Las fases del amor

Odio empezar nuevas relaciones. Realmente es algo que aborrezco.

“Ay, Jaime, ¿a poco no te encanta esa sensación de estar enamorado y como que todo el mundo cambia?”

No, querida persona que lee mi blog, prefiero mil veces la seguridad y tranquilidad que me brinda estar ya en una relación establecida. La famosa Energía de Relación Establecida (ERE) a la pinche Energía de Nueva Relación (ENR)

Desafortunadamente, no se puede tener una sin pasar por la otra.

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Sí quiero pero me da vergüenza

Como hombre homosexual cisgénero y poliamoroso, la vergüenza no me es nada ajena. Cuando era niño, le pedí a mi mamá que me comprara unas hermosas casitas de Sailor Moon que estaban PRECIOSAS. Traían sus muñequitas, unos stickers para decorar la casa, muebles y hasta platitos. Muy contento las puse en un estante en mi cuarto para verlas todo el tiempo porque me hacían muy feliz… hasta que invité a un amigo a jugar a mi casa.

¿Y esas muñecas que están en tu cuarto?, me preguntó haciendo una mueca que anunciaba una inminente burla. ¡Son de mi hermana!, le dije inmediatamente. Mi hermana, bastante hábil, aprovechó la oportunidad y dijo sí, son mías, voy a agarrarlas para jugar con ellas. Volteé a verla y le recordé que mi mamá la había castigado, por lo que no podía jugar con ellas (con una mirada que decía ay de ti si me echas de cabeza).

Desde una temprana edad he enfrentado conflictos por mis gustos hacia las muñecas de Sailor Moon, mi gusto por la música, mi cuerpo delgado, mi orientación sexual, mi sexualidad y mi forma de relacionarme. Y a todo eso le decía «vergüenza».

Estoy mal, soy defectuoso, no soy suficiente, soy débil.

Gershen Kaufman dice que la vergüenza es la experiencia más perturbadora que los individuos pueden tener acerca de sí mismos; ninguna otra emoción se siente más profundamente perturbadora porque en el momento de la vergüenza, me siento herido desde adentro. Y es que la vergüenza no es sólo un sentimiento, es algo parecido a los celos en tanto que involucra varias emociones y depende de las circunstancias. Sin embargo, no sé cómo haya sido para ti, pero a mí no me enseñaron a distinguir las sutilezas esenciales que pueden ayudarme a trabajar este tipo de sensaciones.

Para empezar, ¿qué es la vergüenza? Es eso que te sucede cuando sientes que hiciste algo mal, aunque no es tan sencillo. Esa sensación viene de pensar que hice algo mal según otras personas. De ahí pueden venir emociones como la tristeza, el enojo y la decepción.

Y todo esto no es porque yo haya hecho algo malo, más bien se siente como si yo estuviera mal. Me defino como defectuoso, insuficiente, débil o, simplemente, un fracasado.

En el ejemplo del principio, yo sentía vergüenza porque se me había enseñado que los niños no juegan con muñecas. Es más, se esperaba que me dieran asco. El hecho de que a mí sí me gustaran implicaba que era un «maricón» o «joto», aunque no entendía muy bien qué significaba eso pero sabía que no era algo por lo que te aplaudieran. Y es eso, como seres sociales necesitamos el reconocimiento y el sentido de pertenencia, por lo que buscamos ser aceptados de una forma u otra.

Sí, aún esa persona que se jacta de ser extraña e inusual, que escucha música que nadie conoce y publica en Facebook su inconformidad con el capitalismo y lo mainstream. Hay un cierto orgullo en creer que no se pertenece a un grupo social pero eso, por definición, surge a partir del reconocimiento de ese grupo que me «desprecia» y, de cierta forma, me reconoce.

¡Qué difícil es decir sí quiero sin vergüenza!

Así como la historia de mis muñequitas (hoy tengo dos repisas enormes llenas), podría contarte mil ejemplos más de cosas que me atraían y me rehusaba a aceptar por vergüenza. No puedo decirle a mi pareja que quiero que nos mandemos mensajitos todo el día porque va a decir que soy un tóxico, no puedo pintarme las uñas porque van a decir que me veo mal, no puedo ponerme un short porque voy a parecer pollito con mis piernas flaquitas, no puedo subir fotos en calzones porque van a decir que soy un fácil, etc., etc., etc.

Y si hago una pausa para leer eso que acabo de escribir puedo darme cuenta que ninguno de esos juicios es mío. Todo eso son voces de otras personas en mi cabeza, desde mi padre que no entendía la homosexualidad hasta los comerciales de «antes y después» que mandan un mensaje muy claro: mi cuerpo no es atractivo y debo cambiarlo.

Por otro lado, socialmente no es aceptable sentir vergüenza. Esa palabra despierta muchas defensas del tipo ay, no, yo no siento vergüenza nunca. Precisamente porque pensamos que es algo que sienten los «débiles» o las personas que «necesitan más trabajo», ya sabes, esos otros, no yo.

¿De dónde viene mi vergüenza?

Depende de dónde venga. En español tendemos a utilizar «vergüenza» como un término general para varias situaciones. El problema con eso es que nos dificulta el poder identificar de dónde viene y, por lo tanto, cómo trabajarla. Yo ubico que la vergüenza que me provoca la voz de mi padre es insuficiencia, la voz de mi maestro que me dice que debería haber hecho un trabajo mejor es decepción. Aquí te pongo un pequeño acordeón para darle nombre a esas voces:

  • Timidez – Ante un extraño
    • Esto que siento es porque me siento juzgado por alguien que no conozco.
      • Me siento tímido de subir una foto sin playera por lo que vayan a pensar otros.
  • Decepción – Por una derrota temporal
    • Particularmente por algo que intenté hacer y no salió como esperaba.
      • Estoy decepcionado porque obtuve una calificación baja en mi examen.
  • Bochorno – Ante otras personas
    • Me siento abochornado porque mis amigos me vieron caerme.
  • Cohibición – Acerca de mi desempeño
    • Me siento cohibido porque temo no poder darle placer a mi pareja como siempre lo hago.
  • Inferioridad o insuficiencia – Acerca de quién soy
    • Me siento insuficiente porque no estoy tan musculoso como creo que debería estar para ser atractivo.

