Agencia: El primer pilar de relaciones éticas.

Empezando mi vida en relaciones románticas, estaba muy emocionado y lleno de anticipación pensando todo lo que podría pasar. ¿Sería que el destino me llevaría a conocer a mi príncipe azul inmediatamente? O tal vez tendría que pasar por algunas pruebas primero, hasta que los dioses del Olimpo decidieran que finalmente merecería mi final feliz.

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Romance sin toxicidad – Los mitos del amor romántico.

Cuando entramos a esto de la no monogamia ética, algo que escuchamos constantemente es que “debemos abandonar el amor romántico”. Después de ser gran fan de películas como Love Actually y cualquier película de princesas de Disney de las primeras dos eras, esta obligación a “deconstruirme” me llevó a abandonarlas, junto con una gran cantidad de canciones y detalles que disfruté mucho en algún momento. Pensaba, ¡hoy voy a cambiar y dejaré de ser tóxico!

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Poliamor consensuado, no jerárquico

Hace unos días subí una publicación a Instagram que generó algo de controversia. La imagen dice «La jerarquía en las relaciones no es ética». Los comentarios comenzaron con algunas personas diciendo que era algo que necesitaban escuchar y leer debido a su situación actual; sin embargo, también hubo quienes lo tomaron como un ataque a su forma particular de relacionarse diciéndome que no estaba mal y no le hacían daño a nadie.

Lo primero que creo debo aclarar es que no creo que el poliamor jerárquico sea malo o que nadie deba hacerlo. Todos somos libres de relacionarnos como mejor nos acomode y eso siempre será válido.

Cuando digo que el poliamor jerárquico no es ético, me refiero solamente a eso. No cumple con los pilares de una relación ética.

¿Cómo es una relación ética?

En mi investigación y jornada personal y académica, he recopilado varias ideas propuestas por algunos autores acerca de este tema. Mientras que algunos mencionan una o dos características, mi propuesta tiene cuatro pilares (que puedes leer a detalle aquí). Como individuos, todos tenemos la capacidad de hacer lo que queramos (agencia), siempre y cuando comuniquemos aquella información que afecte a mis relaciones (honestidad) para que las personas involucradas puedan dar su consentimiento (libre, reversible, informado, entusiasta y específico), manteniendo el bienestar de todas las personas involucradas en mente (compasión).

¿Entonces, cuál es el problema con la jerarquía?

Una jerarquía implica autoridad, alguien por encima de otras personas de acuerdo a su nivel de importancia. La palabra misma viene de jerarca, que es un superior; del griego hierarchēs, compuesto por hieros (divino) y archos (regente o soberano). Si yo entro a una jerarquía, hay un lugar predeterminado para mí con lineamientos específicos que debo seguir. No se me pregunta si me acomodan, más bien se me advierte que, de no cumplirlos, perderé mi lugar – te ajustas o te vas. Hay relaciones jerárquicas donde los vínculos primarios tienen el poder de «vetar» a los vínculos secundarios y terciarios.

Aquí una pausa. Tal vez leas ese párrafo anterior y pienses ¡cómo puede alguien pensar que eso está bien! o ¡si todos están de acuerdo, no está mal!. Repito, no es que alguna de estas formas de relacionarse sea «mala». Hablar de que algo está bien o mal de forma generalizada nos lleva a un lugar moralista que no permite la reflexión. Yo no soy nadie para decirle a alguien cómo debe relacionarse porque estaría ignorando el primer pilar de una relación ética: la agencia. Lo que intento con este artículo es llevarte a la reflexión de si esta forma de relacionarte está alineada con tu propia ética.

A diferencia de la moral, la ética es personal y lo importante es relacionarme con personas que tengan una ética compatible con la propia.

Ya que quedó ese punto claro, veamos más específicamente qué pasa con los cuatro pilares en el poliamor jerárquico:

  • Agencia: Los vínculos secundarios no tienen la capacidad de hacer lo que quieran, ya está decidido por ellos. La relación primaria dicta cómo será la relación secundaria y hasta dónde llega.
  • Honestidad: Como vínculo secundario, si mis deseos o necesidades cambian, no puedo decirlo ya que implicaría ir en contra de la jerarquía preestablecida. En esta estructura, una petición de renegociación de términos puede encontrarse con un pues tú sabías a qué le entrabas y es lo que hay.
  • Consentimiento: Más que consentimiento, se vuelve coerción. Si no haces lo que te decimos, no puedes tener lo que quieres. El vínculo secundario no tiene voz ni voto en las negociaciones y debe aceptar lo impuesto.
  • Compasión: La satisfacción de las necesidades de los vínculos secundarios dependen de que lo que la relación primaria decida. Como vínculo secundario, mi bienestar es decidido por una relación en la que no tengo voz ni voto.

More than two: El mito de la noche obscura

Uno de los primeros libros que leí acerca de poliamor es More than Two de Franklin Veaux y Eve Rickert. Es literal una guía práctica para comenzar y me abrió el camino a este mundo de la no monogamia ética. En este libro, Franklin habla del poliamor jerárquico y cómo funciona, por lo que hay varias personas que lo utilizan para justificar que es ético. Sin embargo, hay que tomar en cuenta dos cosas: More than Two es experiencia personal, no académica; y, más importante, hay una controversia que llevó a Eve a retractarse de lo que dijo en el libro al darse cuenta de que había estado en una relación abusiva.

Franklin Veaux literalmente dice que “como vínculo secundario, la satisfacción de tus necesidades depende de la relación primaria” y debes estar dispuesto a que así sea, de otro modo el poliamor jerárquico no es para ti. Nuevamente, no digo que eso sea malo, sino que no es ético.

Nadie puede decidir cómo quieres que sean tus relaciones, ni siquiera tus vínculos. Parte esencial de la ética es tener la posibilidad de intervenir en decisiones que te afectan.

Por otro lado, Eve Rickert publicó en su blog que cometió un error enorme en More than Two. En ese libro, Eve habla de “la noche obscura del alma”, indicando que el proceso de deconstrucción es difícil y doloroso, por lo que hay que “aguantarlo”. Esto la llevó a ponerse en lugares tortuosos y aceptar condiciones con las que nunca estuvo cómoda (yo pasé por algo similar, puedes leerlo aquí). Eve dice que esto implicaba no hacer caso a incomodidades cuando “repetidamente sorprender a tus vínculos con decisiones que les afectan, sin considerar sus aportaciones y haciéndoles gaslighting cuando se quejan”.

