Consentimiento entusiasta: ¿Lo quieres o lo aguantas?

De las cinco características del consentimiento, la que menos pensé que generaría dudas y controversia fue entusiasta. Cuando veía que me pedían que explicara a qué me refería con eso, me quedaba un poco confundido y sin saber cómo abordarlo porque pensaba, “entusiasta es… ¡pues entusiasta!”, aunque me sentí Sofía Niño de Rivera hablando de los winnies.

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Agencia: El primer pilar de relaciones éticas.

Empezando mi vida en relaciones románticas, estaba muy emocionado y lleno de anticipación pensando todo lo que podría pasar. ¿Sería que el destino me llevaría a conocer a mi príncipe azul inmediatamente? O tal vez tendría que pasar por algunas pruebas primero, hasta que los dioses del Olimpo decidieran que finalmente merecería mi final feliz.

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Poliamor consensuado, no jerárquico

Hace unos días subí una publicación a Instagram que generó algo de controversia. La imagen dice «La jerarquía en las relaciones no es ética». Los comentarios comenzaron con algunas personas diciendo que era algo que necesitaban escuchar y leer debido a su situación actual; sin embargo, también hubo quienes lo tomaron como un ataque a su forma particular de relacionarse diciéndome que no estaba mal y no le hacían daño a nadie.

Lo primero que creo debo aclarar es que no creo que el poliamor jerárquico sea malo o que nadie deba hacerlo. Todos somos libres de relacionarnos como mejor nos acomode y eso siempre será válido.

Cuando digo que el poliamor jerárquico no es ético, me refiero solamente a eso. No cumple con los pilares de una relación ética.

¿Cómo es una relación ética?

En mi investigación y jornada personal y académica, he recopilado varias ideas propuestas por algunos autores acerca de este tema. Mientras que algunos mencionan una o dos características, mi propuesta tiene cuatro pilares (que puedes leer a detalle aquí). Como individuos, todos tenemos la capacidad de hacer lo que queramos (agencia), siempre y cuando comuniquemos aquella información que afecte a mis relaciones (honestidad) para que las personas involucradas puedan dar su consentimiento (libre, reversible, informado, entusiasta y específico), manteniendo el bienestar de todas las personas involucradas en mente (compasión).

¿Entonces, cuál es el problema con la jerarquía?

Una jerarquía implica autoridad, alguien por encima de otras personas de acuerdo a su nivel de importancia. La palabra misma viene de jerarca, que es un superior; del griego hierarchēs, compuesto por hieros (divino) y archos (regente o soberano). Si yo entro a una jerarquía, hay un lugar predeterminado para mí con lineamientos específicos que debo seguir. No se me pregunta si me acomodan, más bien se me advierte que, de no cumplirlos, perderé mi lugar – te ajustas o te vas. Hay relaciones jerárquicas donde los vínculos primarios tienen el poder de «vetar» a los vínculos secundarios y terciarios.

Aquí una pausa. Tal vez leas ese párrafo anterior y pienses ¡cómo puede alguien pensar que eso está bien! o ¡si todos están de acuerdo, no está mal!. Repito, no es que alguna de estas formas de relacionarse sea «mala». Hablar de que algo está bien o mal de forma generalizada nos lleva a un lugar moralista que no permite la reflexión. Yo no soy nadie para decirle a alguien cómo debe relacionarse porque estaría ignorando el primer pilar de una relación ética: la agencia. Lo que intento con este artículo es llevarte a la reflexión de si esta forma de relacionarte está alineada con tu propia ética.

A diferencia de la moral, la ética es personal y lo importante es relacionarme con personas que tengan una ética compatible con la propia.

Ya que quedó ese punto claro, veamos más específicamente qué pasa con los cuatro pilares en el poliamor jerárquico:

  • Agencia: Los vínculos secundarios no tienen la capacidad de hacer lo que quieran, ya está decidido por ellos. La relación primaria dicta cómo será la relación secundaria y hasta dónde llega.
  • Honestidad: Como vínculo secundario, si mis deseos o necesidades cambian, no puedo decirlo ya que implicaría ir en contra de la jerarquía preestablecida. En esta estructura, una petición de renegociación de términos puede encontrarse con un pues tú sabías a qué le entrabas y es lo que hay.
  • Consentimiento: Más que consentimiento, se vuelve coerción. Si no haces lo que te decimos, no puedes tener lo que quieres. El vínculo secundario no tiene voz ni voto en las negociaciones y debe aceptar lo impuesto.
  • Compasión: La satisfacción de las necesidades de los vínculos secundarios dependen de que lo que la relación primaria decida. Como vínculo secundario, mi bienestar es decidido por una relación en la que no tengo voz ni voto.

More than two: El mito de la noche obscura

Uno de los primeros libros que leí acerca de poliamor es More than Two de Franklin Veaux y Eve Rickert. Es literal una guía práctica para comenzar y me abrió el camino a este mundo de la no monogamia ética. En este libro, Franklin habla del poliamor jerárquico y cómo funciona, por lo que hay varias personas que lo utilizan para justificar que es ético. Sin embargo, hay que tomar en cuenta dos cosas: More than Two es experiencia personal, no académica; y, más importante, hay una controversia que llevó a Eve a retractarse de lo que dijo en el libro al darse cuenta de que había estado en una relación abusiva.

Franklin Veaux literalmente dice que “como vínculo secundario, la satisfacción de tus necesidades depende de la relación primaria” y debes estar dispuesto a que así sea, de otro modo el poliamor jerárquico no es para ti. Nuevamente, no digo que eso sea malo, sino que no es ético.

