Ni poli ni mono – Amor Ético

Hace poco me invitaron a dar una conferencia en una universidad al norte de la ciudad. Estaba a punto de mandar mi presentación cuando me di cuenta de algo que ha estado surgiendo en mi práctica profesional. En los últimos años he estado haciendo investigación en relaciones poliamorosas y no monógamas, aprendiendo a utilizar herramientas de comunicación, deconstrucción y resignificación de conceptos. Todo eso me llevó a crear el proyecto de Gotitas de Poliamor.

Sólo que he estado olvidando el apellido de mi proyecto: Gotitas de Poliamor para los Dolores de la Monogamia.

Los dolores de la monogamia

No, el poliamor NO ES MÁS AVANZADO QUE LA MONOGAMIA. Las personas poliamorosas no somos más maduras, más evolucionadas ni el futuro de las relaciones. Y definitivamente el poliamor no es para todos.

Después de decir eso puedo hablar de qué sucede en la monogamia tradicional. Estamos tan bombardeados con ideas (vagas) de relaciones monógamas que creemos saber exactamente qué estamos buscando. Decimos «quiero tener una pareja» y no sabemos ni para qué – simplemente sabemos que es lo que nos toca hacer. Pero si todos sabemos qué es una pareja, ¿por qué no sólo la encontramos y vivimos felices para siempre?

Para mí una pareja es un confidente, un cómplice, un apoyo, una inspiración y una guía, alguien que camina a mi lado compartiendo su vida conmigo. Sin embargo, lo que caracteriza a la monogamia es la exclusividad sexual. Y ya. Eso es todo. Tu relación se mantiene monógama siempre y cuando no se acuesten con nadie más.

¿Te has puesto a pensar en eso? Las relaciones monógamas tradicionales sólo están definidas por la exclusividad sexual. ¿Realmente es eso lo más importante de una relación íntima entre dos personas?

La base de una relación ética

Yo propongo llevar el enfoque de nuestras relaciones hacia otro lado. Buscar que haya libertad, autenticidad, compromiso y, por supuesto, amor.

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

Las relaciones poliamorosas no dependen de la exclusividad sexual sino de la ética con la que se manejan los participantes. En otras palabras, en tener un amor ético. Los autores que he revisado proponen dos o tres conceptos éticos principales… yo considero que hay un cuarto esencial para evitar que los primeros tres se utilicen como armas. Sobre todo, creo que esto puede llevarnos a pensar, más que en ser monógamo o poliamoroso, en amar éticamente.

Los cuatro pilares de una relación ética

  1. Agencia

En las relaciones poliamorosas, nadie le pertenece a nadie porque, para empezar, todos tenemos la libertad de tener más de una relación amorosa. La agencia es tener la libertad de hacer lo que quieras.

Sí, lo que quieras.

Tú como ser humano tienes el derecho de hacer lo que tú quieras. Tomar tus propias decisiones dependiendo de lo que quieras y necesites. Tienes libertad sexual, emocional, de tu tiempo y de tu espacio.

Tal vez leas eso y pienses ¡por supuesto! ¡eso es más que obvio! y tal vez algo dentro de ti se mueva y diga ¿cómo? ¿Mi pareja es libre de acostarse con quien quiera? ¿Mi pareja puede amar a otras personas? ¿Puede irse de viaje o vivir en otro lado? ¡Peor aún! ¿Puede ver el siguiente capítulo de nuestra serie favorita sin mí y yo no se lo puedo prohibir?

Así es. Porque tu pareja es libre de hacer lo que quiera. Eso también significa que si ejerce su agencia de manera libre y está contigo, es porque decide estar contigo.

Tu pareja te elige a ti. Elige el tipo de relación que tienen. No está porque tiene que hacerlo ni porque se firmó un papel. Se queda porque así lo decide.

2. Honestidad

Para que esto funcione debe haber honestidad. Puede que suene obvio pero ¿qué es ser honesto? ¿Es decir todo? ¿Qué pasa si tu pareja te dice que no quiere saber? Si tengo partes de mi vida que mantengo privadas, ¿estoy siendo deshonesto?

Además, la monogamia tradicional y el amor romántico no promueven la honestidad. Al tener la expectativa de que sólo estarás con una persona el resto de tu vida, se espera que no sientas atracción por nadie más (o al menos que mientas al respecto). Como ya sabemos cómo “debería” ser una relación, es difícil poder ver los deseos y necesidades propios.

