¿Qué tanto es tantito? Parte 3 – Límites

Si no puedo poner reglas para controlar lo que hace mi pareja y los acuerdos son flexibles, adaptándose a las situaciones que van surgiendo, ¿qué me protege de estar en una relación donde no soy feliz y sólo estoy aguantando cosas que me lastiman?

Cuando estás en una relación donde los acuerdos no se cumplen, puedes caer en un espiral constante donde pareciera que sólo cedes. ¿Hasta qué punto sigue la negociación?

Deal-Breakers (No-negociables)

Es muy común confundir los límites con las reglas y los acuerdos. Sin embargo, para mí es más fácil identificar ejemplos de límites en relaciones monógamas.

  • No tendré una relación con alguien que quiere seguir teniendo sexo con otras personas.
  • No me quedaré en una relación si mis ideas de formar una familia y las de mi pareja no son compatibles.
  • No tendré una relación con alguien que ya tenga una relación con alguien más.

En todos estos ejemplos, no se está imponiendo ninguna acción a la otra persona y el resultado de cruzar el límite es muy claro.

En la casa, la escuela y la oficina…

Lo particular de los límites es que pueden ser llevados a cabo unilateralmente; no requieren el consentimiento, permiso ni participación de nadie más. Generalmente, el resultado de que un límite sea cruzado es que tú mismo te retires de una situación o dejes de hacer algo específico.

De hecho, son algo que hacemos todo el tiempo. En una situación laboral, por ejemplo, un límite puede ser no trabajaré para alguien que no me paga. Esto no implica forzar a tu jefe a que te pague, sino que te retirarás en caso de que eso suceda.

Tipos de límites

Los límites pueden dividirse en físicos y mentales. Los físicos incluyen lo que sucede con tu cuerpo y tu sexualidad, por lo que puede ser más evidente cuando se cruzan. Al decir no quiero ser tocado así o no tendré relaciones sexuales sin condón estás estableciendo un límite claro. Por otro lado, los mentales/emocionales pueden ser un poco más complejos ya que implican tu intimidad, tus emociones y tus afectos. Por ejemplo, no participaré en una discusión donde me sienta agredido o demeritado.

Hay aquí un detalle. Los límites emocionales pueden fácilmente volverse coercitivos cuando lo enfoco más en lo que tendría que hacer la otra persona en lugar de mi propia agencia. Por ejemplo, no hagas cosas que me molesten no es un límite, es una advertencia o una preferencia. En ese caso, estoy intentando controlar lo que la otra persona haga o no y le estoy dando una orden. La versión de límite sería me retiraré si es que me siento enojado e incómodo.

No es una amenaza

No creo que sea posible repetir suficiente la importancia que tiene entender que los límites no actúan sobre el comportamiento de la otra persona. Parte de vivir una relación ética es aceptar que mi pareja es libre de tomar cualquier decisión que quiera. Es por eso que debemos tener cuidado en tratar de utilizar los límites como amenazas.

Si establezco un límite (no voy a estar en una relación con alguien que me mienta) y se cruza pero lo dejo pasar, realmente no es un límite – es una preferencia. Si sólo aviso y pospongo la consecuencia (ya te dije que no voy a estar en una relación con alguien que me mienta, si me mientes otra vez, me voy a ir), entonces es una amenaza. Esta última está intentando cambiar lo que hace la otra persona.

Y, ¿cómo le hago?

Recuerda que los límites son pocos. Abusar de esta herramienta puede volver una relación coercitiva o fundada en miedo. Además, siempre debes buscar establecer esos límites de forma ética y compasiva.

Primero es esencial identificar qué cosas no son negociables en tu vida. Puede ser algo tan evidente como no querer ser violentado físicamente hasta algo tan aparentemente mundano como no tolerar que alguien chifle.

Después, ¿qué tan flexible es? ¿Puedes adaptarte a alguien que de pronto silbe canciones mientras se baña? Es posible que algo de esto se resuelva con un acuerdo, más que un límite. También debes tomar en cuenta de dónde viene esa necesidad. ¿Es un límite que te protege de algo que te sucedió en una relación anterior? Podría ser que le estés cobrando facturas pasadas a alguien que ni siquiera existía en tu vida en ese momento.

