Skip to content
, ,

Decir la verdad no siempre es honesto

Si mi pareja sale a comer con su ex, sabiendo que me incomoda mucho que lo haga, y sólo me dice que fue a comer, pero no con quién, ¿está siendo honesto? No me dijo ninguna mentira, pero tampoco me dijo todo. Si no me cuenta qué comió, ¿también cuenta como que me está ocultando información?
Por otro lado, si yo sé que salió con su ex, pero le pregunto de todos modos para “ver si es honesto conmigo”, ¿yo estoy siendo honesto? No estoy diciendo mentiras tampoco.
Constantemente escucho personas que buscan tener una relación y, al preguntarles qué es lo que buscan responden “lo único que pido es que no me mientan y me digan siempre la verdad”. Y de pronto me hace pensar qué tal vez lo que quieren decir es “que no hagan nada que llegue a hacerme daño”.
Desafortunadamente, la verdad también puede hacer daño.
Ser honesto no es sólo decir la verdad
En los dos ejemplos del principio, ninguna de las personas está siendo honesta, a pesar de que nadie está diciendo falsedades. Hay personas muy hábiles en el uso del lenguaje que pueden engañar, manipular y obtener lo que quieren sin decir una sola mentira. Eso les hace deshonestos, pero no mentirosos.
Más que clavarme en definiciones debatibles, yo prefiero compartirte lo que me sirve a mí. En mi propuesta de relaciones éticas, la honestidad es el segundo pilar e implica:
Compartir toda la información que afecte mi relación con la otra persona o a ella misma, representándome de la forma más auténtica posible.
Y aquí es donde se vuelve un tema más complejo. En el primer ejemplo, es posible que yo piense “no quiero decirle a mi pareja porque se va a enojar, además no estoy haciendo nada malo, así que es mejor que no se entere”. Aquí supuestamente estoy protegiendo a alguien que amo de algo que puede hacerle daño, sin embargo ¿estoy representándome auténticamente? El “yo” auténtico es alguien que quiere ver a su ex, y estoy evitando que mi pareja sepa que es con ese “yo” con quien se está relacionando. Estoy llevándole a tener una relación con alguien que no existe.
Además, sé que esta información va a provocar una reacción en mi pareja, por lo tanto es algo que le afecta y le concierne. Estoy perfectamente consciente que no es algo que le es indiferente y, entonces, estoy nuevamente evitando que pueda dar su consentimiento informado para poder actuar.
Para el segundo ejemplo de deshonestidad sin decir mentiras, pregunto ¿para qué estás usando la verdad? En el caso de yo tener información y hacer preguntas para “darle una oportunidad de ser honesto”, realmente estoy manipulando a la otra persona poniéndole a prueba. Esto puede venir de un lugar de desconfianza o de miedo ¡que son perfectamente válidos! Otra vez, no me estoy representando auténticamente. Estoy escondiendo una parte importante y muy real de mí, para dejarle toda la responsabilidad a la otra persona y no aceptar mi vulnerabilidad.
Paradójicamente, decir la verdad “para que me crean y confíen en mí” también puede ser deshonesto al buscar constantemente crear una imagen perfecta de mi que tal vez no es realista.
¿Por qué es tan difícil ser honesto?
Para empezar, ser honesto me pone en un lugar muy, muy vulnerable. Requiere que me exponga ante ti desde un lugar auténtico, mostrándote mis verdaderos sentimientos, deseos e intenciones. Entonces, estoy en un riesgo muy real de ser herido por rechazo, humillación, desdén y hasta abandono por ser quien soy.
Adicionalmente, está el problema de que ser honesto es un cero o cien. Para ser honesto, es necesario decir la verdad el cien por ciento de las veces, pero para ser deshonesto y tirar a la basura todo ese trabajo, sólo hace falta decir una mentira. Eso lleva mis relaciones a ser más un campo de evaluación que un lugar de conexión. Siempre sospechando y esperando a ver en qué momento la otra persona “demuestra realmente quien es”.
También, como decía al principio, la verdad puede ser muy incómoda. No sólo para la persona que la recibe, sino también para quien la expresa.
Si yo te digo algo que te hace daño, yo tengo que lidiar y enfrentar la incomodidad que estoy causando en ti.
Y eso no es nada sencillo. Puede llevarme a sentir vergüenza y culpa, igual que cuando te digo una mentira.
Pero, ¿qué es una mentira? Personalmente amo la propuesta de Aristóteles para explicarla:
Una mentira es el deseo de engañar intencionalmente.
Y ya sé que eso suena a villano de película con bigote rizado y una risa estridente y malvada (no veas mi foto de perfil), pero pensemos en el ejemplo de una infidelidad.
  • Es altamente probable que no te diga nada por miedo a lo que eso le haga a nuestra relación o cómo te vaya a hacer daño a ti.
  • Efectivamente el no decirte nada puede cuidarte de sufrir daño y mantener nuestra relación a salvo, pero por más bien intencionado que sea, estoy engañándote intencionalmente.
  • Mi mentira funciona como una máscara para que la otra persona no me conozca realmente.
  • Esto puede venir de avergonzarme de mis deseos o de tener miedo a ser rechazado por quien soy.
  • Estos dos puntos llevan a que no se pueda dar consentimiento informado de la otra persona y yo no estoy dando consentimiento entusiasta para estar en esta relación.
Hace muchos años estuve con una persona que me propuso tener una relación abierta. Yo no quería, pero no sólo le expresé eso, sino que le dejé bien claro (súper claro) que si en algún momento yo supiera que él había estado con otra persona, lo nuestro se terminaría inmediatamente, sin discusión, ni posibilidad de reparación.
Lo interesante de esto es que él se estaba representando auténticamente y yo fui quien le rechazó. Es más, le amenacé y tomé nuestra relación como rehén para obtener lo que quería: tener una relación con alguien que no existía. Esta persona, su “yo” real, quería tener experiencias sexuales con otras personas y yo no estaba dispuesto a aceptarlo. Me daba mucho miedo y, en lugar de representarme auténticamente, puse toda la responsabilidad de la relación en sus hombros para yo no tener que enfrentar mi incomodidad.