La honestidad implica que todos los miembros de la relación (ya sean sólo dos o más) puedan comunicar sus deseos y necesidades, sabiendo que existe la posibilidad de negociación. Tal vez la parte más difícil de este pilar es poder ser honesto con lo que quiero yo mismo.

Es necesario que me pregunte qué necesito y qué quiero. Poder ver esto sin culpa, sin miedo a ser juzgado y sabiendo que si mi pareja no me lo da, no quiere decir que yo esté mal. Para lograr esto, es imprescindible tener herramientas de comunicación que me permitan pedir sin exigir y expresar mis deseos sin responsabilizar al otro de lo que me pasa.

Si ocultas información sabiendo que podría afectar tu relación, estás mintiendo. El no decir la verdad no siempre es mentir, el esconder algo que sabes debe ser dicho sí.

3. Consentimiento

Tal vez en este momento estés pensando ¿qué me protege de estar en una relación donde me siento incómodo, herido o inseguro por alguien que hace lo que quiere y me lo restriega en la cara?

El consentimiento. Más importante aún, saber que es tuyo para darlo o para retirarlo.

En las relaciones monógamas tradicionales si das tu consentimiento, ya no puedes echarte para atrás. La idea de que tienes un alma gemela y no hay más implica que, si lo encontraste, tienes que quedarte con él hasta que la muerte los separe.

La realidad es que las personas estamos cambiando todo el tiempo. La persona que eres hoy es completamente diferente a quien eras cuando conociste a tu primer pareja. Por supuesto, el ideal es poder crecer juntos y construir una vida donde la compatibilidad prospere. El problema es que si crees que no tienes opción, puedes acostumbrarte a la incomodidad.

Hay relaciones donde las personas siguen juntas por culpa (¿cómo me voy a ir después de que me ayudó tanto?), por miedo (¿qué voy a hacer sin él? ¿Qué va a hacer sin mí?) o por costumbre (llevamos tantos años juntos, ¿cómo tirarlo todo a la basura?). En todas esas situaciones, responsabilizas al otro de una decisión que tú tomas.

Si tuviste una relación maravillosa durante años y decides separarte, eso no invalida todo lo que viviste. Sigue siendo una relación exitosa. Si te quedas, es porque así lo decides.

Una persona que no es capaz de poner límites debido a trauma, problemas de autoestima o coerción, no puede dar su consentimiento. Esto incluye situaciones de violencia (explícita o sutil).

4. Compasión

Los primeros tres pilares son muy sonados y utilizados en redes poliamorosas. Desafortunadamente, es my fácil que se utilicen como un arma. De pronto alguien toma decisiones que hieren a sus parejas e ignoran su responsabilidad alegando que están actuando con agencia, siendo honestos y, finalmente, la otra persona ya dio su consentimiento así que no se puede quejar.

Yo agrego este cuarto pilar como el más esencial para poder llevar a cabo una relación ética.

En una relación con compasión, estoy con alguien que me ama y me siento amado por esa persona. Todos los involucrados actúan con el bienestar de sus seres amados en mente. Sí ejercerán su agencia, siendo conscientes de que lo que hacen afectará a otra persona y buscarán la mejor forma de hacerlo. Sí serán honestos y considerarán cómo la otra persona recibirá la verdad. Sí darán su consentimiento y se asegurarán de respetar los límites del otro. En pocas palabras, amarán éticamente.

Esto a veces no se ve así porque asumimos que todos somos seres elevados y contamos con todas las herramientas necesarias para hacerlo. La realidad es que todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos disponible.

Cuando vemos las relaciones con los lentes de la compasión, podemos darnos cuenta de que esto realmente es así. Cuando te alejas de tu pareja después de un conflicto, puede percibirse como si no te importara cuando en realidad lo que quieres es cuidarla evitando el conflicto. Si insistes en resolver un problema inmediatamente, puede percibirse como molesto e imprudente pero lo que quieres hacer es pasar ese problema rápido para que no haga más daño.

El mirar un conflicto con compasión no implica justificar las acciones e ignorar cómo nos hacen sentir. Lo que se logra es saber que la otra persona no está buscando hacerme daño; si lo hace, es porque es lo mejor que puede hacer.

Depende de mí decidir si quiero seguir ahí o no. No por odio, resentimiento o dolor, sino por amor a ti mismo y a tu pareja.