Nadie puede decidir cómo quieres que sean tus relaciones, ni siquiera tus vínculos. Parte esencial de la ética es tener la posibilidad de intervenir en decisiones que te afectan.

Por otro lado, Eve Rickert publicó en su blog que cometió un error enorme en More than Two. En ese libro, Eve habla de “la noche obscura del alma”, indicando que el proceso de deconstrucción es difícil y doloroso, por lo que hay que “aguantarlo”. Esto la llevó a ponerse en lugares tortuosos y aceptar condiciones con las que nunca estuvo cómoda (yo pasé por algo similar, puedes leerlo aquí). Eve dice que esto implicaba no hacer caso a incomodidades cuando “repetidamente sorprender a tus vínculos con decisiones que les afectan, sin considerar sus aportaciones y haciéndoles gaslighting cuando se quejan”.

Entrar a una dinámica de poliamor jerárquico no necesariamente implica que esté de acuerdo. Aquellos que tenemos apego inseguro tendemos a poner las necesidades de la otra persona sobre las propias. Aquellos que vivimos un apego a partir del trauma, difícilmente podemos poner límites claros y precisos.

Aquí el “gaslighting” que menciona Eve puede verse cuando la pareja primaria le dice al vínculo secundario “es tu problema, tú sabías a qué le entrabas y cómo era esto. Si no te gusta, vete”. Eso no es ético ni compasivo.

¿Para qué sirve la jerarquía?

A todo esto, ¿para qué necesitamos la jerarquía? Tener a una relación primaria “intocable” nos ayuda a protegerla. De esa forma, se aseguran de que su relación “no cambiará” aunque se abran al poliamor.

Spoiler alert: al entrar al poliamor, tu relación va a cambiar. De hecho, ese es el objetivo.

Personalmente, soy fan de Dedeker Winston y su más actualizada Smart Girl’s Guide to Polyamory. Además de que tiene una mirada ética y compasiva, es bastante detallada y profesional (finalmente, es una terapeuta especializada). Ella habla de cómo el “privilegio de pareja” está tan grabado en nuestra forma de ser que consideramos esencial ser parte de una relación de pareja para estar completos. Y claro que así es, nos enseñan que las parejas estables tienen un estatus mayor en la sociedad.

Mientras que Dedeker también considera que una jerarquía en el poliamor es algo controversial (tiene un capítulo completo dedicado al tema), explica que existe la jerarquía descriptiva que sucede más orgánicamente. Esto implica que algunas personas tienen ciertos derechos y obligaciones que van con el momento de vida en el que están. Por ejemplo, yo tengo un vínculo con quien vivo y otro con el que no. No es que uno sea más importante que el otro, sino que así decidimos que fuera.

Poliamor consensuado

Si estoy en una relación donde tenemos acuerdos donde todos podemos dar nuestro input y estamos involucrados en las decisiones que nos afectan, entonces ¿es necesario que haya una jerarquía? ¿Realmente hay alguien más importante que otra persona? ¿Es ése el tipo de relación que quiero?

A veces venimos tan acostumbrados a algo que nos funcionaba, que es difícil considerar nuevas opciones. Hablar de una relación poliamorosa consensuada me permite tener la flexibilidad necesaria sin perder la seguridad que requiero. Aún en situaciones donde decido que mi vínculo “primario” es quien vivirá conmigo y estará encargado de la crianza de mis hijos conmigo mientras que mis vínculos secundarios no, esto no tiene que ser imponerle a otras personas este rol. Además, considera a los vínculos como personas, no como satisfactores de la relación primaria.

Y sí, el lenguaje que usamos sí es importante. Cuando le digo a un vínculo que es secundario ante mi primario, estoy replicando una estructura donde alguien tiene más importancia que otra persona. Si estamos en una jerarquía prescriptiva donde todos pueden negociar, ¿para qué hablar de primarios y secundarios? Personalmente, me refiero a mis vínculos como «mi vínculo con el que vivo», «mi vínculo de 6 años» o simplemente «mi vínculo». Porque eso es. Por supuesto, mi vínculo que vive solo no tiene que pagar renta ni comida de la casa, sería absurdo porque no cohabitamos. Eso no lo hace más ni menos importante que la persona con quien sí vivo.

Una de las habilidades más útiles en la no monogamia ética es la flexibilidad. Saber que todo cambia y que podemos cambiar juntos.

En el ejemplo de la crianza, puede acordarse que los vínculos secundarios no estén involucrados. Si a lo largo de la relación surge un deseo o necesidad de alguna de las partes para hacer un cambio, es importante que exista un terreno fértil para que esa discusión ocurra. No quiere decir que debas aceptar o negarte, simplemente que no haya un muro que evite que siquiera se mencione el tema.

La decisión del tipo de poliamor que quieras llevar a cabo es completamente tuya. Espero que con esta información puedas sea más claro lo que es el poliamor jerárquico y a qué me refiero con que no sea ético.

Poliamor 101: No sólo es sexo desenfrenado

Hace algunos años conocí a una pareja que se hacía llamar poliamorosa. Estaban casados y tenían encuentros sexuales con otras personas, siempre juntos. Conforme fui conociendo sus relaciones, me di cuenta de que conocían a alguien y comenzaban a interactuar mucho con él, hasta el punto de invitarlo a vivir con ellos. Sin embargo, esa persona no tenía el mismo lugar en la jerarquía y, después de un tiempo, era desechado para dar lugar a una persona nueva. Poco a poco fue evidente el camino de cadáveres emocionales que iban dejando a su paso en su búsqueda por satisfacer sus necesidades como pareja, haciendo uso de un ‘tercero’.

