La legendaria responsabilidad afectiva

La famosa y legendaria responsabilidad afectiva. La equiparo un poco al santo grial que se dice te puede llenar de gozo y felicidad, pero que frecuentemente es el centro de guerras y batallas donde mucha gente sale herida. Mucha.

Sucede que es un término que se lanza de un lado a otro, a veces como un requisito para ser «buen poliamoroso», a veces como un arma para castigar y juzgar a otros y, de pronto, como una herramienta para poder amar más éticamente.

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No hay emociones negativas, sólo desagradables.

¿Viste Inside Out (Intensamente)? La película de Disney, esa donde tus emociones tienen emociones y tienen una aventura en tu cabeza. Bueno, si no la has visto te voy a hacer un gran spoiler: la villana de la película es nada más y nada menos que la alegría. Este personaje amarillo que desborda energía y sonrisas, está empeñada en que la persona que habita no sienta nada más que felicidad. Se empeña tanto en esto, que termina poniendo en peligro la integridad de la niña. 


Nuestra sociedad tiene el mismo problema. Nos enseñan que hay emociones “positivas” y “negativas”. Las “positivas” como la alegría y el afecto son ensalzadas en todos los medios – todos los productos que nos venden vienen acompañados de una buena dosis de cualquiera de estas dos. Por otro lado, las emociones “negativas» como el miedo, la tristeza, el enojo y la culpa son malas, despreciables, propias de gente débil e inadaptada que necesita terapia, medicamento o un Snickers. 


Como consecuencia de esto, aprendemos a juzgarnos constantemente cuando alguna de estas emociones “negativas” aparece. Nos castigamos y nos forzamos a pretender que no pasa nada, mostrando sólo las emociones aceptables. 

Son emociones desagradables, no negativas


El dolor, por más desagradable que sea, tiene una función. Por ejemplo, hace un año yo tuve unas molestias en una muela pero no le puse mucha atención. Es sólo un poquito de dolor, ahorita se me quita, pensé. ¡Qué sorpresa me llevé hace un par de meses cuando el dentista me dijo que ya tenía que quitarme el nervio de mi muelita! 
En cuestiones emocionales es algo similar. Estamos tan acostumbrados a no hacerle caso a esas emociones “negativas”, que lo dejamos pasar, negando que nos sentimos tristes o enojados, hasta que llega el día que explotamos o el conflicto escala a mayores. 


Si me duele la muela, es porque mi cuerpo me está avisando que hay algo que no anda del todo bien. Cuando inmediatamente me tomo un analgésico para dejar de sentir, estoy ignorando lo que mi cuerpo me dice.

Si me quedo un poco y le hago caso, podré atender el problema desde la raíz; entonces no es que sean negativas, sólo son desagradables.


Las funciones de las emociones desagradables


Myriam Muñoz, la directora del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, habla de cinco emociones básicas y con funciones de supervivencia. Ella lo maneja con un práctico acrónimo: MATEA (miedo, alegría, tristeza, enojo y afecto). Ahora, aquí hay un punto muy importante, muchos de nosotros estamos tan acostumbrados a ignorar estas emociones que, posiblemente, ni siquiera las identificamos cuando nos pasan. De pronto, a todo le decimos “ansiedad”. Un tip para esto es empezar a identificar qué sensaciones acompañan a estas emociones, así podrás identificarlas más fácilmente. Aquí te voy a explicar las funciones de las emociones desagradables y te daré un ejemplo de cómo YO las vivo (tal vez para ti sea algo diferente, pero puede servirte como primer punto de referencia).


Miedo
Hace un tiempo tomé mi primer viaje solo en carretera. Al llegar a la primer caseta, me di cuenta de que estaba tomada por hombres encapuchados con armas. Mi corazón se aceleró, sentí presión en el pecho y el estómago vacío. Mis manos me hormigueaban y me sentí muy alerta. A eso, yo le llamo miedo. 


El miedo tiene la función de protegerme de las amenazas. Me retiro, me cubro y hago lo que puedo para alejarme del peligro. 