La utopía

¿Suena utópico? Tal vez. Aunque yo creo que está bien. Llevamos mucho tiempo persiguiendo un amor utópico romántico basado en historias donde se glorifican las mentiras, los celos y el control, ¿por qué no ir hacia una utopía basada en la ética? ¿Por qué no luchar por un amor ético?

Yo propongo que en una relación ética, mi pareja puede hacer lo que quiera pero elige estar conmigo, sabiendo todo lo necesario y dando su consentimiento para seguir juntos porque ambos estamos actuando con el bienestar del otro en mente.

En otras palabras…

Sin agencia, no hay libertad. Sin honestidad, no hay autenticidad. Sin consentimiento, no hay compromiso. Sin compasión, ho hay amor.

Desenredándote en una relación codependiente sin soltar a tu pareja.

«Y, ¿cómo empiezo?» es de las preguntas que más frecuentemente escucho cuando alguien se interesa por entrar al poliamor. Es común pensar que lo más importante es asegurarte de que no tengas celos o de que tu relación esté lo suficientemente sólida para resistir el cambio.

Resulta que no es eso.

El paso que más nos saltamos cuando abrimos una relación

Recientemente me compartieron un artículo escrito por Polyamory School acerca de este tema precisamente. Entre todo lo que comentan, me gustaría empezar con tres lecciones que consideran debemos aprender:

  1. Aún si tengo tiempo solo, sigo siendo amado.
  2. No voy a hacerme bolita y morirme porque me dejan solo.
  3. Tener vidas individuales nos hace personas más interesantes y eso refuerza nuestra relación.

Para aquellos de nosotros que empezamos desde una relación monógama o que simplemente no conocemos otras formas de relacionarnos, es muy fácil enredarnos en nuestras relaciones de pareja. Según Polyamory School, la monogamia es un suelo muy fértil para sembrar codependencia. ¿Está mal? No. ¿Sirve para ser poli? Tampoco.

De codependencia, romance y vidas fusionadas

Para muestra, un botón. En la relación que tengo con mi pareja (con quien vivo), hemos dormido separados un total de ocho veces en casi seis años. Nos hemos bañado separados menos de quince. Siempre me ha parecido increíblemente romántico ya que para mí eso demostraba todo el interés y la necesidad que teníamos de estar juntos.

Para algunos de ustedes, eso puede ser algo espeluznante. Habrá quien diga de manera experta y elocuente «eso es un claro signo de codependencia«.

Siempre he pensado que en las relaciones humanas todo se vale siempre y cuando todos los involucrados den su consentimiento informado y no haya ningún tipo de coerción. Habemos quienes disfrutamos mucho de vidas fusionadas y habrá quien necesite mantener esferas privadas e independientes. Ninguna es mejor porque todos tenemos necesidades diferentes.

El punto está en que esto debe ser flexible. Cuando se empieza una relación poliamorosa, hay que saber que es imposible tener una relación tan enredada. Hay que dejar algunos hilos para los vínculos que se vayan agregando.

Guía paso a paso

En poliamor y en las relaciones humanas no hay guías paso a paso que sean efectivas para todos siempre. Dicho eso, el artículo de Polyamory School tiene una propuesta maravillosa que, si bien no es una panacea, considero extremadamente útil.

Para desenredarte antes de abrir tu relación, puedes hacer lo siguiente:

Paso 1: Elige una noche y vete.

Cada uno de ustedes debe elegir una noche específica de la semana para salir. Las condiciones son que no pueden ir juntos y no pueden elegir la misma noche. Por el momento, limítate a actividades lúdicas que no incluyan salir con alguien románticamente. Puedes ir al cine, a tomar un café, al karaoke, al teatro o a caminar. Si esto es fácil o después de hacerlo algunas veces, intenta no preguntarle a dónde va hasta que regrese.

Paso 2: Cambia a una noche al azar

Igual y hasta un día del fin de semana. Por el momento, ¡aún no hagas citas románticas! Esto ayuda a que se vayan acostumbrando a pasar tiempo separados sin que eso amenace su relación o su intimidad.

Paso 3: Invítense a tener citas

Ahora que hay noches en las que cada uno de ustedes tiene tiempo para sí mismo, se deja de obviar que pasarán tiempo juntos. Las noches de rutina donde van de cenar a ver Netflix a la cama a dormir se están volviendo más esporádicas y es posible que haya cosas que quieran compartir. Tal vez en una de tus salidas encontraste un lugar que sabes que le gustaría a tu pareja… ¡invítalo a salir! Pregúntale qué día le queda mejor y hagan un plan. Ya no es un «ah, el viernes vamos a hacer esto» sino «me gustaría salir contigo el viernes, ¿cómo ves?».

