¿Cuál es la diferencia entre tener una serie de citas casuales y empezar una relación formal? ¿Es sólo el título lo que cambia?

Popularmente, se confunde la “codependencia” con buscar que alguien satisfaga tus necesidades de conexión, atención, sexo y apapacho. ¡Como si esto fuera algo sin lo que se pudiera vivir! Aún así, vemos como “intensas” a las personas que buscan esta conexión y se alaba a aquellas que son independientes y no “necesitan a nadie”. Si tengo a dos personas, una de ellas se siente triste cuando la persona que ama se va por un tiempo y la otra ni cuenta se da, ¿quién tiene el apego más sano?

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Agencia: El primer pilar de relaciones éticas.

Empezando mi vida en relaciones románticas, estaba muy emocionado y lleno de anticipación pensando todo lo que podría pasar. ¿Sería que el destino me llevaría a conocer a mi príncipe azul inmediatamente? O tal vez tendría que pasar por algunas pruebas primero, hasta que los dioses del Olimpo decidieran que finalmente merecería mi final feliz.

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Cómo no sentirte secundario en una relación poliamorosa

Con fechas como el 14 de febrero, independientemente de si sea algo capitalista y demás, hay personas que me preguntan “¿Cómo le haces si tienes más de una pareja?”. Y debo confesar que cuando empecé a considerar tener varios vínculos no necesariamente conectados, sí fue un tema que me hizo ruido. ¿Con quién voy a pasar Navidades, cumpleaños y demás? ¿Cómo le hago para que uno no se sienta menos importante que el otro?

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No seré mi propia víctima

Cuando escuchas la palabra “víctima”, ¿qué te viene a la mente? Un estudio muy interesante habla de cómo esta palabra contiene un significado colectivo de pasividad, debilidad y, sobre todo, de inocencia. En algunas ocasiones de conflicto, tendemos a culpar a la otra persona viéndole como villano y eso nos pone en un lugar de víctima impotente, pasiva pero, sobre todo, libre de toda responsabilidad.

Para efectos de este artículo, estaré hablando de situaciones donde no existe amenaza de violencia física, dolo, ni abuso psicológico como luz de gas. En todos esos casos se requiere atención particular y acompañamiento profesional. Si identificas esto en tu relación, puedes ponerte en contacto conmigo para iniciar un proceso terapéutico y atenderlo personalmente.

Como parte de una campaña para promover la ética relacional, esta semana colaboré con Vínculo Colectivo con experiencias personales donde detecto que me hubiera hecho mucho bien tener esa herramienta. Ellas me mandaron una serie de casos con los que yo haría lo mismo, pero me di cuenta que en cinco de ellos el problema era el mismo pero con palabras diferentes: las personas habían caído en un papel de víctima donde se deslindaban de la responsabilidad que les pertenecía en el conflicto.

Te engaño por tu culpa

El primer caso es de un hombre que dice:

Mi deseo sexual es más bajo que el de mi esposa y por esto ella me insulta constantemente, cuestiona mi preferencia, me dice que soy poco hombre y que va a tener que engañarme con alguien más para poder satisfacerse.

Para empezar, me identifico mucho ya que mi deseo sexual es más bajo que el de mis dos parejas. Leo que su esposa reacciona violentamente atacando al esposo, llegando al punto de decirle que tendrá que hacer algo al respecto aunque implique romper un acuerdo. Desmenuzando la situación, hay enojo claro por parte de ella. Considerando que el enojo tiene la función de proteger algo, generalmente atacando, ¿qué es lo que ella está tratando de proteger? Aunque es imposible para mí saberlo sin hablarlo con ella, puedo hacer algunas inferencias como ejercicio didáctico.

OJO: ESTO NO ES ALGO GENERALIZABLE Y SÓLO ES UN EJERCICIO. No vayas a ir con tu vínculo, citando al “psicólogo de internet” diciéndole ¿ves cómo sí eres súper tóxicx?

Ya aclarado eso, puedo libremente pensar que tal vez sienta que el vínculo con su esposo se está deteriorando debido a la falta de deseo sexual. Eso puede generar mucho miedo y es válido necesitar reafirmación de que el vínculo no se está perdiendo. Sin embargo, es posible que ella no tenga ninguna herramienta para comunicar esto. ¡Yo tampoco las tuve en algún momento! Ella podría practicar comunicación no violenta leyendo este artículo.

Por otro lado, no dejemos de lado al esposo, la víctima del ataque. Recordando que responsabilidad y culpa NO son lo mismo, en este caso el esposo está en una posición pasiva. La parte del conflicto que le corresponde es, en primera, que decide permanecer en una relación con alguien que le violenta y amenaza, además de que no hay límites claros.

Es importante que empecemos a dejar de vernos como víctimas de las circunstancias y nos percibamos como agentes vivos, responsables y capaces. Y sí, yo sé que no es fácil, pero tal vez con un poco de ética relacional esto podría suceder.

Soy pobre por tu culpa

El segundo caso está relacionado con una de las razones principales por la que las relaciones terminan: el dinero.

Mi pareja y yo vivimos juntos, él gana el triple que yo y de todos modos me pide que los gastos los llevemos 50 y 50. Cada mes termino con mi cuenta vacía y no me alcanza para comprarme lo que necesito, mientras que a él lo que le sobra se lo gasta en videojuegos o salidas.

Nuevamente, esta persona es víctima de sus circunstancias. Sabe que su economía no es compatible con la de su pareja y es posible que haya resentimiento. Para escapar del lugar de víctima, es importante empoderarse y, para eso, hay que identificar qué áreas son mi responsabilidad para poder hacer algo al respecto.

En este caso, su agencia está en el decidir quedarse en esa relación, a pesar de la incomodidad que genera la diferencia en ingresos económicos. Esta persona da su consentimiento sabiendo que el acuerdo no le es placentero. En este caso, recomendaría utilizar esta herramienta para negociar.

Tengo que hacerlo porque soy mujer

Antes de iniciar con este tercer artículo, quiero atender a algunas personas que tal vez hayan leído el subtítulo y hayan sentido un golpe acompañado del pensamiento ¡eso es absurdo! Para ti que pensaste eso, comparto tu opinión e indignación.