Entrar a una dinámica de poliamor jerárquico no necesariamente implica que esté de acuerdo. Aquellos que tenemos apego inseguro tendemos a poner las necesidades de la otra persona sobre las propias. Aquellos que vivimos un apego a partir del trauma, difícilmente podemos poner límites claros y precisos.

Aquí el “gaslighting” que menciona Eve puede verse cuando la pareja primaria le dice al vínculo secundario “es tu problema, tú sabías a qué le entrabas y cómo era esto. Si no te gusta, vete”. Eso no es ético ni compasivo.

¿Para qué sirve la jerarquía?

A todo esto, ¿para qué necesitamos la jerarquía? Tener a una relación primaria “intocable” nos ayuda a protegerla. De esa forma, se aseguran de que su relación “no cambiará” aunque se abran al poliamor.

Spoiler alert: al entrar al poliamor, tu relación va a cambiar. De hecho, ese es el objetivo.

Personalmente, soy fan de Dedeker Winston y su más actualizada Smart Girl’s Guide to Polyamory. Además de que tiene una mirada ética y compasiva, es bastante detallada y profesional (finalmente, es una terapeuta especializada). Ella habla de cómo el “privilegio de pareja” está tan grabado en nuestra forma de ser que consideramos esencial ser parte de una relación de pareja para estar completos. Y claro que así es, nos enseñan que las parejas estables tienen un estatus mayor en la sociedad.

Mientras que Dedeker también considera que una jerarquía en el poliamor es algo controversial (tiene un capítulo completo dedicado al tema), explica que existe la jerarquía descriptiva que sucede más orgánicamente. Esto implica que algunas personas tienen ciertos derechos y obligaciones que van con el momento de vida en el que están. Por ejemplo, yo tengo un vínculo con quien vivo y otro con el que no. No es que uno sea más importante que el otro, sino que así decidimos que fuera.

Poliamor consensuado

Si estoy en una relación donde tenemos acuerdos donde todos podemos dar nuestro input y estamos involucrados en las decisiones que nos afectan, entonces ¿es necesario que haya una jerarquía? ¿Realmente hay alguien más importante que otra persona? ¿Es ése el tipo de relación que quiero?

A veces venimos tan acostumbrados a algo que nos funcionaba, que es difícil considerar nuevas opciones. Hablar de una relación poliamorosa consensuada me permite tener la flexibilidad necesaria sin perder la seguridad que requiero. Aún en situaciones donde decido que mi vínculo “primario” es quien vivirá conmigo y estará encargado de la crianza de mis hijos conmigo mientras que mis vínculos secundarios no, esto no tiene que ser imponerle a otras personas este rol. Además, considera a los vínculos como personas, no como satisfactores de la relación primaria.

Y sí, el lenguaje que usamos sí es importante. Cuando le digo a un vínculo que es secundario ante mi primario, estoy replicando una estructura donde alguien tiene más importancia que otra persona. Si estamos en una jerarquía prescriptiva donde todos pueden negociar, ¿para qué hablar de primarios y secundarios? Personalmente, me refiero a mis vínculos como «mi vínculo con el que vivo», «mi vínculo de 6 años» o simplemente «mi vínculo». Porque eso es. Por supuesto, mi vínculo que vive solo no tiene que pagar renta ni comida de la casa, sería absurdo porque no cohabitamos. Eso no lo hace más ni menos importante que la persona con quien sí vivo.

Una de las habilidades más útiles en la no monogamia ética es la flexibilidad. Saber que todo cambia y que podemos cambiar juntos.

En el ejemplo de la crianza, puede acordarse que los vínculos secundarios no estén involucrados. Si a lo largo de la relación surge un deseo o necesidad de alguna de las partes para hacer un cambio, es importante que exista un terreno fértil para que esa discusión ocurra. No quiere decir que debas aceptar o negarte, simplemente que no haya un muro que evite que siquiera se mencione el tema.

La decisión del tipo de poliamor que quieras llevar a cabo es completamente tuya. Espero que con esta información puedas sea más claro lo que es el poliamor jerárquico y a qué me refiero con que no sea ético.

Poliamor 101: No sólo es sexo desenfrenado

Hace algunos años conocí a una pareja que se hacía llamar poliamorosa. Estaban casados y tenían encuentros sexuales con otras personas, siempre juntos. Conforme fui conociendo sus relaciones, me di cuenta de que conocían a alguien y comenzaban a interactuar mucho con él, hasta el punto de invitarlo a vivir con ellos. Sin embargo, esa persona no tenía el mismo lugar en la jerarquía y, después de un tiempo, era desechado para dar lugar a una persona nueva. Poco a poco fue evidente el camino de cadáveres emocionales que iban dejando a su paso en su búsqueda por satisfacer sus necesidades como pareja, haciendo uso de un ‘tercero’.

Los cazadores de unicornios y la responsabilidad afectiva

En algún momento, se le llamó ‘unicornio’ a una mujer bisexual que tenía una relación exclusivamente sexual con una pareja heterosexual. Se decía que era tan difícil encontrarla que era como “buscar un unicornio”. Esto, por supuesto, ya no se reduce a un movimiento sexista que cosifica a una mujer, ahora los cazadores de unicornios pueden ser de cualquier género y orientación sexual – como los que te contaba al principio de este artículo.

Aquí siento la necesidad de hacer una confesión: yo también fui cazador de unicornios. Bueno, de unicornio – uno nada más. Al comenzar a abrir mi relación, sucedió que conocimos a un hermoso hombre con quien ambos tuvimos excelente química. Sin embargo, por nuestra jerarquía le dejamos claro que no tendríamos una relación más que sexual. El problema de esta regla (claramente no ética, como lo explico aquí) fue que nos dejó a todos heridos.

La relación entre los tres fue creciendo y cambiando orgánicamente pero ninguno se atrevió a mencionarlo debido a las restricciones jerárquicas preestablecidas.

