Las fases del amor

Odio empezar nuevas relaciones. Realmente es algo que aborrezco.

“Ay, Jaime, ¿a poco no te encanta esa sensación de estar enamorado y como que todo el mundo cambia?”

No, querida persona que lee mi blog, prefiero mil veces la seguridad y tranquilidad que me brinda estar ya en una relación establecida. La famosa Energía de Relación Establecida (ERE) a la pinche Energía de Nueva Relación (ENR)

Desafortunadamente, no se puede tener una sin pasar por la otra.

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Cómo no sentirte secundario en una relación poliamorosa

Con fechas como el 14 de febrero, independientemente de si sea algo capitalista y demás, hay personas que me preguntan “¿Cómo le haces si tienes más de una pareja?”. Y debo confesar que cuando empecé a considerar tener varios vínculos no necesariamente conectados, sí fue un tema que me hizo ruido. ¿Con quién voy a pasar Navidades, cumpleaños y demás? ¿Cómo le hago para que uno no se sienta menos importante que el otro?

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Cuando un vínculo cruza un límite

Puede ser que en tu cabeza surja la duda de cómo esta persona que te ama puede estar haciendo lo que sea que esté haciendo. Tal vez haya incredulidad y, más que enojo, te pasmes y te congeles porque no entiendes lo que está pasando. O quizá es un simple “no, no, no, no” que resuena en tu cabeza.

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“No” es confianza, no un rechazo. Aprendiendo a dar y recibirlo.

TL;DR – Al final del artículo puedes encontrar instrucciones para hacer un ejercicio práctico con este tema.

Cuando era adolescente, mi padre tenía el proyecto personal de hacerme un hombre de negocios cuando creciera. Me compró un set de cassettes (ya tengo algunos años) que enseñaban la estrategia perfecta para siempre recibir un sí. Algunas de las cosas que recuerdo son:

• Haz una oferta o petición firme y quédate callado. A partir de ahí, el primero en hablar pierde.

• No muestres tus cartas prematuramente. La otra persona no debe saber lo que realmente quieres.

Ofrece menos de lo que realmente estás dispuesto a dar.

Nunca recibas un “no” como respuesta.

Finalmente como comerciante, mi padre estaba acostumbrado a eso y le iba bastante bien. Tenía una forma muy particular de poder convencer a las otras personas de que querían o necesitaban cosas que él quería darles. Durante varios años, intenté llevar a cabo esas estrategias pero había algo en mí que no se sentía cómodo haciéndolo. Me parecía absurdo tener que mentir cuando estaba hablando de algo que quería.

En mi última entrevista de trabajo en un colegio, llegó el momento que más aborrezco: la negociación de sueldo. Mi ahora jefa me preguntó cuánto quería ganar, como es costumbre y yo le contesté no sé, preferiría que me dijeras cuánto me puedes pagar. Ella me regresó la responsabilidad y le dije ok, quiero ganar 50,000 pesos al mes. Sorprendida, se rió y me dijo que era demasiado, a lo que contesté entonces sí sabes cuál es tu límite máximo, ésa es la cantidad que quiero conocer. No me interesa negociar y buscarle a ver quién puede más o menos, yo te puedo decir que lo mínimo que puedo aceptar para este trabajo es esta cantidad, pero conoces mi trabajo y no considero que valga pagarme lo mínimo aceptable.

Las relaciones románticas no son negocios

Al menos no en el sentido que los conocemos. Las relaciones éticas implican que podamos ser vulnerables ante la otra persona y eso incluye dejar de buscar ganar. Frecuentemente se establecen reglas rígidas que deben cumplirse y, cuando se rompen, alguno de los involucrados tiene derecho a reclamo, venganza o castigo.

De una forma bastante literal, las reglas nos llevan a un lugar moralmente superior donde podemos tratar a la otra persona con desdén en caso de que las rompa (y este es el jinete del Apocalipsis más peligroso en una relación).

Al negociar desde un lugar horizontal no jerárquico (donde ni tú ni yo somos moralmente superiores), me veo en la necesidad de considerar un “no” como respuesta. Esto me lleva a conocer mis límites y ser firme con ellos (NO son reglas, lee qué son aquí), además de poner mis cartas sobre la mesa para poder llegar a acuerdos. Esto va directamente en contra de las reglas de un buen negociador que aprendí cuando era adolescente.

Siempre recibe un “no”

Si llegas a una negociación en tu relación con la idea de ganar, necesariamente vas a perder. ¿Por qué? Después de la plática, vas a seguir interactuando con esta otra persona y su relación va a cambiar de acuerdo a los resultados.

Si tu pareja pierde, TÚ PIERDES.

Una relación ética necesita compasión, donde el bienestar de todas las personas involucradas es esencial. Puede que obtengas la satisfacción de creer o sentir que tienes la razón y eso tal vez alimente tu ego de una forma placentera. ¿Qué pasa con tu pareja? Si tu pareja se siente invalidado, derrotado, fracasado o devaluado, tu relación va a sufrir y vas a perder lo que estás tratando de obtener: una relación amorosa donde te sientas bien.

¿Cómo recibo un “no”?

Ahora, no es tan fácil como suena. Generalmente recibimos un “no” como una invalidación de quienes somos, no de lo que hacemos. Por ejemplo, si le ofreces un pastel que tú horneaste a alguien y lo rechaza, es probable que te sientas rechazado. Pareciera que el “no” es una fuerza absoluta que nos niega, sobre todo cuando consideramos que nuestro valor está puesto en eso que hacemos o decimos.