Ya que eso quedó aclarado, algo que sucede con los roles de género es que pueden convertirse en un chivo expiatorio bastante conveniente. Le echo la culpa a que tú eres la mujer y tus responsabilidades son unas o que soy hombre y por eso no hago tal cosa. En este caso, la persona habla de que hace la limpieza por “ser la mujer”. Tal vez el primer impulso sea atacar al esposo por “machista”, pero en este momento el esposo no está y sólo tengo la experiencia de ella. Personalmente, me pregunto qué está pasando con la agencia de esta mujer. Es posible que se sienta obligada porque simplemente “así siempre ha sido” o tal vez tiene amenazas de violencia física, verbal, sexual o emocional.

El tratamiento sugerido de Gotitas de Poliamor es: Tómese tres píldoras de comunicación, una para eliminar las reglas, una para hacer acuerdos y otra para poner límites firmes y amorosos. En caso de que el problema persista, acuda a un psicoterapeuta calificado para obtener ayuda en cuanto a su agencia.

Apropiarme de lo que me toca, evita que sea víctima

El último caso es algo que varios hemos experimentado:

Mi novia acusa a todos mis amigos de intentar ligársela o de que la acosan, buscando que yo me enojé con ello y me aleje.

Aquí me pongo a pensar si la persona sabe que su novia quiere que se enoje y se aleje o solamente lo asume. De cualquier modo, nuevamente vemos que pareciera que ambas personas no tienen opción y son víctimas del entorno.

¿Logras ver el punto común en todos estos casos?

Todas las personas involucradas están siendo sujetos pasivos en la situación. Pareciera que es suficiente con asignar la responsabilidad a algo etéreo como “la obligación”, “los celos” o “las otras personas”, y las personas afectadas no tienen más opción que sufrir lo que les sucede.

Y es que también puede ser muy cómodo entregarle mi agencia a otra persona. Si tú tomas todas las decisiones, lo que salga mal no será mi culpa. Hacer esto puede servirme para no tener que establecer límites firmes, haciéndome responsable de mis deseos y necesidades. Más bien, espero que la otra persona satisfaga mis necesidades así como yo lo requiero, aunque a veces ni yo mismo sé cómo. Ponerse los lentes de la compasión para saber que eso es lo mejor que puedo hacer me permite perdonarme y atenderme; tomar el camino de la ética relacional donde me hago responsable de mi agencia, mi honestidad y mi compasión me llevan hacia donde quiero ir.

“No” es confianza, no un rechazo. Aprendiendo a dar y recibirlo.

TL;DR – Al final del artículo puedes encontrar instrucciones para hacer un ejercicio práctico con este tema.

Cuando era adolescente, mi padre tenía el proyecto personal de hacerme un hombre de negocios cuando creciera. Me compró un set de cassettes (ya tengo algunos años) que enseñaban la estrategia perfecta para siempre recibir un sí. Algunas de las cosas que recuerdo son:

• Haz una oferta o petición firme y quédate callado. A partir de ahí, el primero en hablar pierde.

• No muestres tus cartas prematuramente. La otra persona no debe saber lo que realmente quieres.

Ofrece menos de lo que realmente estás dispuesto a dar.

Nunca recibas un “no” como respuesta.

Finalmente como comerciante, mi padre estaba acostumbrado a eso y le iba bastante bien. Tenía una forma muy particular de poder convencer a las otras personas de que querían o necesitaban cosas que él quería darles. Durante varios años, intenté llevar a cabo esas estrategias pero había algo en mí que no se sentía cómodo haciéndolo. Me parecía absurdo tener que mentir cuando estaba hablando de algo que quería.

En mi última entrevista de trabajo en un colegio, llegó el momento que más aborrezco: la negociación de sueldo. Mi ahora jefa me preguntó cuánto quería ganar, como es costumbre y yo le contesté no sé, preferiría que me dijeras cuánto me puedes pagar. Ella me regresó la responsabilidad y le dije ok, quiero ganar 50,000 pesos al mes. Sorprendida, se rió y me dijo que era demasiado, a lo que contesté entonces sí sabes cuál es tu límite máximo, ésa es la cantidad que quiero conocer. No me interesa negociar y buscarle a ver quién puede más o menos, yo te puedo decir que lo mínimo que puedo aceptar para este trabajo es esta cantidad, pero conoces mi trabajo y no considero que valga pagarme lo mínimo aceptable.

Las relaciones románticas no son negocios

Al menos no en el sentido que los conocemos. Las relaciones éticas implican que podamos ser vulnerables ante la otra persona y eso incluye dejar de buscar ganar. Frecuentemente se establecen reglas rígidas que deben cumplirse y, cuando se rompen, alguno de los involucrados tiene derecho a reclamo, venganza o castigo.

De una forma bastante literal, las reglas nos llevan a un lugar moralmente superior donde podemos tratar a la otra persona con desdén en caso de que las rompa (y este es el jinete del Apocalipsis más peligroso en una relación).

Al negociar desde un lugar horizontal no jerárquico (donde ni tú ni yo somos moralmente superiores), me veo en la necesidad de considerar un “no” como respuesta. Esto me lleva a conocer mis límites y ser firme con ellos (NO son reglas, lee qué son aquí), además de poner mis cartas sobre la mesa para poder llegar a acuerdos. Esto va directamente en contra de las reglas de un buen negociador que aprendí cuando era adolescente.

Siempre recibe un “no”

Si llegas a una negociación en tu relación con la idea de ganar, necesariamente vas a perder. ¿Por qué? Después de la plática, vas a seguir interactuando con esta otra persona y su relación va a cambiar de acuerdo a los resultados.

Si tu pareja pierde, TÚ PIERDES.

Una relación ética necesita compasión, donde el bienestar de todas las personas involucradas es esencial. Puede que obtengas la satisfacción de creer o sentir que tienes la razón y eso tal vez alimente tu ego de una forma placentera. ¿Qué pasa con tu pareja? Si tu pareja se siente invalidado, derrotado, fracasado o devaluado, tu relación va a sufrir y vas a perder lo que estás tratando de obtener: una relación amorosa donde te sientas bien.

¿Cómo recibo un “no”?

Ahora, no es tan fácil como suena. Generalmente recibimos un “no” como una invalidación de quienes somos, no de lo que hacemos. Por ejemplo, si le ofreces un pastel que tú horneaste a alguien y lo rechaza, es probable que te sientas rechazado. Pareciera que el “no” es una fuerza absoluta que nos niega, sobre todo cuando consideramos que nuestro valor está puesto en eso que hacemos o decimos.

Para poder recibir un “no” de otra forma, primero hay que considerar que la otra persona es un ser humano independiente. Después, saber que es completamente válido sentirnos rechazados y que podemos atender esa sensación con la otra persona. Finalmente, ponernos los lentes de la compasión para asumir buena intención y validar a la otra persona.