Tristeza
Hace poco más de un año, un vínculo decidió terminar su relación conmigo. Fue la primera vez que me pasó, ya que siempre había sido yo el de la decisión con mis parejas anteriores. Sentí mi pecho muy pesado, muy poca energía, mi respiración se hizo más lenta y profunda, no podía pensar con claridad y sólo quería echarme al piso. A eso, yo le llamo tristeza.


La tristeza tiene la función de retirarme y reconectar conmigo mismo. Atenderme y reencontrarme con lo que yo necesito. 


Enojo
El otro día, sacando a mis perritos, salió un Labrador (sin correa) de la nada y se le lanzó a uno de mis hermosos caninos. Me di cuenta que era una persona que tiende a sacar a su perro sin correa y recordé que mi pareja me comentó que ya había atacado a uno de nuestros perros anteriormente. Mi cuerpo se llenó de energía, empecé a temblar, mi mandíbula y mis puños se tensaron y sentí fuego en mi interior. A eso, yo le llamo enojo. 


El enojo tiene la función de defenderme. A diferencia del miedo, el enojo me lleva a enfrentar y atacar. 


Bonus: La vergüenza/culpa
Otra emoción desagradable que no está incluida en la MATEA de Myriam es la vergüenza. Su función es reparar el vínculo y asegurar mi lugar en la sociedad. Puedes leer más a detalle acerca de esta emoción aquí


No puedo poner límites si no sé qué necesito


¿De qué me sirve saber esto? Cuando identifico lo que estoy sintiendo, puedo ver la necesidad que hay detrás y atenderla. Como explicaba en este artículo acerca de cómo los celos pueden ser tus amigos, si siento miedo de que mi pareja salga con alguien porque pueda olvidarse de mí, sé que necesito seguridad y puedo pedirla así. Si siento enojo por la misma situación, estoy intentando proteger algo entre nosotros. 


Al identificar la necesidad detrás de la emoción desagradable, puedo enfocarme en satisfacer y pedir eso que requiero, en lugar de pelear y buscar dejar de “sentirme mal”.


Ejemplo


A sabe que B va a salir a cenar con su ex, con quien tuvo una relación importante y siguen siendo cercanos. A siente que su mandíbula se aprieta, su respiración se agita y empieza a pensar ¿y como para qué va con ella si me tiene a mí? Además, ¡ya sabe que me molesta! ¿Qué no le importo?. Con cada pensamiento, sus sensaciones se intensifican. A repite en su mente no te puedes poner así, eso está mal y es súper tóxico, tú sólo sonríe y deja que pase, pero no funciona. De hecho, eso sólo aviva su malestar. 


A se da cuenta de que siente enojo (o hasta furia) y va a decirle a B que es un desgraciado por ser tan inconsciente y desinteresado… bueno, eso quiere hacer. Su cuerpo le dice que se mueva y haga exactamente eso, aunque algo más le dice que eso no le hará sentirse mejor. A recuerda este artículo y piensa que su enojo está tratando de proteger algo. ¿Qué es ese algo? En su caso, se da cuenta de que siente que su relación está siendo amenazada por esta situación y quiere protegerla con uñas y dientes. Va con B y le dice siento enojo por saber que irás a ver a tu ex. Este enojo es porque siento que amenaza mi relación contigo, que es algo muy importante para mí. Me doy cuenta de que necesito sentir que nuestra relación está protegida y segura. ¿Podrías ayudarme a sentir que es así antes de que vayas? No sé con certeza cómo hacer eso pero me gustaría poder explorar alguna alternativa.

 
A todo esto, algunos de ustedes dirán ay, nadie habla así. ¿No te gustaría a ti estar en una relación donde se hablara así? No es fácil y no es rápido.

Desaprender reaccionar visceralmente, reprimir emociones, castigarnos y juzgarnos, todo eso toma mucho trabajo. Sin embargo, no es imposible. Ya que empiezas a identificar estas emociones, puedes llegar a acuerdos que tengan en cuenta las necesidades de todas las personas involucradas y establecer límites firmes y amorosos que te protejan. 

“No” es confianza, no un rechazo. Aprendiendo a dar y recibirlo.