Esto es un gran cambio. Ya no asumen que estarán juntos y su tiempo se vuelve más intencional y de calidad.

Paso 4: Ahora Y SÓLO AHORA salgan con otras personas en plan romántico

Vayan lento. Esto es un proceso que debería tomar varias semanas. Tómense su tiempo que nadie los está correteando. Puede ser empezar con una noche a la semana para salir con alguien y después de un par de meses empezar a incrementar el número.

Ojo! Esto sólo es una guía y recuerden que las personas en la relación son más importantes que los acuerdos y la relación en sí. Hay que comunicarse mucho y platicar cada paso que se da. Es válido regresarse un paso o poner pausa al proceso. Todo es válido siempre y cuando todos los integrantes estén de acuerdo.

Dos individuos compartiendo su vida

En pocas palabras, volver a ser personas independientes puede abrir un mundo completamente nuevo para su relación. Esa persona que conociste, independiente de ti, es de la que te enamoraste. Es hermoso compartir una vida, un espacio y planes – es hermoso poder hacerlo con otra persona que tiene cosas que aportar y compartirte.

School, P. (2017, June 27). The Most Skipped Step When Opening a Relationship. Retrieved October 15, 2019, from https://medium.com/@PolyamorySchool/the-most-skipped-step-when-opening-a-relationship-f1f67abbbd49?sfns=mo.

Tú y yo, ¿qué somos? – De etiquetas y moldes

«Mexicanos», fue parte de lo que me dijo alguien con quien estuve saliendo después de hacerle esa pregunta. «¿Qué importa cómo le digamos si es algo nuestro nada más?» vino después. Yo solo me quedé pensando que si realmente el nombre fuera irrelevante no habría tanta ansiedad alrededor de tener esa etiqueta.

La escalera eléctrica de las relaciones

En las relaciones monógamas heterosexuales existe un guión prescrito muy claro. En contexto de poliamor le llamamos la escalera eléctrica de la relación («relationship escalator») y funciona así:

Conoces a alguien con quien hay química, se gustan y deciden salir para «conocerse». Después de algún tiempo, uno de los participantes le pide al otro si quiere ser su novio (no nos metamos en dilemas de género y si los hombres lo deben hacer). Posteriormente, se espera que la pareja se case y tenga hijos.

Consideremos que estoy hablando de personas que no han pasado por un proceso de deconstrucción de sus propios valores y creencias. ¿Por qué se le llama la escalera eléctrica? Porque ya que te subes al primer escalón tienes que seguir avanzando. Si te detienes demasiado tiempo en un lugar, se asume que la escalera (relación) está descompuesta y tiene que arreglarse.

Moldes

Esto presenta un dilema: ¿qué pasa si soy muy feliz con mi novio y no queremos vivir juntos nunca? ¿Eso hace que nuestra relación sea menos «válida» o «seria»? Cuando te detienes unos momentos a pensar qué es lo que realmente deseas, es posible que te des cuenta que hay escalones de la escalera que no te son cómodos o atractivos.

Además, esos escalones son tan rígidos que las personas tienen que amoldarse para poder estar en ellos. Es como utilizar un molde de galletas y usarlo para cortar los pedazos que no encajan con lo que está prescrito: Ya que somos pareja, debemos ser exclusivos sexualmente y todo tu tiempo libre está destinado a estar conmigo. Podemos salir con nuestros amigos pero el default es que estaremos juntos. Ya no es necesario agendar citas románticas, más bien agenda a tus amigos en aquellos momentos que se pueda.

¡No es raro que haya gente que le huya! Generalmente se asume que es falta de compromiso pero yo pensaría que es más una resistencia a forzarse a ser algo que no necesariamente quieren. No es sólo la etiqueta de decirse novio, sino el molde precargado de expectativas. Para hacerlo aún peor, ¡rara vez son consensuadas o habladas!

Etiquetas descriptivas

En el poliamor no hay pasos prescritos – la escalera eléctrica no aplica. Cada relación es diferente y la única forma de saber dónde está y para dónde va es preguntarle a los miembros que están participando. Además, todos los involucrados saben que los términos de la relación son flexibles y serán reacordados según la relación vaya necesitándolo.