Ejemplo:

A: Te traigo muchas ganas hoy, mi amor. Quiero hacer el amor contigo.

B: No tengo ganas hoy.

A: Gracias por confiar en que puedo recibir tu “no”. En este momento me siento rechazado y me da miedo que no te sientas atraído por mí. ¿Podemos hacer algo más que me ayude a no sentirme así?

“No” como un regalo

Siendo que el “no” es una palabra tan fuerte que puede llevarnos a lugares tan vulnerables (tanto al decirlo como al recibirlo), podemos resignificar esta palabra como una señal de confianza. Poder decir “no” es una muy buena señal de comunicación y salud en una relación de pareja. Implica que las personas se sienten con confianza para cuidarse y saben que la relación puede aguantar una negativa.

Un “no” puede ser un regalo así:

-No como un nuevo camino

Decir “no” no tiene que cerrar la conversación. Al contrario, puede ser una oportunidad para explorar algo nuevo. Si recibo ese no como una puerta cerrada que me permite explorar otras nuevas, me será posible conocer alternativas que tal vez no había considerado.

-No como un regalo

Como mencioné anteriormente, decir no también es una muestra de confianza. Una forma muy hermosa de aprender a recibir “no” es contestando gracias por confiar en que puedo recibir tu “no”.

-No como un reconocimiento

Decir “no” también implica que estamos reconociendo y respetando nuestros límites. Para dejarle saber a la otra persona que apreciamos eso podemos responder con un gracias por cuidarte. Esto es útil sobre todo con personas que tienden a ser muy complacientes y ponen el bienestar de otros antes que el propio. Cuando dicen “no”, es realmente un gran esfuerzo y es de admirar que puedan cuidarse.

Ejercicio práctico

No sé cómo haya sido tu experiencia pero a mí no me enseñaron a decir ni a recibir un “no”. Por eso, lo practico con mis parejas en situaciones poco amenazantes para que sea más fácil en temas fuertes. El ejercicio es así:

Siéntense frente a frente. A mí me sirve tomar de la mano a mi pareja pero eso depende de lo que ustedes prefieran. Pongan un temporizador para tomar turnos y elijan quién será A y quién B.

Advertencia: NO hagan peticiones emocionalmente cargadas o significativas. Eviten cosas como “quiero que me digas que me amas” o “quiero que tengamos sexo”, especialmente en el turno de “no”.

Turno 1: A pide – B contesta sí y una pregunta de seguimiento

Durante tres minutos, A le pedirá a B cosas pequeñas e insignificantes (dejo una lista de peticiones al final). B contestará que sí y hará una pregunta de seguimiento como “¿cómo quieres que lo haga?”

Turno 2: A pide – B contesta no – A contesta “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu no”

Al terminar el tiempo, continúa el turno de A pero en esta ocasión, B le dirá que no a todo. Importante: A debe contestar con “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu ‘no’”.

Turno 3: B pide – A contesta no – B contesta “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu no”

Terminando el turno de A, sigue B. En este tercer momento, A responderá siempre “no” y B contestará como mencioné anteriormente.

Turno 4: B pide – A contesta sí y una pregunta de seguimiento

El último turno es B haciendo peticiones y A respondiendo “sí” más la pregunta de seguimiento.

Al terminar el ejercicio, tómense unos minutos para reconectar con un abrazo, apapachos, caricias y palabras de afirmación.

Lista de peticiones sugeridas:

  • Quiero que gires tu cabeza a la izquierda/derecha
  • Quiero que me pases mi vaso con agua
  • Quiero que pongas tu teléfono en tu otra bolsa
  • Quiero que me digas hola
  • Quiero que levantes una mano

Poliamor consensuado, no jerárquico

Hace unos días subí una publicación a Instagram que generó algo de controversia. La imagen dice «La jerarquía en las relaciones no es ética». Los comentarios comenzaron con algunas personas diciendo que era algo que necesitaban escuchar y leer debido a su situación actual; sin embargo, también hubo quienes lo tomaron como un ataque a su forma particular de relacionarse diciéndome que no estaba mal y no le hacían daño a nadie.

Lo primero que creo debo aclarar es que no creo que el poliamor jerárquico sea malo o que nadie deba hacerlo. Todos somos libres de relacionarnos como mejor nos acomode y eso siempre será válido.

Cuando digo que el poliamor jerárquico no es ético, me refiero solamente a eso. No cumple con los pilares de una relación ética.

¿Cómo es una relación ética?

En mi investigación y jornada personal y académica, he recopilado varias ideas propuestas por algunos autores acerca de este tema. Mientras que algunos mencionan una o dos características, mi propuesta tiene cuatro pilares (que puedes leer a detalle aquí). Como individuos, todos tenemos la capacidad de hacer lo que queramos (agencia), siempre y cuando comuniquemos aquella información que afecte a mis relaciones (honestidad) para que las personas involucradas puedan dar su consentimiento (libre, reversible, informado, entusiasta y específico), manteniendo el bienestar de todas las personas involucradas en mente (compasión).

¿Entonces, cuál es el problema con la jerarquía?

Una jerarquía implica autoridad, alguien por encima de otras personas de acuerdo a su nivel de importancia. La palabra misma viene de jerarca, que es un superior; del griego hierarchēs, compuesto por hieros (divino) y archos (regente o soberano). Si yo entro a una jerarquía, hay un lugar predeterminado para mí con lineamientos específicos que debo seguir. No se me pregunta si me acomodan, más bien se me advierte que, de no cumplirlos, perderé mi lugar – te ajustas o te vas. Hay relaciones jerárquicas donde los vínculos primarios tienen el poder de «vetar» a los vínculos secundarios y terciarios.

Aquí una pausa. Tal vez leas ese párrafo anterior y pienses ¡cómo puede alguien pensar que eso está bien! o ¡si todos están de acuerdo, no está mal!. Repito, no es que alguna de estas formas de relacionarse sea «mala». Hablar de que algo está bien o mal de forma generalizada nos lleva a un lugar moralista que no permite la reflexión. Yo no soy nadie para decirle a alguien cómo debe relacionarse porque estaría ignorando el primer pilar de una relación ética: la agencia. Lo que intento con este artículo es llevarte a la reflexión de si esta forma de relacionarte está alineada con tu propia ética.

A diferencia de la moral, la ética es personal y lo importante es relacionarme con personas que tengan una ética compatible con la propia.