Los cazadores de unicornios y la responsabilidad afectiva

En algún momento, se le llamó ‘unicornio’ a una mujer bisexual que tenía una relación exclusivamente sexual con una pareja heterosexual. Se decía que era tan difícil encontrarla que era como “buscar un unicornio”. Esto, por supuesto, ya no se reduce a un movimiento sexista que cosifica a una mujer, ahora los cazadores de unicornios pueden ser de cualquier género y orientación sexual – como los que te contaba al principio de este artículo.

Aquí siento la necesidad de hacer una confesión: yo también fui cazador de unicornios. Bueno, de unicornio – uno nada más. Al comenzar a abrir mi relación, sucedió que conocimos a un hermoso hombre con quien ambos tuvimos excelente química. Sin embargo, por nuestra jerarquía le dejamos claro que no tendríamos una relación más que sexual. El problema de esta regla (claramente no ética, como lo explico aquí) fue que nos dejó a todos heridos.

La relación entre los tres fue creciendo y cambiando orgánicamente pero ninguno se atrevió a mencionarlo debido a las restricciones jerárquicas preestablecidas.

Este es un buen momento para hablar de la famosa “responsabilidad afectiva”. En círculos de personas no monógamas este término se usa frecuentemente aunque pocos puedan decirte qué es. En pocas palabras, la responsabilidad afectiva implica que todos somos responsables de nuestros afectos, nadie más. Por eso, los clásicos es que tú me hiciste sentir mal, me voy por tu culpa, o si no fueras tan coqueto, no te hubiera puesto el cuerno, no son válidos. SIN EMBARGO, hay muchos que la utilizan como un arma.

El decirle a la otra persona tú eres responsable de sentirte mal así que no sé por qué vienes a hacerme drama, no es ético y no es ser responsable. Eso es una forma de deslindarme de mi parte en el desorden y decirle a alguien más que lo limpie. En este artículo puedes conocer más a detalle cómo funciona la responsabilidad afectiva en una relación ética.

Polidefiniciones

Entonces si el poliamor no son parejas que buscan “un tercero”, ¿qué es? Uno de los errores más frecuentes que encuentro en conversaciones con personas interesadas en el tema (para conocer o para criticarlo) es hablar de poligamia. La poligamia es un término legal para uniones de un hombre con varias esposas (poliginia) o una mujer con varios esposos (poliandria). Esto no tiene nada que ver con poliamor.

El poliamor es un estilo relacional donde las personas están abiertas a tener más de un vínculo afectivo (romántico) simultáneamente donde todos los involucrados están enterados. *Respira* Eso son muchas palabras y nada de pausas así que vamos a desempacarlo.

  • Es un estilo relacional porque no depende de la orientación sexual, sexo, expresión ni identidad de género de los involucrados. Puedes ser hombre trans heterosexual que disfrute de tener sexo con personas que tienen pene y ser poliamoroso. Lo único que implica es cómo quieres relacionarte tú con otras personas.
  • Tener más de un vínculo afectivo/romántico es lo que comúnmente conocemos como “novios” o “parejas”, sólo que no está limitado a que sea una sola persona. Afectivo/romántico habla del tipo de vínculo. Evito decir sexoafectivo porque puedes ser una persona asexual poliamorosa – de hecho, es una buena alternativa cuando se relacionan con alguien sexual.
  • Todos los involucrados deben estar enterados. No todos tienen que relacionarse entre ellos, ni amistosa, ni afectiva ni sexualmente. Con que todos sepan de la existencia de los otros es suficiente aunque nunca se vean la cara.

Como es posible que haya más de dos personas en la relación, generalmente se habla de vínculos en lugar de parejas. Ahora, no es necesario que una persona tenga varios vínculos para ser poliamorosa. No es como que soy poliamoroso hoy porque tengo dos vínculos y si una de esas relaciones transiciona ya no lo soy.

Juntos pero no necesariamente revueltos

Ya que dejamos claro que no todos tienen que estar en una relación cuando se es poliamoroso, creo que es importante explicar algunas de las configuraciones más comunes:

  • Triada o trieja: Tres personas que tienen un vínculo entre ellas.
  • Relación en V: Una persona con dos vínculos que no se relacionan entre sí. Piensa a la persona como el vértice y a los vínculos como aristas. Ya con esa imagen, puedes imaginar cómo es una relación en W y en N.
  • Solo-poli: Una relación donde una persona elige mantener vínculos con otras personas pero sin planes de cohabitar… porque en poliamor no seguimos el guión prescrito de novio, pareja, vivir juntos y casarnos (a menos que sea una decisión consciente).
  • Mono-poli: Una relación donde una persona es monógama y sólo tiene un vínculo con otra persona que decide vincularse con más personas.

Esas no son todas las configuraciones ya que depende completamente de lo que los involucrados decidan.

¿Cómo se ponen de acuerdo?

Considerando que no tienes que llevarte bien con todos tus metamores (los vínculos de tus vínculos, conoce más a detalle este concepto aquí), es importante que haya mucha comunicación y que todos estén claros en lo que sucede en la relación. Aún cuando tú no estés vinculado con el novio de tu novio, lo que ellos hacen tendrá cierta influencia en tus relaciones.

Esa red que se construye entre los involucrados se conoce como polícula (mezcla de poliamor y molécula) – piénsalo como una familia.

Cuando llega un nuevo integrante a la polícula, es importante que todos estén enterados y tener en cuenta la ENR (energía de nueva relación). Así como en la monogamia hablamos de enamorarnos, en poliamor hablamos de ENR que es esa emoción e intoxicación que nos da al empezar una nueva relación. Esta distinción surge principalmente porque puede suceder con varias personas simultáneamente y en lo tradicional uno se enamora de una persona a la vez. Pero nos emboba igual.

