Si duele, ahí no es.

Recientemente alguien me compartió este artículo. Lo había visto en otras ocasiones pero me rehusaba a leerlo porque asumí que el título no tenía nada que ver conmigo. Pensé yo conozco todos los focos rojos de una relación abusiva, no necesito leerlos de nuevo porque, si estuvieran presentes, ya me habría dado cuenta. Aún así, lo leí y me encontré con esta frase:

«Por años, viví con casi constante ansiedad, pensando que era normal vivir así porque estaba siendo poli y se suponía que ser poli era difícil. Cuando eres parte de una minoría, buscas una comunidad que te ayude. Mi comunidad era el mainstream poli de autoayuda. Me decía que siguiera intentándolo, que difícil era normal, que poli era un trabajo muy duro, ya sabes, como un empleo. – Inés Rolo

El artículo se llama Estuve en una relación poliamorosa y abusiva durante 7 años… Esto es lo que aprendí. La primera de la cita de arriba resonó tanto con lo que estaba viviendo que me dejó frío. Llevaba meses viviendo ansioso, estresado y en constante conflicto. ¡Pero yo creía que eso era normal! ¿No? Como el experto en poliamor y relaciones no-monógamas, soy una biblioteca andante de teoría y herramientas para resolver este tipo de situaciones. Cada crisis me llevaba a investigar más, aprender más, crecer más. Entonces, ¿qué estaba pasando? Esto es lo que yo he aprendido.

Antes de seguir debo aclarar que no, ninguna de mis relaciones de pareja actuales es con una persona abusiva. Y eso fue lo que no me permitía darme cuenta de el problema real que estaba viviendo, porque mis parejas son personas amorosas, compasivas y éticas.

El problema era yo. El abuso venía de mí, hacia mí.

Del cuento de hadas a la tortura

Toda mi vida he sufrido de ansiedad y cierto grado de paranoia. Para atenderme, he estado en procesos psicoterapéuticos en los que he aprendido a vivir con eso y poder seguir adelante. Tiendo a trabajar hasta estar agotado y a mantener mi calendario lleno de actividades todos los días. Mi pareja me dice bromeando cuando le comento que quiero tomar alguna clase «puedes agendarla en tu tiempo libre, creo que tienes un par de horas entre una y tres de la mañana».

Cuando empecé a explorar el poliamor, lo hice con mi pareja con quien había tenido una relación de más de cinco años. Esa relación estaba basada en la comunicación, el amor, el cuidado, la confianza y la complicidad. Yo siempre decía que no era una relación de cuento de hadas, sino de libro de texto de cómo tener una relación sana y nutritiva. Mucha gente pensaba al ver nuestras redes sociales que no era posible que fuéramos así de felices en la vida real. Pero sí éramos así. Siempre.

El poliamor, debido a lo que requiere, siempre encuentra las pequeñas grietas y las ideas fosilizadas y las expone. Hay que redefinir lo que es una relación afectiva, el compromiso, la intimidad y la fidelidad. Es necesario explorar tus inseguridades y hacer frente a tus más atemorizantes demonios. Pero yo, psicólogo y hombre extraordinario, estaba dispuesto y preparado. Porque cuando decido que voy a hacer algo, lo hago. Cueste lo que cueste.

Ese fue mi primer error. Estar dispuesto a pagar cualquier precio.

Actitudes de abuso

Por supuesto, la transición implicó muchos cambios y mucho esfuerzo de mi pareja y mío. Ambos motivados, confiados y amándonos como cuando nos conocimos, nos lanzamos al ruedo. Yo, siendo el académico y ñoño que siempre he sido, me di a la tarea de leer, conocer e investigar todo lo posible para estar mejor preparados.

Me aseguré de tratar a mi pareja con toda la ética que soy capaz de manejar. Tomé mis creencias rígidas y me forcé a flexibilizarlas. Encontré todo aquello que, desde la teoría, no cabe en el poliamor y lo desterré de mí.

El proceso fue así: encontrar en mi ser algo que yo consideraba generaba conflicto (como los celos), deconstruirlo para encontrar la inseguridad base (miedo al abandono) y buscar la forma de trabajarlo. Al empezar a hacerlo, llegué a un lugar de obscuridad y terror muy profundo. Hubo días en los que lloré de desesperación, diciéndome a mí mismo que es lo que tenía que hacerse – era necesario cruzar el bosque para llegar al claro. Me arrastré mientras escuchaba mi cuerpo rogar que me detuviera. No es una opción, me dije, lo vas a hacer porque se tiene que hacer.

Ser experto no te hace invulnerable

En mi historia he sobrevivido situaciones de abuso y dolor. En mi cabeza, me convencí que cada una de ellas me había hecho el hombre fuerte, resiliente, admirable y capaz que soy hoy. Por lo tanto, para mí era obvio que este era sólo uno más de esos retos. En algún momento eso de mí que no me gustaba iba a morirse para dejar terreno fértil para que algo nuevo surgiera.

Entonces leí esta otra frase en el artículo:

No sabía que el dolor siempre es una advertencia. Nuestros cuerpos y nuestros sentimientos saben qué onda antes que nosotros. Aún si nuestros cerebros nos convencen de otra cosa. Poner atención a lo que siento fue una de las lecciones más grandes que aprendí» – Inés Rolo

Como psicoterapeuta Gestalt, estoy muy consciente de mis emociones y sentimientos. Soy capaz de identificarlos, verlos, abrazarlos y vivirlos. En mi práctica profesional puedo ayudar a otros a ponerse atención y atender sus necesidades. He aprendido que no hay personas tóxicas, sino relaciones tóxicas.Como dice la autora, esos conocimientos me daban un sentido falso de seguridad. Lo imagino como un entrenador en el gimnasio haciendo ejercicio y pensando que no hay forma de que se lastime con algún aparato porque los conoce perfectamente bien.

Cuando me sentía triste, solo, temeroso y abandonado, simplemente me decía a mí mismo que era normal. Todo estaba en mi cabeza y debía simplemente quedarme ahí y vivirlo. Sobrevivirlo. Cuando esté del otro lado, todo estará mejor. Y, ¿sabes qué? Sí pasó. Después de cada crisis, me sentía un poco más fuerte. Mi conclusión fue, entonces, que estaba haciendo lo correcto. Simplemente estaba creciendo.

Mi abusador era yo

Y ahí estuvieron los focos rojos todo el tiempo. Al leer el artículo de Inés, me di cuenta de eso. ¿Por qué no lo vi? ¿Cómo es que un experto como yo no pudo ver los claros signos de una relación abusiva?

Fácil. Porque la persona que ha estado abusando de mí no ha sido mi pareja – he sido yo.