Ya que quedó ese punto claro, veamos más específicamente qué pasa con los cuatro pilares en el poliamor jerárquico:

  • Agencia: Los vínculos secundarios no tienen la capacidad de hacer lo que quieran, ya está decidido por ellos. La relación primaria dicta cómo será la relación secundaria y hasta dónde llega.
  • Honestidad: Como vínculo secundario, si mis deseos o necesidades cambian, no puedo decirlo ya que implicaría ir en contra de la jerarquía preestablecida. En esta estructura, una petición de renegociación de términos puede encontrarse con un pues tú sabías a qué le entrabas y es lo que hay.
  • Consentimiento: Más que consentimiento, se vuelve coerción. Si no haces lo que te decimos, no puedes tener lo que quieres. El vínculo secundario no tiene voz ni voto en las negociaciones y debe aceptar lo impuesto.
  • Compasión: La satisfacción de las necesidades de los vínculos secundarios dependen de que lo que la relación primaria decida. Como vínculo secundario, mi bienestar es decidido por una relación en la que no tengo voz ni voto.

More than two: El mito de la noche obscura

Uno de los primeros libros que leí acerca de poliamor es More than Two de Franklin Veaux y Eve Rickert. Es literal una guía práctica para comenzar y me abrió el camino a este mundo de la no monogamia ética. En este libro, Franklin habla del poliamor jerárquico y cómo funciona, por lo que hay varias personas que lo utilizan para justificar que es ético. Sin embargo, hay que tomar en cuenta dos cosas: More than Two es experiencia personal, no académica; y, más importante, hay una controversia que llevó a Eve a retractarse de lo que dijo en el libro al darse cuenta de que había estado en una relación abusiva.

Franklin Veaux literalmente dice que “como vínculo secundario, la satisfacción de tus necesidades depende de la relación primaria” y debes estar dispuesto a que así sea, de otro modo el poliamor jerárquico no es para ti. Nuevamente, no digo que eso sea malo, sino que no es ético.

Nadie puede decidir cómo quieres que sean tus relaciones, ni siquiera tus vínculos. Parte esencial de la ética es tener la posibilidad de intervenir en decisiones que te afectan.

Por otro lado, Eve Rickert publicó en su blog que cometió un error enorme en More than Two. En ese libro, Eve habla de “la noche obscura del alma”, indicando que el proceso de deconstrucción es difícil y doloroso, por lo que hay que “aguantarlo”. Esto la llevó a ponerse en lugares tortuosos y aceptar condiciones con las que nunca estuvo cómoda (yo pasé por algo similar, puedes leerlo aquí). Eve dice que esto implicaba no hacer caso a incomodidades cuando “repetidamente sorprender a tus vínculos con decisiones que les afectan, sin considerar sus aportaciones y haciéndoles gaslighting cuando se quejan”.

Entrar a una dinámica de poliamor jerárquico no necesariamente implica que esté de acuerdo. Aquellos que tenemos apego inseguro tendemos a poner las necesidades de la otra persona sobre las propias. Aquellos que vivimos un apego a partir del trauma, difícilmente podemos poner límites claros y precisos.

Aquí el “gaslighting” que menciona Eve puede verse cuando la pareja primaria le dice al vínculo secundario “es tu problema, tú sabías a qué le entrabas y cómo era esto. Si no te gusta, vete”. Eso no es ético ni compasivo.

¿Para qué sirve la jerarquía?

A todo esto, ¿para qué necesitamos la jerarquía? Tener a una relación primaria “intocable” nos ayuda a protegerla. De esa forma, se aseguran de que su relación “no cambiará” aunque se abran al poliamor.

Spoiler alert: al entrar al poliamor, tu relación va a cambiar. De hecho, ese es el objetivo.

Personalmente, soy fan de Dedeker Winston y su más actualizada Smart Girl’s Guide to Polyamory. Además de que tiene una mirada ética y compasiva, es bastante detallada y profesional (finalmente, es una terapeuta especializada). Ella habla de cómo el “privilegio de pareja” está tan grabado en nuestra forma de ser que consideramos esencial ser parte de una relación de pareja para estar completos. Y claro que así es, nos enseñan que las parejas estables tienen un estatus mayor en la sociedad.

Mientras que Dedeker también considera que una jerarquía en el poliamor es algo controversial (tiene un capítulo completo dedicado al tema), explica que existe la jerarquía descriptiva que sucede más orgánicamente. Esto implica que algunas personas tienen ciertos derechos y obligaciones que van con el momento de vida en el que están. Por ejemplo, yo tengo un vínculo con quien vivo y otro con el que no. No es que uno sea más importante que el otro, sino que así decidimos que fuera.

Poliamor consensuado

Si estoy en una relación donde tenemos acuerdos donde todos podemos dar nuestro input y estamos involucrados en las decisiones que nos afectan, entonces ¿es necesario que haya una jerarquía? ¿Realmente hay alguien más importante que otra persona? ¿Es ése el tipo de relación que quiero?

A veces venimos tan acostumbrados a algo que nos funcionaba, que es difícil considerar nuevas opciones. Hablar de una relación poliamorosa consensuada me permite tener la flexibilidad necesaria sin perder la seguridad que requiero. Aún en situaciones donde decido que mi vínculo “primario” es quien vivirá conmigo y estará encargado de la crianza de mis hijos conmigo mientras que mis vínculos secundarios no, esto no tiene que ser imponerle a otras personas este rol. Además, considera a los vínculos como personas, no como satisfactores de la relación primaria.

Y sí, el lenguaje que usamos sí es importante. Cuando le digo a un vínculo que es secundario ante mi primario, estoy replicando una estructura donde alguien tiene más importancia que otra persona. Si estamos en una jerarquía prescriptiva donde todos pueden negociar, ¿para qué hablar de primarios y secundarios? Personalmente, me refiero a mis vínculos como «mi vínculo con el que vivo», «mi vínculo de 6 años» o simplemente «mi vínculo». Porque eso es. Por supuesto, mi vínculo que vive solo no tiene que pagar renta ni comida de la casa, sería absurdo porque no cohabitamos. Eso no lo hace más ni menos importante que la persona con quien sí vivo.

Una de las habilidades más útiles en la no monogamia ética es la flexibilidad. Saber que todo cambia y que podemos cambiar juntos.

En el ejemplo de la crianza, puede acordarse que los vínculos secundarios no estén involucrados. Si a lo largo de la relación surge un deseo o necesidad de alguna de las partes para hacer un cambio, es importante que exista un terreno fértil para que esa discusión ocurra. No quiere decir que debas aceptar o negarte, simplemente que no haya un muro que evite que siquiera se mencione el tema.