Para poder recibir un “no” de otra forma, primero hay que considerar que la otra persona es un ser humano independiente. Después, saber que es completamente válido sentirnos rechazados y que podemos atender esa sensación con la otra persona. Finalmente, ponernos los lentes de la compasión para asumir buena intención y validar a la otra persona.

Ejemplo:

A: Te traigo muchas ganas hoy, mi amor. Quiero hacer el amor contigo.

B: No tengo ganas hoy.

A: Gracias por confiar en que puedo recibir tu “no”. En este momento me siento rechazado y me da miedo que no te sientas atraído por mí. ¿Podemos hacer algo más que me ayude a no sentirme así?

“No” como un regalo

Siendo que el “no” es una palabra tan fuerte que puede llevarnos a lugares tan vulnerables (tanto al decirlo como al recibirlo), podemos resignificar esta palabra como una señal de confianza. Poder decir “no” es una muy buena señal de comunicación y salud en una relación de pareja. Implica que las personas se sienten con confianza para cuidarse y saben que la relación puede aguantar una negativa.

Un “no” puede ser un regalo así:

-No como un nuevo camino

Decir “no” no tiene que cerrar la conversación. Al contrario, puede ser una oportunidad para explorar algo nuevo. Si recibo ese no como una puerta cerrada que me permite explorar otras nuevas, me será posible conocer alternativas que tal vez no había considerado.

-No como un regalo

Como mencioné anteriormente, decir no también es una muestra de confianza. Una forma muy hermosa de aprender a recibir “no” es contestando gracias por confiar en que puedo recibir tu “no”.

-No como un reconocimiento

Decir “no” también implica que estamos reconociendo y respetando nuestros límites. Para dejarle saber a la otra persona que apreciamos eso podemos responder con un gracias por cuidarte. Esto es útil sobre todo con personas que tienden a ser muy complacientes y ponen el bienestar de otros antes que el propio. Cuando dicen “no”, es realmente un gran esfuerzo y es de admirar que puedan cuidarse.

Ejercicio práctico

No sé cómo haya sido tu experiencia pero a mí no me enseñaron a decir ni a recibir un “no”. Por eso, lo practico con mis parejas en situaciones poco amenazantes para que sea más fácil en temas fuertes. El ejercicio es así:

Siéntense frente a frente. A mí me sirve tomar de la mano a mi pareja pero eso depende de lo que ustedes prefieran. Pongan un temporizador para tomar turnos y elijan quién será A y quién B.

Advertencia: NO hagan peticiones emocionalmente cargadas o significativas. Eviten cosas como “quiero que me digas que me amas” o “quiero que tengamos sexo”, especialmente en el turno de “no”.

Turno 1: A pide – B contesta sí y una pregunta de seguimiento

Durante tres minutos, A le pedirá a B cosas pequeñas e insignificantes (dejo una lista de peticiones al final). B contestará que sí y hará una pregunta de seguimiento como “¿cómo quieres que lo haga?”

Turno 2: A pide – B contesta no – A contesta “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu no”

Al terminar el tiempo, continúa el turno de A pero en esta ocasión, B le dirá que no a todo. Importante: A debe contestar con “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu ‘no’”.

Turno 3: B pide – A contesta no – B contesta “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu no”

Terminando el turno de A, sigue B. En este tercer momento, A responderá siempre “no” y B contestará como mencioné anteriormente.

Turno 4: B pide – A contesta sí y una pregunta de seguimiento

El último turno es B haciendo peticiones y A respondiendo “sí” más la pregunta de seguimiento.

Al terminar el ejercicio, tómense unos minutos para reconectar con un abrazo, apapachos, caricias y palabras de afirmación.

Lista de peticiones sugeridas:

  • Quiero que gires tu cabeza a la izquierda/derecha
  • Quiero que me pases mi vaso con agua
  • Quiero que pongas tu teléfono en tu otra bolsa
  • Quiero que me digas hola
  • Quiero que levantes una mano

Abriendo tu relación éticamente (antes de que te explote en la cara)

Antes de hablar de relaciones abiertas, primero tenemos que llegar a un acuerdo acerca de una palabra obscura, escondida y tabú: sexo. Y no es sólo cuestión de poder entendernos y saber que compartimos la misma definición, también es importante ubicar qué valor tiene para nosotros y cómo nos mueve.

Durante toda mi vida, mi mundo me enseñó que el sexo tiene un objetivo principal: demostrar amor a una persona muy especial. Y ya. No había otra razón. Además, siendo un hombre homosexual, tener sexo para reproducirme estaba completamente fuera de la discusión.

Abriendo la relación como una bolsa de gomitas sin abre fácil

¿Ubicas esa experiencia? Quieres abrir un paquetito de algo que no se deja y, cuando lo logras, se rompe la bolsa y explota todo el contenido por todos lados. Si te va bien, quedan algunos dulces adentro que puedes comer pero también tienes la frustración de que no era lo que esperabas, tienes que limpiar el desorden y tirar a la basura pedazos de tu relación que pensabas que podrías disfrutar mucho. Ah, ¿dije relación? Quise decir gomitas.