Este es un buen momento para hablar de la famosa “responsabilidad afectiva”. En círculos de personas no monógamas este término se usa frecuentemente aunque pocos puedan decirte qué es. En pocas palabras, la responsabilidad afectiva implica que todos somos responsables de nuestros afectos, nadie más. Por eso, los clásicos es que tú me hiciste sentir mal, me voy por tu culpa, o si no fueras tan coqueto, no te hubiera puesto el cuerno, no son válidos. SIN EMBARGO, hay muchos que la utilizan como un arma.

El decirle a la otra persona tú eres responsable de sentirte mal así que no sé por qué vienes a hacerme drama, no es ético y no es ser responsable. Eso es una forma de deslindarme de mi parte en el desorden y decirle a alguien más que lo limpie. En este artículo puedes conocer más a detalle cómo funciona la responsabilidad afectiva en una relación ética.

Polidefiniciones

Entonces si el poliamor no son parejas que buscan “un tercero”, ¿qué es? Uno de los errores más frecuentes que encuentro en conversaciones con personas interesadas en el tema (para conocer o para criticarlo) es hablar de poligamia. La poligamia es un término legal para uniones de un hombre con varias esposas (poliginia) o una mujer con varios esposos (poliandria). Esto no tiene nada que ver con poliamor.

El poliamor es un estilo relacional donde las personas están abiertas a tener más de un vínculo afectivo (romántico) simultáneamente donde todos los involucrados están enterados. *Respira* Eso son muchas palabras y nada de pausas así que vamos a desempacarlo.

  • Es un estilo relacional porque no depende de la orientación sexual, sexo, expresión ni identidad de género de los involucrados. Puedes ser hombre trans heterosexual que disfrute de tener sexo con personas que tienen pene y ser poliamoroso. Lo único que implica es cómo quieres relacionarte tú con otras personas.
  • Tener más de un vínculo afectivo/romántico es lo que comúnmente conocemos como “novios” o “parejas”, sólo que no está limitado a que sea una sola persona. Afectivo/romántico habla del tipo de vínculo. Evito decir sexoafectivo porque puedes ser una persona asexual poliamorosa – de hecho, es una buena alternativa cuando se relacionan con alguien sexual.
  • Todos los involucrados deben estar enterados. No todos tienen que relacionarse entre ellos, ni amistosa, ni afectiva ni sexualmente. Con que todos sepan de la existencia de los otros es suficiente aunque nunca se vean la cara.

Como es posible que haya más de dos personas en la relación, generalmente se habla de vínculos en lugar de parejas. Ahora, no es necesario que una persona tenga varios vínculos para ser poliamorosa. No es como que soy poliamoroso hoy porque tengo dos vínculos y si una de esas relaciones transiciona ya no lo soy.

Juntos pero no necesariamente revueltos

Ya que dejamos claro que no todos tienen que estar en una relación cuando se es poliamoroso, creo que es importante explicar algunas de las configuraciones más comunes:

  • Triada o trieja: Tres personas que tienen un vínculo entre ellas.
  • Relación en V: Una persona con dos vínculos que no se relacionan entre sí. Piensa a la persona como el vértice y a los vínculos como aristas. Ya con esa imagen, puedes imaginar cómo es una relación en W y en N.
  • Solo-poli: Una relación donde una persona elige mantener vínculos con otras personas pero sin planes de cohabitar… porque en poliamor no seguimos el guión prescrito de novio, pareja, vivir juntos y casarnos (a menos que sea una decisión consciente).
  • Mono-poli: Una relación donde una persona es monógama y sólo tiene un vínculo con otra persona que decide vincularse con más personas.

Esas no son todas las configuraciones ya que depende completamente de lo que los involucrados decidan.

¿Cómo se ponen de acuerdo?

Considerando que no tienes que llevarte bien con todos tus metamores (los vínculos de tus vínculos, conoce más a detalle este concepto aquí), es importante que haya mucha comunicación y que todos estén claros en lo que sucede en la relación. Aún cuando tú no estés vinculado con el novio de tu novio, lo que ellos hacen tendrá cierta influencia en tus relaciones.

Esa red que se construye entre los involucrados se conoce como polícula (mezcla de poliamor y molécula) – piénsalo como una familia.

Cuando llega un nuevo integrante a la polícula, es importante que todos estén enterados y tener en cuenta la ENR (energía de nueva relación). Así como en la monogamia hablamos de enamorarnos, en poliamor hablamos de ENR que es esa emoción e intoxicación que nos da al empezar una nueva relación. Esta distinción surge principalmente porque puede suceder con varias personas simultáneamente y en lo tradicional uno se enamora de una persona a la vez. Pero nos emboba igual.

Igual que en la monogamia, no hay que tomar decisiones cuando estamos bajo la influencia de alguna droga (incluyendo la ENR). Aún así, y por más tentador que parezca, en las relaciones poliamorosas éticas es esencial recordar que las reglas no son éticas (aquí te digo por qué). Las alternativas son los acuerdos y los límites, ya que estos dos toman en cuenta las necesidades de todas las personas involucradas y no limitan la agencia de nadie.

¿Y los celos? ¿A poco los poliamorosos no sienten celos?

No puedo hablar de todas las personas poliamorosas, pero en mi caso yo sigo sintiendo celos. Uno de mis vínculos no siente celos (al menos no tradicionalmente pero puedes leer la historia aquí) y el otro sí. Lo que he aprendido es que estos celos no son tóxicos ni malvados, de hecho así los he transformado en mis amigos para poder aprovechar lo que me dan.

Y precisamente esa es una de las razones por las que algunas parejas se vuelven cazadores de unicornios. La inseguridad e incertidumbre que me da el que mi pareja pueda vincularse con alguien más nos lleva a muchos a pensar que nos van a dejar por la otra persona. Entonces se generan relaciones jerárquicas donde existe la pareja principal y los secundarios (que tienen un límite de hasta dónde van a llegar).

Las relaciones jerárquicas no son éticas ya que interfieren con los cuatro pilares: la agencia, la honestidad, el consentimiento y la compasión. Hay relaciones donde llegan a tener poder de “veto” donde uno le puede decir a la otra persona con quién sí puede o no vincularse.