Además, todos esos tipos de vergüenza pueden ser situacionales o crónicos. La vergüenza situacional surge por un hecho o un acto específico, como cuando te caes enfrente de toda la clase y te levantas como si hubieras rebotado, sonriendo y diciendo así camino escondiendo el bochorno. La crónica tiene que ver más por quién soy, como la insuficiencia que siento cuando alguien me dice ¡qué flaquito estás! Como podrás imaginar, el problema de esta última es que se vuelve algo que me creo y se vuelve parte de mi personalidad. Siempre está en mi cabeza, resonando y recordándome lo inadecuado que soy.

Si le llamamos «vergüenza» a todos estos sentimientos, se vuelve difícil identificar qué hacer con ella. Ross Rosenberg habla de la vergüenza como si fuera musgo, dice que requiere obscuridad para poder crecer y estoy totalmente de acuerdo.

La vergüenza se alimenta de sí misma y, mientras no podamos lanzar luz sobre lo que la genera, seguirá haciéndose más grande y más molesta.

En un área como las relaciones afectivas o románticas, donde me encuentro con otra persona en una intimidad muy vulnerable, es posible que surjan estos sentimientos que me dificulten el poder disfrutar estar y pedir lo que necesito. Por ejemplo, si cuando estoy con mi pareja quisiera que me diera dos nalgadas y me amarrara a la cama pero no se lo digo por «vergüenza», es posible que esté perdiéndome de una oportunidad hermosa de conectar con la otra persona y vivir una parte muy placentera de mi sexualidad (o, en el peor de los casos, experimentar algo nuevo y reforzar la confianza en mi relación sabiendo que no hay juicios).

Si en lugar de «vergüenza» identifico que me siento cohibido, puedo platicar con mi pareja acerca de mi necesidad de sentirme validado en mi forma de darle u obtener placer. Si ubico inferioridad, puede ser que considere que la gente que disfruta esas prácticas sea desagradable y sienta miedo de que mi pareja piense eso de mí.

El mayor beneficio de poder trabajar la vergüenza es acceder a esas áreas de mi vida que están cerradas por miedo pero realmente tienen el potencial de darme placer, reconocimiento y felicidad.

Si puedes sentirlo, puedes sanarlo

Una de las razones por las que no hablo de emociones negativas es precisamente que para sanar algo, hay que saber qué duele, dónde y cómo. Es como ir al dentista y decirle quiero que me arregles el diente, sé que me duele pero como no quiero sentirlo me puse anestesia. No estoy seguro cuál es el que me duele ni cómo pero quiero que lo cures. Es cierto que estas emociones son desagradables pero están ahí por una razón y pueden ayudarnos a ubicar el problema.

Por supuesto, no tienes que hacer esto solo. Un terapeuta calificado puede acompañarte y ayudarte a obtener herramientas para poder observar esos sentimientos desagradables y sanar tu experiencia poco a poco. Además de eso, aquí hay otras formas de lidiar con la vergüenza:

  1. Escribe un incidente específico de tu niñez donde hayas sentido vergüenza. Incluye lo que sentiste y pensaste en ese momento, así como los que llegaron después.
  2. ¿Qué impulsos tuviste?
  3. ¿Querías alejarte de otros, acercarte o atacarlos?
  4. Si es posible, ubica dónde se siente esa vergüenza en tu cuerpo. Trata de ponerle color, textura, sonido y temperatura.
  5. Finalmente, escribe cómo crees que esa vergüenza todavía te influye.

Recuerda que la vergüenza no es tuya. Siempre está relacionada con alguien más, ya sea de tu presente o de tu pasado. Aunque tendemos a identificarnos con la vergüenza y eso nos lleva a creer que no somos dignos no tenemos la posibilidad de ser aceptados, no somos un sentimiento, somos seres complejos con varias capas.

Previniendo el apocalipsis: Los cuatro antídotos

En algunas relaciones empezamos en el paraíso, todo es hermoso hasta que suenan las trompetas que anuncian a los cuatro jinetes del apocalipsis. En el artículo anterior entré en detalle acerca de cada uno de ellos para que pudieras identificarlos. La crítica sucede cuando realizamos juicios que van más allá de la acción que nos incomoda y atacamos la otra persona por quien es, el desdén viene después cuando nos ponemos en un lugar de superioridad moral, el tercer jinete es estar a la defensiva que surge generalmente como respuesta a los primeros dos, y el cuarto jinete, stonewalling, sucede cuando se pierde la esperanza de llegar a algo y la persona decide retirarse vencida y decepcionada.

Bueno, ya sé que ahí están, no los vi llegar pero siento cómo mi relación se acerca al Final de sus Días. ¿Qué hago?

El primer antídoto – Ante la crítica, hablar desde mí

Una queja se enfoca en el comportamiento de otra persona y es completamente válida. Cuando le digo al otro que no quiero besarlo porque tiene aliento a cebolla, puedo hacerlo de muchas maneras y, a fin de cuentas, estoy hablando de un suceso específico. Es muy diferente cuando le digo que es un puerco, sucio y desconsiderado.

El antídoto ante la crítica es hablar desde ti. Evita decir «tú» y habla de lo que te sucede a ti, empezando tus oraciones con «yo» o «a mí».

Para lograr esto, es esencial que te hagas dos preguntas:

  • ¿Qué siento?
  • ¿Qué necesito?

Este antídoto se ve así:

Crítica: Llevas toda la tarde hablando de lo que te pasa a ti y no te importa cómo me fue a mí en el día. ¿Por qué eres tan egoísta?

Antídoto: Necesito sentirme escuchado por ti. Quiero platicar contigo acerca de qué me pasa, ¿puedes escucharme?

Tip: Utiliza estas herramientas de comunicación.

El segundo antídoto: Ante el desdén, la apreciación y la gratitud

Este jinete viene desde un lugar de superioridad moral. Puede surgir en forma de sarcasmo, insultos, voltear los ojos, burlas y humor hostil. En sociedades machistas, todo esto no sólo es aceptable sino llega a considerarse la mejor forma de manejar una situación de conflicto. Nos enseñan que siempre hay que ganarle al otro y demostrar que somos mejores.

El antídoto al desdén es construir una cultura de apreciación en tu relación. Expresa aprecio, gratitud y respeto frecuentemente y en pequeñas dosis. Gestos pequeños como decirle a tu pareja gracias por sacar la basura, aprecio tu presencia, respeto tu trabajo, comienzan a establecer un terreno fértil para una relación más amorosa.