¿Cómo los ejerces?

Ya que encontraste aquellas cosas que simplemente no son negociables, piensa en qué acción puedes tomar tú mismo para protegerte. Puede ser retirarte temporalmente, retirar consentimiento o, en casos más severos, terminar una relación.

¡Ojo! Los límites no siempre son tan extremos como para decir si esto sucede, ¡me voy!

La panacea

Desafortunadamente ni los límites, ni los acuerdos, ni las reglas van a garantizarte que no tendrás problemas en tus relaciones. Ninguna de esas cosas va a evitar que pases por situaciones incómodas y dolorosas. Lo que sí puede ayudar a que suceda poco y dure menos es ser flexible y aprender a comunicarte.

En esta entrada puedes encontrar ejemplos y ejercicios para que puedas practicar cambiar reglas no éticas a acuerdos y establecer límites.

¿A ti cómo te va con este tema? ¿Qué preguntas tienes?

¿Qué tanto es tantito? Parte 1 – Reglas

Si le dices a tu pareja que no puede ver La Casa de las Flores con nadie más antes de verla contigo, ¿es ético? Y si lo hace y terminas tu relación con esa persona, ¿es exagerado y dramático?

Relaciones éticas

Antes de hablar de qué le vas a prohibir a tu pareja- digo, de cómo llegar a acuerdos éticos, vamos a ver un resumen de qué hay en una relación ética. Los cuatro pilares que propongo son:

  1. Agencia – Cada persona es independiente y tiene todo el derecho de hacer lo que quiera. Nadie puede decirte qué hacer o no hacer. Tú eres responsable de tus propias decisiones.
  2. Consentimiento – Tú decides estar o no en una relación. Como persona con agencia, también puedes decidir retirar tu consentimiento en cualquier momento que te sientas incómodo.
  3. Honestidad – Decir la verdad implica que las personas que dan su consentimiento cuentan con toda la información pertinente. Si tienes información que cambiaría cómo alguien se comporta contigo y eliges retenerla, cuenta como mentir.
  4. Compasión – Todos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Todas las personas en la relación hacen todo lo posible para que los participantes estén bien. A veces no sale como queremos pero no es por mala fe.

Si quieres ver estos cuatro pilares más a fondo, checa mi artículo en https://vinculocolectivo.com/2019/09/27/cuando-todos-pueden-hacer-lo-que-quieran-poliamor-y-etica/

Reglas para controlar y apaciguar el miedo

Si no ponemos reglas, ¡esto no va a funcionar! Imagínate, ¡si cada quien hace lo que quiera, vamos a salir lastimados todos!!

Cuando digo que las reglas son poco éticas esa es la respuesta que generalmente recibo. Estamos tan acostumbrados a vivir con miedo de que toda la gente quiere lastimarnos y aprovecharse de nosotros que necesitamos asegurarnos de alguna forma que eso no suceda. El miedo a perder el control, a sentirnos incómodos o a ser abandonados nos puede llevar a querer restringir lo que nuestra pareja hace.

¿Por qué no son éticas?

Una regla se establece para limitar la agencia de la otra persona. Debido a que las consecuencias generalmente implican recriminación, enojo o castigo, lo que era consentimiento se vuelve coerción. Reglas como «no puede gustarte nadie más que yo», puede comprometer la honestidad de la otra persona. Finalmente, una regla se establece para que yo no me sienta incómodo y no toma en cuenta el bienestar y las necesidades de mi pareja, careciendo entonces de compasión.

Las reglas van en contra de los cuatro pilares de una relación ética.

¿Entonces anarquía?

No vivimos en un mundo donde todo es blanco o negro; de hecho, más bien es un mundo de grises. La alternativa ética a las reglas son los acuerdos y los límites.

Mientras que las reglas terminan conversaciones (vas a hacer esto o tienes esta consecuencia y punto), los acuerdos las comienzan. Donde las reglas intentan controlar el comportamiento de mi pareja, los límites me protegen y atienden mis necesidades de forma independiente.