TL;DR – Al final del artículo puedes encontrar instrucciones para hacer un ejercicio práctico con este tema.

Cuando era adolescente, mi padre tenía el proyecto personal de hacerme un hombre de negocios cuando creciera. Me compró un set de cassettes (ya tengo algunos años) que enseñaban la estrategia perfecta para siempre recibir un sí. Algunas de las cosas que recuerdo son:

• Haz una oferta o petición firme y quédate callado. A partir de ahí, el primero en hablar pierde.

• No muestres tus cartas prematuramente. La otra persona no debe saber lo que realmente quieres.

Ofrece menos de lo que realmente estás dispuesto a dar.

Nunca recibas un “no” como respuesta.

Finalmente como comerciante, mi padre estaba acostumbrado a eso y le iba bastante bien. Tenía una forma muy particular de poder convencer a las otras personas de que querían o necesitaban cosas que él quería darles. Durante varios años, intenté llevar a cabo esas estrategias pero había algo en mí que no se sentía cómodo haciéndolo. Me parecía absurdo tener que mentir cuando estaba hablando de algo que quería.

En mi última entrevista de trabajo en un colegio, llegó el momento que más aborrezco: la negociación de sueldo. Mi ahora jefa me preguntó cuánto quería ganar, como es costumbre y yo le contesté no sé, preferiría que me dijeras cuánto me puedes pagar. Ella me regresó la responsabilidad y le dije ok, quiero ganar 50,000 pesos al mes. Sorprendida, se rió y me dijo que era demasiado, a lo que contesté entonces sí sabes cuál es tu límite máximo, ésa es la cantidad que quiero conocer. No me interesa negociar y buscarle a ver quién puede más o menos, yo te puedo decir que lo mínimo que puedo aceptar para este trabajo es esta cantidad, pero conoces mi trabajo y no considero que valga pagarme lo mínimo aceptable.

Las relaciones románticas no son negocios

Al menos no en el sentido que los conocemos. Las relaciones éticas implican que podamos ser vulnerables ante la otra persona y eso incluye dejar de buscar ganar. Frecuentemente se establecen reglas rígidas que deben cumplirse y, cuando se rompen, alguno de los involucrados tiene derecho a reclamo, venganza o castigo.

De una forma bastante literal, las reglas nos llevan a un lugar moralmente superior donde podemos tratar a la otra persona con desdén en caso de que las rompa (y este es el jinete del Apocalipsis más peligroso en una relación).

Al negociar desde un lugar horizontal no jerárquico (donde ni tú ni yo somos moralmente superiores), me veo en la necesidad de considerar un “no” como respuesta. Esto me lleva a conocer mis límites y ser firme con ellos (NO son reglas, lee qué son aquí), además de poner mis cartas sobre la mesa para poder llegar a acuerdos. Esto va directamente en contra de las reglas de un buen negociador que aprendí cuando era adolescente.

Siempre recibe un “no”

Si llegas a una negociación en tu relación con la idea de ganar, necesariamente vas a perder. ¿Por qué? Después de la plática, vas a seguir interactuando con esta otra persona y su relación va a cambiar de acuerdo a los resultados.

Si tu pareja pierde, TÚ PIERDES.

Una relación ética necesita compasión, donde el bienestar de todas las personas involucradas es esencial. Puede que obtengas la satisfacción de creer o sentir que tienes la razón y eso tal vez alimente tu ego de una forma placentera. ¿Qué pasa con tu pareja? Si tu pareja se siente invalidado, derrotado, fracasado o devaluado, tu relación va a sufrir y vas a perder lo que estás tratando de obtener: una relación amorosa donde te sientas bien.

¿Cómo recibo un “no”?

Ahora, no es tan fácil como suena. Generalmente recibimos un “no” como una invalidación de quienes somos, no de lo que hacemos. Por ejemplo, si le ofreces un pastel que tú horneaste a alguien y lo rechaza, es probable que te sientas rechazado. Pareciera que el “no” es una fuerza absoluta que nos niega, sobre todo cuando consideramos que nuestro valor está puesto en eso que hacemos o decimos.