De esta forma se crea una perspectiva positiva que funciona como una reserva de sentimientos amorosos ante los sentimientos negativos. Un problema que surge es que tendemos a dar por hecho lo positivo y solo remarcamos lo negativo. Por eso a veces parece que TODO ESTÁ MAL.

Velo como una cuenta de banco emocional. Si haces cinco depósitos positivos por cada negativo, te mantienes en una buena economía.

Ejemplo:

Desdén: No limpiaste bien el baño otra vez. Pero bueno, ¿qué puedo esperar de ti?

Antídoto: Entiendo que has estado más ocupado de lo normal últimamente. ¿Podríamos revisar las tareas de casa que nos tocan a cada quien para asegurarnos de que el baño esté limpio en la semana? Apreciaría mucho eso.

Tip: Utiliza los pasos para responder con empatía.

El tercer antídoto: Ante la defensa, la responsabilidad.

Cuando nos sentimos atacados, la respuesta natural es defendernos. Esta defensa puede surgir en forma de indignación o victimización ante una crítica o el desdén. Al surgir, el enfoque está en quién tiene la culpa, no en el problema o las necesidades de los involucrados.

El antídoto a la defensa es aceptar responsabilidad por la parte que me toca en el conflicto. Generalmente nos cuesta trabajo porque tenemos esta mentalidad de competencia y no queremos «ceder» o «perder».

La alternativa es dejar de verlo como una competencia entre nosotros y más como trabajo en equipo. Somos tú y yo contra este problema que tenemos. Estamos del mismo lado y, para que eso suceda, tenemos que reconocer que ambos somos responsables de una parte del conflicto. No siempre es fácil detener la respuesta automática de ¡yo no hice nada! La culpa nos detiene y lastima, la responsabilidad mueve.

Ejemplo:

Defensa: Ya teníamos esto planeado desde antes y ahora resulta que no va a pasar. Es tu culpa porque no lo apuntaste en el calendario y sabía que se te iba a olvidar.

Antídoto: Estoy frustrado porque no vamos a poder hacer esto que teníamos planeado. Sin embargo, entiendo que yo tampoco hice algo para prepararnos y asegurar que sucediera. Me gustaría que lo reagendáramos y pusiéramos un recordatorio ambos. ¿Qué opinas?

El cuarto antídoto: Ante el muro de piedra, el auto-cuidado.

Stonewalling es cuando alguien se retira completamente de un conflicto y deja de responder. Esto puede suceder cuando la persona se siente abrumada emocionalmente o bombardeada. De hecho, es algo que se siente fisiológicamente cuando tu cuerpo activa la respuesta de pelea o huida. Aunque puede ser difícil de aceptar, tu cuerpo no distingue la diferencia entre una amenaza externa y una generada por tu cerebro, ¡ambas son percibidas como reales!

El antídoto ante el muro de piedra es el auto-cuidado. Tu sistema nervioso requiere de alrededor de 30 minutos de espacio para poder reiniciarse y regresar a un equilibrio. Hay muchas formas de auto-cuidado, lo importante es que identifiques qué es lo que sirve para ti y que, durante ese tiempo, te enfoques en lo que TÚ necesitas.

Una herramienta muy efectiva para poder atender este jinete es el timeout. Esto implica tomar un tiempo para poder calmarse antes de continuar con una plática o discusión. Para que funcione, recuerda que los términos del timeout deben ser negociado con anterioridad para no tener que lidiar con detalles en el momento de emociones altas.

Algunos puntos a tomar en cuenta para un timeout efectivo son:

  • Debe durar al menos 20 minutos (con reloj en mano). Cuando se pide el timeout, se acuerda a qué hora se retomará la discusión.
  • Evitar indignación aparentemente justa (pues me voy porque contigo no se puede)
  • Evitar victimización (pues me voy porque nunca me escuchas)
  • Durante ese tiempo, haz algo que te tranquilice y te distraiga. No te pases 20 minutos pensando en lo que le vas a decir a la otra persona cuando regreses.

Ejemplo:

A: ¡Ya tenemos una hora discutiéndolo y no entiendo qué está pasando! ¿Por qué no puedes–

B: Mi amor, necesito interrumpirte porque me estoy sintiendo abrumado y necesito un timeout. Como acordamos anteriormente, me gustaría tomarnos veinte minutos y retomar la plática. ¿Estás de acuerdo?

Las guerras se ganan con planeación y estrategia

Y esta guerra no es contra tu pareja sino contra los jinetes. Cuando estén en momentos de tranquilidad, hagan planes y platiquen acerca de estrategias que pueden llevar a cabo cuando aparezca uno de los jinetes. Revisen sus detonantes y compártanlos para poder hacer equipo y evitar el apocalipsis.

El apocalipsis de tu relación: Los cuatro jinetes

Imagina estar en un día hermoso, en uno de tus lugares favoritos. A tu lado, está una persona que amas profundamente y están pasando el mejor tiempo de sus vidas. De pronto, te parece escuchar una trompeta a lo lejos y te dan escalofríos porque sabes qué significa. El clima cambia ligeramente, es algo casi imperceptible, y la persona a tu lado te ve un poco diferente. Hay algo inusual en su mirada pero lo reconoces. Sabes que ahí viene. Te levantas y haces lo posible por arreglar el mundo e impedir lo inminente. Entonces sientes algo en ti que cambia, una presión en tu pecho que comienza a crecer y ya no hay escapatoria.

Sin saber cómo, esa persona y tú están discutiendo primero acerca de algo banal como quién fue el último en lavar los platos porque hay una cuchara sucia e inmediatamente después acerca de cómo nunca se escuchan y siempre se hace lo que el otro quiere.

Tal vez te suene familiar. Si es así, ya conoces a los cuatro jinetes del apocalipsis. Cada uno más destructivo que el anterior y todos anunciando la llegada de un conflicto que irá escalando hasta terminar la relación.

El doctor John Gottman del instituto Gottman afirma poder predecir con hasta 90% de certeza el fin de una relación a partir de la presencia y persistencia de los cuatro jinetes del apocalipsis: crítica, estar a la defensiva, desdén y stonewalling. Estos son estilos de comunicación que generan conflicto y evitan la comunicación y la conexión.

El primer jinete: Crítica

Los cuatro jinetes están íntimamente conectados con los pilares de las relaciones éticas. El primero se ve así:

A: ¿No sacaste a los perros? ¡Eres un flojo y un irresponsable!