Tal vez te podrás dar cuenta de que en todo esto, el sexo llega a pasar a segundo plano. En algún momento alguien comentó muy acertadamente que los poliamorosos nos pasamos mucho más tiempo platicando de cómo nos sentimos de tener sexo con otras personas, de cómo se sienten nuestros vínculos de que tengamos sexo con otras personas y de cómo se sienten esas otras personas que teniendo sexo. Y es que tener una relación poliamorosa implica ética, asertividad e intencionalidad. No es algo que nos “pase”. No es una infidelidad. Es tenerlo todo claro, estar dispuesto a ser vulnerable ante varias personas, respetar su agencia para actuar, ser honestos, dar nuestro consentimiento y actuar con compasión.

Los celos son amigos, no comida.

Este es el tema del que muchos queremos hablar. Cuando empecé a considerar la idea del poliamor, los celos definitivamente fueron lo primero que investigué. ¿Cómo le hacían estas personas para poder superar sus celos? ¿Qué hacían con esa presión en el pecho, esa mandíbula apretada, hombros y espalda tensos, junto con todas las fantasías catastróficas que inundaban mi cabeza cuando imaginaba la mínima posibilidad de que mi pareja se interesara por alguien que no fuera yo?

Huimos de lo que no nos gusta

Desde que estaba en relaciones monógamas me identificaba como un hombre muy celoso y controlador. Para volverme menos «tóxico» (puedes leer aquí por qué lo pongo entre comillas), leí acerca del origen de los celos, su fundamento fisiológico y me pregunté, como algunos de ustedes, si es normal sentir celos.

¡Por supuesto que no es normal!, pensé.

Cuando mi pareja me contaba de alguien de su pasado, sentía un vacío en el estómago y un apretón en el pecho. Ya, no me cuentes más. No necesito saber. y paraba la conversación. Al menos la conversación con él porque en mi cabeza había una cascada de pensamientos que detonaban más reacciones fisiológicas desagradables.

Y es que los celos no son un sentimiento por sí mismos, son una mezcla de varios otros. Cuando surgen, puedes sentir miedo, tristeza, inseguridad, enojo, soledad, rechazo, ansiedad, desesperación y frustración entre otros.

En nuestra sociedad estamos entrenados a buscar la forma más rápida y efectiva de dejar de sentirnos «mal». Si tienes un dolor de cabeza, tómate una aspirina; si te sientes cansado, toma un café; si estás triste, habla con un amigo para que se te quite y te sientas mejor pronto. Le tenemos tanto miedo a nuestras emociones que hasta las describimos como negativas.

Por supuesto que los celos, siendo una bomba de emociones, son clasificados como tóxicos e indeseables. Hay quienes dicen que si los sientes, ¡te hace falta madurez y deconstrucción!

Los celos como comida

Todo esto nos lleva a usar los celos como comida. Tomamos esos pensamientos y sensaciones y tratamos de reprimirlo o huir de ellos, sin darnos cuenta de que lo único que hacemos es alimentar esas emociones que nos dan tanto miedo.

Los celos alimentan tu inseguridad cuando te llevan a compararte con otras personas, sabiendo que siempre habrá alguien que tenga algo que tú no tienes. Alimentan tu enojo cuando no puedes hacer nada para detener una situación y te sientes tratado de manera injusta. Incrementan tu miedo y ansiedad cuando intentas evitar ver la realidad y cierras tus ojos, pensando solamente en una inmensa cantidad de fantasías catastróficas.

¿Los celos así son malos? No. ¿Son agradables? Por supuesto que no.

Al tomarlos y echarlos como papa caliente al bote de tu interior, se vuelven el combustible para el fuego que son tus reacciones fisiológicas. Ese dolor físico que sientes es real y sólo tú sabes cómo es.

En algún momento, cuando aún tenía una relación monógama con una de mis parejas, tuvimos una situación así. Poco después de empezar a vivir juntos, me comentó que había tenido sexo con una persona que a mí no me caía nada bien y que, además, vivía junto a su trabajo. Por mera coincidencia, el siguiente día llegó más tarde a casa de lo normal. Yo estaba angustiado, enojado, frustrado y dolido pensando en la posibilidad de que se hubiera ido con él. Mi pareja llegó a casa y tuve dos opciones: tragarme mis celos y alimentar esa tensión, ese vacío en el estómago y en el corazón o hacer algo con ellos.

Durante muchos años, me acostumbré a tragarme esos sentimientos. Siempre pensando que estaban mal, debía dejar de sentirlos y seguir con mi vida. Nunca me funcionó. Sólo me llevaron a tener discusiones después que escalaban mucho más allá de lo que pudieron haber sido en un momento.

Ese día, tomé a mi pareja de la mano y le dije estoy teniendo muchos celos. Tengo miedo de que te hayas ido con el sujeto que me platicaste ayer, me siento triste y adolorido. Esto que siento no tiene nada que ver con la realidad y no importa si sucedió o no. En este momento no te estoy acusando ni sospecho nada, por lo que no te pido que me expliques nada. Sólo quiero poder compartir mi malestar contigo y buscar una forma de sentirme mejor. Me gustaría que me ayudaras, ¿puedes? ¿quieres?

Los celos como amigos

¿Qué pasa si en lugar de tratarlos como algo horrible que no queremos tocar tomamos otro camino?

Las emociones y sensaciones tienen una función y existen para algo. Nos han enseñado a tenerles miedo y huir rápidamente en lugar de aprender a sentarnos con ellas a escucharlas. Si te sientas con tu cansancio sin distractores o estimulantes y escuchas lo que te dice, probablemente sea algo tan sencillo como «necesito descansar«.

Probablemente no tengas una muy buena relación con tus emociones desagradables. Es posible que hayas pasado gran parte de tu vida ignorándolas, haciéndolas a un lado, devaluándolas o peleando con ellas. Imagina a un amigo que tiene tu bienestar como prioridad y que siempre intenta avisarte de lo que necesitas pero lo tratas así. Eventualmente se desesperará y recurrirá a medidas más intensas para que lo escuches.

Tus emociones hacen lo mismo.