Los poliamorosos nos pasamos gran parte del tiempo hablando y explorando significados. Antes de saber si seremos vínculos, novios, esposos, amantes, amigovios o lo que sea, primero buscamos homologar significados. ¿Qué es un novio para ti? ¿Qué expectativas y deseos tienes? ¿Cuáles son tus deal-breakers y qué elementos son flexibles? Para nosotros lo más importante es que todos estemos de acuerdo y para eso necesitamos hablar el mismo idioma.

Entonces las etiquetas se vuelven algo descriptivo. Es como cuando vas a un buffet. No por poner sandía en el contenedor que dice «camarón» ocurrirá una transformación milagrosa. La etiqueta no determina el contenido, sólo sirve para saber si me interesa esa opción o no.

Todos somos diferentes y tenemos necesidades que pueden o no coincidir con nuestra pareja. Ese no es el punto. Más bien hay que enfocarse en escribir juntos el guión que seguirá la relación y que le llamemos de la forma que nos permita entender a nosotros.

Gotitas para la monogamia

Esto no es exclusivo para las relaciones poliamorosas. En mi experiencia, las relaciones que son más nutritivas, amorosas y gozosas son aquellas donde los participantes se toman el tiempo de asegurarse de que sus significados son compatibles y, en caso de que no, buscan negociar con el bien común como prioridad.

¿Está mal que alguien quiera seguir la escalera eléctrica de las relaciones? No. El problema sólo viene cuando crees que no tienes oportunidad de bajarte o detenerla cuando llegues al lugar que sea mejor para los involucrados.

Yo no crecí poliamoroso – De Poli-Dioses y otros seres.

“Gnothi Seauton” – “Conócete a ti mismo”

Antes de empezar debo confesar que no voy a hablar de dioses míticos ni de leyendas inspiradoras de poliamorosos perfectos. ¡Qué padre sería que existieran esas historias para decirnos cómo rayos hacerle en este mar de novedad!

Actualmente estoy en una relación con dos personas a quienes yo llamo “Poli-Dioses” porque están, desde mi punto de vista, increíblemente adaptados a esta filosofía poliamorosa de forma natural. Con ambos he aprendido que hay personas que no sólo no experimentan celos, sino que parecen estar pre-programados para sentir compersión. Ambos tienen una gran capacidad de sentir y compartir amor, sin el ruido que causa la necesidad de poseer o controlar al otro. Por otro lado, yo soy un simple Poli-Mortal que está en la interminable búsqueda por la deconstrucción para olvidarme de esos modelos que no me son funcionales y adquirir nuevas ideologías un poco más sanas para mí.


¡Poli-Glosario!

Compersión: Originalmente un concepto creado por la comunidad Kerista (hablaré de ellos después pero vale la pena una búsqueda en Google). La compersión es un híbrido de “compasión” y “conversión”, se define como sentimientos positivos acerca de la felicidad que tu pareja experimenta con sus otras parejas. Esencialmente, es lo opuesto a los celos.

Para más información, checa The Smart Girl’s Guide to Polyamory de Dedeker Winston.


Amor = Conflicto

Podría pasar horas escribiendo acerca de las ideas que nos enseñan acerca de cómo el amor siempre viene cargado de dificultades y problemas. No sólo no tenemos modelos positivos de relaciones poliamorosas en los medios y en la sociedad, ¡creo que tampoco hay muchos modelos monógamos!

Yo crecí creyendo que había un objetivo claro y único en las relaciones románticas: Estar juntos para siempre. A pesar de infidelidades, a pesar de conflictos, a pesar de incompatibilidades. Si era el elegido, todo eso era poco importante.

No me enseñaste…

A mí nadie me enseñó a amar. Realmente aprendí viendo mi entorno y la sociedad. Puros mensajes incongruentes. ¿Qué aprendí?

  • Si te enamoras de alguien, no tienes opción. Esa es la persona que “robó” tu corazón y ya fue.
  • Cuando amas, esa persona es tuya y de nadie más. Sus acciones, pensamientos, palabras y ausencias están relacionadas conmigo, me afectan y son dirigidas a mí. Siempre. Para bien o para mal.
  • Al momento de aceptar estar en una relación con el amor de tu vida, sucede un cambio mágico y la parte de tu cerebro que se siente atraída a otras personas se pone en modo hibernación, esperando al día que la relación termine para volver a activarse.
  • Si una relación termina, automáticamente todo lo bonito que fue pierde su valor y se convierte en un fracaso. Debes cortar completa comunicación con tu ex y tus amigos deben elegir bandos.
  • Si me cela, le importo. Si no, es que secretamente tiene amantes y no le importa si me voy con alguien porque él tiene otros tantos esperándolo.
  • El sexo es sólo con tu pareja. Es algo sagrado que se devalúa como una moneda; entre más haya, menos valioso es. Entonces hay que asegurarse de encontrar al elegido rápido porque si no, llegas pobre a tu relación destinada.