Igual que en la monogamia, no hay que tomar decisiones cuando estamos bajo la influencia de alguna droga (incluyendo la ENR). Aún así, y por más tentador que parezca, en las relaciones poliamorosas éticas es esencial recordar que las reglas no son éticas (aquí te digo por qué). Las alternativas son los acuerdos y los límites, ya que estos dos toman en cuenta las necesidades de todas las personas involucradas y no limitan la agencia de nadie.

¿Y los celos? ¿A poco los poliamorosos no sienten celos?

No puedo hablar de todas las personas poliamorosas, pero en mi caso yo sigo sintiendo celos. Uno de mis vínculos no siente celos (al menos no tradicionalmente pero puedes leer la historia aquí) y el otro sí. Lo que he aprendido es que estos celos no son tóxicos ni malvados, de hecho así los he transformado en mis amigos para poder aprovechar lo que me dan.

Y precisamente esa es una de las razones por las que algunas parejas se vuelven cazadores de unicornios. La inseguridad e incertidumbre que me da el que mi pareja pueda vincularse con alguien más nos lleva a muchos a pensar que nos van a dejar por la otra persona. Entonces se generan relaciones jerárquicas donde existe la pareja principal y los secundarios (que tienen un límite de hasta dónde van a llegar).

Las relaciones jerárquicas no son éticas ya que interfieren con los cuatro pilares: la agencia, la honestidad, el consentimiento y la compasión. Hay relaciones donde llegan a tener poder de “veto” donde uno le puede decir a la otra persona con quién sí puede o no vincularse.

Tal vez te podrás dar cuenta de que en todo esto, el sexo llega a pasar a segundo plano. En algún momento alguien comentó muy acertadamente que los poliamorosos nos pasamos mucho más tiempo platicando de cómo nos sentimos de tener sexo con otras personas, de cómo se sienten nuestros vínculos de que tengamos sexo con otras personas y de cómo se sienten esas otras personas que teniendo sexo. Y es que tener una relación poliamorosa implica ética, asertividad e intencionalidad. No es algo que nos “pase”. No es una infidelidad. Es tenerlo todo claro, estar dispuesto a ser vulnerable ante varias personas, respetar su agencia para actuar, ser honestos, dar nuestro consentimiento y actuar con compasión.

No es mi amante, es tu metamor.

¿Entonces el poliamor es lo mismo que si todos tuvieran amantes? No exactamente, aunque tiende a ser una creencia muy popular.

¿Un metamor no es un amante?

Literalmente, un metamor es el amor de tu amor, la pareja de tu pareja o el vínculo de tu vínculo. Tradicionalmente, los amantes son algo parecido pero existe una pequeña diferencia crucial: la ética. En relaciones poliamorosas, se tiene más de un vínculo romántico/íntimo a la vez y es necesario que TODOS LOS INVOLUCRADOS ESTÉN ENTERADOS. Por supuesto, se espera que esas relaciones cumplan con los cuatro pilares de las relaciones éticas (que puedes conocer a fondo aquí).

Al principio esto me sonaba increíble a menos que se hablara de una relación donde todos están románticamente involucrados. Si somos tres y los tres tenemos un vínculo igual, entonces sí se puede, pensaba yo. ¿Qué pasa cuando tu pareja te dice voy a ver a mi novio, mi amor, regreso en la noche?

No sé cómo lo sentiste tú al leerlo pero a mí me generó un vacío en el estómago cuando lo escuché la primera vez.

Todos a la mesa

Todas las relaciones poliamorosas son diferentes y dependen de los involucrados. Sin embargo, en cuestiones de metamores hay dos estilos particulares que tienden a surgir: poliamor de mesa (kitchen table polyamory) o poliamor paralelo.

En el poliamor de mesa todos se relacionan de forma cordial, al punto en el que podrían todos sentarse a comer a la mesa y llevar una conversación agradable. Nuevamente, esto no quiere decir que todos estén involucrados románticamente.

Imaginemos la siguiente escena: Jaime tiene dos parejas, Marco y Ricardo. Marco tiene una pareja llamada Chanchito y Ricardo tiene dos parejas más, Juanjo y Raúl. Aquí te dejo una versión más visual:

En ese caso, Jaime y Chanchito no tienen ningún vínculo romántico pero eso no evita que se puedan llevar bien. Jaime y Chanchito son metamores, igual que Raúl y Juanjo, Marco y Ricardo, etc. Es posible que los metamores sean amigos, amigos con derechos, conocidos o que en algún momento formen otro tipo de vínculo. Lo importante es que NO TIENEN que hacerlo si no quieren.

Es por eso que existe el poliamor paralelo. En este caso, los involucrados prefieren mantener sus relaciones independientes.

Poliamor paralelo: Todos saben de la existencia de los otros pero no conviven ni comparten cosas juntos.

Mitos y miedos acerca de los metamores

Amigas y rivales: Como venimos de una cultura de competencia y donde el amor es tan escaso que tenemos que luchar para poder merecerlo, es lógico para algunos pensar que un metamor sea nuestro “rival” en el amor (te recomiendo leer el artículo de amor escaso aquí). Y sí puede suceder. Si los involucrados no han trabajado este tema de escasez, probablemente haya luchas constantes llenas de inseguridad y resentimiento. Por otro lado, también existe la idea de que tienen que ser amigos para que todo pueda salir bien. Es cierto que la vida es mucho más fácil cuando tus metamores tienen una relación cordial o hasta amistosa, pero no somos monedita de oro para caerle bien a todo el mundo y eso está bien.