Nunca me perdoné ningún error. Siempre que recaí en algún sentimiento o idea que me parecían inaceptables, me reproché sin piedad. Cuando me encontraba con una situación nueva que sentía era demasiado abrumadora, me forcé a pasar por ella y a vivirla. Cuando mi cuerpo me reclamaba y me gritaba, tensando músculos, subiendo mi presión arterial, cayendo en enfermedades, me decía a mí mismo que simplemente tenía que ser más fuerte. Me aislé de mis círculos sociales porque todo mi tiempo debía estar dedicado a trabajar aquello que me es difícil hacer. Protegí a todos los involucrados para evitar que sintieran incomodidad o dolor, aunque eso implicara sacrificar mi seguridad y mi integridad emocional. ¿Qué más señales de una relación abusiva necesitaba?

Peor aún, utilicé todas esas herramientas para tener una relación sana en mi contra. En lugar de ver mis emociones y ser compasivo conmigo mismo, las escrudiñé hasta agotarme y ya no querer más. Me obligué a deconstruir todo lo deconstruible inmediata y simultáneamente. Sin importar el cansancio y el dolor que eso causaba. ¿Dónde estaba ese discurso de compasión que se me da tan bien cuando hablo de los demás?

Si alguien más me hiciera lo que yo me he hecho en los últimos meses, no hubiera dudado un segundo en defenderme y huir. Si alguien tratara a alguna de mis parejas como me trato yo a mí mismo, me rompería el corazón.

¿Qué se hace con un abusador?

Dejarlo. Es difícil porque un abusador nos hace creer que necesitamos de él para sobrevivir. Al estar impregnado en todas las áreas de nuestra vida, no sólo es dejarlo a él sino modificar todo lo que sabemos y conocemos. A veces parece que es más fácil seguir viviendo el dolor que empezar de nuevo.

No hacerlo solo. Ya que se ha identificado esta situación, es importante rodearte de gente que te nutra, te ame y tenga tu bienestar como prioridad. Te ayudará a tomar energía y sentirte fuerte para escapar en el momento correcto.

¿Ven cómo sí sé cosas? La cosa es, no puedo dejarme a mí mismo ¿o sí?

Si duele, ahí no es

Cuando haces ejercicio, hay un cierto malestar que acompaña el crecimiento de tus músculos. No es cómodo y no siempre es placentero. De hecho, cuando trabajas algo completamente nuevo, al siguiente día no puedes ni moverte. Sin embargo, sabes que lo estás haciendo mal cuando te lastimas.

El dolor y la incomodidad son diferentes. Es difícil explicarlo pero creo que es algo que percibimos y sabemos naturalmente. Si doblas una articulación hacia un ángulo para el cual no está diseñado, sientes un dolor diferente. Si estás haciendo ejercicio y te lastimas un músculo, se siente diferente al dolor de trabajarlo. Mi cuerpo sabe la diferencia. Mi cuerpo me avisa. El que no escucha soy yo.

¿El problema es el poliamor? No. Siempre he abusado de mí mismo. Sólo que ahora lo veo más claro porque las relaciones afectivas son mi área de especialidad.

Afortunadamente sé qué hacer. Sé cómo seguir. Tengo el privilegio de contar con la información, la consciencia y el apoyo de gente increíble que me ayudará.

Si te encuentras en una relación abusiva, con alguien o contigo mismo, ¿sabes dónde buscar ayuda?

¿Qué tanto es tantito? Parte 4 – ¡Practiquemos!

En papel y en teoría todo suena fácil, rápido y muy cómodo. Ahora que ya sabes qué es lo no ético de las reglas, la alternativa mágica que son los acuerdos y la protección que te dan los límites, ¡ya estás listo para que tu relación esté libre de conflicto!

Bueno, no. Ojalá fuera tan fácil.

Como todo, para aprender algo y que realmente nos caiga el veinte, hay que practicarlo. Mucho. Por lo que en esta entrada voy a compartir contigo algunos ejemplos de reglas, acuerdos y límites. Al final, dejaré algunos ejemplos de reglas comunes para que practiques cómo podrían ser replanteadas como acuerdos o, en su caso, cuáles deberían ser límites.

Olor a cigarro (de Multiamory.com)

Regla: No puedes fumar porque me molesta el olor a cigarro. Tampoco puedes salir con amigos que fumen porque llegas a casa oliendo mal.

La necesidad detrás de esta regla que intenta controlar lo que mi pareja hace es que no quiero estar cerca del olor a cigarro porque yo no fumo.

Acuerdo: Cuando sales y fumas o estás alrededor de gente que fuma y llegas a casa, me molesta el olor a cigarro. ¿Hay algo que podamos hacer para mitigar esa situación?

En este caso, la petición permite negociación y toma en cuenta a la otra persona como independiente. Un acuerdo al que se podría llegar sería que la otra persona se cambiara de ropa antes de llegar a dormir a la cama. El punto está en que se encuentre una solución colaborativa.

Límite: Si llegas oliendo a cigarro y te acuestas junto a mí en la cama, me iré a dormir al sofá.

Recuerda que el límite te protege al ser algo que puedes hacer tú, de forma individual. Tal vez pienses ¿y por qué me voy a ir yo si él es el que viene oliendo a cigarro? Si el acuerdo no funciona y es algo que realmente te molesta, esta solución evita que estés en un lugar que no quieres. Posteriormente sería necesario replantear el acuerdo que no funcionó. Si después de varios intentos te das cuenta de que tu límite sigue siendo cruzado, habría que evaluar si realmente es un límite o más bien una preferencia.

Tu tiempo libre es para mí (de Multiamory.com)

Regla: Sólo puedes salir con tus amigos cuando yo esté ocupado. / Versión 2: Debemos tener, al menos, cinco tardes a la semana juntos.

La necesidad aquí puede ser querer asegurarse de tener tiempo de calidad juntos o no sentirse reemplazado por alguien más. También podría venir del miedo a que mi pareja esté fuera todo el tiempo y no pase tiempo conmigo. No es tanto que esté con otras personas sino que no esté conmigo.

Acuerdo: Necesito que pasemos tiempo de calidad juntos y quiero saber que te importa pasar tiempo conmigo. ¿Podemos planear tiempo de calidad donde estemos juntos y podamos conectar y acercarnos?

Este acuerdo no sólo atiende la necesidad, sino que se basa en la idea de ir hacia la intimidad y la conexión, en lugar de enfocarse en evitar la incomodidad y el miedo.

Límite: No estaré en una relación donde no sienta que puedo tener tiempo de calidad con mi pareja.

Este límite funciona siempre y cuando yo esté consciente de qué es tiempo de calidad, qué tanto necesito y sea capaz de pedirlo. Si empiezo una relación con alguien que tiene dos trabajos, estudia, va al gimnasio, tiene actividades artísticas y dos perros, es poco probable que pueda darme seis horas, siete días de la semana. Sin embargo, no es que mi demanda de tiempo sea absurda, simplemente sería mejor buscar a alguien más compatible con quien esa necesidad pudiera ser satisfecha.

Avísame que estás vivo cada dos horas

Regla: Si sales con alguien más, debes mandarme mensaje a lo mucho cada dos horas.