La primera vez que consideré abrir una relación, me pasó algo similar. Sentía muchos celos y necesidad de poseer a mi pareja para asegurarme de que me amaría A MÍ por siempre. Al mismo tiempo, estaba esta parte racional que me decía lo absurdo que era pensar que sólo por tener sexo con alguien, perdería algo importante en mi relación; sólo para que ese mismo argumento fuera seguido de un latido fuerte de mi corazón y la firme creencia de que el sexo es algo que hago con alguien que amo.

Esta constante batalla en mi interior no me permitió disfrutar las pocas ocasiones en las que nos permitimos estar sexualmente con alguien más. ¡Ah!, porque, por supuesto, sólo lo hacíamos juntos, donde pudiéramos vigilarnos y asegurarnos de que no pasara nada que no estuviera acordado.

¡Debe haber una mejor manera!

Así como la bolsa de gomitas se pudo salvar si hubiera sido paciente para planear la mejor forma de abrirla, las relaciones pueden sufrir enormemente por creer que urge que suceda. Esta necesidad de que suceda ya puede venir de varios lugares:

En todas esas opciones, la decisión se está tomando para huir de algo desagradable. El resultado son relaciones lastimadas, forzadas y básicamente sacrificadas en nombre de una idea que no tiene el bienestar de los integrantes como principal objetivo.

¿Cómo abro mi relación éticamente?

El primer paso, antes de planteárselo a tu pareja, es saber para qué quieres abrir tu relación y ser completamente honesto contigo mismo. Piensa que cualquier razón es válida porque es tuya. Desde querer algo de novedad en tu vida sexual hasta el simple hecho de tener ganas.

No es necesario que justifiques tus deseos con bases biológicas explicando que somos animales sexuales; o con una teoría de sociedades en el mundo, haciendo una cartulina para explicarle a tu pareja que hay civilizaciones donde así se hace.

El simple hecho de que lo quieras hacer es razón suficiente.

El segundo paso es entender la diferencia entre reglas, acuerdos y límites. Esto es importante para poder ser lo más claro posible en tu petición y expectativas. Te recomiendo revisar los artículos para cada uno de esos elementos dándole click a esas palabras.

Una de las razones por las cuales este paso es esencial es para evitar poner reglas no éticas que compliquen el proceso después. Un ejemplo muy popular es el /sí podemos hacerlo pero no me quiero enterar de que lo haces/. El problema con esta regla es que orilla a la relación hacia un lugar deshonesto. Es altamente probable que un día le preguntes a tu pareja /¿cómo te fue hoy, mi amor, qué hiciste?/ y tenga que omitir que pasó un par de horas en un hotel.

En lugar de huir de lo desagradable, se puede caminar hacia la intimidad. Más que decir /no quiero saber/, es una buena oportunidad para explorar qué es lo que te mueve. Juntos pueden atender esa necesidad y crecer como pareja.

Hablando con tu pareja

El tercer paso es establecer y aclarar las necesidades de cada uno y de la relación. ¿Qué necesita cada quien en este momento? ¿Qué necesita su relación? Aquí es imperativo que sean completamente honestos. Platiquen sus miedos y sus expectativas.

Ejemplo:

  • A: Me da miedo que te enamores de alguien más
  • B: ¿Qué te da miedo que suceda si me enamoro de alguien más?
  • A: Que dejes de amarme a mí
  • B: ¿Qué puedo hacer para que te sientas amado por mí? ¿Cómo podemos, juntos, hacer algo para que te sientas más seguro antes de abrir la relación?

Cuarto paso, especificar acuerdos y límites (no reglas). Debido a que no estamos hablando de una relación poliamorosa, es posible establecer acuerdos donde se mantenga el bienestar de la pareja principalmente. Y no puedo repetirlo lo suficiente, hay que ser extremadamente claros y específicos.

  • Acuerdo vago: Podemos tener sexo con quien sea
  • Acuerdo específico: Podemos tener sexo con personas desconocidas, conocidos y familiares del otro.

¿Te hizo ruido el último punto? Precisamente por eso hay que hacer esto con calma y darse tiempo para explorar lo que nos mueve. Al decir puedes tener sexo con quien sea, existe la posibilidad de que ese “quien sea” incluya a tu ex o a tu hermano. Si esto te incomoda, puedes platicarlo con tu pareja.

Finalmente, el último paso es trabajar en sus herramientas de comunicación para poder atender lo que vaya surgiendo. Recuerden que los acuerdos son flexibles y pueden ser renegociados en cualquier momento. Si algo no funciona, es necesario que todo se detenga inmediatamente y se den el tiempo de poder platicar nuevamente para entender qué es lo que necesita cada quien.

El viernes 29 de mayo, estaré en vivo platicando con mi pareja con quien llevo 6 años acerca de cómo llevamos a cabo este proceso. Platicaremos nuestra experiencia, las complicaciones que tuvimos, cómo lo resolvimos y estaremos respondiendo las preguntas que vayan surgiendo. Si quieres verlo, ¡sígueme en @gotitasdepoliamor en Instagram!

¿Qué tanto es tantito? Parte 4.5 – Respuestas

Ya estamos en fechas de tener que llevar a cabo propósitos de año nuevo. Predigo que habrá muchos memes con propósitos como dejar de ser tóxico, aprender a querer bonito, tener novio (o más de uno), aprender a ser independiente, quererme más y otros tantos clichés como aprender a tener acuerdos y límites éticos en mis relaciones.