Además, creé un ambiente completamente hostil hacia la honestidad en nuestra relación. Mi respuesta a su honestidad fue agresiva y con nula empatía.
Mi pareja no podía confiar en que yo recibiría su autenticidad por mis reacciones agresivas y poco empáticas hacia quien él era. Yo también compartía responsabilidad en la falta de honestidad en nuestra relación.
Ojo, esto NO quiere decir que yo sea responsable de su infidelidad. Cada persona es responsable de sus actos. En este caso, yo fui responsable de imposibilitar (o, al menos, dificultar) que la otra persona se sintiera segura para ser su “yo” auténtico.
Esto mismo me ha pasado cuando recibo información de la otra persona y constantemente actúo herido, resentido, enojado y responsabilizo a la otra persona de mis sentimientos. Es perfectamente válido que sienta todas esas cosas a partir de conocer información nueva, sólo que yo tengo mucho cuidado de no castigar a la otra persona por hacer lo que le pido con frases como “¡sabía que eras un mentiroso!”.
Si te estoy pidiendo que me digas la verdad, me la dices y te castigo, estoy siendo incongruente.
¿Cómo puedo ser honesto?
También papá Aristóteles decía que la honestidad no es algo innato, un talento, sino una habilidad a practicar. Y como toda habilidad que se aprende, voy a cometer errores, voy a fallar y voy a encontrar dificultades. Ser honesto no es siempre decir la verdad, ni jamás ocultar información. Todos los extremos son vicios.
Para ser honesto necesito representarme auténticamente, pero eso requiere conocerme a mí mismo. ¿Cómo voy a compartirte quién soy si ni siquiera yo lo sé? ¿Cómo voy a vulnerarme contigo si me avergüenzan las partes de mí que son más auténticas?
Para saber si alguien me está mintiendo, necesito saber si me está engañando intencionalmente y la única forma de conocer las intenciones de la otra persona es que ella misma me las comunique.
“¡Ay, Jaime! Una persona que me está engañando, nunca lo va a admitir”, pensarán algunos de ustedes. Aquí es donde entra mi agencia para poder establecer límites.
Uno de mis límites es que no tendré una relación con alguien en quien no confíe.
Yo confío en mis vínculos. No confío en que siempre van a decirme la verdad, ni que jamás me ocultarán información, sino que nunca lo harán para hacerme daño. También confío en su compasión, que cuando eso suceda y me afecte, se harán responsables de ello y buscarán una forma de reparar porque les importa mi bienestar.
Si yo no confío, prefiero no tener una relación con ellos.
Recuerda que la confianza depende de mí, no de la otra persona. En mi historia, he confiado en alguien a pesar de que haya dicho mentiras o haya roto acuerdos una y otra vez pensando “esta vez sí lo va a cumplir” y también he desconfiado de personas que siempre me han dicho la verdad con la idea de que “igual y esta vez no es cierto lo que me dice”.
Yo decido a quién le entrego mi confianza y cuándo retirarla.
Verlo de esa manera me regresa mi agencia y me empodera, permitiéndome dejar de ser víctima de las circunstancias y dejando mi seguridad en las manos de otra persona. Además, eso también me lleva a representarme auténticamente, conociendo qué tan dispuesto estoy a confiar o no en ti.
También necesito ejercitar mi capacidad de discernimiento. O sea, identificar el efecto que tienen mis palabras y acciones en ti. Considerar el contexto y ser intencional acerca de cómo me estoy representando ante ti.
¿Y qué hago cuando me engañan?
Particularmente yo me adhiero a la filosofía de Nietzsche cuando dice “yo prefiero ser engañado que estarme cuidando de los engañadores”. No me es fácil y todavía tengo miedo a salir herido por alguien en quien confío, sin embargo ya no lo veo como algo catastrófico y apocalíptico para mi relación. Ya no es algo binario que puede llevarme a perderlo todo en un instante.
Más que estar viendo si algo es verdad o mentira, me enfoco en qué necesito yo (otra vez retomando mi agencia). Si ya sé que mi pareja fue deshonesta, yo:
  • Valido el dolor y todos los sentimientos que esto me ha provocado
  • Pregunto y exploro el mundo de la otra persona
  • ¿Qué necesidad no está siendo satisfecha que le llevó a actuar así?
  • ¿Qué le llevó a aceptar hacer algo que realmente no quería?
  • ¿Qué tanto riesgo estoy dispuesto a aceptar en el futuro?
  • Personalmente, yo no hago el mismo acuerdo dos veces. Prefiero buscar alternativas.
  • ¿Cómo reacciono yo ante esta información y qué tanto permito que sea honesto conmigo?
  • En caso de que sea posible, ¿qué necesito yo para que se repare esta situación?
¿Es mucha chamba? Sí. ¿Es más fácil decir “¡eres un maldito mentiroso!”, irme y dejarle toda la responsabilidad al otro, sólo para encontrarme en la misma situación en la siguiente relación? También.
Y si lo haces así, también es comprensible. Recuerda que la honestidad y la empatía requieren compasión. Puedo reconocer que estoy haciendo lo mejor que puedo con lo que tengo y tratarme de forma amorosa ante algo que ya de por sí es doloroso y difícil.
La honestidad parece un tema sencillo y claro, donde eres honesto o mentiroso. Yo creo que es algo más complejo y verlo de esta forma me ha ayudado a crear relaciones más éticas donde no estoy constantemente buscando villanos y culpables, sino relacionándome y conectando con personas que pueden crecer, fallar y, por lo tanto, yo también.
Como último punto, quiero compartirte una frase que me pareció graciosa, pero que aclara un poco más el tema para mí:
Si yo me creo mis mentiras, podré estar delirando, pero no soy deshonesto.
Escucha el capítulo “Mentiras y Honestidad” de mi podcast para seguir explorando este tema.
¿Tú acerca de qué eres deshonesto?