Cuando me senté con mis celos, la pasé muy mal. Fue como estar cayendo en un espiral obscuro sin saber cuándo iba a parar. Afortunadamente, al quedarme atendiendo mi sensación sin seguirle dando de comer ideas y sin intentar huir, la incomodidad extrema pasó bastante rápido. Lo que quedó detrás fue un mensaje muy útil.

En mi caso, mis celos me estaban avisando de mi necesidad de cuidarme, reconocerme y ponerme como prioridad. Mi miedo a que mi pareja me abandonara me habló de mi creencia de que no soy valioso. Mi ansiedad de que pasaran cosas que no podía controlar me comunicaba la necesidad de sentirme seguro. Mi tristeza por pensar que mi pareja se olvidaría de mí estando con otra persona me mostró lo poco que me reconozco y cuido. La soledad que me abrumaba cuando no estaba con mi pareja me hablaba de una necesidad enorme de sentirme suficiente.

No te los quites, úsalos

Después de que logré hacer eso, mis relaciones dieron un giro maravilloso. En lugar de simplemente sufrir porque tenía celos, pude platicar con mis parejas desde mi necesidad y pedir exactamente lo que me hacía falta.

Celos: No quiero que salgas con él

Necesidad: Tengo miedo de no ser valioso para ti, ¿podríamos buscar algo juntos para que me sienta valioso para ti?

Celos: Es que si te vas, quién sabe qué vas a hacer y a qué hora vas a regresar

Necesidad: Me siento inseguro cuando sales, ¿qué podemos hacer juntos para ayudarme a sentir seguridad?

Celos: Si te vas con él, voy a desaparecer de tu mente y de tu corazón

Necesidad: Me da tristeza pensar que no soy importante y soy reemplazable. ¿Puedes ayudarme a saber lo que aporto a tu vida y cómo soy importante?

Suena fácil. No lo es. Requiere reprogramar años y años de enseñanzas y creencias. Es necesario sentirse seguro y con la fuerza para ver al monstruo de ojos verdes a la cara para poder conocerlo.

Pero ya que lo conoces, puede ser tu amigo. Puede ayudarte a identificar lo que necesitas y pedirlo para sentirte más pleno en tus relaciones.

Ni poli ni mono – Amor Ético

Hace poco me invitaron a dar una conferencia en una universidad al norte de la ciudad. Estaba a punto de mandar mi presentación cuando me di cuenta de algo que ha estado surgiendo en mi práctica profesional. En los últimos años he estado haciendo investigación en relaciones poliamorosas y no monógamas, aprendiendo a utilizar herramientas de comunicación, deconstrucción y resignificación de conceptos. Todo eso me llevó a crear el proyecto de Gotitas de Poliamor.

Sólo que he estado olvidando el apellido de mi proyecto: Gotitas de Poliamor para los Dolores de la Monogamia.

Los dolores de la monogamia

No, el poliamor NO ES MÁS AVANZADO QUE LA MONOGAMIA. Las personas poliamorosas no somos más maduras, más evolucionadas ni el futuro de las relaciones. Y definitivamente el poliamor no es para todos.

Después de decir eso puedo hablar de qué sucede en la monogamia tradicional. Estamos tan bombardeados con ideas (vagas) de relaciones monógamas que creemos saber exactamente qué estamos buscando. Decimos «quiero tener una pareja» y no sabemos ni para qué – simplemente sabemos que es lo que nos toca hacer. Pero si todos sabemos qué es una pareja, ¿por qué no sólo la encontramos y vivimos felices para siempre?

Para mí una pareja es un confidente, un cómplice, un apoyo, una inspiración y una guía, alguien que camina a mi lado compartiendo su vida conmigo. Sin embargo, lo que caracteriza a la monogamia es la exclusividad sexual. Y ya. Eso es todo. Tu relación se mantiene monógama siempre y cuando no se acuesten con nadie más.

¿Te has puesto a pensar en eso? Las relaciones monógamas tradicionales sólo están definidas por la exclusividad sexual. ¿Realmente es eso lo más importante de una relación íntima entre dos personas?

La base de una relación ética

Yo propongo llevar el enfoque de nuestras relaciones hacia otro lado. Buscar que haya libertad, autenticidad, compromiso y, por supuesto, amor.

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

Las relaciones poliamorosas no dependen de la exclusividad sexual sino de la ética con la que se manejan los participantes. En otras palabras, en tener un amor ético. Los autores que he revisado proponen dos o tres conceptos éticos principales… yo considero que hay un cuarto esencial para evitar que los primeros tres se utilicen como armas. Sobre todo, creo que esto puede llevarnos a pensar, más que en ser monógamo o poliamoroso, en amar éticamente.

Los cuatro pilares de una relación ética

  1. Agencia

En las relaciones poliamorosas, nadie le pertenece a nadie porque, para empezar, todos tenemos la libertad de tener más de una relación amorosa. La agencia es tener la libertad de hacer lo que quieras.

Sí, lo que quieras.

Tú como ser humano tienes el derecho de hacer lo que tú quieras. Tomar tus propias decisiones dependiendo de lo que quieras y necesites. Tienes libertad sexual, emocional, de tu tiempo y de tu espacio.

Tal vez leas eso y pienses ¡por supuesto! ¡eso es más que obvio! y tal vez algo dentro de ti se mueva y diga ¿cómo? ¿Mi pareja es libre de acostarse con quien quiera? ¿Mi pareja puede amar a otras personas? ¿Puede irse de viaje o vivir en otro lado? ¡Peor aún! ¿Puede ver el siguiente capítulo de nuestra serie favorita sin mí y yo no se lo puedo prohibir?

Así es. Porque tu pareja es libre de hacer lo que quiera. Eso también significa que si ejerce su agencia de manera libre y está contigo, es porque decide estar contigo.

Tu pareja te elige a ti. Elige el tipo de relación que tienen. No está porque tiene que hacerlo ni porque se firmó un papel. Se queda porque así lo decide.

2. Honestidad

Para que esto funcione debe haber honestidad. Puede que suene obvio pero ¿qué es ser honesto? ¿Es decir todo? ¿Qué pasa si tu pareja te dice que no quiere saber? Si tengo partes de mi vida que mantengo privadas, ¿estoy siendo deshonesto?