Esta regla puede sonar perfectamente razonable si lo pensamos como cuestión de seguridad. Si no me avisas dónde estás, puedo preocuparme por lo que es mejor así. El problema es que es inflexible y se vuelve una imposición.

Acuerdo: Es importante para mí que cuidemos de nuestra seguridad cuando estamos con otras personas. ¿Cómo podemos checar que el otro esté bien sin ser intrusivos? ¿Te parece si nos mandamos un mensaje periódicamente? Entiendo que puede haber actividades que te distraigan y se te pueda olvidar, ¿está bien si yo te mando un mensaje y me lo contestas en cuanto puedas?

Se atiende la necesidad de seguridad y se dan opciones (flexibilidad). Es completamente ético y valido pedir lo que quieras, siempre y cuando sea una petición y no una exigencia (checa acuerdos para ver la diferencia).

Límite: No puedo estar en una relación donde mi pareja no esté de acuerdo en hacer check-ins periódicos cuando estamos con otras personas.

¡Cuidado! Este puede volverse una amenaza fácilmente. Si le digo a mi pareja si no me mandas mensaje cada dos horas, me voy, es una amenaza. Para que sea un límite, debe ser algo que realmente no sea negociable y signifique lo suficiente para que no te permita seguir ahí.

¡Ahora vas tú!

Aquí dejo algunos ejemplos de reglas no éticas que he escuchado o vivido. La semana que viene daré alternativas de reglas y límites. Mientras, ¿cómo lo plantearías tú?

  1. Puedes salir con otras personas y tener sexo pero no puedes enamorarte de nadie.
  2. Puedes tener otros novios pero no puedes amar a nadie más que a mí.
  3. No puedes ver el siguiente episodio de esta serie sin mí.
  4. No puedes venir a este lugar con nadie más que conmigo.
  5. No puedes mandarle nudes a nadie.

Después de que hayas hecho el ejercicio, puedes checar las respuestas aquí.

¿Qué tanto es tantito? Parte 3 – Límites

Si no puedo poner reglas para controlar lo que hace mi pareja y los acuerdos son flexibles, adaptándose a las situaciones que van surgiendo, ¿qué me protege de estar en una relación donde no soy feliz y sólo estoy aguantando cosas que me lastiman?

Cuando estás en una relación donde los acuerdos no se cumplen, puedes caer en un espiral constante donde pareciera que sólo cedes. ¿Hasta qué punto sigue la negociación?

Deal-Breakers (No-negociables)

Es muy común confundir los límites con las reglas y los acuerdos. Sin embargo, para mí es más fácil identificar ejemplos de límites en relaciones monógamas.

  • No tendré una relación con alguien que quiere seguir teniendo sexo con otras personas.
  • No me quedaré en una relación si mis ideas de formar una familia y las de mi pareja no son compatibles.
  • No tendré una relación con alguien que ya tenga una relación con alguien más.

En todos estos ejemplos, no se está imponiendo ninguna acción a la otra persona y el resultado de cruzar el límite es muy claro.

En la casa, la escuela y la oficina…

Lo particular de los límites es que pueden ser llevados a cabo unilateralmente; no requieren el consentimiento, permiso ni participación de nadie más. Generalmente, el resultado de que un límite sea cruzado es que tú mismo te retires de una situación o dejes de hacer algo específico.

De hecho, son algo que hacemos todo el tiempo. En una situación laboral, por ejemplo, un límite puede ser no trabajaré para alguien que no me paga. Esto no implica forzar a tu jefe a que te pague, sino que te retirarás en caso de que eso suceda.

Tipos de límites

Los límites pueden dividirse en físicos y mentales. Los físicos incluyen lo que sucede con tu cuerpo y tu sexualidad, por lo que puede ser más evidente cuando se cruzan. Al decir no quiero ser tocado así o no tendré relaciones sexuales sin condón estás estableciendo un límite claro. Por otro lado, los mentales/emocionales pueden ser un poco más complejos ya que implican tu intimidad, tus emociones y tus afectos. Por ejemplo, no participaré en una discusión donde me sienta agredido o demeritado.

Hay aquí un detalle. Los límites emocionales pueden fácilmente volverse coercitivos cuando lo enfoco más en lo que tendría que hacer la otra persona en lugar de mi propia agencia. Por ejemplo, no hagas cosas que me molesten no es un límite, es una advertencia o una preferencia. En ese caso, estoy intentando controlar lo que la otra persona haga o no y le estoy dando una orden. La versión de límite sería me retiraré si es que me siento enojado e incómodo.

No es una amenaza

No creo que sea posible repetir suficiente la importancia que tiene entender que los límites no actúan sobre el comportamiento de la otra persona. Parte de vivir una relación ética es aceptar que mi pareja es libre de tomar cualquier decisión que quiera. Es por eso que debemos tener cuidado en tratar de utilizar los límites como amenazas.

Si establezco un límite (no voy a estar en una relación con alguien que me mienta) y se cruza pero lo dejo pasar, realmente no es un límite – es una preferencia. Si sólo aviso y pospongo la consecuencia (ya te dije que no voy a estar en una relación con alguien que me mienta, si me mientes otra vez, me voy a ir), entonces es una amenaza. Esta última está intentando cambiar lo que hace la otra persona.

Y, ¿cómo le hago?

Recuerda que los límites son pocos. Abusar de esta herramienta puede volver una relación coercitiva o fundada en miedo. Además, siempre debes buscar establecer esos límites de forma ética y compasiva.

Primero es esencial identificar qué cosas no son negociables en tu vida. Puede ser algo tan evidente como no querer ser violentado físicamente hasta algo tan aparentemente mundano como no tolerar que alguien chifle.

Después, ¿qué tan flexible es? ¿Puedes adaptarte a alguien que de pronto silbe canciones mientras se baña? Es posible que algo de esto se resuelva con un acuerdo, más que un límite. También debes tomar en cuenta de dónde viene esa necesidad. ¿Es un límite que te protege de algo que te sucedió en una relación anterior? Podría ser que le estés cobrando facturas pasadas a alguien que ni siquiera existía en tu vida en ese momento.

¿Cómo los ejerces?

Ya que encontraste aquellas cosas que simplemente no son negociables, piensa en qué acción puedes tomar tú mismo para protegerte. Puede ser retirarte temporalmente, retirar consentimiento o, en casos más severos, terminar una relación.

¡Ojo! Los límites no siempre son tan extremos como para decir si esto sucede, ¡me voy!

La panacea

Desafortunadamente ni los límites, ni los acuerdos, ni las reglas van a garantizarte que no tendrás problemas en tus relaciones. Ninguna de esas cosas va a evitar que pases por situaciones incómodas y dolorosas. Lo que sí puede ayudar a que suceda poco y dure menos es ser flexible y aprender a comunicarte.

En esta entrada puedes encontrar ejemplos y ejercicios para que puedas practicar cambiar reglas no éticas a acuerdos y establecer límites.

¿A ti cómo te va con este tema? ¿Qué preguntas tienes?