4 Comentarios

  1. «Si te estoy pidiendo que me digas la verdad, me la dices y te castigo, estoy siendo incongruente»
    Me encantó esta frase. Si ya tengo claro que quiero tener esta información y me la dan, tengo emociones incómodas al saberla (al no saberla también) cómo lidiar con estas emociones sin culpar al otro y cómo hacerle saber a mi pareja que no es su responsabilidad estos sentimientos?

  2. Hola Jaime, hace tiempo veo tus videos y me encanta la manera en que trabajas, gracias a ti he logrado llevar una nueva relación hablando sobre mis necesidades, límites y preguntándome ¿pero quieres? Jajaja… y hoy esté artículo sobre la deshonestidad me ayuda a un tema super complejo que traigo en esta relación… espero algún día poder tomar terapia contigo….

    Un abrazo…

  3. Hola Jaime, hasta que leo algo bien aterrizado, concreto y explicado de forma simple. Este tema es súper difícil porque como comentas, pareciera que sólo hay blanco o negro, y en la vida real hay tantas variantes y factores que definitivamente «refutan» (no sé si sea la palabra correcta) a ese pensamiento binario.
    Me duele haberlo leído tan «tarde» pero de todas formas siempre se está aprendiendo.
    Abrazos y gracias por existir.

  4. Hola Jaime, muchas gracias por esto!! Siento que siempre he sido una persona deshonesta, justamente por el autoengaño a que podía aguantarlo todo y por miedo a hacer daño a quien quiero, sobre todo en etapas de profundo cambio personal y de ideales que no se alineaban con mi entorno. Siento que la deshonestidad sobre quién me estaba convirtiendo ha acabado con la relación platónica más importante de mi vida y me arrepiento profundamente, a la vez que sé que nunca quise hacer un daño intencional pero eso acabó haciendo más daño. Actualmente me he mostrado tal cual soy o iba a explotar, y se que eso ha tenido consecuencias emocionales terribles para la amistad que he intentado reparar pero no he conseguido del todo. Este post me ha hecho entender muchísimas cosas, perdonarme y ver qué me ocurría para actuar así, incluso plantearme cuándo o cuándo no soltar los vínculos, y no volver a cometer ese error.


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compras