La crítica como estilo de comunicación se enfoca en atacar lo que tu pareja es, no lo que hace.

En otras palabras, descalifica e invalida a la otra persona en cuanto a su personalidad y forma de ser, más que concentrarse en un hecho específico. En el ejemplo, el problema es que la pareja no sacó a los perros y eso puede arreglarse fácilmente. Sin embargo, el ataque se va hacia la integridad del otro. Esto es un problema porque, para empezar, la crítica prepara el terreno para que surjan los otros tres. Es violento ya que es un ataque directo hacia la otra persona. Al recibirlo, puede experimentarse como rechazo o dolor y frecuentemente el conflicto escala exponencialmente.

Pero, ¿y si no sacó a los perros?, pensarán algunos de ustedes. Aquí primero hay que considerar que, como seres humanos, tendemos a generalizar. ¡Nuestro cerebro lo hace normalmente para poder maximizar la eficiencia con la que trabaja! Por eso algunas personas dicen ¿cuál es tu Pikachu favorito, el de fuego o el de agua? En las relaciones humanas, necesitamos actuar con compasión (lee cómo aquí) y considerar a la otra persona como un ser completo, complejo, con historia y pensamientos propios. Y cuidado con querer resolver toda tu relación en una conversación. Si lo que te molesta es que tu pareja SIEMPRE hace algo que no te gusta, tal vez es tiempo de preguntarte por qué estás con alguien que SIEMPRE hace eso.

Ahora, hay formas de expresar incomodidad o molestia sin necesidad de atacar a la otra persona. Si tienes una queja (como que no haya sacado a los perros), asegúrate de enfocarte en UN HECHO ESPECÍFICO y claro. Evita los hoyos negros de la comunicación (decir SIEMPRE, NUNCA, TODO y NADA), y ten cuidado con la crítica.

El segundo jinete: Desdén

Ya que escuchaste la trompeta de la crítica hay que estar alerta porque, de no tener cuidado, llegará el desdén. Cuando critico a la otra persona por lo que es y no por lo que hace, comienzo a ponerme en un lugar de superioridad moral donde claramente «yo sí sé cómo hacer las cosas». El desdén se ve así:

A: (Crítica) ¿Por qué dejas tu ropa por todos lados? ¡Eres un descuidado y un flojo! (Desdén) Pero claro, seguro así te educaron en tu casa y ni qué esperar de alguien como tú.

Este jinete se ve como burlas, sarcasmo, imitaciones físicas o verbales y otras formas de expresar fastidio o desesperación porque la otra persona «no entiende lo mal que está». El receptor lo que experimenta es una sensación de ser despreciado, menospreciado y que tiene poco valor. Según John Gottman, este jinete es el principal predictor de divorcio.

Cuando el desdén prevalece, nos lleva a creer que la otra persona no tiene cualidades positivas. Probablemente esto lleve a la otra persona a vivirse como un ser negativo y enfermizo, con poco que dar en cuanto a amor y gozo. Se pierde la admiración por la otra persona y es muy difícil encontrar puntos de conexión e intimidad de esta forma. Generalmente, el desdén surge cuando hay pensamientos negativos que no se expresan y se han estado cociendo a fuego lento muy dentro de nosotros.

El tercer jinete: Estar a la defensiva

Este generalmente surge como reacción a la crítica. Cuando nos sentimos atacados, buscamos cómo defendernos y utilizamos excusas (explicaciones) o caemos en una victimización donde nos sentimos injustamente juzgados. Sin embargo, aunque nos estamos defendiendo de un ataque, lo hacemos invalidando al otro y se vuelve un espiral.

Ejemplo:

A: Ayer quedamos que tú harías de comer hoy, ¿lo hiciste?

B: No, no me dio tiempo.

A: (Crítica) ¡Siempre es lo mismo contigo! Eres un irresponsable.

B: (Defensividad) Pues estuve trabajando todo el día. Aparte, yo compré la comida y tú viste que yo estaba atareado, ¿por qué no lo hiciste tú?

En este ejemplo (y generalmente) la culpa se redirige al otro, probablemente resultando en una crítica o desdén que provoca defensividad en el otro.

Estar a la defensiva escala el conflicto ya que sólo agrega más capas de problema. Se vuelve un juego de ping pong donde cada golpe hace que la pelota crezca.

El cuarto jinete: Stonewalling (cerrarse)

Este último jinete llega a suceder como respuesta al desdén. Stonewalling es literalmente poner un muro de piedra; la persona se cierra y deja de responder a lo que la otra persona dice. Utiliza maniobras evasivas como desconectarse, actuar como si estuviera ocupado o distracciones.

Ejemplo:

A: Nunca escuchas lo que se te dice. Eres un distraído e irresponsable.

B: Ok, soy un irresponsable. Ya déjalo así. Me voy a acostar porque mañana tengo mucho qué hacer.

A: No hemos terminado de discutir.

B: Está bien así. ¿Qué quieres comer mañana?

Al sentirse abrumada por los otros tres jinetes, la persona reacciona comprensiblemente retirándose y poniendo una muralla. Este comportamiento puede ser válido como withdrawer o en forma de timeout, desafortunadamente, también puede volverse un mal hábito rápidamente.

En esos casos, es difícil detenerlo porque surge como una respuesta de agobio fisiológico.

¿Cómo detienes el apocalipsis?

Lo principal es empezar a identificar cuando cada jinete está tocando su trompeta. En ese momento pueden detenerse y utilizar el timeout negociado como herramienta de emergencia. Afortunadamente, cada jinete tiene su antídoto. En la siguiente entrada hablaré más a detalle cómo es cada antídoto, cómo llevarlo a cabo y qué hacer como medida preventiva.

Si me acerco, te retiras. ¡Así podemos hacerle! (Parte 2)

En la entrada anterior expliqué la diferencia entre dos formas en las que las personas tendemos a enfrentar un conflicto, los buscadores (pursuers) y los que se retiran (withdrawers). Como complemento, creo que es importante aclarar que estos conceptos no están directamente relacionados con ser extrovertido o introvertido. Puedes ser el alma de la fiesta que habla con todo mundo y, aún así, cerrarte y alejarte en el momento que hay un conflicto con una persona cercana.

Bueno, entonces ya que sabes cómo actúa cada uno y, probablemente, has identificado cómo reaccionas tú, probablemente te preguntes qué sigue. ¿Busco a un pursuer igual que yo o le enseño a mi withdrawer qué hacer?