¡Y está bien! Todos esos son válidos e importantes. Para ayudarte un poquito con el último, te dejo ejemplos de alternativas a las reglas no éticas de la parte 4 de esta serie.

  1. Puedes salir con otras personas y tener sexo pero no puedes enamorarte de nadie.

Regla: La falta de ética está en restringir lo que mi pareja puede o no hacer. La necesidad que intenta cubrir esta regla puede ser el sentirse especial. El miedo podría estar en ser desplazado. Atendiendo eso:

Acuerdo: Cuando pienso en que te enamores de alguien más siento miedo a que yo deje de ser especial o importante para ti. ¿Qué podríamos hacer para que yo pueda sentirme seguro e importante para ti?

Límite: No estaré en una relación con alguien que quiera tener vínculos románticos con otras personas. (En otras palabras, ser monógamo)

2. Puedes tener otros novios pero no puedes amar a nadie más que a mí.

Regla: Nuevamente, esta regla restringe el comportamiento de mi pareja y, además, pone una condición a una persona que no está involucrada en la negociación (¿el novio qué culpa tiene?). La necesidad y el acuerdo son similares al número uno.

3. No puedes ver el siguiente capítulo del episodio de esta serie sin mí.

Regla: Este ejemplo lo puso un poco por el efecto cómico pero es algo muy real. Aunque socialmente aceptable, esta restricción en lo que mi pareja puede hacer es muy real. La necesidad puede ser el tener algo especial juntos o mantener una conexión. ¿Qué sucede si uno de nosotros tiene mucho trabajo durante un par de semanas y no tenemos tiempo de ver la serie juntos?

Acuerdo: Me gusta ver esta serie contigo y compartir el momento juntos. Me gustaría que compartiéramos esto como algo especial entre nosotros. ¿A ti qué te gustaría?

Aunque parecen muy similares, la diferencia está en que si la regla no se cumple, viene una discusión y un problema. El acuerdo abre la conversación para atender las necesidades de ambas personas.

Límite: No voy a comprometerme a sólo ver esta serie contigo porque la disfruto mucho y no quiero esperar a que tengas tiempo.

4. No puedes venir a este lugar con nadie más que conmigo.

Regla: Similar al anterior, la necesidad puede venir de sentirse especial o importante. Más que el lugar, es lo que representa y es probable que exista temor a perder ese significado.

Acuerdo: Este lugar es especial para mí en nuestra historia porque representa algo importante para mí y me gustaría que fuera nuestro. ¿En caso de que quisieras compartirlo con alguien más, podríamos platicarlo primero y llegar a un acuerdo donde estemos cómodos ambos?

Límite: Tendré lugares especiales sólo con personas que coincidan conmigo en mantenerlos exclusivos.

5. No puedes mandarle nudes a nadie.

Regla: Aquí se limita la capacidad de la otra persona de actuar como quiera. Tal vez surja la duda ¿y si se filtran o las utilizan para algo desagradable? En ese caso, hay que confiar en que nuestra pareja es una persona adulta capaz de tomar decisiones responsables y asumir las consecuencias de las mismas.

Acuerdo: Lo que sí podemos hacer es expresar nuestras preocupaciones y necesidades.

Me preocupa que compartir nudes pueda tener consecuencias negativas en ti o en nuestra relación. ¿Podrías evitar compartirlas?

En ese caso, se está haciendo una petición y la otra persona tiene la posibilidad de decir no y es completamente válido.

Límite: No estaré en una relación con personas que compartan nudes.

Practica, practica, practica.

Todo esto puede sonar sencillo pero toma trabajo. Revisa las publicaciones anteriores para obtener tips e ideas acerca de cómo identificar tus necesidades y volverlas acuerdos éticos.

¿Cómo te ha ido haciendo acuerdos éticos y poniendo límites?

¿Qué tanto es tantito? Parte 4 – ¡Practiquemos!

En papel y en teoría todo suena fácil, rápido y muy cómodo. Ahora que ya sabes qué es lo no ético de las reglas, la alternativa mágica que son los acuerdos y la protección que te dan los límites, ¡ya estás listo para que tu relación esté libre de conflicto!

Bueno, no. Ojalá fuera tan fácil.

Como todo, para aprender algo y que realmente nos caiga el veinte, hay que practicarlo. Mucho. Por lo que en esta entrada voy a compartir contigo algunos ejemplos de reglas, acuerdos y límites. Al final, dejaré algunos ejemplos de reglas comunes para que practiques cómo podrían ser replanteadas como acuerdos o, en su caso, cuáles deberían ser límites.

Olor a cigarro (de Multiamory.com)

Regla: No puedes fumar porque me molesta el olor a cigarro. Tampoco puedes salir con amigos que fumen porque llegas a casa oliendo mal.

La necesidad detrás de esta regla que intenta controlar lo que mi pareja hace es que no quiero estar cerca del olor a cigarro porque yo no fumo.

Acuerdo: Cuando sales y fumas o estás alrededor de gente que fuma y llegas a casa, me molesta el olor a cigarro. ¿Hay algo que podamos hacer para mitigar esa situación?

En este caso, la petición permite negociación y toma en cuenta a la otra persona como independiente. Un acuerdo al que se podría llegar sería que la otra persona se cambiara de ropa antes de llegar a dormir a la cama. El punto está en que se encuentre una solución colaborativa.