¿Qué tanto es tantito? Parte 2 – Acuerdos

A veces, pareciera que las relaciones de pareja son una competencia entre dos personas a ver quién puede más. He visto (y vivido) relaciones donde uno de los miembros dice «puedes tener sexo con otras personas pero no puedes mantener contacto con ellos», sólo para recibir la respuesta «entonces tú no puedes salir con el chavo ese que te anda tirando la onda». Este tipo de escenarios no sólo es común sino hasta esperado en nuestra cultura. Y todo porque no nos enseñan a detenernos para saber qué necesitamos y mucho menos a cómo expresarlo.

¿Y mi mensaje de buenas noches?

En la entrada anterior expliqué mi punto de vista de por qué las reglas no son éticas. También mencioné un concepto que puede ser la alternativa a esas restricciones. Pero antes, un ejemplo de la vida real.

Mi novio y yo nos mandamos mensajes diariamente al despertar y antes de ir a dormir. Sin falta. Sin embargo, es algo que jamás platicamos – simplemente se dio. Después de varios meses, para mí sería algo muy extraño si me fuera a dormir y no le dijera buenas noches.

¿Qué pasaría si no lo hiciera? ¿Tronaríamos? Yo creo que no. Lo más probable sería que recibiría un mensaje como «me hizo falta tu mensajito ayer». De ahí surgiría una conversación donde podríamos explorar nuestro gusto por mantener contacto y lo bonito que es. Si fuera una regla que tenemos que mensajearnos diario y no lo hiciera, la conversación sería más «¿por qué no me mandaste mensaje ayer? ¿ya no te importo?» o algo parecido.

En tu libertad eliges hacerme feliz

La diferencia principal entre acuerdos y reglas, como decía en la entrada anterior, es que los primeros son flexibles mientras que las segundas son rígidas. Los acuerdos también atienden a las necesidades de todos los participantes, tomando en cuenta que todos somos diferentes y queremos cosas particulares. Finalmente, los acuerdos no tienen “consecuencias”. Si un acuerdo se rompe, la pareja debe sentarse a replantear por qué sucedió, qué necesidad no fue tomada en cuenta y pensar en uno nuevo.

Los acuerdos son un me gustaría más que un tienes que. Permiten que los participantes elijan qué harán, cómo y cuándo.

Ajá y ¿cómo le hago?

Las reglas con sencillas en cuanto a que nos permiten evitar conversaciones incómodas. Los acuerdos surgen precisamente de esas pláticas que nos puede dar miedo tener. Para poder generar acuerdos, debes estar muy claro en cuáles son tus necesidades, tus miedos y tus deseos.

Ejemplo: Si tu regla es «no puedes mandarle flores a nadie más que a mí», es necesario que pienses qué necesidad o miedo está detrás. Podría ser que necesites demostraciones de afecto que atiendan tu deseo de sentirte apreciado. O, tal vez, sea el miedo a que la otra persona sea más importante que tú y te lleve a dejar de ser considerado.

Por lo tanto, también requiere mucha honestidad contigo mismo. Es necesario que tomes las riendas de tu propio crecimiento y saber que el que tiene que decir lo que necesita eres . Cualquier deseo es válido y tienes el derecho a expresarlo (aunque no a exigirlo).

Paso a paso

Y como nadie nos enseña a hacer acuerdos basados en confianza, honestidad, responsabilidad y ética, vamos a verlo con más detenimiento.

  1. Rueditas de entrenamiento – Las reglas

Empieza por lo que se te da naturalmente – controlar utilizando reglas. Realmente no es que sean malas y, más bien, te pueden dar una muy buena idea de cuáles son tus necesidades más importantes.

Ejemplo: No puedes subir fotos abrazando cariñosamente a nadie más en redes sociales.

Esto puede venir del miedo a ser desplazado, el deseo de ser visto y apreciado o la necesidad de reconocimiento social de tu relación. Para efectos de este ejercicio, pensemos que lo más presente es el miedo a ser desplazado. El hecho de que tu pareja no suba fotos así, no necesariamente va a cubrir esa necesidad. Es más, es posible que surja de otras formas y genere conflictos.

2. ¿Qué es importante?

Ahora veamos qué es lo importante. En este caso lo importante es saber que tu lugar está siendo respetado y recibir seguridad por parte de tu pareja. La necesidad es precisamente sentirte seguro.

3. Petición versus exigencia

Ya que sabes qué es lo que necesitas, el siguiente paso es hacer una petición. Tal vez pienses «entonces ¿puedo pedir lo que yo quiera?» ¡Sí! Pero aquí necesito hacer una pausa. La diferencia está en que cuando exijo, espero obtener algo específico y hay consecuencias desagradables si no es así, mientras que las peticiones pueden ser negadas. Mi pareja tiene todo el derecho de decir que «no» a mis peticiones.

4. ¿Cómo lo expreso?

Ya con todo eso, tu propuesta de acuerdo quedaría así:

«Cuando subes fotos a redes sociales abrazando cariñosamente a alguien, me da miedo ser desplazado. Me gustaría encontrar alguna forma de cubrir esa necesidad. ¿Podríamos platicar de algunas formas en las que yo podría sentirme más seguro en nuestra relación?»

En este caso, primero describo la situación, después expreso mi deseo y, finalmente, hago una petición desde esa necesidad. Nótese que no estoy diciendo cómo quiero que mi necesidad sea cubierta («quiero que no subas fotos con nadie»), sino que invito a mi pareja a buscar alguna manera de cubrir mi necesidad sin coartar su agencia.

Trabajo en equipo

Los acuerdos son colaborativos. No son algo que decides ni tú ni tu pareja de manera unilateral. Asumiendo que hay confianza y compasión (hacer lo mejor para el bien de todos), se vuelve un trabajo donde el mensaje es «¿cómo le hacemos juntos para cubrir las necesidades de ambos?». Por lo tanto, no habrá una sola respuesta y no será siempre igual. Las parejas que mantienen comunicación abierta y se enfocan en su crecimiento son capaces de identificar cuando las necesidades van cambiando. Yo recomiendo establecer un chequeo mensual de acuerdos para asegurarse de que no haya cambios que te tomen por sorpresa.

¿Y si se rompen?

Cuando un acuerdo se «rompe» o no funciona, es posible que haya dolor, tristeza o decepción. Aquí es necesario poder platicarlo y replantear a partir de lo que no funcionó.

Ejemplo: «Oye, teníamos un acuerdo de que me avisarías si llegarías a casa o no y no lo hiciste. Me siento triste e inseguro. ¿Qué alternativa podemos explorar para cubrir mi necesidad?».

Y ¿qué tanto es tantito?

La pregunta que escucho en este punto es «¿y si nos la pasamos replanteando acuerdos y nomás no funciona? ¿hasta qué momento dejas de buscar alternativas y pones un ‘hasta aquí’?». Ahí es donde entran los límites, que puedes leer aquí.