La respuesta correcta es: Ninguna de esas dos.

No hay un “deber ser”

Para ambas personas lo que hace el otro parece una complicación innecesaria. ¿Por qué pelear si podemos dejar esto pasar y seguir contentos?, piensa el withdrawer mientras que el pursuer considera que ¿para qué dejamos que se acumule si lo podemos resolver en este momento? Y, por más difícil que sea entenderlo, ninguno de los dos tiene razón.

Entonces, ¿cómo le hacemos?

Antes que nada, identifica tus patrones. ¿Cómo reaccionas TÚ al conflicto? Considera que no eres un pursuer o withdtrawer rígido. Tu respuesta puede variar dependiendo del tipo de relación o hasta del tema a tratar. Por ejemplo, yo tiendo a ser un pursuer en casi todas mis relaciones, excepto cuando es tiempo de poner límites. En ese momento, me vuelvo un withdrawer y prefiero no hablarlo para “evitar problemas”. Y eso sólo es con mis parejas románticas, porque con mi familia hasta el momento no he identificado un momento en el que no sea un pursuer que quiere resolverlo todo en el momento, directo y sin escalas.

Ahora sí, aquí van los tips prácticos

  1. Escribe un guión de tu último conflicto o de algún conflicto que recuerdes

Sí, así. Siéntate solo o con tu pareja y escribe de la forma más objetiva posible cómo fue el conflicto. Incluye SÓLO lo que es observable. Evita incluir juicios, opiniones, ideas no expresadas e interpretaciones.

Pro tip: lee el guión cuando acabes y borra cualquier instancia en la que generalices utilizando “siempre”, “nunca”, “todo” y “nada”.

Ejemplo INCORRECTO:

Ayer que llegué a casa, vi que estabas echado en el sillón en la flojera total. Los trastes estaban sucios como siempre. Me saludaste como si no pasara nada porque claramente te importa muy poco que llego cansado del trabajo. Actué fríamente para que te dieras cuenta de que algo me molestaba y no me dijiste nada. Después te acercaste y me preguntaste qué sucedía pero ya era muy tarde así que te dije que no pasaba nada. Insististe y me hiciste enojar así que te dije que lo dejaras así y mejor nos fuéramos a acostar. No me hiciste caso y seguiste fregando porque siempre se hace todo como quieres y cuando quieres.

Ejemplo CORRECTO:

Ayer llegué a casa y te vi en el sillón acostado. Vi que los trastes estaban sucios. Me saludaste. Después te acercaste y me preguntaste qué sucedía – yo respondí que no pasaba nada. Me volviste a preguntar qué pasaba y te dije que nos fuéramos a acostar. Insististe en saber qué pasaba.

  1. Identifica detonantes

¿En qué parte del conflicto te sientes detonado? ¿Qué palabras, acciones, gestos o situaciones te llevan a retirarte de o a buscar a la otra persona?

En el ejemplo anterior puedo identificar que un detonante es que el narrador considera que la otra persona “actúa como si no pasara nada”.

  1. Identifica las necesidades que hay detrás

¿Qué es lo que necesitas en ese momento del conflicto? Seguramente surgen sensaciones y emociones desagradables en el momento. ¡No huyas de ellas tan rápido! Aprovéchalas porque pueden avisarte específicamente qué necesitas. Puedes ver cómo aquí.

En el ejemplo, es posible que el narrador necesite sentirse atendido e importante.

  1. Practica comunicación no violenta

Utiliza los pasos de la comunicación no violenta para expresar lo que sucede. Puedes verlos en esta entrada.

  1. Termina con tu necesidad, atendiendo tu forma de llevar el conflicto

¿Recuerdas lo que buscan los pursuers y los withdrawers? Realiza tu petición desde ahí.

Pursuers

Necesidad: Si tan sólo podemos reconectar, todo estará bien.

Petición: Quiero platicar esto que me molesta y llegar a una solución porque quiero saber que nuestra conexión está bien. Si no quieres hacerlo en este momento, ¿podemos acordar cuándo lo haremos y dedicarnos en este momento a poder reconectar?

Withdrawers

Necesidad: Quiero evitar que esto escale a un nivel que dañe nuestra conexión.

Petición: Quiero platicar esto en otro momento porque me da miedo que escale y dañe nuestra relación. Podemos decidir cuándo lo platicaremos y quiero que en este momento hagamos algo juntos para poder reconectar. ¿Qué te parece?

  1. Hablen antes de un conflicto y preparen respuestas

Al identificar detonantes, es posible prepararse para una situación futura. Si sé que me detona que mi pareja me pele los ojos, podemos tener una palabra, un gesto amoroso o algún otro elemento que nos ayude a detener el ciclo antes de que empiece. Yo he platicado con mis parejas el apretar nuestra mano dos veces gentilmente para avisar que hay un detonante y hay que parar.

  1. Consideren los timeouts

Como explicaba en la entrada anterior, los timeouts son acuerdos de tiempo personal que están acordados por todos los involucrados. Para negociarlos considera qué es importante, la diferencia entre una exigencia y una petición, y cómo expresar tus necesidades de forma no violenta. Puedes ver esos puntos en esta entrada.

  1. ¡Sean empáticos!

Y no, no es cuestión de ponerte en los zapatos del otro. En este artículo te doy una explicación más a detalle con una estrategia paso a paso para lograrlo.

Si me acerco, te retiras. ¿Cómo le hacemos?

Llegas con tu pareja y le dices que quieres platicar de algo que te molesta. Tu intención más amorosa es encontrar una solución de la mejor manera para evitar un conflicto mayor. De pronto, sin entender en qué momento sucedió, tu pareja te dice que no quiere seguir hablando de eso y se va. Tú te quedas pasmado y lo sigues diciendo ¡no lo vamos a dejar así!. A fin de cuentas, claramente hay un conflicto que se tiene que resolver, ¿no?

Tal vez sepas qué pasa después. Esto sucede muy frecuentemente cuando un pursuer (el que busca) tiene un conflicto con un withdrawer (el que se retira).

¿Te busco o me retiro?