La decisión del tipo de poliamor que quieras llevar a cabo es completamente tuya. Espero que con esta información puedas sea más claro lo que es el poliamor jerárquico y a qué me refiero con que no sea ético.

Poliamor 101: No sólo es sexo desenfrenado

Hace algunos años conocí a una pareja que se hacía llamar poliamorosa. Estaban casados y tenían encuentros sexuales con otras personas, siempre juntos. Conforme fui conociendo sus relaciones, me di cuenta de que conocían a alguien y comenzaban a interactuar mucho con él, hasta el punto de invitarlo a vivir con ellos. Sin embargo, esa persona no tenía el mismo lugar en la jerarquía y, después de un tiempo, era desechado para dar lugar a una persona nueva. Poco a poco fue evidente el camino de cadáveres emocionales que iban dejando a su paso en su búsqueda por satisfacer sus necesidades como pareja, haciendo uso de un ‘tercero’.

Los cazadores de unicornios y la responsabilidad afectiva

En algún momento, se le llamó ‘unicornio’ a una mujer bisexual que tenía una relación exclusivamente sexual con una pareja heterosexual. Se decía que era tan difícil encontrarla que era como “buscar un unicornio”. Esto, por supuesto, ya no se reduce a un movimiento sexista que cosifica a una mujer, ahora los cazadores de unicornios pueden ser de cualquier género y orientación sexual – como los que te contaba al principio de este artículo.

Aquí siento la necesidad de hacer una confesión: yo también fui cazador de unicornios. Bueno, de unicornio – uno nada más. Al comenzar a abrir mi relación, sucedió que conocimos a un hermoso hombre con quien ambos tuvimos excelente química. Sin embargo, por nuestra jerarquía le dejamos claro que no tendríamos una relación más que sexual. El problema de esta regla (claramente no ética, como lo explico aquí) fue que nos dejó a todos heridos.

La relación entre los tres fue creciendo y cambiando orgánicamente pero ninguno se atrevió a mencionarlo debido a las restricciones jerárquicas preestablecidas.

Este es un buen momento para hablar de la famosa “responsabilidad afectiva”. En círculos de personas no monógamas este término se usa frecuentemente aunque pocos puedan decirte qué es. En pocas palabras, la responsabilidad afectiva implica que todos somos responsables de nuestros afectos, nadie más. Por eso, los clásicos es que tú me hiciste sentir mal, me voy por tu culpa, o si no fueras tan coqueto, no te hubiera puesto el cuerno, no son válidos. SIN EMBARGO, hay muchos que la utilizan como un arma.

El decirle a la otra persona tú eres responsable de sentirte mal así que no sé por qué vienes a hacerme drama, no es ético y no es ser responsable. Eso es una forma de deslindarme de mi parte en el desorden y decirle a alguien más que lo limpie. En este artículo puedes conocer más a detalle cómo funciona la responsabilidad afectiva en una relación ética.

Polidefiniciones

Entonces si el poliamor no son parejas que buscan “un tercero”, ¿qué es? Uno de los errores más frecuentes que encuentro en conversaciones con personas interesadas en el tema (para conocer o para criticarlo) es hablar de poligamia. La poligamia es un término legal para uniones de un hombre con varias esposas (poliginia) o una mujer con varios esposos (poliandria). Esto no tiene nada que ver con poliamor.

El poliamor es un estilo relacional donde las personas están abiertas a tener más de un vínculo afectivo (romántico) simultáneamente donde todos los involucrados están enterados. *Respira* Eso son muchas palabras y nada de pausas así que vamos a desempacarlo.

  • Es un estilo relacional porque no depende de la orientación sexual, sexo, expresión ni identidad de género de los involucrados. Puedes ser hombre trans heterosexual que disfrute de tener sexo con personas que tienen pene y ser poliamoroso. Lo único que implica es cómo quieres relacionarte tú con otras personas.
  • Tener más de un vínculo afectivo/romántico es lo que comúnmente conocemos como “novios” o “parejas”, sólo que no está limitado a que sea una sola persona. Afectivo/romántico habla del tipo de vínculo. Evito decir sexoafectivo porque puedes ser una persona asexual poliamorosa – de hecho, es una buena alternativa cuando se relacionan con alguien sexual.
  • Todos los involucrados deben estar enterados. No todos tienen que relacionarse entre ellos, ni amistosa, ni afectiva ni sexualmente. Con que todos sepan de la existencia de los otros es suficiente aunque nunca se vean la cara.

Como es posible que haya más de dos personas en la relación, generalmente se habla de vínculos en lugar de parejas. Ahora, no es necesario que una persona tenga varios vínculos para ser poliamorosa. No es como que soy poliamoroso hoy porque tengo dos vínculos y si una de esas relaciones transiciona ya no lo soy.

Juntos pero no necesariamente revueltos

Ya que dejamos claro que no todos tienen que estar en una relación cuando se es poliamoroso, creo que es importante explicar algunas de las configuraciones más comunes:

  • Triada o trieja: Tres personas que tienen un vínculo entre ellas.
  • Relación en V: Una persona con dos vínculos que no se relacionan entre sí. Piensa a la persona como el vértice y a los vínculos como aristas. Ya con esa imagen, puedes imaginar cómo es una relación en W y en N.
  • Solo-poli: Una relación donde una persona elige mantener vínculos con otras personas pero sin planes de cohabitar… porque en poliamor no seguimos el guión prescrito de novio, pareja, vivir juntos y casarnos (a menos que sea una decisión consciente).
  • Mono-poli: Una relación donde una persona es monógama y sólo tiene un vínculo con otra persona que decide vincularse con más personas.

Esas no son todas las configuraciones ya que depende completamente de lo que los involucrados decidan.

¿Cómo se ponen de acuerdo?

Considerando que no tienes que llevarte bien con todos tus metamores (los vínculos de tus vínculos, conoce más a detalle este concepto aquí), es importante que haya mucha comunicación y que todos estén claros en lo que sucede en la relación. Aún cuando tú no estés vinculado con el novio de tu novio, lo que ellos hacen tendrá cierta influencia en tus relaciones.

Esa red que se construye entre los involucrados se conoce como polícula (mezcla de poliamor y molécula) – piénsalo como una familia.