Además, ¿cuántas veces no hemos caído en el hoyo negro de la semántica? Como cuando dices «¡ayer no llegaste a casa y nuestra regla es que no puedes dormir con nadie más!», pero tu pareja astutamente contesta «pero no dormimos, así que no rompí la regla».

Más que palabras bonitas

Uno de los miembros del grupo que manejo me comentaba que para él, la diferencia entre reglas y acuerdos no era más que las palabras que se utilizan. Esto puede suceder, sobre todo cuando la diferencia no está muy clara.

Los acuerdos son flexibles y se adaptan a los cambios que suceden conforme la relación crece. En la siguiente entrada hablaré más a fondo acerca de estas diferencias.

Ejemplo de regla:

No puedes ver La Casa de las Flores si no estamos juntos (¡o verás lo que sucede!).

Ejemplo de acuerdo:

Quiero ver La Casa de las Flores y me gustaría mucho verla contigo. ¿Te parece si vemos la serie juntos?

Se trata de confianza

En Multiamory.com explican que mientras que las reglas dicen «no puedes hacer X o Y porque me puedo sentir mal o incómodo», los acuerdos dicen «espero que tomes decisiones que me beneficien y nos hagan bien y confío en que harás lo posible por que así sea».

Si te suena utópico, sería importante explorar qué tanto confías en tu pareja. Qué tanto sabes que tu pareja tiene tu bienestar en mente y hará lo mejor que puede con lo que tiene. ¡Elige estar con alguien en quien confíes!

Práctica

Por supuesto, esto requiere práctica. La semana que viene seguiré con la segunda parte de este tema, explorando qué son los acuerdos, tips para poder utilizarlos y ejemplos de cómo funcionan.

¿La monogamia duele?

Si crees que no tienes opciones, realmente no estás eligiendo.

Después de ver el título de mi blog, un amigo me preguntó qué tenía en contra de la monogamia. Debo aclarar un punto desde este momento: no creo que las personas poliamorosas / no-monógamas seamos más evolucionadas, sean más conscientes, tengan más capacidad o sean mejores que aquellos que practican la monogamia.

¿Cuáles son los dolores de la monogamia?

En mi búsqueda por el «EL indicado» me encontré con varios problemas. Para empezar, nadie me dijo cómo debían ser las relaciones monógamas que no tenían una mujer involucrada, así que por ahí empecé mal. Lo que aprendí en los medios es que si tu pareja se enoja, debes callarte porque sólo se hace más grande, los celos son indicadores de qué tanto te ama, el sexo es una comodidad y, por lo tanto, debe mantenerse tan escasa como sea posible para aumentar su valor… entre otras tantas lecciones que he tenido que desaprender.

No, la monogamia no duele. El camino preconcebido, el guión a seguir que yo aprendí para una relación monógama, está plagado de actitudes deshonestas, manipuladoras, hirientes y tóxicas (no me encanta esa palabra, por cierto).

¿Entonces?

Al tener un camino prepavimentado a seguir y pensar que es el único camino posible para llegar a la felicidad (el felices para siempre), vivía frustrado forzándome a querer lo que se supone que debía querer. En ningún momento elegí ser monógamo – simplemente asumí que no había de otra.

Cuando comencé a conocer que había otras opciones, pasé por un largo proceso de introspección donde tuve que preguntarme: ¿Y yo qué quiero? Es muy sencillo echarle la culpa a la monogamia cuando te quitas la responsabilidad de saber que es lo que tú eliges. De pronto, cuando ya es algo consciente, no puedes decir «así son las relaciones», sino que se vuelve un «así son las relaciones que yo estoy eligiendo«.

¿Y las gotitas de poliamor?

Debido a que el poliamor exige cuestionar todos los conceptos que tenemos precargados en nuestro sistema operativo, es posible elegir a través de la comunicación, la compasión y la ética. En mi aventura en el poliamor, he obtenido herramientas de comunicación, comprensión, interacción y libertad que me han ayudado a mejorar la calidad de mis relaciones en general, no sólo románticas.

Todas esas herramientas son útiles para aquellos que eligen seguir practicando la monogamia de manera consciente. Por eso he creado este blog: para personas poliamorosas que busquen un lugar donde encontrar información… pero también para personas monógamas que quieran encontrar herramientas para atender esos dolores causados por los paradigmas que se mueven cuando uno se pregunta ¿y yo qué quiero?