Aprendiendo en el dolor (o creciendo a trancazos)

Después de cada relación donde buscaba, de alguna forma, que todos los puntos anteriores funcionaran, pasaba por mucho dolor, sufrimiento, desesperación y desesperanza. Sin embargo, los paradigmas sociales llegaron a mi rescate: No te preocupes, con cada corazón roto, has aprendido y crecido más.

Yo sólo pensaba, “a este paso, voy a ser inmortal pronto”.

Una enseñanza más de cómo el amor y el dolor son compañeros íntimos. Para crecer y encontrar a tu verdadero amor, vas a pasar por varios sapos con los que vas a sufrir.

También en el gozo se crece

Hace un par de meses, un terapeuta me hizo la observación de que “a mí me encanta darme en la madre”. Yo sólo pensé, “claro, por eso he crecido tanto”. Afortunadamente, su intervención no terminó ahí. Me ayudó a darme cuenta que en los cinco años y medio que llevo de relación con mi pareja, hemos crecido en gozo. No mediante peleas, sufrimiento y despecho. Ambos nos hemos ido nutriendo en amor, comunicación, compañerismo, comprensión y ética. ¡Me pareció algo que no creería si no lo hubiera vivido yo mismo! Resulta que también es posible crecer en gozo; crecer mediante la felicidad y el amor.

No soy (ni seré) un Poli-Dios

En ese momento me di cuenta de que estaba esperando el momento en que yo hubiera sufrido lo suficiente para transformarme en un dios mítico que ha trascendido estos sentimientos de mortales. Y hoy no sé si eso vaya a suceder algún día, pero tampoco lo necesito.

Hoy me doy cuenta que no soy un Poli-Dios pero soy un Poli-Aprendiz. No estoy del otro lado, tal vez nunca lo esté, pero sí sé que puedo elegir el camino que voy a tomar. Si de cualquier modo el destino lejano es incierto, ¿no es mejor andar por el sendero de gozo y amor?

Amando a varias personas: El amor no es un pastel

No es lo que siento por ti, sino lo que no siento por nadie más.

Jaime Sabines

Durante mi tiempo en la monogamia, las relaciones de pareja eran bastante directas, al menos en el camino que deberían seguir. Conocía a alguien, nos gustábamos, salíamos y comenzábamos a conocernos hasta empezar a querernos. Posteriormente, si la relación seguía bien, sabía que tendríamos sexo, viviríamos juntos, nos casaríamos y viviríamos felices para siempre. En algún punto de ese camino, dejaríamos de decirnos “te quiero” para pasar al mucho más significativo “te amo”. Todo eso era un hecho que ni siquiera pensaba cuestionar ya que era obvio.

¿Y el anillo pa’ cuándo?

En poliamor a eso le llamamos la escalera eléctrica de las relaciones (the relationship escalator). Si te subes al primer escalón, se espera que te sigas moviendo hacia arriba. Si te quedas en cualquiera de los escalones por más tiempo del esperado, te preguntan cuál es el problema que tu relación claramente tiene (la escalera está defectuosa). Un noviazgo que lleva años sin hablar de matrimonio genera curiosidad en la gente (“yo creo que no van en serio”).

Es como si la única forma en que tu relación fuera válida, seria y real fuera que siguiera avanzando en ese camino predeterminado, te guste o no.

Por supuesto, las relaciones poliamorosas no gozan de ese guión prescrito indicando hacia dónde deben ir. Afortunadamente, eso significa que tenemos la oportunidad (y responsabilidad) de decidir cómo queremos que se vea nuestra relación. Cada relación con cada persona nueva es diferente y requiere una construcción conjunta a base de mucha comunicación.

Entonces, ¿cómo sabes a quién amas?

Este ha sido de los puntos que más me ha costado entender. Algo que diferenciaba claramente a mi amor verdadero de mis amigos, conocidos y ligues era el decir te amo. Era un sentimiento único, evidente, que expresaba sólo a mi pareja. Cuando una relación terminaba, no dejaba de amar a esa persona pero asumía que ese te amo ya no le correspondía. Después conocería a alguien más y volvería a amar.