Límite: Si llegas oliendo a cigarro y te acuestas junto a mí en la cama, me iré a dormir al sofá.

Recuerda que el límite te protege al ser algo que puedes hacer tú, de forma individual. Tal vez pienses ¿y por qué me voy a ir yo si él es el que viene oliendo a cigarro? Si el acuerdo no funciona y es algo que realmente te molesta, esta solución evita que estés en un lugar que no quieres. Posteriormente sería necesario replantear el acuerdo que no funcionó. Si después de varios intentos te das cuenta de que tu límite sigue siendo cruzado, habría que evaluar si realmente es un límite o más bien una preferencia.

Tu tiempo libre es para mí (de Multiamory.com)

Regla: Sólo puedes salir con tus amigos cuando yo esté ocupado. / Versión 2: Debemos tener, al menos, cinco tardes a la semana juntos.

La necesidad aquí puede ser querer asegurarse de tener tiempo de calidad juntos o no sentirse reemplazado por alguien más. También podría venir del miedo a que mi pareja esté fuera todo el tiempo y no pase tiempo conmigo. No es tanto que esté con otras personas sino que no esté conmigo.

Acuerdo: Necesito que pasemos tiempo de calidad juntos y quiero saber que te importa pasar tiempo conmigo. ¿Podemos planear tiempo de calidad donde estemos juntos y podamos conectar y acercarnos?

Este acuerdo no sólo atiende la necesidad, sino que se basa en la idea de ir hacia la intimidad y la conexión, en lugar de enfocarse en evitar la incomodidad y el miedo.

Límite: No estaré en una relación donde no sienta que puedo tener tiempo de calidad con mi pareja.

Este límite funciona siempre y cuando yo esté consciente de qué es tiempo de calidad, qué tanto necesito y sea capaz de pedirlo. Si empiezo una relación con alguien que tiene dos trabajos, estudia, va al gimnasio, tiene actividades artísticas y dos perros, es poco probable que pueda darme seis horas, siete días de la semana. Sin embargo, no es que mi demanda de tiempo sea absurda, simplemente sería mejor buscar a alguien más compatible con quien esa necesidad pudiera ser satisfecha.

Avísame que estás vivo cada dos horas

Regla: Si sales con alguien más, debes mandarme mensaje a lo mucho cada dos horas.

Esta regla puede sonar perfectamente razonable si lo pensamos como cuestión de seguridad. Si no me avisas dónde estás, puedo preocuparme por lo que es mejor así. El problema es que es inflexible y se vuelve una imposición.

Acuerdo: Es importante para mí que cuidemos de nuestra seguridad cuando estamos con otras personas. ¿Cómo podemos checar que el otro esté bien sin ser intrusivos? ¿Te parece si nos mandamos un mensaje periódicamente? Entiendo que puede haber actividades que te distraigan y se te pueda olvidar, ¿está bien si yo te mando un mensaje y me lo contestas en cuanto puedas?

Se atiende la necesidad de seguridad y se dan opciones (flexibilidad). Es completamente ético y valido pedir lo que quieras, siempre y cuando sea una petición y no una exigencia (checa acuerdos para ver la diferencia).

Límite: No puedo estar en una relación donde mi pareja no esté de acuerdo en hacer check-ins periódicos cuando estamos con otras personas.

¡Cuidado! Este puede volverse una amenaza fácilmente. Si le digo a mi pareja si no me mandas mensaje cada dos horas, me voy, es una amenaza. Para que sea un límite, debe ser algo que realmente no sea negociable y signifique lo suficiente para que no te permita seguir ahí.

¡Ahora vas tú!

Aquí dejo algunos ejemplos de reglas no éticas que he escuchado o vivido. La semana que viene daré alternativas de reglas y límites. Mientras, ¿cómo lo plantearías tú?

  1. Puedes salir con otras personas y tener sexo pero no puedes enamorarte de nadie.
  2. Puedes tener otros novios pero no puedes amar a nadie más que a mí.
  3. No puedes ver el siguiente episodio de esta serie sin mí.
  4. No puedes venir a este lugar con nadie más que conmigo.
  5. No puedes mandarle nudes a nadie.

Después de que hayas hecho el ejercicio, puedes checar las respuestas aquí.

¿Qué tanto es tantito? Parte 3 – Límites

Si no puedo poner reglas para controlar lo que hace mi pareja y los acuerdos son flexibles, adaptándose a las situaciones que van surgiendo, ¿qué me protege de estar en una relación donde no soy feliz y sólo estoy aguantando cosas que me lastiman?

Cuando estás en una relación donde los acuerdos no se cumplen, puedes caer en un espiral constante donde pareciera que sólo cedes. ¿Hasta qué punto sigue la negociación?

Deal-Breakers (No-negociables)

Es muy común confundir los límites con las reglas y los acuerdos. Sin embargo, para mí es más fácil identificar ejemplos de límites en relaciones monógamas.

  • No tendré una relación con alguien que quiere seguir teniendo sexo con otras personas.
  • No me quedaré en una relación si mis ideas de formar una familia y las de mi pareja no son compatibles.
  • No tendré una relación con alguien que ya tenga una relación con alguien más.