No me compares: Otro miedo común es pensar ¿Y si le gusta más tener sexo con él que conmigo? ¿Qué tal que lo hace mejor que yo? La realidad es que lo va a hacer diferente y puede que sí le guste más a tu pareja como su otro vínculo le besa el cuello. Y eso da mucho miedo. Más que por ese acto particular, el temor es a dejar de ser importante o especial para tu pareja. Pero, ¡tu relación es más que un beso en el cuello!

Pues si ve pero no me cuentes nada: Esta regla es muy común y hasta parece sensata. Como lo explico en mi artículo de reglas, el problema ético con esta es que tiene el objetivo de huir de un lugar desagradable. No quiero que me cuentes porque me genera inseguridad, probablemente lleve a mi pareja a un momento donde tenga que elegir entre mentirme o violar la regla. En este caso es más recomendable trabajar hacia la intimidad con un acuerdo como me da inseguridad saber que vas con ‘x’ porque me da miedo ser menos importante. ¿Qué podemos hacer juntos para que me sienta importante?

Me lo va a robar: Probablemente el primero que se nos ocurre a muchos. La realidad es que si tu pareja quiere irse con alguien más, lo va a hacer aunque estén en una pareja monógama, estén casados y tengan diez perros.

Tu pareja está contigo porque te ama y porque ASÍ LO ELIGE. Y tú no puedes hacer nada para que se quede. El lado menos desagradable es que tampoco puedes hacer nada para que se vaya. Eso depende completamente de él.

Mi pareja busca con aquella persona algo que no le doy: Probablemente sí. Y está bien. El mito romántico que nos dice que la pareja es TODO vuelve las relaciones algo exhaustivo. Tu pareja tiene que ser tu mejor amigo, tu compañero, la persona que escucha todo, la persona con quien te peleas, el cocinero, el amante, etc. Y puede que elijan ser eso el uno para el otro. ¿Qué pasa si tu pareja es súper fan de Star Wars y tú no puedes terminar de ver una película sin dormirte? Es posible que tenga un amigo igual de fan con quien comparta eso. Es posible que ese amigo también sea su novio.

Beneficios de tener un metamor

Sí, todos los puntos anteriores me han revuelto la panza en algún momento y han sido tema de mi terapia durante mucho tiempo. Afortunadamente, no todo es trabajo personal y emocional. Si logras tener una buena relación con tus metamores, vas a tener un grupo de apoyo único conformado por gente que tiene lazos fuertes, íntimos y que tienen el objetivo de lograr que todo funciona para todos los involucrados. Imagínate la complicidad de poder platicar con el novio de tu novio acerca de… pues… ¡tu novio! O lo hermoso que es juntarte con tus metamores para planear una sorpresa increíble para la persona que amas en su cumpleaños. Por cierto, a esta red de amores y metamores se le conoce como polícula.

Otro beneficio es que obtienes una buena reputación en la comunidad poliamorosa. Siendo pocos, es altamente probable que todos nos conozcamos. Alguien conocido por sus buenas relaciones con metamores va a ser mucho más deseable e interesante para generar un nuevo vínculo.

¿Y no pueden tener amigos y ya?

Sí, es cierto que suena a tener amigos y ya. ¿Para qué complicarnos las cosas? El dilema surge cuando pensamos que el sexo y los lazos afectivos son exclusivos y escasos. Darle la vuelta a esta narrativa puede generar una nueva forma de relacionarte donde construyas hacia la intimidad por elección, en lugar de huir del miedo.

Ni poli ni mono – Amor Ético

Hace poco me invitaron a dar una conferencia en una universidad al norte de la ciudad. Estaba a punto de mandar mi presentación cuando me di cuenta de algo que ha estado surgiendo en mi práctica profesional. En los últimos años he estado haciendo investigación en relaciones poliamorosas y no monógamas, aprendiendo a utilizar herramientas de comunicación, deconstrucción y resignificación de conceptos. Todo eso me llevó a crear el proyecto de Gotitas de Poliamor.

Sólo que he estado olvidando el apellido de mi proyecto: Gotitas de Poliamor para los Dolores de la Monogamia.

Los dolores de la monogamia

No, el poliamor NO ES MÁS AVANZADO QUE LA MONOGAMIA. Las personas poliamorosas no somos más maduras, más evolucionadas ni el futuro de las relaciones. Y definitivamente el poliamor no es para todos.

Después de decir eso puedo hablar de qué sucede en la monogamia tradicional. Estamos tan bombardeados con ideas (vagas) de relaciones monógamas que creemos saber exactamente qué estamos buscando. Decimos «quiero tener una pareja» y no sabemos ni para qué – simplemente sabemos que es lo que nos toca hacer. Pero si todos sabemos qué es una pareja, ¿por qué no sólo la encontramos y vivimos felices para siempre?

Para mí una pareja es un confidente, un cómplice, un apoyo, una inspiración y una guía, alguien que camina a mi lado compartiendo su vida conmigo. Sin embargo, lo que caracteriza a la monogamia es la exclusividad sexual. Y ya. Eso es todo. Tu relación se mantiene monógama siempre y cuando no se acuesten con nadie más.

¿Te has puesto a pensar en eso? Las relaciones monógamas tradicionales sólo están definidas por la exclusividad sexual. ¿Realmente es eso lo más importante de una relación íntima entre dos personas?

La base de una relación ética

Yo propongo llevar el enfoque de nuestras relaciones hacia otro lado. Buscar que haya libertad, autenticidad, compromiso y, por supuesto, amor.

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

Las relaciones poliamorosas no dependen de la exclusividad sexual sino de la ética con la que se manejan los participantes. En otras palabras, en tener un amor ético. Los autores que he revisado proponen dos o tres conceptos éticos principales… yo considero que hay un cuarto esencial para evitar que los primeros tres se utilicen como armas. Sobre todo, creo que esto puede llevarnos a pensar, más que en ser monógamo o poliamoroso, en amar éticamente.