Además, la monogamia tradicional y el amor romántico no promueven la honestidad. Al tener la expectativa de que sólo estarás con una persona el resto de tu vida, se espera que no sientas atracción por nadie más (o al menos que mientas al respecto). Como ya sabemos cómo “debería” ser una relación, es difícil poder ver los deseos y necesidades propios.

La honestidad implica que todos los miembros de la relación (ya sean sólo dos o más) puedan comunicar sus deseos y necesidades, sabiendo que existe la posibilidad de negociación. Tal vez la parte más difícil de este pilar es poder ser honesto con lo que quiero yo mismo.

Es necesario que me pregunte qué necesito y qué quiero. Poder ver esto sin culpa, sin miedo a ser juzgado y sabiendo que si mi pareja no me lo da, no quiere decir que yo esté mal. Para lograr esto, es imprescindible tener herramientas de comunicación que me permitan pedir sin exigir y expresar mis deseos sin responsabilizar al otro de lo que me pasa.

Si ocultas información sabiendo que podría afectar tu relación, estás mintiendo. El no decir la verdad no siempre es mentir, el esconder algo que sabes debe ser dicho sí.

3. Consentimiento

Tal vez en este momento estés pensando ¿qué me protege de estar en una relación donde me siento incómodo, herido o inseguro por alguien que hace lo que quiere y me lo restriega en la cara?

El consentimiento. Más importante aún, saber que es tuyo para darlo o para retirarlo.

En las relaciones monógamas tradicionales si das tu consentimiento, ya no puedes echarte para atrás. La idea de que tienes un alma gemela y no hay más implica que, si lo encontraste, tienes que quedarte con él hasta que la muerte los separe.

La realidad es que las personas estamos cambiando todo el tiempo. La persona que eres hoy es completamente diferente a quien eras cuando conociste a tu primer pareja. Por supuesto, el ideal es poder crecer juntos y construir una vida donde la compatibilidad prospere. El problema es que si crees que no tienes opción, puedes acostumbrarte a la incomodidad.

Hay relaciones donde las personas siguen juntas por culpa (¿cómo me voy a ir después de que me ayudó tanto?), por miedo (¿qué voy a hacer sin él? ¿Qué va a hacer sin mí?) o por costumbre (llevamos tantos años juntos, ¿cómo tirarlo todo a la basura?). En todas esas situaciones, responsabilizas al otro de una decisión que tú tomas.

Si tuviste una relación maravillosa durante años y decides separarte, eso no invalida todo lo que viviste. Sigue siendo una relación exitosa. Si te quedas, es porque así lo decides.

Una persona que no es capaz de poner límites debido a trauma, problemas de autoestima o coerción, no puede dar su consentimiento. Esto incluye situaciones de violencia (explícita o sutil).

4. Compasión

Los primeros tres pilares son muy sonados y utilizados en redes poliamorosas. Desafortunadamente, es my fácil que se utilicen como un arma. De pronto alguien toma decisiones que hieren a sus parejas e ignoran su responsabilidad alegando que están actuando con agencia, siendo honestos y, finalmente, la otra persona ya dio su consentimiento así que no se puede quejar.

Yo agrego este cuarto pilar como el más esencial para poder llevar a cabo una relación ética.

En una relación con compasión, estoy con alguien que me ama y me siento amado por esa persona. Todos los involucrados actúan con el bienestar de sus seres amados en mente. Sí ejercerán su agencia, siendo conscientes de que lo que hacen afectará a otra persona y buscarán la mejor forma de hacerlo. Sí serán honestos y considerarán cómo la otra persona recibirá la verdad. Sí darán su consentimiento y se asegurarán de respetar los límites del otro. En pocas palabras, amarán éticamente.

Esto a veces no se ve así porque asumimos que todos somos seres elevados y contamos con todas las herramientas necesarias para hacerlo. La realidad es que todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos disponible.

Cuando vemos las relaciones con los lentes de la compasión, podemos darnos cuenta de que esto realmente es así. Cuando te alejas de tu pareja después de un conflicto, puede percibirse como si no te importara cuando en realidad lo que quieres es cuidarla evitando el conflicto. Si insistes en resolver un problema inmediatamente, puede percibirse como molesto e imprudente pero lo que quieres hacer es pasar ese problema rápido para que no haga más daño.

El mirar un conflicto con compasión no implica justificar las acciones e ignorar cómo nos hacen sentir. Lo que se logra es saber que la otra persona no está buscando hacerme daño; si lo hace, es porque es lo mejor que puede hacer.

Depende de mí decidir si quiero seguir ahí o no. No por odio, resentimiento o dolor, sino por amor a ti mismo y a tu pareja.

La utopía

¿Suena utópico? Tal vez. Aunque yo creo que está bien. Llevamos mucho tiempo persiguiendo un amor utópico romántico basado en historias donde se glorifican las mentiras, los celos y el control, ¿por qué no ir hacia una utopía basada en la ética? ¿Por qué no luchar por un amor ético?

Yo propongo que en una relación ética, mi pareja puede hacer lo que quiera pero elige estar conmigo, sabiendo todo lo necesario y dando su consentimiento para seguir juntos porque ambos estamos actuando con el bienestar del otro en mente.

En otras palabras…

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

La Trifuerza de la Comunicación – ¿Cómo quiero que me escuches?

Llegas con tu pareja después de un largo día donde todo salió mal. Buscas ese lugar seguro donde puedes ser tú y sentir que no tienes que resolver los problemas del mundo. Le platicas tu día y tu pareja te dice «ah, mira, lo que puedes hacer es…». Le ves y escuchas porque sabes que te ama y quiere que estés bien pero realmente piensas «no es que esté tonto y no sepa cómo resolverlo, ¡sólo quiero poder decir lo que me pasa!».

En el mejor de los casos, aguantas y pasa. En el peor, se vuelve un conflicto donde tu pareja piensa «yo sólo quería ayudar».

Seamos claros

La realidad es que nos enseñan a usar el lenguaje como gramática y vocabulario en el colegio, mientras que en casa se puede utilizar como una herramienta para conectar o un arma para conseguir lo que quieres a pesar de los demás. Decir «te amo» pasa de ser algo tierno y sincero a una frase que sigue de un «pero», un «para» o «mientras»; te amo pero sólo si tú me amas, te amo para que estemos juntos y me sienta seguro, te amo mientras no me mientas.