En el episodio 228 del podcast de Multiamory, exploran a detalle estas dos formas de atender un conflicto. El punto principal que mencionan, desde mi punto de vista, es que ambos estilos son válidos y ninguno es mejor que el otro. Para entender esto, es necesario recordar qué es lo que busca una persona cuando se acerca a otra para resolver un problema:

  • Cercanía
  • Conexión
  • Cuidarse y cuidar la relación

Así de sencillo. Lo complicado es que no todos hablamos el mismo idioma y no todos procesamos igual lo que nos sucede. Vamos a ver cada uno de estos dos estilos, por qué hacen lo que hacen y de dónde viene. Sólo recuerda, ninguno es mejor que el otro.

Pursuers: Los que buscan

Estos somos esas personas que no podemos dejar algo ir. Al encontrarnos ante una situación incómoda o un conflicto, queremos resolverlo y no pensamos retirarnos hasta encontrar la solución. Por supuesto, esto implica que nuestra pareja está involucrada en el proceso. Tendemos a hacer preguntas como ¿está todo bien?, ¿pasa algo? y te noto raro, ¿qué sucede? ya que obtenemos seguridad a partir de las palabras de afirmación y la cercanía física.

En un extremo, somos los que reclamamos, hacemos acusaciones, exigencias y terminamos con el clásico es que siempre soy yo el que resuelve todo. De hecho, parece que nosotros somos los que escalamos el conflicto porque los withdrawers (los que se retiran) buscan espacio y esperar a que se calmen las aguas. Aquí surge el pues tú eres el que quiere seguir peleando que no necesariamente es acertado.

Estos extremos tienen un mensaje muy claro detrás, aunque no es expresado de la mejor manera. Lo que revelan es la necesidad del pursuer de saber que a su pareja le importa y buscan esa reconexión que anhelan tanto. Para un pursuer una conexión en conflicto es mejor que no tener ninguna conexión.

Un pursuer piensa si tan sólo podemos reconectar, todo estará bien.

Ejemplo:

P: Oye, te pedí que sacaras la basura y ahí sigue. ¿Por qué no me haces caso? ¡Siempre me das el avión! No, no te vayas, ¡vamos a platicarlo en este momento!

Mensaje detrás: Necesito sentir que te importo y que te importa lo que te pido. No quiero que te vayas porque eso refuerza mi miedo a que nuestra conexión se está perdiendo.

De nuevo, no es la forma más efectiva de buscar satisfacer esa necesidad o transmitir el mensaje, pero recordemos que no todos tenemos las mejores herramientas para lidiar con situaciones difíciles. Todos estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos. Nuestra responsabilidad no es culpabilizarnos y juzgarnos sino conocernos mejor y obtener nuevas herramientas.

Withdrawers: Los que se retiran

Estos son los que necesitan tiempo y espacio para poder procesar un conflicto. Generalmente su respuesta es cerrarse, no responder y retirarse temporalmente. Es popular pensar que «eso es lo que debe hacerse» y, por lo tanto, asumir que ellos son los que están en lo correcto. Sin embargo, esto también puede detonar un conflicto y escalarlo de la misma forma que los pursuers, sobre todo cuando remarcan la alteración del otro y se van diciendo pues el enojado eres tú así que yo me voy y a ver cómo le haces.

Ante un conflicto, pueden usar frases como no quiero hablarlo ahora, ¿podemos dejarlo para después?, no, no me pasa nada, no es importante, y mira, ya se me quitó, sigamos con la vida. El extremo es cuando definitivamente dejan de escuchar y se vuelven monosilábicos respondiendo ajá, hmmm y otras que seguramente conoces bien.

Igual que para el pursuer, estos extremos tienen una necesidad clara y válida detrás. El withdrawer quiere evitar que el conflicto crezca, busca cuidar la conexión para evitar que se dañe con la discusión y teme no ser suficiente para su pareja.

Un withdrawer piensa si tan sólo podemos dejar que esto pase, todo estará bien.

Ejemplo:

W: No, no ando raro. (Silencio inusual y distancia física). No, no pasa nada. (Más silencio y más distancia).

Mensaje detrás: Si no digo qué está pasando, puedo evitar que haya un problema que escale y nos lleve a enojarnos. No quiero perder nuestra conexión así que mejor la cuido.

Un pequeño paréntesis aquí. El comportamiento de los withdrawers es diferente a un timeout. Este último es cuando se negocia un tiempo específico para poder respirar y tomar un descanso antes de continuar una conversación difícil. Para que sea un timeout, debe haber validación de las dos partes y un acuerdo mutuo acerca de cuánto tiempo se necesita y cómo se llevará a cabo.

Si no hablamos el mismo idioma, ¿cómo le hacemos?

En la siguiente entrada analizaré un ejemplo específico de la interacción entre withdrawers y pursuers, además de que exploraré alternativas y puntos medios que permiten la interacción.

¿Tú logras identificarte con alguno de los dos estilos? ¡Cuéntame tu experiencia!

Que dice que siempre no: Parte 2 – No tuvimos sexo, sólo fajamos

Estás con tu pareja y llegan al acuerdo de que tendrán exclusividad sexual en su relación. Ambos quedan contentos y seguros, sabiendo que pidieron lo que necesitan y lo obtendrán. Un día, te enteras de que tu pareja tuvo un faje con alguien en el antro y te sientes despechado, traicionado y burlado. ¡Claramente habían quedado que eso no sucedería! Evidentemente, tu pareja violó el acuerdo.

Pues, ¿qué crees?

Ay, nomás fue un besito

Cuando se llegó al acuerdo se establece que no tendrán sexo con nadie más. Aquí el problema es que, probablemente, no se detuvieron a pensar si comparten la misma definición de sexo. Y ya te escuché, querido lector, diciendo ¡pero si es súper obvio! ¡el sexo es sexo!

Pero, ¿un beso es sexo? ¿qué tal una caricia en el cuello? Si tu pareja está con alguien en la cama, abrazados, viéndose a los ojos, escuchando sus corazones palpitar y acariciando sus manos, sus labios y su cara durante horas, ¿es sexo? Por otro lado, si tiene coito con otra persona que le es completamente indiferente y no lo disfruta, es más, ni siquiera llega al orgasmo, ¿es sexo? Y si lo es, ¿son lo mismo?

No. No es obvio.

Uno de los principales enemigos de la comunicación asertiva es esta idea de asumir que las cosas son obvias para el mundo porque lo son para mí. Hay que considerar que, aunque todos hayamos crecido en el mismo mundo, las costumbres, ideas y maneras de pensar que aprendemos en nuestra vida nunca serán las mismas. Aún hermanos que vivieron en la misma casa toda su vida experimentan la vida desde un punto de vista individual.