No estás loco y no estás solo – Poliamor y ética

«El poliamor es sólo una excusa para putear a gusto» – Todos, siempre.

Esa es de las frases que más escucho cuando comento que no sólo practico el poliamor sino que mi investigación de maestría está enfocada en el tema.

Spoiler: Nunca conocí «el amor de mi vida»

Como muchas personas de mi generación y mi ubicación geográfica, crecí con la idea del cuento de hadas que terminaba en el final feliz: una boda donde hay un beso romántico al final y salen los créditos. Por supuesto, a nadie le importa qué pasa después porque ya los protagonistas obtuvieron lo que querían. Entonces me dediqué a entregarme completamente cuando me enamoraba – uno nunca sabe si ese sería el indicado. Además, cuando fuera «amor de verdad» yo dejaría de sentir atracción por otras personas y mi pareja sería todo lo que necesitaría en mi vida, ¿no? El problema es que eso no pasaba.

La conclusión más evidente era que ese no era «el indicado» y era necesario seguir buscando. Dejar de lado lo que se había construido y buscar aquella relación que haría redundante la existencia de cualquier otra persona en el mundo. Spoiler: nunca la encontré.

Gays promiscuos

En el ambiente gay, me encontré con que muchas parejas terminaban abriendo su relación. Fue algo tan común que deduje que todas la relaciones entre hombres homosexuales estaban destinadas a terminar siendo abiertas. La sociedad nos dice que los hombres somos calientes y necesitamos sexo – mucho sexo. Además, «sólo es coger» y ya, o eso escuchaba. Por ahora, dejaré de lado todas las implicaciones morales y éticas que tiene el ser sexualmente activo y libre (o esta publicación sería eterna).

Entonces tenía dos opciones: ser monógamo y negar que sentía atracción por otras personas o ser «promiscuo» y coger con todo mundo.

Poliamorosos y sus parejas desechables

Después escuché la idea del «poliamor» – que para mí era lo mismo que una relación abierta pero donde ya de plano todos hacen lo que quieran sin preocuparse por el compromiso que tenían al principio. No ayudó a mi experiencia el hecho de que sólo conocía parejas «poliamorosas» que utilizaban a la gente y luego los desechaban cuando ya se aburrían de ellos. O la otra variante, personas que preferían ser «poliamorosos» porque no querían «atarse» a una persona.

Por supuesto, alguien tan celoso, posesivo y controlador como yo jamás podría llegar a un punto donde mi pareja (énfasis en MI) fuera a involucrarse con alguien más allá de algo banal y carnal. Y yo jamás podría enamorarme de alguien más mientras estaba con MI pareja, el indicado, el «verdadero amor».

Hasta que sucedió.

Entrando al bosque

Mi pareja y yo conocimos a alguien guapo, interesante, entregado y poliamoroso. Comenzamos a frecuentarnos y, sin saber en qué momento sucedió, empezamos a dormir con él al menos una vez cada quince días. De pronto había flores, mensajes diarios, llamadas, salidas, fotos juntos en redes sociales y, por supuesto, mucho cariño. Cuando nos dimos cuenta ya había pasado casi un año.

Yo me rehusaba a pensar que podríamos tener una «relación» los tres – eso no era algo que estuviera dentro de mis capacidades y paradigmas. Desafortunadamente, el negarlo no era suficiente para cambiar la realidad. Lo único que sucedió fue que la relación se desgastó para los tres y tuvo que transicionar a algo diferente (ah, en poliamor no hablamos de «tronar», pero ese también es tema para otro día).

¿Y luego?

Hoy, después de mucho tiempo de investigación, estudio y pláticas con otras personas, puedo identificar qué es lo que realmente quería, quiero y, probablemente, querré para mis relaciones actuales y futuras. Ahora puedo enfocarme en la ética del poliamor, la comunicación asertiva, el crecimiento y, sobre todo, el amor.

En este blog planeo compartir contigo esta jornada. Estaré compartiendo mi experiencia personal mezclándola con toda la parte académica que me ha ayudado a navegar tanta novedad. ¿Tú cómo empezaste?