La comunicación puede tener muchas funciones que no sean tan agradables o que caigan en la agresión. Sin embargo, también puede servir para lograr conexión, cercanía e intimidad. Lo que necesitamos es simplemente aprender a usarla de esa manera.

Herramientas en lugar de armas

Las herramientas construyen mientras que las armas destruyen. Este será la primera de varias entradas donde te compartiré técnicas y estrategias para mejorar tu comunicación. Sólo recuerda que la intención no es utilizarlas para obtener lo que quieras sino para poder explorar tu relación y llegar a acuerdos éticos.

La primera, como dice el título, parece haber salido de un videojuego de un duende con nombre de mujer (no me quemen, gamers, es una broma). Multiamory.com propone la trifuerza de la comunicación como una base para poder tener conversaciones donde expresemos claramente lo que necesitamos de la otra persona.

Trifuerza 1 – Construyendo intimidad

La primera es la más simple y la más difícil de aplicar. Cuando tu objetivo es la trifuerza 1 (T1) sólo quieres compartir algo con la otra persona para que lo sepa. No necesitas respuestas específicas ni esperas que suceda nada particular. Quieres compartirlo y es suficiente. Tal vez sea algo feliz que te sucedió, un suceso desagradable o una historia que te pareció interesante.

Ejemplo: Oye, quiero compartirte que hoy tuve una situación muy estresante en el trabajo. Me gustaría que me escucharas y no espero nada más de ti. Sólo quiero saber que estás aquí y que puedo contártelo.

Ejemplo 2: Quiero decirte que hoy tuve una pelea con mi novio. No espero nada de ti ni necesito que me ayudes a resolverlo ya que es trabajo que estoy haciendo. Aún así, es posible que me notes un poco en mi cabeza y me gustaría que supieras por qué es para evitar preocupaciones o que te sientas mal.

Trifuerza 2 – Validando sentimientos

Esta surge cuando estás buscando apoyo o validación. Ya sea que haya sucedido algo maravilloso y quieras compartirlo con alguien que te aliente y te pueda dar un abrazo o que estés preocupado y quieras a alguien que pueda darte algo de empatía. Saber que alguien más ha pasado por algo similar o que simplemente validan tus sentimientos puede ser de gran ayuda en situaciones difíciles.

Ejemplo:

A: ¡Hoy mi novio me dijo ‘te amo’ por primera vez!

B: Veo que eso te tiene muy emocionado y contento, ¡me da mucho gusto por ti!

Empatía no es lástima ni menospreciar al otro

Antes de seguir con la última trifuerza, creo esencial hablar de qué es la empatía realmente. Se dice que es ponerte en los zapatos del otro pero eso trae una gran complicación: todos somos diferentes y vivimos la vida de maneras únicas. Por ejemplo, mi pareja tiene una alta tolerancia a las bajas temperaturas mientras que yo no. Si él fuera «empático» bajo la definición que conocemos, podría decir «yo en tus zapatos no tendría frío, no seas exagerado» y tendría toda la razón.

La empatía es ponerte en los zapatos del otro y considerar cómo se siente esa persona con lo que le está sucediendo. Aquí un ejemplo:

A: ¡Estoy muy contento porque compré un nuevo videojuego que he estado esperando!

B: (En su mente: odio los videojuegos pero veo que es algo que él ha estado esperando y por fin sucedió, ¿cómo me sentiría yo si obtuviera algo que me emociona y que llevo mucho tiempo esperando?) ¡Veo que estás muy contento y emocionado! ¡Qué increíble es cuando pasa eso!

Un ejemplo con una emoción menos agradable:

A: Estoy muy triste porque se acabó esta serie que me encanta.

B: (A mí no me importan las series y me da igual si terminan pero sí he tenido momentos donde algo que disfruto mucho se acaba y es horrible) Entiendo que te sientas triste porque terminó. Es algo frustrante y difícil.

Trifuerza 3 – Consejos

Esta es la única donde le pides a la otra persona que te brinde un consejo. No es pedirle la solución sino, más bien, que pueda discutirlo contigo para poder llegar a una solución juntos.

Tip: Haz más preguntas que afirmaciones. Cuando alguien nos pide consejos lo primero que queremos hacer es demostrar lo hábiles que somos y que tenemos la respuesta rápida y fácilmente. Poder discutir un problema implica profundizar y ayudar a la otra persona a encontrar nuevos puntos de vista.

Ejemplo:

A: Mi novio y yo estamos enojados y no sé qué hacer ¿me puedes dar un consejo?

B: Podemos platicarlo. ¿Por qué se enojaron? o ¿Qué hacen cuando se enojan? o ¿Qué necesitas en este momento y cómo puedo ayudarte a obtenerlo?

¿Cómo se usa?

Puedes platicarlo con tu pareja y empezar a utilizar el lenguaje técnico o encontrar formas que les sirvan a ustedes para saber qué necesitan. Desde decir quiero contarte algo y necesito T1 o quiero contarte algo y sólo necesito expresarlo. Como toda nueva habilidad, puede sentirse mecánico y poco natural al principio pero con práctica y trabajo puede ser muy útil para evitar conflictos innecesarios.

¿Qué tanto es tantito? Parte 2 – Acuerdos

A veces, pareciera que las relaciones de pareja son una competencia entre dos personas a ver quién puede más. He visto (y vivido) relaciones donde uno de los miembros dice «puedes tener sexo con otras personas pero no puedes mantener contacto con ellos», sólo para recibir la respuesta «entonces tú no puedes salir con el chavo ese que te anda tirando la onda». Este tipo de escenarios no sólo es común sino hasta esperado en nuestra cultura. Y todo porque no nos enseñan a detenernos para saber qué necesitamos y mucho menos a cómo expresarlo.

¿Y mi mensaje de buenas noches?

En la entrada anterior expliqué mi punto de vista de por qué las reglas no son éticas. También mencioné un concepto que puede ser la alternativa a esas restricciones. Pero antes, un ejemplo de la vida real.