Nunca consideré que realmente ese amor no desaparecía, sólo se iba al fondo.

En mi vida jamás pensé que podría decirle a dos personas que las amo simultáneamente. Debo confesar que más de una vez me detuve a observar el sentimiento y tratar de entenderlo. Se siente diferente, a pesar de que sé que en ambos casos es amor. ¿A quién amo más? ¿A quién amo realmente?

Una rebanada de amor para ti y tres para mi marido.

El amor que siento por mis amigos y mi familia es diferente. No es que ame más a unos que a otros, ni que uno sea real y el otro no. De alguna forma consideramos que el amor romántico es tan único que ése sí escasea.

Uno de mis sabios amigos tiene una excelente analogía para este tema. Él dice que mucha gente ve el amor como si fuera un pastel. Si le doy mi amor a una persona y después decido dárselo a otra, me quedan menos rebanadas que darle. Sin embargo el amor no es pastel. El hecho de que yo ame a un amigo, a mi pareja y a mi familia no quiere decir que tengo que distribuir pedazos de corazón entre ellos y a ver a quién le toca más. Todos tienen su pastel completo.

¿Y ya? ¿Así de fácil?

¡Ojalá! Al menos para mí ha sido un largo camino de deconstrucción y reaprendizaje de muchas cosas que aprendí en mi tiempo en la monogamia. He tenido que tomar mis celos, desarmarlos en muchos pedacitos y enfrentarme a miedos, inseguridades, ansiedad y temas de autoestima que no sabía estaban ahí. He tenido que aprender que mi pareja no es mía, simplemente elige estar conmigo y es libre de irse cuando quiera. He tenido que tomar la palabra “novio” y darle la vuelta, desmenuzarla y finalmente desecharla.

Hoy mi escalera ya no se mueve sola. Si me quedo en un escalón en alguna de mis relaciones sé que es porque ambos acordamos estar ahí. De las lecciones más importantes que he aprendido en esto del poliamor es a ser intencional en mis relaciones. Soy responsable y participante activo en la construcción de mis relaciones románticas.

¿La monogamia duele?

Si crees que no tienes opciones, realmente no estás eligiendo.

Después de ver el título de mi blog, un amigo me preguntó qué tenía en contra de la monogamia. Debo aclarar un punto desde este momento: no creo que las personas poliamorosas / no-monógamas seamos más evolucionadas, sean más conscientes, tengan más capacidad o sean mejores que aquellos que practican la monogamia.

¿Cuáles son los dolores de la monogamia?

En mi búsqueda por el «EL indicado» me encontré con varios problemas. Para empezar, nadie me dijo cómo debían ser las relaciones monógamas que no tenían una mujer involucrada, así que por ahí empecé mal. Lo que aprendí en los medios es que si tu pareja se enoja, debes callarte porque sólo se hace más grande, los celos son indicadores de qué tanto te ama, el sexo es una comodidad y, por lo tanto, debe mantenerse tan escasa como sea posible para aumentar su valor… entre otras tantas lecciones que he tenido que desaprender.

No, la monogamia no duele. El camino preconcebido, el guión a seguir que yo aprendí para una relación monógama, está plagado de actitudes deshonestas, manipuladoras, hirientes y tóxicas (no me encanta esa palabra, por cierto).

¿Entonces?

Al tener un camino prepavimentado a seguir y pensar que es el único camino posible para llegar a la felicidad (el felices para siempre), vivía frustrado forzándome a querer lo que se supone que debía querer. En ningún momento elegí ser monógamo – simplemente asumí que no había de otra.

Cuando comencé a conocer que había otras opciones, pasé por un largo proceso de introspección donde tuve que preguntarme: ¿Y yo qué quiero? Es muy sencillo echarle la culpa a la monogamia cuando te quitas la responsabilidad de saber que es lo que tú eliges. De pronto, cuando ya es algo consciente, no puedes decir «así son las relaciones», sino que se vuelve un «así son las relaciones que yo estoy eligiendo«.

¿Y las gotitas de poliamor?

Debido a que el poliamor exige cuestionar todos los conceptos que tenemos precargados en nuestro sistema operativo, es posible elegir a través de la comunicación, la compasión y la ética. En mi aventura en el poliamor, he obtenido herramientas de comunicación, comprensión, interacción y libertad que me han ayudado a mejorar la calidad de mis relaciones en general, no sólo románticas.