Pronto estaré ofreciendo un taller para practicar acuerdos y límites. ¡Sígueme en Instagram (@gotitasdepoliamor) y en este blog para que no te lo pierdas!

¿Qué tanto es tantito? Parte 1 – Reglas

Si le dices a tu pareja que no puede ver La Casa de las Flores con nadie más antes de verla contigo, ¿es ético? Y si lo hace y terminas tu relación con esa persona, ¿es exagerado y dramático?

Relaciones éticas

Antes de hablar de qué le vas a prohibir a tu pareja- digo, de cómo llegar a acuerdos éticos, vamos a ver un resumen de qué hay en una relación ética. Los cuatro pilares que propongo son:

  1. Agencia – Cada persona es independiente y tiene todo el derecho de hacer lo que quiera. Nadie puede decirte qué hacer o no hacer. Tú eres responsable de tus propias decisiones.
  2. Consentimiento – Tú decides estar o no en una relación. Como persona con agencia, también puedes decidir retirar tu consentimiento en cualquier momento que te sientas incómodo.
  3. Honestidad – Decir la verdad implica que las personas que dan su consentimiento cuentan con toda la información pertinente. Si tienes información que cambiaría cómo alguien se comporta contigo y eliges retenerla, cuenta como mentir.
  4. Compasión – Todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Todas las personas en la relación hacen todo lo posible para que los participantes estén bien. A veces no sale como queremos pero no es por mala fe.

Si quieres ver estos cuatro pilares más a fondo, checa mi artículo en https://vinculocolectivo.com/2019/09/27/cuando-todos-pueden-hacer-lo-que-quieran-poliamor-y-etica/

Reglas para controlar y apaciguar el miedo

Si no ponemos reglas, ¡esto no va a funcionar! Imagínate, ¡si cada quien hace lo que quiera, vamos a salir lastimados todos!!

Cuando digo que las reglas son poco éticas esa es la respuesta que generalmente recibo. Estamos tan acostumbrados a vivir con miedo de que toda la gente quiere lastimarnos y aprovecharse de nosotros que necesitamos asegurarnos de alguna forma que eso no suceda. El miedo a perder el control, a sentirnos incómodos o a ser abandonados nos puede llevar a querer restringir lo que nuestra pareja hace.

¿Por qué no son éticas?

Una regla se establece para limitar la agencia de la otra persona. Debido a que las consecuencias generalmente implican recriminación, enojo o castigo, lo que era consentimiento se vuelve coerción. Reglas como «no puede gustarte nadie más que yo», puede comprometer la honestidad de la otra persona. Finalmente, una regla se establece para que yo no me sienta incómodo y no toma en cuenta el bienestar y las necesidades de mi pareja, careciendo entonces de compasión.

Las reglas van en contra de los cuatro pilares de una relación ética.

¿Entonces anarquía?

No vivimos en un mundo donde todo es blanco o negro; de hecho, más bien es un mundo de grises. La alternativa ética a las reglas son los acuerdos y los límites.

Mientras que las reglas terminan conversaciones (vas a hacer esto o tienes esta consecuencia y punto), los acuerdos las comienzan. Donde las reglas intentan controlar el comportamiento de mi pareja, los límites me protegen y atienden mis necesidades de forma independiente.

Además, ¿cuántas veces no hemos caído en el hoyo negro de la semántica? Como cuando dices «¡ayer no llegaste a casa y nuestra regla es que no puedes dormir con nadie más!», pero tu pareja astutamente contesta «pero no dormimos, así que no rompí la regla».

Más que palabras bonitas

Uno de los miembros del grupo que manejo me comentaba que para él, la diferencia entre reglas y acuerdos no era más que las palabras que se utilizan. Esto puede suceder, sobre todo cuando la diferencia no está muy clara.

Los acuerdos son flexibles y se adaptan a los cambios que suceden conforme la relación crece. En la siguiente entrada hablaré más a fondo acerca de estas diferencias.

Ejemplo de regla:

No puedes ver La Casa de las Flores si no estamos juntos (¡o verás lo que sucede!).

Ejemplo de acuerdo:

Quiero ver La Casa de las Flores y me gustaría mucho verla contigo. ¿Te parece si vemos la serie juntos?

Se trata de confianza

En Multiamory.com explican que mientras que las reglas dicen «no puedes hacer X o Y porque me puedo sentir mal o incómodo», los acuerdos dicen «espero que tomes decisiones que me beneficien y nos hagan bien y confío en que harás lo posible por que así sea».

Si te suena utópico, sería importante explorar qué tanto confías en tu pareja. Qué tanto sabes que tu pareja tiene tu bienestar en mente y hará lo mejor que puede con lo que tiene. ¡Elige estar con alguien en quien confíes!

Práctica

Por supuesto, esto requiere práctica. La semana que viene seguiré con la segunda parte de este tema, explorando qué son los acuerdos, tips para poder utilizarlos y ejemplos de cómo funcionan.

Peleando Limpio – Herramienta para comunicarte mejor.

Uno de los mantras en poliamor es “comunicación, comunicación, comunicación”. Suena obvio y muy sencillo pero la realidad es que nos enseñan a hablar pero rara vez nos enseñan a comunicarnos.

Veamos un ejemplo a ver si te suena familiar:

A: ¿No sacaste a los perros en la mañana?

B: No. Siempre los sacas tú.

A: Claro, si yo no lo hago no se hace. Nunca me apoyas.

B: Eres un exagerado. Yo tengo muchas cosas qué hacer, no entiendo por qué no puedes manejar algo tan simple como sacar a los perros. Además, uno es tuyo.

A: ¿O sea que lo que yo hago no es importante? Uy, ¡perdón! Siempre es lo mismo contigo.

En una conferencia que di hace unos días, expliqué que discusiones como el ejemplo anterior son intentos de resolver conflictos y vienen de un lugar de mucho amor y ganas de cuidar la relación. Por supuesto, todos hacemos lo que podemos con las herramientas que tenemos.

Desmenuzando el conflicto

Antes de pasar a la herramienta de resolución, veamos cómo es esta que todos traemos.

Tanto A como B tienen una necesidad y una petición. ¿Puedes identificar cuál es? A está pidiendo apoyo y B está pidiendo espacio. Claro, ninguno de los dos está siendo claro y, al sentirse frustrados, la situación rápidamente escala a utilizar palabras peligrosas como siempre y nunca.

No son ganas de fregar, hay una intención de conexión y afecto detrás del diálogo. Sólo está muy escondida.

Peleando limpio

Multiamory.com tiene varias herramientas de comunicación muy efectivas. Una de mis favoritas funciona así:

A: Veo a los perros inquietos y creo que no han salido aún. Me siento incómodo ya que tienen que salir y me siento muy cansado. ¿Podrías sacarlos hoy?

En el primer ejemplo, A asume que su petición está clara y se enfada cuando no es atendida. Además, se siente atacado y reacciona con más ataques.