Cuando llega un nuevo integrante a la polícula, es importante que todos estén enterados y tener en cuenta la ENR (energía de nueva relación). Así como en la monogamia hablamos de enamorarnos, en poliamor hablamos de ENR que es esa emoción e intoxicación que nos da al empezar una nueva relación. Esta distinción surge principalmente porque puede suceder con varias personas simultáneamente y en lo tradicional uno se enamora de una persona a la vez. Pero nos emboba igual.

Igual que en la monogamia, no hay que tomar decisiones cuando estamos bajo la influencia de alguna droga (incluyendo la ENR). Aún así, y por más tentador que parezca, en las relaciones poliamorosas éticas es esencial recordar que las reglas no son éticas (aquí te digo por qué). Las alternativas son los acuerdos y los límites, ya que estos dos toman en cuenta las necesidades de todas las personas involucradas y no limitan la agencia de nadie.

¿Y los celos? ¿A poco los poliamorosos no sienten celos?

No puedo hablar de todas las personas poliamorosas, pero en mi caso yo sigo sintiendo celos. Uno de mis vínculos no siente celos (al menos no tradicionalmente pero puedes leer la historia aquí) y el otro sí. Lo que he aprendido es que estos celos no son tóxicos ni malvados, de hecho así los he transformado en mis amigos para poder aprovechar lo que me dan.

Y precisamente esa es una de las razones por las que algunas parejas se vuelven cazadores de unicornios. La inseguridad e incertidumbre que me da el que mi pareja pueda vincularse con alguien más nos lleva a muchos a pensar que nos van a dejar por la otra persona. Entonces se generan relaciones jerárquicas donde existe la pareja principal y los secundarios (que tienen un límite de hasta dónde van a llegar).

Las relaciones jerárquicas no son éticas ya que interfieren con los cuatro pilares: la agencia, la honestidad, el consentimiento y la compasión. Hay relaciones donde llegan a tener poder de “veto” donde uno le puede decir a la otra persona con quién sí puede o no vincularse.

Tal vez te podrás dar cuenta de que en todo esto, el sexo llega a pasar a segundo plano. En algún momento alguien comentó muy acertadamente que los poliamorosos nos pasamos mucho más tiempo platicando de cómo nos sentimos de tener sexo con otras personas, de cómo se sienten nuestros vínculos de que tengamos sexo con otras personas y de cómo se sienten esas otras personas que teniendo sexo. Y es que tener una relación poliamorosa implica ética, asertividad e intencionalidad. No es algo que nos “pase”. No es una infidelidad. Es tenerlo todo claro, estar dispuesto a ser vulnerable ante varias personas, respetar su agencia para actuar, ser honestos, dar nuestro consentimiento y actuar con compasión.

Los celos son amigos, no comida.

Este es el tema del que muchos queremos hablar. Cuando empecé a considerar la idea del poliamor, los celos definitivamente fueron lo primero que investigué. ¿Cómo le hacían estas personas para poder superar sus celos? ¿Qué hacían con esa presión en el pecho, esa mandíbula apretada, hombros y espalda tensos, junto con todas las fantasías catastróficas que inundaban mi cabeza cuando imaginaba la mínima posibilidad de que mi pareja se interesara por alguien que no fuera yo?

Huimos de lo que no nos gusta

Desde que estaba en relaciones monógamas me identificaba como un hombre muy celoso y controlador. Para volverme menos «tóxico» (puedes leer aquí por qué lo pongo entre comillas), leí acerca del origen de los celos, su fundamento fisiológico y me pregunté, como algunos de ustedes, si es normal sentir celos.

¡Por supuesto que no es normal!, pensé.

Cuando mi pareja me contaba de alguien de su pasado, sentía un vacío en el estómago y un apretón en el pecho. Ya, no me cuentes más. No necesito saber. y paraba la conversación. Al menos la conversación con él porque en mi cabeza había una cascada de pensamientos que detonaban más reacciones fisiológicas desagradables.

Y es que los celos no son un sentimiento por sí mismos, son una mezcla de varios otros. Cuando surgen, puedes sentir miedo, tristeza, inseguridad, enojo, soledad, rechazo, ansiedad, desesperación y frustración entre otros.

En nuestra sociedad estamos entrenados a buscar la forma más rápida y efectiva de dejar de sentirnos «mal». Si tienes un dolor de cabeza, tómate una aspirina; si te sientes cansado, toma un café; si estás triste, habla con un amigo para que se te quite y te sientas mejor pronto. Le tenemos tanto miedo a nuestras emociones que hasta las describimos como negativas.

Por supuesto que los celos, siendo una bomba de emociones, son clasificados como tóxicos e indeseables. Hay quienes dicen que si los sientes, ¡te hace falta madurez y deconstrucción!

Los celos como comida

Todo esto nos lleva a usar los celos como comida. Tomamos esos pensamientos y sensaciones y tratamos de reprimirlo o huir de ellos, sin darnos cuenta de que lo único que hacemos es alimentar esas emociones que nos dan tanto miedo.

Los celos alimentan tu inseguridad cuando te llevan a compararte con otras personas, sabiendo que siempre habrá alguien que tenga algo que tú no tienes. Alimentan tu enojo cuando no puedes hacer nada para detener una situación y te sientes tratado de manera injusta. Incrementan tu miedo y ansiedad cuando intentas evitar ver la realidad y cierras tus ojos, pensando solamente en una inmensa cantidad de fantasías catastróficas.

¿Los celos así son malos? No. ¿Son agradables? Por supuesto que no.

Al tomarlos y echarlos como papa caliente al bote de tu interior, se vuelven el combustible para el fuego que son tus reacciones fisiológicas. Ese dolor físico que sientes es real y sólo tú sabes cómo es.

En algún momento, cuando aún tenía una relación monógama con una de mis parejas, tuvimos una situación así. Poco después de empezar a vivir juntos, me comentó que había tenido sexo con una persona que a mí no me caía nada bien y que, además, vivía junto a su trabajo. Por mera coincidencia, el siguiente día llegó más tarde a casa de lo normal. Yo estaba angustiado, enojado, frustrado y dolido pensando en la posibilidad de que se hubiera ido con él. Mi pareja llegó a casa y tuve dos opciones: tragarme mis celos y alimentar esa tensión, ese vacío en el estómago y en el corazón o hacer algo con ellos.

Durante muchos años, me acostumbré a tragarme esos sentimientos. Siempre pensando que estaban mal, debía dejar de sentirlos y seguir con mi vida. Nunca me funcionó. Sólo me llevaron a tener discusiones después que escalaban mucho más allá de lo que pudieron haber sido en un momento.