Los cuatro pilares de una relación ética

  1. Agencia

En las relaciones poliamorosas, nadie le pertenece a nadie porque, para empezar, todos tenemos la libertad de tener más de una relación amorosa. La agencia es tener la libertad de hacer lo que quieras.

Sí, lo que quieras.

Tú como ser humano tienes el derecho de hacer lo que tú quieras. Tomar tus propias decisiones dependiendo de lo que quieras y necesites. Tienes libertad sexual, emocional, de tu tiempo y de tu espacio.

Tal vez leas eso y pienses ¡por supuesto! ¡eso es más que obvio! y tal vez algo dentro de ti se mueva y diga ¿cómo? ¿Mi pareja es libre de acostarse con quien quiera? ¿Mi pareja puede amar a otras personas? ¿Puede irse de viaje o vivir en otro lado? ¡Peor aún! ¿Puede ver el siguiente capítulo de nuestra serie favorita sin mí y yo no se lo puedo prohibir?

Así es. Porque tu pareja es libre de hacer lo que quiera. Eso también significa que si ejerce su agencia de manera libre y está contigo, es porque decide estar contigo.

Tu pareja te elige a ti. Elige el tipo de relación que tienen. No está porque tiene que hacerlo ni porque se firmó un papel. Se queda porque así lo decide.

2. Honestidad

Para que esto funcione debe haber honestidad. Puede que suene obvio pero ¿qué es ser honesto? ¿Es decir todo? ¿Qué pasa si tu pareja te dice que no quiere saber? Si tengo partes de mi vida que mantengo privadas, ¿estoy siendo deshonesto?

Además, la monogamia tradicional y el amor romántico no promueven la honestidad. Al tener la expectativa de que sólo estarás con una persona el resto de tu vida, se espera que no sientas atracción por nadie más (o al menos que mientas al respecto). Como ya sabemos cómo “debería” ser una relación, es difícil poder ver los deseos y necesidades propios.

La honestidad implica que todos los miembros de la relación (ya sean sólo dos o más) puedan comunicar sus deseos y necesidades, sabiendo que existe la posibilidad de negociación. Tal vez la parte más difícil de este pilar es poder ser honesto con lo que quiero yo mismo.

Es necesario que me pregunte qué necesito y qué quiero. Poder ver esto sin culpa, sin miedo a ser juzgado y sabiendo que si mi pareja no me lo da, no quiere decir que yo esté mal. Para lograr esto, es imprescindible tener herramientas de comunicación que me permitan pedir sin exigir y expresar mis deseos sin responsabilizar al otro de lo que me pasa.

Si ocultas información sabiendo que podría afectar tu relación, estás mintiendo. El no decir la verdad no siempre es mentir, el esconder algo que sabes debe ser dicho sí.

3. Consentimiento

Tal vez en este momento estés pensando ¿qué me protege de estar en una relación donde me siento incómodo, herido o inseguro por alguien que hace lo que quiere y me lo restriega en la cara?

El consentimiento. Más importante aún, saber que es tuyo para darlo o para retirarlo.

En las relaciones monógamas tradicionales si das tu consentimiento, ya no puedes echarte para atrás. La idea de que tienes un alma gemela y no hay más implica que, si lo encontraste, tienes que quedarte con él hasta que la muerte los separe.

La realidad es que las personas estamos cambiando todo el tiempo. La persona que eres hoy es completamente diferente a quien eras cuando conociste a tu primer pareja. Por supuesto, el ideal es poder crecer juntos y construir una vida donde la compatibilidad prospere. El problema es que si crees que no tienes opción, puedes acostumbrarte a la incomodidad.

Hay relaciones donde las personas siguen juntas por culpa (¿cómo me voy a ir después de que me ayudó tanto?), por miedo (¿qué voy a hacer sin él? ¿Qué va a hacer sin mí?) o por costumbre (llevamos tantos años juntos, ¿cómo tirarlo todo a la basura?). En todas esas situaciones, responsabilizas al otro de una decisión que tú tomas.

Si tuviste una relación maravillosa durante años y decides separarte, eso no invalida todo lo que viviste. Sigue siendo una relación exitosa. Si te quedas, es porque así lo decides.

Una persona que no es capaz de poner límites debido a trauma, problemas de autoestima o coerción, no puede dar su consentimiento. Esto incluye situaciones de violencia (explícita o sutil).

4. Compasión

Los primeros tres pilares son muy sonados y utilizados en redes poliamorosas. Desafortunadamente, es my fácil que se utilicen como un arma. De pronto alguien toma decisiones que hieren a sus parejas e ignoran su responsabilidad alegando que están actuando con agencia, siendo honestos y, finalmente, la otra persona ya dio su consentimiento así que no se puede quejar.

Yo agrego este cuarto pilar como el más esencial para poder llevar a cabo una relación ética.

En una relación con compasión, estoy con alguien que me ama y me siento amado por esa persona. Todos los involucrados actúan con el bienestar de sus seres amados en mente. Sí ejercerán su agencia, siendo conscientes de que lo que hacen afectará a otra persona y buscarán la mejor forma de hacerlo. Sí serán honestos y considerarán cómo la otra persona recibirá la verdad. Sí darán su consentimiento y se asegurarán de respetar los límites del otro. En pocas palabras, amarán éticamente.

Esto a veces no se ve así porque asumimos que todos somos seres elevados y contamos con todas las herramientas necesarias para hacerlo. La realidad es que todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos disponible.