Para poder recibir un “no” de otra forma, primero hay que considerar que la otra persona es un ser humano independiente. Después, saber que es completamente válido sentirnos rechazados y que podemos atender esa sensación con la otra persona. Finalmente, ponernos los lentes de la compasión para asumir buena intención y validar a la otra persona.

Ejemplo:

A: Te traigo muchas ganas hoy, mi amor. Quiero hacer el amor contigo.

B: No tengo ganas hoy.

A: Gracias por confiar en que puedo recibir tu “no”. En este momento me siento rechazado y me da miedo que no te sientas atraído por mí. ¿Podemos hacer algo más que me ayude a no sentirme así?

“No” como un regalo

Siendo que el “no” es una palabra tan fuerte que puede llevarnos a lugares tan vulnerables (tanto al decirlo como al recibirlo), podemos resignificar esta palabra como una señal de confianza. Poder decir “no” es una muy buena señal de comunicación y salud en una relación de pareja. Implica que las personas se sienten con confianza para cuidarse y saben que la relación puede aguantar una negativa.

Un “no” puede ser un regalo así:

-No como un nuevo camino

Decir “no” no tiene que cerrar la conversación. Al contrario, puede ser una oportunidad para explorar algo nuevo. Si recibo ese no como una puerta cerrada que me permite explorar otras nuevas, me será posible conocer alternativas que tal vez no había considerado.

-No como un regalo

Como mencioné anteriormente, decir no también es una muestra de confianza. Una forma muy hermosa de aprender a recibir “no” es contestando gracias por confiar en que puedo recibir tu “no”.

-No como un reconocimiento

Decir “no” también implica que estamos reconociendo y respetando nuestros límites. Para dejarle saber a la otra persona que apreciamos eso podemos responder con un gracias por cuidarte. Esto es útil sobre todo con personas que tienden a ser muy complacientes y ponen el bienestar de otros antes que el propio. Cuando dicen “no”, es realmente un gran esfuerzo y es de admirar que puedan cuidarse.

Ejercicio práctico

No sé cómo haya sido tu experiencia pero a mí no me enseñaron a decir ni a recibir un “no”. Por eso, lo practico con mis parejas en situaciones poco amenazantes para que sea más fácil en temas fuertes. El ejercicio es así:

Siéntense frente a frente. A mí me sirve tomar de la mano a mi pareja pero eso depende de lo que ustedes prefieran. Pongan un temporizador para tomar turnos y elijan quién será A y quién B.

Advertencia: NO hagan peticiones emocionalmente cargadas o significativas. Eviten cosas como “quiero que me digas que me amas” o “quiero que tengamos sexo”, especialmente en el turno de “no”.

Turno 1: A pide – B contesta sí y una pregunta de seguimiento

Durante tres minutos, A le pedirá a B cosas pequeñas e insignificantes (dejo una lista de peticiones al final). B contestará que sí y hará una pregunta de seguimiento como “¿cómo quieres que lo haga?”

Turno 2: A pide – B contesta no – A contesta “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu no”

Al terminar el tiempo, continúa el turno de A pero en esta ocasión, B le dirá que no a todo. Importante: A debe contestar con “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu ‘no’”.

Turno 3: B pide – A contesta no – B contesta “gracias por decirme que no” o “gracias por confiar en que puedo recibir tu no”

Terminando el turno de A, sigue B. En este tercer momento, A responderá siempre “no” y B contestará como mencioné anteriormente.

Turno 4: B pide – A contesta sí y una pregunta de seguimiento

El último turno es B haciendo peticiones y A respondiendo “sí” más la pregunta de seguimiento.

Al terminar el ejercicio, tómense unos minutos para reconectar con un abrazo, apapachos, caricias y palabras de afirmación.

Lista de peticiones sugeridas:

  • Quiero que gires tu cabeza a la izquierda/derecha
  • Quiero que me pases mi vaso con agua
  • Quiero que pongas tu teléfono en tu otra bolsa
  • Quiero que me digas hola
  • Quiero que levantes una mano