Ese día, tomé a mi pareja de la mano y le dije estoy teniendo muchos celos. Tengo miedo de que te hayas ido con el sujeto que me platicaste ayer, me siento triste y adolorido. Esto que siento no tiene nada que ver con la realidad y no importa si sucedió o no. En este momento no te estoy acusando ni sospecho nada, por lo que no te pido que me expliques nada. Sólo quiero poder compartir mi malestar contigo y buscar una forma de sentirme mejor. Me gustaría que me ayudaras, ¿puedes? ¿quieres?

Los celos como amigos

¿Qué pasa si en lugar de tratarlos como algo horrible que no queremos tocar tomamos otro camino?

Las emociones y sensaciones tienen una función y existen para algo. Nos han enseñado a tenerles miedo y huir rápidamente en lugar de aprender a sentarnos con ellas a escucharlas. Si te sientas con tu cansancio sin distractores o estimulantes y escuchas lo que te dice, probablemente sea algo tan sencillo como «necesito descansar«.

Probablemente no tengas una muy buena relación con tus emociones desagradables. Es posible que hayas pasado gran parte de tu vida ignorándolas, haciéndolas a un lado, devaluándolas o peleando con ellas. Imagina a un amigo que tiene tu bienestar como prioridad y que siempre intenta avisarte de lo que necesitas pero lo tratas así. Eventualmente se desesperará y recurrirá a medidas más intensas para que lo escuches.

Tus emociones hacen lo mismo.

Cuando me senté con mis celos, la pasé muy mal. Fue como estar cayendo en un espiral obscuro sin saber cuándo iba a parar. Afortunadamente, al quedarme atendiendo mi sensación sin seguirle dando de comer ideas y sin intentar huir, la incomodidad extrema pasó bastante rápido. Lo que quedó detrás fue un mensaje muy útil.

En mi caso, mis celos me estaban avisando de mi necesidad de cuidarme, reconocerme y ponerme como prioridad. Mi miedo a que mi pareja me abandonara me habló de mi creencia de que no soy valioso. Mi ansiedad de que pasaran cosas que no podía controlar me comunicaba la necesidad de sentirme seguro. Mi tristeza por pensar que mi pareja se olvidaría de mí estando con otra persona me mostró lo poco que me reconozco y cuido. La soledad que me abrumaba cuando no estaba con mi pareja me hablaba de una necesidad enorme de sentirme suficiente.

No te los quites, úsalos

Después de que logré hacer eso, mis relaciones dieron un giro maravilloso. En lugar de simplemente sufrir porque tenía celos, pude platicar con mis parejas desde mi necesidad y pedir exactamente lo que me hacía falta.

Celos: No quiero que salgas con él

Necesidad: Tengo miedo de no ser valioso para ti, ¿podríamos buscar algo juntos para que me sienta valioso para ti?

Celos: Es que si te vas, quién sabe qué vas a hacer y a qué hora vas a regresar

Necesidad: Me siento inseguro cuando sales, ¿qué podemos hacer juntos para ayudarme a sentir seguridad?

Celos: Si te vas con él, voy a desaparecer de tu mente y de tu corazón

Necesidad: Me da tristeza pensar que no soy importante y soy reemplazable. ¿Puedes ayudarme a saber lo que aporto a tu vida y cómo soy importante?

Suena fácil. No lo es. Requiere reprogramar años y años de enseñanzas y creencias. Es necesario sentirse seguro y con la fuerza para ver al monstruo de ojos verdes a la cara para poder conocerlo.

Pero ya que lo conoces, puede ser tu amigo. Puede ayudarte a identificar lo que necesitas y pedirlo para sentirte más pleno en tus relaciones.

Ni poli ni mono – Amor Ético

Hace poco me invitaron a dar una conferencia en una universidad al norte de la ciudad. Estaba a punto de mandar mi presentación cuando me di cuenta de algo que ha estado surgiendo en mi práctica profesional. En los últimos años he estado haciendo investigación en relaciones poliamorosas y no monógamas, aprendiendo a utilizar herramientas de comunicación, deconstrucción y resignificación de conceptos. Todo eso me llevó a crear el proyecto de Gotitas de Poliamor.

Sólo que he estado olvidando el apellido de mi proyecto: Gotitas de Poliamor para los Dolores de la Monogamia.

Los dolores de la monogamia

No, el poliamor NO ES MÁS AVANZADO QUE LA MONOGAMIA. Las personas poliamorosas no somos más maduras, más evolucionadas ni el futuro de las relaciones. Y definitivamente el poliamor no es para todos.

Después de decir eso puedo hablar de qué sucede en la monogamia tradicional. Estamos tan bombardeados con ideas (vagas) de relaciones monógamas que creemos saber exactamente qué estamos buscando. Decimos «quiero tener una pareja» y no sabemos ni para qué – simplemente sabemos que es lo que nos toca hacer. Pero si todos sabemos qué es una pareja, ¿por qué no sólo la encontramos y vivimos felices para siempre?

Para mí una pareja es un confidente, un cómplice, un apoyo, una inspiración y una guía, alguien que camina a mi lado compartiendo su vida conmigo. Sin embargo, lo que caracteriza a la monogamia es la exclusividad sexual. Y ya. Eso es todo. Tu relación se mantiene monógama siempre y cuando no se acuesten con nadie más.

¿Te has puesto a pensar en eso? Las relaciones monógamas tradicionales sólo están definidas por la exclusividad sexual. ¿Realmente es eso lo más importante de una relación íntima entre dos personas?

La base de una relación ética

Yo propongo llevar el enfoque de nuestras relaciones hacia otro lado. Buscar que haya libertad, autenticidad, compromiso y, por supuesto, amor.

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

Las relaciones poliamorosas no dependen de la exclusividad sexual sino de la ética con la que se manejan los participantes. En otras palabras, en tener un amor ético. Los autores que he revisado proponen dos o tres conceptos éticos principales… yo considero que hay un cuarto esencial para evitar que los primeros tres se utilicen como armas. Sobre todo, creo que esto puede llevarnos a pensar, más que en ser monógamo o poliamoroso, en amar éticamente.

Los cuatro pilares de una relación ética

  1. Agencia

En las relaciones poliamorosas, nadie le pertenece a nadie porque, para empezar, todos tenemos la libertad de tener más de una relación amorosa. La agencia es tener la libertad de hacer lo que quieras.

Sí, lo que quieras.

