionar acerca de qué puedo ofrecer y qué necesito en cada relación que elijo. Lo comunico y pregunto para saber qué es lo que quiere la otra persona.

Pero eso es lo que hago yo, ¿tú qué quieres?

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compras