En todos estos ejemplos, no se está imponiendo ninguna acción a la otra persona y el resultado de cruzar el límite es muy claro.

En la casa, la escuela y la oficina…

Lo particular de los límites es que pueden ser llevados a cabo unilateralmente; no requieren el consentimiento, permiso ni participación de nadie más. Generalmente, el resultado de que un límite sea cruzado es que tú mismo te retires de una situación o dejes de hacer algo específico.

De hecho, son algo que hacemos todo el tiempo. En una situación laboral, por ejemplo, un límite puede ser no trabajaré para alguien que no me paga. Esto no implica forzar a tu jefe a que te pague, sino que te retirarás en caso de que eso suceda.

Tipos de límites

Los límites pueden dividirse en físicos y mentales. Los físicos incluyen lo que sucede con tu cuerpo y tu sexualidad, por lo que puede ser más evidente cuando se cruzan. Al decir no quiero ser tocado así o no tendré relaciones sexuales sin condón estás estableciendo un límite claro. Por otro lado, los mentales/emocionales pueden ser un poco más complejos ya que implican tu intimidad, tus emociones y tus afectos. Por ejemplo, no participaré en una discusión donde me sienta agredido o demeritado.

Hay aquí un detalle. Los límites emocionales pueden fácilmente volverse coercitivos cuando lo enfoco más en lo que tendría que hacer la otra persona en lugar de mi propia agencia. Por ejemplo, no hagas cosas que me molesten no es un límite, es una advertencia o una preferencia. En ese caso, estoy intentando controlar lo que la otra persona haga o no y le estoy dando una orden. La versión de límite sería me retiraré si es que me siento enojado e incómodo.

No es una amenaza

No creo que sea posible repetir suficiente la importancia que tiene entender que los límites no actúan sobre el comportamiento de la otra persona. Parte de vivir una relación ética es aceptar que mi pareja es libre de tomar cualquier decisión que quiera. Es por eso que debemos tener cuidado en tratar de utilizar los límites como amenazas.

Si establezco un límite (no voy a estar en una relación con alguien que me mienta) y se cruza pero lo dejo pasar, realmente no es un límite – es una preferencia. Si sólo aviso y pospongo la consecuencia (ya te dije que no voy a estar en una relación con alguien que me mienta, si me mientes otra vez, me voy a ir), entonces es una amenaza. Esta última está intentando cambiar lo que hace la otra persona.

Y, ¿cómo le hago?

Recuerda que los límites son pocos. Abusar de esta herramienta puede volver una relación coercitiva o fundada en miedo. Además, siempre debes buscar establecer esos límites de forma ética y compasiva.

Primero es esencial identificar qué cosas no son negociables en tu vida. Puede ser algo tan evidente como no querer ser violentado físicamente hasta algo tan aparentemente mundano como no tolerar que alguien chifle.

Después, ¿qué tan flexible es? ¿Puedes adaptarte a alguien que de pronto silbe canciones mientras se baña? Es posible que algo de esto se resuelva con un acuerdo, más que un límite. También debes tomar en cuenta de dónde viene esa necesidad. ¿Es un límite que te protege de algo que te sucedió en una relación anterior? Podría ser que le estés cobrando facturas pasadas a alguien que ni siquiera existía en tu vida en ese momento.

¿Cómo los ejerces?

Ya que encontraste aquellas cosas que simplemente no son negociables, piensa en qué acción puedes tomar tú mismo para protegerte. Puede ser retirarte temporalmente, retirar consentimiento o, en casos más severos, terminar una relación.

¡Ojo! Los límites no siempre son tan extremos como para decir si esto sucede, ¡me voy!

La panacea

Desafortunadamente ni los límites, ni los acuerdos, ni las reglas van a garantizarte que no tendrás problemas en tus relaciones. Ninguna de esas cosas va a evitar que pases por situaciones incómodas y dolorosas. Lo que sí puede ayudar a que suceda poco y dure menos es ser flexible y aprender a comunicarte.

En esta entrada puedes encontrar ejemplos y ejercicios para que puedas practicar cambiar reglas no éticas a acuerdos y establecer límites.

¿A ti cómo te va con este tema? ¿Qué preguntas tienes?

¿Qué tanto es tantito? Parte 2 – Acuerdos

A veces, pareciera que las relaciones de pareja son una competencia entre dos personas a ver quién puede más. He visto (y vivido) relaciones donde uno de los miembros dice «puedes tener sexo con otras personas pero no puedes mantener contacto con ellos», sólo para recibir la respuesta «entonces tú no puedes salir con el chavo ese que te anda tirando la onda». Este tipo de escenarios no sólo es común sino hasta esperado en nuestra cultura. Y todo porque no nos enseñan a detenernos para saber qué necesitamos y mucho menos a cómo expresarlo.

¿Y mi mensaje de buenas noches?

En la entrada anterior expliqué mi punto de vista de por qué las reglas no son éticas. También mencioné un concepto que puede ser la alternativa a esas restricciones. Pero antes, un ejemplo de la vida real.

Mi novio y yo nos mandamos mensajes diariamente al despertar y antes de ir a dormir. Sin falta. Sin embargo, es algo que jamás platicamos – simplemente se dio. Después de varios meses, para mí sería algo muy extraño si me fuera a dormir y no le dijera buenas noches.