Cuando vemos las relaciones con los lentes de la compasión, podemos darnos cuenta de que esto realmente es así. Cuando te alejas de tu pareja después de un conflicto, puede percibirse como si no te importara cuando en realidad lo que quieres es cuidarla evitando el conflicto. Si insistes en resolver un problema inmediatamente, puede percibirse como molesto e imprudente pero lo que quieres hacer es pasar ese problema rápido para que no haga más daño.

El mirar un conflicto con compasión no implica justificar las acciones e ignorar cómo nos hacen sentir. Lo que se logra es saber que la otra persona no está buscando hacerme daño; si lo hace, es porque es lo mejor que puede hacer.

Depende de mí decidir si quiero seguir ahí o no. No por odio, resentimiento o dolor, sino por amor a ti mismo y a tu pareja.

La utopía

¿Suena utópico? Tal vez. Aunque yo creo que está bien. Llevamos mucho tiempo persiguiendo un amor utópico romántico basado en historias donde se glorifican las mentiras, los celos y el control, ¿por qué no ir hacia una utopía basada en la ética? ¿Por qué no luchar por un amor ético?

Yo propongo que en una relación ética, mi pareja puede hacer lo que quiera pero elige estar conmigo, sabiendo todo lo necesario y dando su consentimiento para seguir juntos porque ambos estamos actuando con el bienestar del otro en mente.

En otras palabras…

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

¿Qué tanto es tantito? Parte 4.5 – Respuestas

Ya estamos en fechas de tener que llevar a cabo propósitos de año nuevo. Predigo que habrá muchos memes con propósitos como dejar de ser tóxico, aprender a querer bonito, tener novio (o más de uno), aprender a ser independiente, quererme más y otros tantos clichés como aprender a tener acuerdos y límites éticos en mis relaciones.

¡Y está bien! Todos esos son válidos e importantes. Para ayudarte un poquito con el último, te dejo ejemplos de alternativas a las reglas no éticas de la parte 4 de esta serie.

  1. Puedes salir con otras personas y tener sexo pero no puedes enamorarte de nadie.

Regla: La falta de ética está en restringir lo que mi pareja puede o no hacer. La necesidad que intenta cubrir esta regla puede ser el sentirse especial. El miedo podría estar en ser desplazado. Atendiendo eso:

Acuerdo: Cuando pienso en que te enamores de alguien más siento miedo a que yo deje de ser especial o importante para ti. ¿Qué podríamos hacer para que yo pueda sentirme seguro e importante para ti?

Límite: No estaré en una relación con alguien que quiera tener vínculos románticos con otras personas. (En otras palabras, ser monógamo)

2. Puedes tener otros novios pero no puedes amar a nadie más que a mí.

Regla: Nuevamente, esta regla restringe el comportamiento de mi pareja y, además, pone una condición a una persona que no está involucrada en la negociación (¿el novio qué culpa tiene?). La necesidad y el acuerdo son similares al número uno.

3. No puedes ver el siguiente capítulo del episodio de esta serie sin mí.

Regla: Este ejemplo lo puso un poco por el efecto cómico pero es algo muy real. Aunque socialmente aceptable, esta restricción en lo que mi pareja puede hacer es muy real. La necesidad puede ser el tener algo especial juntos o mantener una conexión. ¿Qué sucede si uno de nosotros tiene mucho trabajo durante un par de semanas y no tenemos tiempo de ver la serie juntos?

Acuerdo: Me gusta ver esta serie contigo y compartir el momento juntos. Me gustaría que compartiéramos esto como algo especial entre nosotros. ¿A ti qué te gustaría?

Aunque parecen muy similares, la diferencia está en que si la regla no se cumple, viene una discusión y un problema. El acuerdo abre la conversación para atender las necesidades de ambas personas.

Límite: No voy a comprometerme a sólo ver esta serie contigo porque la disfruto mucho y no quiero esperar a que tengas tiempo.

4. No puedes venir a este lugar con nadie más que conmigo.

Regla: Similar al anterior, la necesidad puede venir de sentirse especial o importante. Más que el lugar, es lo que representa y es probable que exista temor a perder ese significado.

Acuerdo: Este lugar es especial para mí en nuestra historia porque representa algo importante para mí y me gustaría que fuera nuestro. ¿En caso de que quisieras compartirlo con alguien más, podríamos platicarlo primero y llegar a un acuerdo donde estemos cómodos ambos?

Límite: Tendré lugares especiales sólo con personas que coincidan conmigo en mantenerlos exclusivos.

5. No puedes mandarle nudes a nadie.

Regla: Aquí se limita la capacidad de la otra persona de actuar como quiera. Tal vez surja la duda ¿y si se filtran o las utilizan para algo desagradable? En ese caso, hay que confiar en que nuestra pareja es una persona adulta capaz de tomar decisiones responsables y asumir las consecuencias de las mismas.

Acuerdo: Lo que sí podemos hacer es expresar nuestras preocupaciones y necesidades.

Me preocupa que compartir nudes pueda tener consecuencias negativas en ti o en nuestra relación. ¿Podrías evitar compartirlas?

En ese caso, se está haciendo una petición y la otra persona tiene la posibilidad de decir no y es completamente válido.

Límite: No estaré en una relación con personas que compartan nudes.

Practica, practica, practica.

Todo esto puede sonar sencillo pero toma trabajo. Revisa las publicaciones anteriores para obtener tips e ideas acerca de cómo identificar tus necesidades y volverlas acuerdos éticos.

¿Cómo te ha ido haciendo acuerdos éticos y poniendo límites?

¿Qué tanto es tantito? Parte 4 – ¡Practiquemos!