Tú como ser humano tienes el derecho de hacer lo que tú quieras. Tomar tus propias decisiones dependiendo de lo que quieras y necesites. Tienes libertad sexual, emocional, de tu tiempo y de tu espacio.

Tal vez leas eso y pienses ¡por supuesto! ¡eso es más que obvio! y tal vez algo dentro de ti se mueva y diga ¿cómo? ¿Mi pareja es libre de acostarse con quien quiera? ¿Mi pareja puede amar a otras personas? ¿Puede irse de viaje o vivir en otro lado? ¡Peor aún! ¿Puede ver el siguiente capítulo de nuestra serie favorita sin mí y yo no se lo puedo prohibir?

Así es. Porque tu pareja es libre de hacer lo que quiera. Eso también significa que si ejerce su agencia de manera libre y está contigo, es porque decide estar contigo.

Tu pareja te elige a ti. Elige el tipo de relación que tienen. No está porque tiene que hacerlo ni porque se firmó un papel. Se queda porque así lo decide.

2. Honestidad

Para que esto funcione debe haber honestidad. Puede que suene obvio pero ¿qué es ser honesto? ¿Es decir todo? ¿Qué pasa si tu pareja te dice que no quiere saber? Si tengo partes de mi vida que mantengo privadas, ¿estoy siendo deshonesto?

Además, la monogamia tradicional y el amor romántico no promueven la honestidad. Al tener la expectativa de que sólo estarás con una persona el resto de tu vida, se espera que no sientas atracción por nadie más (o al menos que mientas al respecto). Como ya sabemos cómo “debería” ser una relación, es difícil poder ver los deseos y necesidades propios.

La honestidad implica que todos los miembros de la relación (ya sean sólo dos o más) puedan comunicar sus deseos y necesidades, sabiendo que existe la posibilidad de negociación. Tal vez la parte más difícil de este pilar es poder ser honesto con lo que quiero yo mismo.

Es necesario que me pregunte qué necesito y qué quiero. Poder ver esto sin culpa, sin miedo a ser juzgado y sabiendo que si mi pareja no me lo da, no quiere decir que yo esté mal. Para lograr esto, es imprescindible tener herramientas de comunicación que me permitan pedir sin exigir y expresar mis deseos sin responsabilizar al otro de lo que me pasa.

Si ocultas información sabiendo que podría afectar tu relación, estás mintiendo. El no decir la verdad no siempre es mentir, el esconder algo que sabes debe ser dicho sí.

3. Consentimiento

Tal vez en este momento estés pensando ¿qué me protege de estar en una relación donde me siento incómodo, herido o inseguro por alguien que hace lo que quiere y me lo restriega en la cara?

El consentimiento. Más importante aún, saber que es tuyo para darlo o para retirarlo.

En las relaciones monógamas tradicionales si das tu consentimiento, ya no puedes echarte para atrás. La idea de que tienes un alma gemela y no hay más implica que, si lo encontraste, tienes que quedarte con él hasta que la muerte los separe.

La realidad es que las personas estamos cambiando todo el tiempo. La persona que eres hoy es completamente diferente a quien eras cuando conociste a tu primer pareja. Por supuesto, el ideal es poder crecer juntos y construir una vida donde la compatibilidad prospere. El problema es que si crees que no tienes opción, puedes acostumbrarte a la incomodidad.

Hay relaciones donde las personas siguen juntas por culpa (¿cómo me voy a ir después de que me ayudó tanto?), por miedo (¿qué voy a hacer sin él? ¿Qué va a hacer sin mí?) o por costumbre (llevamos tantos años juntos, ¿cómo tirarlo todo a la basura?). En todas esas situaciones, responsabilizas al otro de una decisión que tú tomas.

Si tuviste una relación maravillosa durante años y decides separarte, eso no invalida todo lo que viviste. Sigue siendo una relación exitosa. Si te quedas, es porque así lo decides.

Una persona que no es capaz de poner límites debido a trauma, problemas de autoestima o coerción, no puede dar su consentimiento. Esto incluye situaciones de violencia (explícita o sutil).

4. Compasión

Los primeros tres pilares son muy sonados y utilizados en redes poliamorosas. Desafortunadamente, es my fácil que se utilicen como un arma. De pronto alguien toma decisiones que hieren a sus parejas e ignoran su responsabilidad alegando que están actuando con agencia, siendo honestos y, finalmente, la otra persona ya dio su consentimiento así que no se puede quejar.

Yo agrego este cuarto pilar como el más esencial para poder llevar a cabo una relación ética.

En una relación con compasión, estoy con alguien que me ama y me siento amado por esa persona. Todos los involucrados actúan con el bienestar de sus seres amados en mente. Sí ejercerán su agencia, siendo conscientes de que lo que hacen afectará a otra persona y buscarán la mejor forma de hacerlo. Sí serán honestos y considerarán cómo la otra persona recibirá la verdad. Sí darán su consentimiento y se asegurarán de respetar los límites del otro. En pocas palabras, amarán éticamente.

Esto a veces no se ve así porque asumimos que todos somos seres elevados y contamos con todas las herramientas necesarias para hacerlo. La realidad es que todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos disponible.

Cuando vemos las relaciones con los lentes de la compasión, podemos darnos cuenta de que esto realmente es así. Cuando te alejas de tu pareja después de un conflicto, puede percibirse como si no te importara cuando en realidad lo que quieres es cuidarla evitando el conflicto. Si insistes en resolver un problema inmediatamente, puede percibirse como molesto e imprudente pero lo que quieres hacer es pasar ese problema rápido para que no haga más daño.

El mirar un conflicto con compasión no implica justificar las acciones e ignorar cómo nos hacen sentir. Lo que se logra es saber que la otra persona no está buscando hacerme daño; si lo hace, es porque es lo mejor que puede hacer.

Depende de mí decidir si quiero seguir ahí o no. No por odio, resentimiento o dolor, sino por amor a ti mismo y a tu pareja.

La utopía

¿Suena utópico? Tal vez. Aunque yo creo que está bien. Llevamos mucho tiempo persiguiendo un amor utópico romántico basado en historias donde se glorifican las mentiras, los celos y el control, ¿por qué no ir hacia una utopía basada en la ética? ¿Por qué no luchar por un amor ético?

Yo propongo que en una relación ética, mi pareja puede hacer lo que quiera pero elige estar conmigo, sabiendo todo lo necesario y dando su consentimiento para seguir juntos porque ambos estamos actuando con el bienestar del otro en mente.

En otras palabras…

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.