Veamos un ejemplo sencillo. Para ti, ¿qué es una silla? Es obvio, ¿no? Una silla es una silla. A cualquier persona que le muestres una silla te lo podrá confirmar. Pero, ¿qué hace que la silla sea una silla? Si hay una variación en el número de patas, el tamaño, el material, ¿sigue siendo una silla? Si no me puedo sentar en ella porque se le rompió una pata, ¿deja de ser silla?

Espero que no te hayas detenido para ir a buscar la definición en el diccionario. Si lo hiciste, déjame decirte que no te va a ayudar en nada. Aquí lo importante es entender que existe más de una forma de ver el mundo y que la tuya no es la única ni necesariamente la mejor.

El bache en la comunicación sucede cuando asumimos que todo es como nosotros creemos e invalidamos la experiencia del otro. Además, si yo asumo que el otro entiende, recae en esa otra persona la responsabilidad de interpretar. Y ¡ay de él que piense algo diferente a lo que yo!

Entonces, ¿cómo nos entendemos?

Si todos tenemos significados diferentes, ¿cómo es que podemos entendernos? Preguntando. En nuestra sociedad tenemos un conjunto de significados comunes que nos permiten interactuar. Si te mudas a un lugar nuevo, probablemente tengas que aprender que hay palabras inofensivas para ti que son ofensas para los habitantes de ahí. Y aunque muchas cosas pueden darse por hecho, hay que ubicar cuáles no.

No hay una lista específica de conceptos que tengas que checar con tu pareja para evitar conflictos por presunción debido a que cada relación es un mundo. Lo que sí puedes hacer es enfocarte en aquellas cosas que son importantes para ustedes, las áreas donde surjan conflictos y todo lo que tenga que ver con mis expectativas. Antes de asumir que no son compatibles porque no se pueden poner de acuerdo con el desayuno rico, primero siéntense a platicar qué es un desayuno rico para cada quien.

Y no, no hay una forma de hacer las cosas «bien»

Un detonante infalible para empezar una buena discusión (de esas donde empiezas hablando de que estás incómodo por algo y terminas peleando porque siempre dejas los zapatos en la entrada) es decirle a la persona que es inútil, incapaz e ineficiente. Un ataque de ese tipo evidentemente se vuelve un problema inmediato, ¡imagínate tratar de actuar con ecuanimidad cuando tu pareja prácticamente te dice que eres un estúpido!

Y aquí podrás decir yo nunca le diría eso a alguien que amo y probablemente tengas razón, nunca se lo dirías con esas palabras. Sin embargo, tal vez te has encontrado diciendo algo como no acomodaste los trastes bien.

Aquí un tip: En lugar de decir que las cosas no se hicieron «bien», intenta decir «como a mí me gustan». Es completamente válido que tú prefieras que la ropa esté acomodada por colores y tipos de prenda. También es válido que no entiendas cómo es que tu pareja puede vivir dejando la ropa en el sillón y tomando la que vaya a usar (con un par de olidas para revisar que esté usable) pero, por más extraño que parezca, ninguna de las dos es la manera «correcta» de acomodar la ropa. Puedes comunicar tu necesidad diciendo yo prefiero que las cosas se hagan de esta forma, ¿podrías hacerlo así?, sabiendo que es posible y aceptable que tu pareja te diga no.

Revisa las letras chiquitas antes de acceder

Es muy común decir sí a todo al entrar a una relación como si fueran los términos y condiciones de iTunes (¿sabías que estos últimos explícitamente te prohiben utilizar iTunes para hacer armas nucleares?). Lo importante es saber que puedes ir renegociando y conociendo la relación sobre la marcha también. Sobre todo, que puedes retirar tu consentimiento o renegociar los términos en el momento que tú quieras. Si accediste a algo y después recibes información nueva, es completamente valido reevaluar si quieres continuar, si necesitas algún cambio o definitivamente detenerte.

Aquí te dejo algunas áreas en las que comúnmente surgen conflictos por no compartir significados (y no preguntar antes).

  • Sexo
    • ¿Qué implica ‘tener sexo’ para ti?
    • ¿Qué significa el sexo para ti en una relación?
    • ¿Qué tan importante es el sexo para ti?
    • ¿Con qué frecuencia necesitas/deseas tener sexo en tu relación?
  • Amor
    • ¿Cómo te gusta recibir amor?
    • ¿Cómo expresas amor?
    • ¿Hay jerarquía en el amor para ti?
    • ¿Qué necesitas para sentirte amado?
  • Intimidad
    • ¿Qué es la intimidad para ti?
    • ¿Con quién compartes intimidad?
    • ¿Hay diferentes grados de intimidad?
  • Fidelidad
    • ¿Qué es fidelidad para ti?
    • ¿La fidelidad sexual es lo mismo que la exclusividad sexual para ti?
      • Referirse al primer punto para saber qué implica
    • ¿Qué implica ser fiel para ti?
    • ¿Cómo manejarías una infidelidad?
  • Ser escuchado
    • ¿Cómo es ser escuchado para ti?
    • ¿Qué acciones observables puede hacer el otro para que te sientas observado?
  • Privacidad
    • ¿Qué es para ti la privacidad?
    • ¿Qué tan importante es y cómo la ejerces?
    • ¿Qué áreas de tu vida te gustaría compartir?
    • ¿Qué áreas de tu vida te gustaría tener sólo para ti?

¿Qué otras áreas de conflicto conoces que se relacionen con incompatibilidad de significados?

Empatía es acompañar, no resolver.

Cuando alguien se acerca a ti para decirte que se siente mal, ¿le dices lo que sientes no es válido, te pasa porque eres débil y no eres como deberías ser? ¿No? ¿Estás seguro?

Tal vez te ha sucedido que alguien te cuenta que se sientes triste, frustrado, enojado o fastidiado y tú tienes toda la disposición a ayudar. A pesar de que te muestras interesado y haces un esfuerzo por mejorar las cosas, después de la plática pareciera que hasta se sienten peor. Igual y la persona se pone defensiva y terminas como el villano de la película. ¿Sabes por qué sucede?

Tus sentimientos no son válidos

Comencemos con un ejemplo de la vida real:

A: Te veo triste, ¿está todo bien?

B: Sí estoy triste. Ayer le pedí a mi pareja que viera una película que me encanta y se quedó dormido.