En papel y en teoría todo suena fácil, rápido y muy cómodo. Ahora que ya sabes qué es lo no ético de las reglas, la alternativa mágica que son los acuerdos y la protección que te dan los límites, ¡ya estás listo para que tu relación esté libre de conflicto!

Bueno, no. Ojalá fuera tan fácil.

Como todo, para aprender algo y que realmente nos caiga el veinte, hay que practicarlo. Mucho. Por lo que en esta entrada voy a compartir contigo algunos ejemplos de reglas, acuerdos y límites. Al final, dejaré algunos ejemplos de reglas comunes para que practiques cómo podrían ser replanteadas como acuerdos o, en su caso, cuáles deberían ser límites.

Olor a cigarro (de Multiamory.com)

Regla: No puedes fumar porque me molesta el olor a cigarro. Tampoco puedes salir con amigos que fumen porque llegas a casa oliendo mal.

La necesidad detrás de esta regla que intenta controlar lo que mi pareja hace es que no quiero estar cerca del olor a cigarro porque yo no fumo.

Acuerdo: Cuando sales y fumas o estás alrededor de gente que fuma y llegas a casa, me molesta el olor a cigarro. ¿Hay algo que podamos hacer para mitigar esa situación?

En este caso, la petición permite negociación y toma en cuenta a la otra persona como independiente. Un acuerdo al que se podría llegar sería que la otra persona se cambiara de ropa antes de llegar a dormir a la cama. El punto está en que se encuentre una solución colaborativa.

Límite: Si llegas oliendo a cigarro y te acuestas junto a mí en la cama, me iré a dormir al sofá.

Recuerda que el límite te protege al ser algo que puedes hacer tú, de forma individual. Tal vez pienses ¿y por qué me voy a ir yo si él es el que viene oliendo a cigarro? Si el acuerdo no funciona y es algo que realmente te molesta, esta solución evita que estés en un lugar que no quieres. Posteriormente sería necesario replantear el acuerdo que no funcionó. Si después de varios intentos te das cuenta de que tu límite sigue siendo cruzado, habría que evaluar si realmente es un límite o más bien una preferencia.

Tu tiempo libre es para mí (de Multiamory.com)

Regla: Sólo puedes salir con tus amigos cuando yo esté ocupado. / Versión 2: Debemos tener, al menos, cinco tardes a la semana juntos.

La necesidad aquí puede ser querer asegurarse de tener tiempo de calidad juntos o no sentirse reemplazado por alguien más. También podría venir del miedo a que mi pareja esté fuera todo el tiempo y no pase tiempo conmigo. No es tanto que esté con otras personas sino que no esté conmigo.

Acuerdo: Necesito que pasemos tiempo de calidad juntos y quiero saber que te importa pasar tiempo conmigo. ¿Podemos planear tiempo de calidad donde estemos juntos y podamos conectar y acercarnos?

Este acuerdo no sólo atiende la necesidad, sino que se basa en la idea de ir hacia la intimidad y la conexión, en lugar de enfocarse en evitar la incomodidad y el miedo.

Límite: No estaré en una relación donde no sienta que puedo tener tiempo de calidad con mi pareja.

Este límite funciona siempre y cuando yo esté consciente de qué es tiempo de calidad, qué tanto necesito y sea capaz de pedirlo. Si empiezo una relación con alguien que tiene dos trabajos, estudia, va al gimnasio, tiene actividades artísticas y dos perros, es poco probable que pueda darme seis horas, siete días de la semana. Sin embargo, no es que mi demanda de tiempo sea absurda, simplemente sería mejor buscar a alguien más compatible con quien esa necesidad pudiera ser satisfecha.

Avísame que estás vivo cada dos horas

Regla: Si sales con alguien más, debes mandarme mensaje a lo mucho cada dos horas.

Esta regla puede sonar perfectamente razonable si lo pensamos como cuestión de seguridad. Si no me avisas dónde estás, puedo preocuparme por lo que es mejor así. El problema es que es inflexible y se vuelve una imposición.

Acuerdo: Es importante para mí que cuidemos de nuestra seguridad cuando estamos con otras personas. ¿Cómo podemos checar que el otro esté bien sin ser intrusivos? ¿Te parece si nos mandamos un mensaje periódicamente? Entiendo que puede haber actividades que te distraigan y se te pueda olvidar, ¿está bien si yo te mando un mensaje y me lo contestas en cuanto puedas?

Se atiende la necesidad de seguridad y se dan opciones (flexibilidad). Es completamente ético y valido pedir lo que quieras, siempre y cuando sea una petición y no una exigencia (checa acuerdos para ver la diferencia).

Límite: No puedo estar en una relación donde mi pareja no esté de acuerdo en hacer check-ins periódicos cuando estamos con otras personas.

¡Cuidado! Este puede volverse una amenaza fácilmente. Si le digo a mi pareja si no me mandas mensaje cada dos horas, me voy, es una amenaza. Para que sea un límite, debe ser algo que realmente no sea negociable y signifique lo suficiente para que no te permita seguir ahí.

¡Ahora vas tú!

Aquí dejo algunos ejemplos de reglas no éticas que he escuchado o vivido. La semana que viene daré alternativas de reglas y límites. Mientras, ¿cómo lo plantearías tú?

  1. Puedes salir con otras personas y tener sexo pero no puedes enamorarte de nadie.
  2. Puedes tener otros novios pero no puedes amar a nadie más que a mí.
  3. No puedes ver el siguiente episodio de esta serie sin mí.
  4. No puedes venir a este lugar con nadie más que conmigo.
  5. No puedes mandarle nudes a nadie.

Después de que hayas hecho el ejercicio, puedes checar las respuestas aquí.