Mi novio y yo nos mandamos mensajes diariamente al despertar y antes de ir a dormir. Sin falta. Sin embargo, es algo que jamás platicamos – simplemente se dio. Después de varios meses, para mí sería algo muy extraño si me fuera a dormir y no le dijera buenas noches.

¿Qué pasaría si no lo hiciera? ¿Tronaríamos? Yo creo que no. Lo más probable sería que recibiría un mensaje como «me hizo falta tu mensajito ayer». De ahí surgiría una conversación donde podríamos explorar nuestro gusto por mantener contacto y lo bonito que es. Si fuera una regla que tenemos que mensajearnos diario y no lo hiciera, la conversación sería más «¿por qué no me mandaste mensaje ayer? ¿ya no te importo?» o algo parecido.

En tu libertad eliges hacerme feliz

La diferencia principal entre acuerdos y reglas, como decía en la entrada anterior, es que los primeros son flexibles mientras que las segundas son rígidas. Los acuerdos también atienden a las necesidades de todos los participantes, tomando en cuenta que todos somos diferentes y queremos cosas particulares. Finalmente, los acuerdos no tienen “consecuencias”. Si un acuerdo se rompe, la pareja debe sentarse a replantear por qué sucedió, qué necesidad no fue tomada en cuenta y pensar en uno nuevo.

Los acuerdos son un me gustaría más que un tienes que. Permiten que los participantes elijan qué harán, cómo y cuándo.

Ajá y ¿cómo le hago?

Las reglas con sencillas en cuanto a que nos permiten evitar conversaciones incómodas. Los acuerdos surgen precisamente de esas pláticas que nos puede dar miedo tener. Para poder generar acuerdos, debes estar muy claro en cuáles son tus necesidades, tus miedos y tus deseos.

Ejemplo: Si tu regla es «no puedes mandarle flores a nadie más que a mí», es necesario que pienses qué necesidad o miedo está detrás. Podría ser que necesites demostraciones de afecto que atiendan tu deseo de sentirte apreciado. O, tal vez, sea el miedo a que la otra persona sea más importante que tú y te lleve a dejar de ser considerado.

Por lo tanto, también requiere mucha honestidad contigo mismo. Es necesario que tomes las riendas de tu propio crecimiento y saber que el que tiene que decir lo que necesita eres . Cualquier deseo es válido y tienes el derecho a expresarlo (aunque no a exigirlo).

Paso a paso

Y como nadie nos enseña a hacer acuerdos basados en confianza, honestidad, responsabilidad y ética, vamos a verlo con más detenimiento.

  1. Rueditas de entrenamiento – Las reglas

Empieza por lo que se te da naturalmente – controlar utilizando reglas. Realmente no es que sean malas y, más bien, te pueden dar una muy buena idea de cuáles son tus necesidades más importantes.

Ejemplo: No puedes subir fotos abrazando cariñosamente a nadie más en redes sociales.

Esto puede venir del miedo a ser desplazado, el deseo de ser visto y apreciado o la necesidad de reconocimiento social de tu relación. Para efectos de este ejercicio, pensemos que lo más presente es el miedo a ser desplazado. El hecho de que tu pareja no suba fotos así, no necesariamente va a cubrir esa necesidad. Es más, es posible que surja de otras formas y genere conflictos.

2. ¿Qué es importante?

Ahora veamos qué es lo importante. En este caso lo importante es saber que tu lugar está siendo respetado y recibir seguridad por parte de tu pareja. La necesidad es precisamente sentirte seguro.

3. Petición versus exigencia

Ya que sabes qué es lo que necesitas, el siguiente paso es hacer una petición. Tal vez pienses «entonces ¿puedo pedir lo que yo quiera?» ¡Sí! Pero aquí necesito hacer una pausa. La diferencia está en que cuando exijo, espero obtener algo específico y hay consecuencias desagradables si no es así, mientras que las peticiones pueden ser negadas. Mi pareja tiene todo el derecho de decir que «no» a mis peticiones.

4. ¿Cómo lo expreso?

Ya con todo eso, tu propuesta de acuerdo quedaría así:

«Cuando subes fotos a redes sociales abrazando cariñosamente a alguien, me da miedo ser desplazado. Me gustaría encontrar alguna forma de cubrir esa necesidad. ¿Podríamos platicar de algunas formas en las que yo podría sentirme más seguro en nuestra relación?»

En este caso, primero describo la situación, después expreso mi deseo y, finalmente, hago una petición desde esa necesidad. Nótese que no estoy diciendo cómo quiero que mi necesidad sea cubierta («quiero que no subas fotos con nadie»), sino que invito a mi pareja a buscar alguna manera de cubrir mi necesidad sin coartar su agencia.

Trabajo en equipo

Los acuerdos son colaborativos. No son algo que decides ni tú ni tu pareja de manera unilateral. Asumiendo que hay confianza y compasión (hacer lo mejor para el bien de todos), se vuelve un trabajo donde el mensaje es «¿cómo le hacemos juntos para cubrir las necesidades de ambos?». Por lo tanto, no habrá una sola respuesta y no será siempre igual. Las parejas que mantienen comunicación abierta y se enfocan en su crecimiento son capaces de identificar cuando las necesidades van cambiando. Yo recomiendo establecer un chequeo mensual de acuerdos para asegurarse de que no haya cambios que te tomen por sorpresa.

¿Y si se rompen?

Cuando un acuerdo se «rompe» o no funciona, es posible que haya dolor, tristeza o decepción. Aquí es necesario poder platicarlo y replantear a partir de lo que no funcionó.

Ejemplo: «Oye, teníamos un acuerdo de que me avisarías si llegarías a casa o no y no lo hiciste. Me siento triste e inseguro. ¿Qué alternativa podemos explorar para cubrir mi necesidad?».

Y ¿qué tanto es tantito?

La pregunta que escucho en este punto es «¿y si nos la pasamos replanteando acuerdos y nomás no funciona? ¿hasta qué momento dejas de buscar alternativas y pones un ‘hasta aquí’?». Ahí es donde entran los límites, que puedes leer aquí.

Pronto estaré ofreciendo un taller para practicar acuerdos y límites. ¡Sígueme en Instagram (@gotitasdepoliamor) y en este blog para que no te lo pierdas!