A: Ah, ¡no te preocupes! Eso no quiere decir que no le importes. Seguro estaba cansado. Además, hay muchas cosas por las cuales estar feliz, ¡ya quita esa cara! Malo que te hubiera sido infiel o algo así. En ese caso sí tendrías razón de estar triste. Hay gente que la pasa peor que tú así que mejor sé agradecido con lo que sí tienes.

Esa respuesta es un ejemplo muy común de lo que se entiende popularmente por ser «empático» y «apoyar» a un amigo que se siente mal.

Si lo vemos con algo de detalle, el mensaje real es este:

Lo que dices: Ah, ¡no te preocupes!

Contiene el mensaje: Deja de sentirte así

Lo que dices: Eso no quiere decir que no le importes

Contiene el mensaje: lo que sientes no es válido ya que hay otras formas de interpretarlo.

Lo que dices: Seguro estaba cansado

Contiene el mensaje: no eres capaz de ver lo evidente.

Lo que dices: Además, hay muchas cosas por las cuales estar feliz

Contiene el mensaje: nuevamente, tu sentimiento no es válido

Lo que dices: ¡ya quita esa cara!

Contiene el mensaje: deja de sentirte así y cambia tu expresión

Lo que dices: Malo que te hubiera sido infiel o algo así. En ese caso sí tendrías razón de estar triste

Contiene el mensaje: debido a que hay cosas peores, lo que sientes está fuera de proporción y, por tercera vez, no es válido

Lo que dices: Hay gente que la pasa peor que tú, así que mejor sé agradecido con lo que sí tienes

Contiene el mensaje: no sólo es inválido sino, además, debes sentirte avergonzado por ser malagradecido.

Cuando nos encontramos con alguien en una situación dolorosa o de sufrimiento, lo primero que queremos hacer es sacarlo de ahí. Inmediatamente le ofrecemos alternativas y soluciones para que deje de sentirse como se siente. Por supuesto, esto es un gesto amoroso y viene de un lugar muy compasivo.

Al tratar de arreglar una situación demasiado rápido, no estamos validando lo que la otra persona siente y, sin ninguna intención malévola, le estamos diciendo que su percepción está mal y debe cambiar.

¿Por qué sucede?

La intención superficial sí es ayudar al otro. Sin embargo, esto surge de una necesidad de estar bien uno mismo. Queremos que el otro esté mejor porque no nos enseñan a acompañar a otra persona en su malestar. Nos urge que se sienta mejor para que no nos sintamos incómodos, inadecuados o, simplemente, porque nosotros mismos queremos huir de lo que nos reflejan esas sensaciones desagradables.

La consecuencia es que demeritamos las acciones que hace al otro dándole respuestas que seguramente esa persona ya había considerado, invalidamos sus sentimientos para que los abandone o nos volvemos condescendientes diciéndole que hay otras formas de manejar lo que le está sucediendo.

La realidad es que nadie puede saber cuál sería la mejor forma de lidiar con lo que está pasando más que la persona que lo está experimentando

A veces, la persona que recibe estos comentarios puede responder de manera defensiva y tú te quedas pensando Uy, ¿y para eso te ayudo?

¿Cómo puedo acompañar a la otra persona?

Si realmente quieres ser empático y apoyar a alguien que te está compartiendo su malestar, hay que aprender a quedarnos con ella. Es necesario poder acompañar sin querer cambiar lo que está sucediendo.

Como todas las herramientas de comunicación que no nos enseñaron de chiquitos, requiere práctica y puede sentirse forzado al principio. Si lo haces lo suficiente, te aseguro que se volverá algo natural y mejorará tus relaciones románticas, laborales y amistosas.

Para responder con empatía:

  • Describe la situación que te platicó la otra persona de la forma más objetiva que puedas. Esto es sin incluir emociones, juicios ni alternativas.

Tip: Puedes empezar diciendo Escucho que…, Me dijiste que…, Entiendo que te sucedió…

  • Describe cómo se siente la otra persona según lo que te ha dicho. Evita interpretaciones y juicios. Si no estás seguro o la persona no dijo exactamente cómo se sentía, ¡pregúntale!

Tip: Puedes decir Escucho que te sientes…, Entiendo la situación pero no me queda claro cómo te sentiste, ¿me podrías decir cómo te sentiste?

  • Expresa cómo te sentirías si estuvieras en circunstancias similares. MUY IMPORTANTE: No cómo te sentirías EN ESA SITUACIÓN EXACTA sino en una similar en la que te sentirías como esa persona.

Tip: Por ejemplo, si la persona se siente triste porque perdió una gorra muy importante pero a ti no te importa la ropa, piensa cómo te sentirías si perdieras algo que es importante para ti. Si no tienes apegos a cosas materiales, puedes tratar de imaginar cómo te sentirías si algo que te hace feliz desapareciera, así fuera una persona o alguna situación de tu vida diaria.

  • Este último paso es el más esencial. NO DES CONSEJOS NI DIGAS NADA MÁS. Es probable que sientas que tu discurso se quedó incompleto y que necesitas decir algo como pero todo va a estar bien. La realidad es que no sabemos si todo va a estar bien y, en ese momento, ¡no importa!

Tip: Si tienes necesidad de decir algo más, puedes simplemente reafirmar tu apoyo diciendo algo como Aquí estoy contigo, Te escucho o preguntando si hay algo más que puedas hacer.

Para ser empáticos, el mensaje principal que debemos transmitir es: No estás exagerando, no estás siendo dramático y sí es para tanto.

Cómo se ve en acción

Veamos el ejemplo de arriba pero con una respuesta empática.

A: Te veo triste, ¿está todo bien?

B: Sí estoy triste. Ayer le pedí a mi pareja que viera una película que me encanta y se quedó dormido.

A: Escucho que hay algo importante para ti que quisiste compartir con tu pareja y no la recibió como te hubiera gustado. También escucho y veo que estás triste. Si alguien que amo no apreciara algo que es importante para mí, también me sentiría triste.

De nuevo, tal vez sientas que falta el pero todo va a estar bien o un si quieres yo puedo verla contigo. Eso ya será decisión de la otra persona. Por el momento, lo que estás haciendo con ese discurso es decirle te veo, te escucho, te entiendo y te acompaño.

No es fácil y no es cómodo pero es lo que muchos necesitamos aprender a hacer.