Por otro lado, en el ejemplo de esta sección se está practicando la comunicación no violenta. Puede parecer sencillo pero hace toda la diferencia. Funciona así:

  1. Describir el suceso de la manera más objetiva posible (sin incluir sentimientos ni juicios). Ejemplo: «Cuando salimos de casa y caminamos, estabas unos pasos adelante de mí». NO «Cuando salimos de casa me ignoraste y no me tomaste de la mano como siempre«.
  2. Describir cómo te sientes con esa situación sin incluir acciones que haya hecho la otra persona. Ejemplo: «Me sentí triste porque me gusta caminar junto a ti y tomar tu mano». NO «Me hiciste sentir triste porque no me tomaste de la mano«.
  3. Expresa tu necesidad. Ejemplo: «Necesito sentirme cerca de ti.»
  4. Expresar una petición abierta y flexible. Ejemplo: «¿Me podrías ayudar a encontrar una manera de hacerte saber cuando esto pase para poder resolverlo?». NO «Tómame de la mano siempre para que no me sienta mal«.

¡Pro-tip!

Hay que tomar en cuenta los siguientes puntos:

  1. Si te sientes demasiado enojado, hambriento, cansado o solo, ¡detente! Tómate un tiempo antes de iniciar la conversación. Estas sensaciones fisiológicas tienden a anular la efectividad de la técnica.
  2. Habla de ti. No es lo que la persona te hizo a ti sino cómo te sentiste con lo que sucedió.
  3. Cuidado con los ataques y juicios disfrazados de sentimientos. Decir «me hiciste sentir mal» es un ataque, «me sentí mal cuando pasó esto» es una descripción.
  4. Las peticiones no son exigencias. Si le pides algo a alguien, esa persona está en toda la libertad de negarse… Y ESTÁ BIEN. Por eso las peticiones se dejan abiertas para que la otra persona pueda buscar una forma que le sea efectiva para ayudar. Una exigencia implica que la persona debe aceptar o lidiar con consecuencias poco agradables y a eso le llamamos coerción.

¡Practica!

La comunicación no violenta no es algo que nos enseñen a todos desde pequeños. Al principio requiere tomarte unos minutos y realmente pensar en lo que estás diciendo. Toma tiempo pero eventualmente se volverá tan natural para ti como reclamarle a tu pareja por qué no lava los platos (o más, espero).

Para empezar, ¿puedes identificar la forma no violenta para la respuesta de B en el ejemplo de arriba?

¿Y si mi pareja no sabe hacerlo?

Lo ideal es que todos los miembros del conflicto puedan utilizar esta herramienta para maximizar los resultados. Sin embargo, con que una persona sea capaz de llevar esto a cabo, el conflicto se volverá más llevadero y será más fácil resolverlo de la mejor forma.

Si te interesa aprender herramientas de comunicación en pareja y resolución positiva de conflictos, pronto estaré ofreciendo talleres en esos temas. ¡Sígueme en Instagram y Facebook para que no se te pasen!

Desenredándote en una relación codependiente sin soltar a tu pareja.

«Y, ¿cómo empiezo?» es de las preguntas que más frecuentemente escucho cuando alguien se interesa por entrar al poliamor. Es común pensar que lo más importante es asegurarte de que no tengas celos o de que tu relación esté lo suficientemente sólida para resistir el cambio.

Resulta que no es eso.

El paso que más nos saltamos cuando abrimos una relación

Recientemente me compartieron un artículo escrito por Polyamory School acerca de este tema precisamente. Entre todo lo que comentan, me gustaría empezar con tres lecciones que consideran debemos aprender:

  1. Aún si tengo tiempo solo, sigo siendo amado.
  2. No voy a hacerme bolita y morirme porque me dejan solo.
  3. Tener vidas individuales nos hace personas más interesantes y eso refuerza nuestra relación.

Para aquellos de nosotros que empezamos desde una relación monógama o que simplemente no conocemos otras formas de relacionarnos, es muy fácil enredarnos en nuestras relaciones de pareja. Según Polyamory School, la monogamia es un suelo muy fértil para sembrar codependencia. ¿Está mal? No. ¿Sirve para ser poli? Tampoco.

De codependencia, romance y vidas fusionadas

Para muestra, un botón. En la relación que tengo con mi pareja (con quien vivo), hemos dormido separados un total de ocho veces en casi seis años. Nos hemos bañado separados menos de quince. Siempre me ha parecido increíblemente romántico ya que para mí eso demostraba todo el interés y la necesidad que teníamos de estar juntos.

Para algunos de ustedes, eso puede ser algo espeluznante. Habrá quien diga de manera experta y elocuente «eso es un claro signo de codependencia«.

Siempre he pensado que en las relaciones humanas todo se vale siempre y cuando todos los involucrados den su consentimiento informado y no haya ningún tipo de coerción. Habemos quienes disfrutamos mucho de vidas fusionadas y habrá quien necesite mantener esferas privadas e independientes. Ninguna es mejor porque todos tenemos necesidades diferentes.

El punto está en que esto debe ser flexible. Cuando se empieza una relación poliamorosa, hay que saber que es imposible tener una relación tan enredada. Hay que dejar algunos hilos para los vínculos que se vayan agregando.

Guía paso a paso

En poliamor y en las relaciones humanas no hay guías paso a paso que sean efectivas para todos siempre. Dicho eso, el artículo de Polyamory School tiene una propuesta maravillosa que, si bien no es una panacea, considero extremadamente útil.

Para desenredarte antes de abrir tu relación, puedes hacer lo siguiente:

Paso 1: Elige una noche y vete.

Cada uno de ustedes debe elegir una noche específica de la semana para salir. Las condiciones son que no pueden ir juntos y no pueden elegir la misma noche. Por el momento, limítate a actividades lúdicas que no incluyan salir con alguien románticamente. Puedes ir al cine, a tomar un café, al karaoke, al teatro o a caminar. Si esto es fácil o después de hacerlo algunas veces, intenta no preguntarle a dónde va hasta que regrese.

Paso 2: Cambia a una noche al azar

Igual y hasta un día del fin de semana. Por el momento, ¡aún no hagas citas románticas! Esto ayuda a que se vayan acostumbrando a pasar tiempo separados sin que eso amenace su relación o su intimidad.

Paso 3: Invítense a tener citas

Ahora que hay noches en las que cada uno de ustedes tiene tiempo para sí mismo, se deja de obviar que pasarán tiempo juntos. Las noches de rutina donde van de cenar a ver Netflix a la cama a dormir se están volviendo más esporádicas y es posible que haya cosas que quieran compartir. Tal vez en una de tus salidas encontraste un lugar que sabes que le gustaría a tu pareja… ¡invítalo a salir! Pregúntale qué día le queda mejor y hagan un plan. Ya no es un «ah, el viernes vamos a hacer esto» sino «me gustaría salir contigo el viernes, ¿cómo ves?».

Esto es un gran cambio. Ya no asumen que estarán juntos y su tiempo se vuelve más intencional y de calidad.