Todas esas herramientas son útiles para aquellos que eligen seguir practicando la monogamia de manera consciente. Por eso he creado este blog: para personas poliamorosas que busquen un lugar donde encontrar información… pero también para personas monógamas que quieran encontrar herramientas para atender esos dolores causados por los paradigmas que se mueven cuando uno se pregunta ¿y yo qué quiero?

No estás loco y no estás solo – Poliamor y ética

«El poliamor es sólo una excusa para putear a gusto» – Todos, siempre.

Esa es de las frases que más escucho cuando comento que no sólo practico el poliamor sino que mi investigación de maestría está enfocada en el tema.

Spoiler: Nunca conocí «el amor de mi vida»

Como muchas personas de mi generación y mi ubicación geográfica, crecí con la idea del cuento de hadas que terminaba en el final feliz: una boda donde hay un beso romántico al final y salen los créditos. Por supuesto, a nadie le importa qué pasa después porque ya los protagonistas obtuvieron lo que querían. Entonces me dediqué a entregarme completamente cuando me enamoraba – uno nunca sabe si ese sería el indicado. Además, cuando fuera «amor de verdad» yo dejaría de sentir atracción por otras personas y mi pareja sería todo lo que necesitaría en mi vida, ¿no? El problema es que eso no pasaba.

La conclusión más evidente era que ese no era «el indicado» y era necesario seguir buscando. Dejar de lado lo que se había construido y buscar aquella relación que haría redundante la existencia de cualquier otra persona en el mundo. Spoiler: nunca la encontré.

Gays promiscuos

En el ambiente gay, me encontré con que muchas parejas terminaban abriendo su relación. Fue algo tan común que deduje que todas la relaciones entre hombres homosexuales estaban destinadas a terminar siendo abiertas. La sociedad nos dice que los hombres somos calientes y necesitamos sexo – mucho sexo. Además, «sólo es coger» y ya, o eso escuchaba. Por ahora, dejaré de lado todas las implicaciones morales y éticas que tiene el ser sexualmente activo y libre (o esta publicación sería eterna).

Entonces tenía dos opciones: ser monógamo y negar que sentía atracción por otras personas o ser «promiscuo» y coger con todo mundo.

Poliamorosos y sus parejas desechables

Después escuché la idea del «poliamor» – que para mí era lo mismo que una relación abierta pero donde ya de plano todos hacen lo que quieran sin preocuparse por el compromiso que tenían al principio. No ayudó a mi experiencia el hecho de que sólo conocía parejas «poliamorosas» que utilizaban a la gente y luego los desechaban cuando ya se aburrían de ellos. O la otra variante, personas que preferían ser «poliamorosos» porque no querían «atarse» a una persona.

Por supuesto, alguien tan celoso, posesivo y controlador como yo jamás podría llegar a un punto donde mi pareja (énfasis en MI) fuera a involucrarse con alguien más allá de algo banal y carnal. Y yo jamás podría enamorarme de alguien más mientras estaba con MI pareja, el indicado, el «verdadero amor».

Hasta que sucedió.

Entrando al bosque

Mi pareja y yo conocimos a alguien guapo, interesante, entregado y poliamoroso. Comenzamos a frecuentarnos y, sin saber en qué momento sucedió, empezamos a dormir con él al menos una vez cada quince días. De pronto había flores, mensajes diarios, llamadas, salidas, fotos juntos en redes sociales y, por supuesto, mucho cariño. Cuando nos dimos cuenta ya había pasado casi un año.

Yo me rehusaba a pensar que podríamos tener una «relación» los tres – eso no era algo que estuviera dentro de mis capacidades y paradigmas. Desafortunadamente, el negarlo no era suficiente para cambiar la realidad. Lo único que sucedió fue que la relación se desgastó para los tres y tuvo que transicionar a algo diferente (ah, en poliamor no hablamos de «tronar», pero ese también es tema para otro día).

¿Y luego?

Hoy, después de mucho tiempo de investigación, estudio y pláticas con otras personas, puedo identificar qué es lo que realmente quería, quiero y, probablemente, querré para mis relaciones actuales y futuras. Ahora puedo enfocarme en la ética del poliamor, la comunicación asertiva, el crecimiento y, sobre todo, el amor.

En este blog planeo compartir contigo esta jornada. Estaré compartiendo mi experiencia personal mezclándola con toda la parte académica que me ha ayudado a navegar tanta novedad. ¿Tú cómo empezaste?