¿Qué pasaría si no lo hiciera? ¿Tronaríamos? Yo creo que no. Lo más probable sería que recibiría un mensaje como «me hizo falta tu mensajito ayer». De ahí surgiría una conversación donde podríamos explorar nuestro gusto por mantener contacto y lo bonito que es. Si fuera una regla que tenemos que mensajearnos diario y no lo hiciera, la conversación sería más «¿por qué no me mandaste mensaje ayer? ¿ya no te importo?» o algo parecido.

En tu libertad eliges hacerme feliz

La diferencia principal entre acuerdos y reglas, como decía en la entrada anterior, es que los primeros son flexibles mientras que las segundas son rígidas. Los acuerdos también atienden a las necesidades de todos los participantes, tomando en cuenta que todos somos diferentes y queremos cosas particulares. Finalmente, los acuerdos no tienen “consecuencias”. Si un acuerdo se rompe, la pareja debe sentarse a replantear por qué sucedió, qué necesidad no fue tomada en cuenta y pensar en uno nuevo.

Los acuerdos son un me gustaría más que un tienes que. Permiten que los participantes elijan qué harán, cómo y cuándo.

Ajá y ¿cómo le hago?

Las reglas con sencillas en cuanto a que nos permiten evitar conversaciones incómodas. Los acuerdos surgen precisamente de esas pláticas que nos puede dar miedo tener. Para poder generar acuerdos, debes estar muy claro en cuáles son tus necesidades, tus miedos y tus deseos.

Ejemplo: Si tu regla es «no puedes mandarle flores a nadie más que a mí», es necesario que pienses qué necesidad o miedo está detrás. Podría ser que necesites demostraciones de afecto que atiendan tu deseo de sentirte apreciado. O, tal vez, sea el miedo a que la otra persona sea más importante que tú y te lleve a dejar de ser considerado.

Por lo tanto, también requiere mucha honestidad contigo mismo. Es necesario que tomes las riendas de tu propio crecimiento y saber que el que tiene que decir lo que necesita eres . Cualquier deseo es válido y tienes el derecho a expresarlo (aunque no a exigirlo).

Paso a paso

Y como nadie nos enseña a hacer acuerdos basados en confianza, honestidad, responsabilidad y ética, vamos a verlo con más detenimiento.

  1. Rueditas de entrenamiento – Las reglas

Empieza por lo que se te da naturalmente – controlar utilizando reglas. Realmente no es que sean malas y, más bien, te pueden dar una muy buena idea de cuáles son tus necesidades más importantes.

Ejemplo: No puedes subir fotos abrazando cariñosamente a nadie más en redes sociales.

Esto puede venir del miedo a ser desplazado, el deseo de ser visto y apreciado o la necesidad de reconocimiento social de tu relación. Para efectos de este ejercicio, pensemos que lo más presente es el miedo a ser desplazado. El hecho de que tu pareja no suba fotos así, no necesariamente va a cubrir esa necesidad. Es más, es posible que surja de otras formas y genere conflictos.

2. ¿Qué es importante?

Ahora veamos qué es lo importante. En este caso lo importante es saber que tu lugar está siendo respetado y recibir seguridad por parte de tu pareja. La necesidad es precisamente sentirte seguro.

3. Petición versus exigencia

Ya que sabes qué es lo que necesitas, el siguiente paso es hacer una petición. Tal vez pienses «entonces ¿puedo pedir lo que yo quiera?» ¡Sí! Pero aquí necesito hacer una pausa. La diferencia está en que cuando exijo, espero obtener algo específico y hay consecuencias desagradables si no es así, mientras que las peticiones pueden ser negadas. Mi pareja tiene todo el derecho de decir que «no» a mis peticiones.

4. ¿Cómo lo expreso?

Ya con todo eso, tu propuesta de acuerdo quedaría así:

«Cuando subes fotos a redes sociales abrazando cariñosamente a alguien, me da miedo ser desplazado. Me gustaría encontrar alguna forma de cubrir esa necesidad. ¿Podríamos platicar de algunas formas en las que yo podría sentirme más seguro en nuestra relación?»

En este caso, primero describo la situación, después expreso mi deseo y, finalmente, hago una petición desde esa necesidad. Nótese que no estoy diciendo cómo quiero que mi necesidad sea cubierta («quiero que no subas fotos con nadie»), sino que invito a mi pareja a buscar alguna manera de cubrir mi necesidad sin coartar su agencia.

Trabajo en equipo

Los acuerdos son colaborativos. No son algo que decides ni tú ni tu pareja de manera unilateral. Asumiendo que hay confianza y compasión (hacer lo mejor para el bien de todos), se vuelve un trabajo donde el mensaje es «¿cómo le hacemos juntos para cubrir las necesidades de ambos?». Por lo tanto, no habrá una sola respuesta y no será siempre igual. Las parejas que mantienen comunicación abierta y se enfocan en su crecimiento son capaces de identificar cuando las necesidades van cambiando. Yo recomiendo establecer un chequeo mensual de acuerdos para asegurarse de que no haya cambios que te tomen por sorpresa.

¿Y si se rompen?

Cuando un acuerdo se «rompe» o no funciona, es posible que haya dolor, tristeza o decepción. Aquí es necesario poder platicarlo y replantear a partir de lo que no funcionó.

Ejemplo: «Oye, teníamos un acuerdo de que me avisarías si llegarías a casa o no y no lo hiciste. Me siento triste e inseguro. ¿Qué alternativa podemos explorar para cubrir mi necesidad?».