Paso 4: Ahora Y SÓLO AHORA salgan con otras personas en plan romántico

Vayan lento. Esto es un proceso que debería tomar varias semanas. Tómense su tiempo que nadie los está correteando. Puede ser empezar con una noche a la semana para salir con alguien y después de un par de meses empezar a incrementar el número.

Ojo! Esto sólo es una guía y recuerden que las personas en la relación son más importantes que los acuerdos y la relación en sí. Hay que comunicarse mucho y platicar cada paso que se da. Es válido regresarse un paso o poner pausa al proceso. Todo es válido siempre y cuando todos los integrantes estén de acuerdo.

Dos individuos compartiendo su vida

En pocas palabras, volver a ser personas independientes puede abrir un mundo completamente nuevo para su relación. Esa persona que conociste, independiente de ti, es de la que te enamoraste. Es hermoso compartir una vida, un espacio y planes – es hermoso poder hacerlo con otra persona que tiene cosas que aportar y compartirte.

School, P. (2017, June 27). The Most Skipped Step When Opening a Relationship. Retrieved October 15, 2019, from https://medium.com/@PolyamorySchool/the-most-skipped-step-when-opening-a-relationship-f1f67abbbd49?sfns=mo.

Tú y yo, ¿qué somos? – De etiquetas y moldes

«Mexicanos», fue parte de lo que me dijo alguien con quien estuve saliendo después de hacerle esa pregunta. «¿Qué importa cómo le digamos si es algo nuestro nada más?» vino después. Yo solo me quedé pensando que si realmente el nombre fuera irrelevante no habría tanta ansiedad alrededor de tener esa etiqueta.

La escalera eléctrica de las relaciones

En las relaciones monógamas heterosexuales existe un guión prescrito muy claro. En contexto de poliamor le llamamos la escalera eléctrica de la relación («relationship escalator») y funciona así:

Conoces a alguien con quien hay química, se gustan y deciden salir para «conocerse». Después de algún tiempo, uno de los participantes le pide al otro si quiere ser su novio (no nos metamos en dilemas de género y si los hombres lo deben hacer). Posteriormente, se espera que la pareja se case y tenga hijos.

Consideremos que estoy hablando de personas que no han pasado por un proceso de deconstrucción de sus propios valores y creencias. ¿Por qué se le llama la escalera eléctrica? Porque ya que te subes al primer escalón tienes que seguir avanzando. Si te detienes demasiado tiempo en un lugar, se asume que la escalera (relación) está descompuesta y tiene que arreglarse.

Moldes

Esto presenta un dilema: ¿qué pasa si soy muy feliz con mi novio y no queremos vivir juntos nunca? ¿Eso hace que nuestra relación sea menos «válida» o «seria»? Cuando te detienes unos momentos a pensar qué es lo que realmente deseas, es posible que te des cuenta que hay escalones de la escalera que no te son cómodos o atractivos.

Además, esos escalones son tan rígidos que las personas tienen que amoldarse para poder estar en ellos. Es como utilizar un molde de galletas y usarlo para cortar los pedazos que no encajan con lo que está prescrito: Ya que somos pareja, debemos ser exclusivos sexualmente y todo tu tiempo libre está destinado a estar conmigo. Podemos salir con nuestros amigos pero el default es que estaremos juntos. Ya no es necesario agendar citas románticas, más bien agenda a tus amigos en aquellos momentos que se pueda.

¡No es raro que haya gente que le huya! Generalmente se asume que es falta de compromiso pero yo pensaría que es más una resistencia a forzarse a ser algo que no necesariamente quieren. No es sólo la etiqueta de decirse novio, sino el molde precargado de expectativas. Para hacerlo aún peor, ¡rara vez son consensuadas o habladas!

Etiquetas descriptivas

En el poliamor no hay pasos prescritos – la escalera eléctrica no aplica. Cada relación es diferente y la única forma de saber dónde está y para dónde va es preguntarle a los miembros que están participando. Además, todos los involucrados saben que los términos de la relación son flexibles y serán reacordados según la relación vaya necesitándolo.

Los poliamorosos nos pasamos gran parte del tiempo hablando y explorando significados. Antes de saber si seremos vínculos, novios, esposos, amantes, amigovios o lo que sea, primero buscamos homologar significados. ¿Qué es un novio para ti? ¿Qué expectativas y deseos tienes? ¿Cuáles son tus deal-breakers y qué elementos son flexibles? Para nosotros lo más importante es que todos estemos de acuerdo y para eso necesitamos hablar el mismo idioma.

Entonces las etiquetas se vuelven algo descriptivo. Es como cuando vas a un buffet. No por poner sandía en el contenedor que dice «camarón» ocurrirá una transformación milagrosa. La etiqueta no determina el contenido, sólo sirve para saber si me interesa esa opción o no.

Todos somos diferentes y tenemos necesidades que pueden o no coincidir con nuestra pareja. Ese no es el punto. Más bien hay que enfocarse en escribir juntos el guión que seguirá la relación y que le llamemos de la forma que nos permita entender a nosotros.

Gotitas para la monogamia

Esto no es exclusivo para las relaciones poliamorosas. En mi experiencia, las relaciones que son más nutritivas, amorosas y gozosas son aquellas donde los participantes se toman el tiempo de asegurarse de que sus significados son compatibles y, en caso de que no, buscan negociar con el bien común como prioridad.

¿Está mal que alguien quiera seguir la escalera eléctrica de las relaciones? No. El problema sólo viene cuando crees que no tienes oportunidad de bajarte o detenerla cuando llegues al lugar que sea mejor para los involucrados.

Donde el amor es escaso

En mi adolescencia, pensaba que nunca encontraría un amor y moriría sin saber siquiera cómo era besar a alguien. No sólo era el único gay en el mundo (porque así me sentía en ese momento) sino que no me consideraba nada atractivo.

Por supuesto, salté sin pensar cuando alguien mostró interés por mí. Estaba tan emocionado y agradecido con el universo que no me importó que nuestras formas de ser, vidas, formas de querer y experiencias fueran completamente incompatibles. Después de que esa «relación» terminó, conocí a alguien más. Nuevamente pensé «este es el momento, ¡si no es él, no habrá nadie más!».

Esa segunda relación estuvo llena de conflicto, dolor, manipulación, inseguridad y celos. Yo no era feliz pero, al menos, tenía novio.

El modelo de austeridad en el amor

Al creer en el «amor verdadero», suponía que sólo tenía una oportunidad y ya. La tomas o la pierdes y vives solo para siempre. Cuando no me hacía feliz y eventualmente terminaba con un truene doloroso, lo justifiqué pensando que ese no era el bueno; había que seguir buscando.

Mi enfoque siempre estaba en todas las veces que había «fallado», en el rechazo y la incertidumbre de saber que cada relación le quitaba tiempo al verdadero amor. Además, me quedé mucho tiempo en relaciones que no me satisfacían por pensar que tenía que estar con ese de quien me había enamorado. No tenía más opción.

Franklin Veaux en su libro Más de dos: una guía práctica para el poliamor ético habla del modelo de austeridad en el amor. Él dice que el riesgo que tenemos al seguir esta idea de que hay pocas oportunidades de amar y ser amado es que se refuerza y comprueba por sí mismo. Si sólo veo las veces que he sido rechazado, eso afecta mi autoestima y seguridad. Si creo que tengo escasas oportunidades para amar, me vuelvo desesperado e impaciente y eso me hace menos atractivo. Por lo tanto, es más difícil que alguien se interese en mí y, entonces, creo que realmente es cierto que no hay opción.

El modelo de abundancia

Después de varios años de encontrar al «amor de mi vida» sólo para terminar con él me di cuenta de que, tal vez, no sólo hay un amor de mi vida. Es más, al ver hacia atrás me di cuenta de que había tenido, al menos, cuatro personas que se habían interesado en mí y me habían amado de la forma que les había sido posible. Además, durante ese tiempo había conocido gente atractiva e interesante que se había fijado en mí. Por supuesto, el número de mis parejas se había limitado a cuatro porque sólo había tenido uno a la vez… ¡Pero sí habían existido otros!

Algunas de mis relaciones pasadas habían estado tan enfocadas en hacerlas funcionar para no estar solo que no nos dimos cuenta de que dejamos de lado una motivación más funcional: estar juntos para compartir intimidad y amor.

Es cierto que de los billones de personas que hay en el mundo, un porcentaje se siente atraído por hombres, un porcentaje aún más pequeño coincide con el tipo de hombre que me gusta… Una cantidad aún menor incluye a las personas que también se sentirían atraídas por mí y, finalmente, pensar en compatibilidad de lenguaje de amor y objetivos de vida reduce ese número mucho más. Pero, ¿sabes qué? ¡Eso significa que existen miles de personas con las que me podría relacionar en amor y gozo! Claro que en mi vida sólo podré estar con unos cuantos porque ¿quién tiene tiempo para atender más de dos novios a la vez?

#Choices

El punto es que estadísticamente tengo miles de oportunidades para conocer al amor de mi vida y vivir feliz compartiendo amor con él. Puede que decida hacerlo uno a la vez (monogamia) o no (poliamor). Puede que mis parejas actuales y yo decidamos estar juntos el resto de nuestras vidas o transicionemos a ser amigos, amantes o extraños. Sin embargo, hoy eso es una decisión basada en un deseo por ser feliz y disfrutar el amor.

Cuando elijo algo porque creo que no tengo opción, no estoy eligiendo realmente. Estar con alguien por miedo a estar solo no permite gozar el amor y la intimidad. Controlar a alguien para que no se vaya no permite disfrutar saber que uno es elegido por el otro a pesar de que tiene miles de oportunidades diferentes… Más importante aún, no permite gozar el saber que yo soy lo suficientemente valioso para esa persona y me ama tanto como para querer compartir su tiempo conmigo.

¿Te has puesto a pensar qué modelo utilizas? Estando en una relación, ¿por qué te quedas ahí? ¿Por amor o por miedo?

Acepto términos y condiciones

Si vamos a salir, te aviso que soy súper posesivo, celoso, inseguro, ansioso, obsesivo y me levanto a las 6 de la mañana los domingos. ¿Le entras?

La respuesta de uno enamorado, intoxicado, es inmediatamente “acepto términos y condiciones”. En esa condición, no hay nada que nos parezca inaceptable o loco. Además, el amor todo lo puede, ¿no? Ya que estemos juntos, va a cambiar porque nadie lo ha amado como yo lo amaré.

Las letras pequeñas

Cuando empiezas una relación, ¿qué tanto te detienes a ver si lo que estás aceptando es lo que quieres? En las relaciones monógamas tradicionales, este contrato se considera tan obvio y estructurado, que no parece necesario ver las cláusulas. ¡De todos modos no hay de otra!

Yo enamorado he aceptado cosas como:

1. Te amaré incondicionalmente

2. Sólo tendré relaciones sexuales contigo

3. Tú serás el dueño de mi tiempo libre

4. No te dejaré por ninguna razón porque es amor verdadero y eterno

Lo que nunca consideré fueron las sub-cláusulas:

1.1. Aunque tu lenguaje para expresar amor y el mío no sean compatibles

1.2. Aunque mis necesidades de sentirme amado no estén cubiertas

2.1 Aunque siga sintiendo atracción sexual por otras personas

2.2. Aunque nuestra sexualidad sea dinámica y eventualmente pueda tener episodios de menos compatibilidad

3.1 Aunque eso signifique que no vea tanto a mis amigos y tenga menos tiempo para mis propios hobbies

4.1 Aunque cuando pase la intoxicación me dé cuenta de que tenemos proyectos de vida y percepciones fundamentalmente incompatibles

Escribiendo el contrato juntos

Cuando empiezas una relación poliamorosa, debes estar muy consciente de que pasarás mucho del tiempo con esa persona hablando y negociando. No hay un camino a seguir y mucho de lo que sabías de la monogamia no aplica. Es necesario hablar de qué significa compromiso para cada uno de los integrantes, qué esperan y cómo les gustaría que sus necesidades sean satisfechas, cuándo, dónde y cómo se verán.

El contrato lo escriben juntos, sabiendo que sólo es un plan descriptivo de la situación actual con los participantes que se encuentran en ese momento. En el futuro, es altamente probable (casi seguro) que ese contrato tendrá que irse modificando. Puede que lleguen nuevos vínculos, puede que sus necesidades cambien o simplemente que quieran explorar algo diferente.

La clave para que tu relación poliamorosa sea lo más efectiva posible es la flexibilidad.

¿Y para los monógamos?

¡También! Una relación monógama no tiene que dar por hecho los significados y puede decidir que ambos integrantes construirán la forma en como será su relación. Todo se vale siempre y cuando todos los involucrados den su consentimiento informado y honesto.

Asumimos que la base de una relación monógama es la exclusividad sexual. Prácticamente todo es perdonable siempre y cuando ese elemento se respete. Pero, ¡qué bonito sería que cada pareja se sentara a platicar de qué necesitan y cómo pueden trabajar en equipo para construir su felicidad juntos!

Al menos, creo que sería importante que se aseguren de que tienen la misma definición de sexo. No vaya a ser que violan alguna cláusula por problemas de significado.


¡Poli-pregunta!

¿Qué es sexo para ti?

Sonará muy obvio pero cuando dices “tuve sexo con alguien”, ¿te refieres a contacto genital solamente? ¿Qué pasa si se mantienen vestidos pero pasan toda una tarde en la cama besándose y abrazándose? ¿Qué pasa si nadie tiene un orgasmo?

Este es uno de esos conceptos que deben quedar bien claros en cualquier tipo de relación. No asumas que tu pareja entiende lo mismo sólo porque para ti es obvio. Antes de hablar de fidelidad, ¡hay que asegurarnos de que hablamos de lo mismo!