Y ¿qué tanto es tantito?

La pregunta que escucho en este punto es «¿y si nos la pasamos replanteando acuerdos y nomás no funciona? ¿hasta qué momento dejas de buscar alternativas y pones un ‘hasta aquí’?». Ahí es donde entran los límites, que puedes leer aquí.

Pronto estaré ofreciendo un taller para practicar acuerdos y límites. ¡Sígueme en Instagram (@gotitasdepoliamor) y en este blog para que no te lo pierdas!

¿Qué tanto es tantito? Parte 1 – Reglas

Si le dices a tu pareja que no puede ver La Casa de las Flores con nadie más antes de verla contigo, ¿es ético? Y si lo hace y terminas tu relación con esa persona, ¿es exagerado y dramático?

Relaciones éticas

Antes de hablar de qué le vas a prohibir a tu pareja- digo, de cómo llegar a acuerdos éticos, vamos a ver un resumen de qué hay en una relación ética. Los cuatro pilares que propongo son:

  1. Agencia – Cada persona es independiente y tiene todo el derecho de hacer lo que quiera. Nadie puede decirte qué hacer o no hacer. Tú eres responsable de tus propias decisiones.
  2. Consentimiento – Tú decides estar o no en una relación. Como persona con agencia, también puedes decidir retirar tu consentimiento en cualquier momento que te sientas incómodo.
  3. Honestidad – Decir la verdad implica que las personas que dan su consentimiento cuentan con toda la información pertinente. Si tienes información que cambiaría cómo alguien se comporta contigo y eliges retenerla, cuenta como mentir.
  4. Compasión – Todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Todas las personas en la relación hacen todo lo posible para que los participantes estén bien. A veces no sale como queremos pero no es por mala fe.

Si quieres ver estos cuatro pilares más a fondo, checa mi artículo en https://vinculocolectivo.com/2019/09/27/cuando-todos-pueden-hacer-lo-que-quieran-poliamor-y-etica/

Reglas para controlar y apaciguar el miedo

Si no ponemos reglas, ¡esto no va a funcionar! Imagínate, ¡si cada quien hace lo que quiera, vamos a salir lastimados todos!!

Cuando digo que las reglas son poco éticas esa es la respuesta que generalmente recibo. Estamos tan acostumbrados a vivir con miedo de que toda la gente quiere lastimarnos y aprovecharse de nosotros que necesitamos asegurarnos de alguna forma que eso no suceda. El miedo a perder el control, a sentirnos incómodos o a ser abandonados nos puede llevar a querer restringir lo que nuestra pareja hace.

¿Por qué no son éticas?

Una regla se establece para limitar la agencia de la otra persona. Debido a que las consecuencias generalmente implican recriminación, enojo o castigo, lo que era consentimiento se vuelve coerción. Reglas como «no puede gustarte nadie más que yo», puede comprometer la honestidad de la otra persona. Finalmente, una regla se establece para que yo no me sienta incómodo y no toma en cuenta el bienestar y las necesidades de mi pareja, careciendo entonces de compasión.

Las reglas van en contra de los cuatro pilares de una relación ética.

¿Entonces anarquía?

No vivimos en un mundo donde todo es blanco o negro; de hecho, más bien es un mundo de grises. La alternativa ética a las reglas son los acuerdos y los límites.

Mientras que las reglas terminan conversaciones (vas a hacer esto o tienes esta consecuencia y punto), los acuerdos las comienzan. Donde las reglas intentan controlar el comportamiento de mi pareja, los límites me protegen y atienden mis necesidades de forma independiente.

Además, ¿cuántas veces no hemos caído en el hoyo negro de la semántica? Como cuando dices «¡ayer no llegaste a casa y nuestra regla es que no puedes dormir con nadie más!», pero tu pareja astutamente contesta «pero no dormimos, así que no rompí la regla».

Más que palabras bonitas

Uno de los miembros del grupo que manejo me comentaba que para él, la diferencia entre reglas y acuerdos no era más que las palabras que se utilizan. Esto puede suceder, sobre todo cuando la diferencia no está muy clara.

Los acuerdos son flexibles y se adaptan a los cambios que suceden conforme la relación crece. En la siguiente entrada hablaré más a fondo acerca de estas diferencias.

Ejemplo de regla:

No puedes ver La Casa de las Flores si no estamos juntos (¡o verás lo que sucede!).

Ejemplo de acuerdo:

Quiero ver La Casa de las Flores y me gustaría mucho verla contigo. ¿Te parece si vemos la serie juntos?

Se trata de confianza

En Multiamory.com explican que mientras que las reglas dicen «no puedes hacer X o Y porque me puedo sentir mal o incómodo», los acuerdos dicen «espero que tomes decisiones que me beneficien y nos hagan bien y confío en que harás lo posible por que así sea».

Si te suena utópico, sería importante explorar qué tanto confías en tu pareja. Qué tanto sabes que tu pareja tiene tu bienestar en mente y hará lo mejor que puede con lo que tiene. ¡Elige estar con alguien en quien confíes!

Práctica

Por supuesto, esto requiere práctica. La semana que viene seguiré con la segunda parte de este tema, explorando qué son los acuerdos, tips para poder utilizarlos y ejemplos de cómo funcionan.