Que dice que siempre no: Parte 1 – Comunicación asertiva y decir ‘no’.

Las relaciones éticas funcionan cuando todos los involucrados tienen agencia, son honestos, dan su consentimiento y actúan con compasión (aquí puedes leer mi propuesta de cuatro pilares para una relación ética). En otras palabras, todos pueden hacer lo que quieran siempre y cuando todos estén de acuerdo. En la práctica, hay algunos baches.

Llega el momento que tanto has esperado, el día en que tu pareja y tú harán acuerdos éticos. Sabes que puedes pedir lo que quieras y que podrán negociarlo con compasión buscando el bienestar de ambos. Tu pareja te ve a los ojos con todo el amor del mundo y te pregunta ¿y tú qué quieres, mi amor?

Ves su mirada y tu corazón se detiene. ¿Qué quiero?, piensas. Pues quiero muchas cosas, quiero poder salir con mis amigos los viernes y sentirme contento de pasarla con ellos, quiero poder llegar a casa a ver mi serie favorita solo algunas veces, quiero ir al concierto de ese artista que no te gusta y que me acompañe alguien que sea fan. Todo está muy claro. Así que respondes con no sé.

Lo que realmente piensas es esto: Pues quiero muchas cosas, quiero poder salir con mis amigos los viernes y sentirme contento de pasarla con ellos (pero si me voy te vas a sentir solo e igual y te enojas o te hago daño… tal vez te den celos y te sientas inseguro o hecho a un lado), quiero poder llegar a casa a ver mi serie favorita solo algunas veces (pero siempre vemos la tele juntos y siempre vemos cosas juntos, si te digo que quiero ver algo solo, te vas a sentir rechazado e igual piensas que no me gusta tu compañía), quiero ir al concierto de ese artista que no te gusta y que me acompañe alguien que sea fan (pero igual y te dan celos porque comparta algo así con alguien que no seas tú).

A lo mucho, probablemente surja un débil me gustaría ver esta serie algún día, si no tienes problema. Y se queda ahí, como un deseo de algo que probablemente nunca suceda.

¿Por qué es tan difícil decir quiero?

Así lo aprendimos

En México tenemos algunas características que nos dificultan el poder realmente pedir lo que queremos y no forzarnos a estar en lugares que nos hacen sentir incómodos. Comencemos por lo más evidente.

Culturalmente tendemos a darle la vuelta a las cosas porque ser directo es considerado agresivo. Me gustaría, por favor, si no es demasiada molestia, que platicáramos acerca de nuestra vida sexual en algún momento pero sólo si no es un problema. Tú me avisas cuándo, ¿va? ¿Te suena? Utilizamos palabras como me gustaría, estaría padre, ojalá pasara y otras tantas en lugar de un simple, sencillo y claro quiero. Sólo que decir quiero hablar de nuestra vida sexual tiende a ser recibido peor que una cachetada.

«No» es una opción también

Parte de que recibamos un quiero como algo agresivo es que no estamos acostumbrados a decir no. En lugar de eso surgen respuestas como ahorita no, en un ratito, más o menos y demás. Entonces nos la pasamos platicando de situaciones imaginarias y dando respuestas vagas. No es de sorprenderse que nos quedemos atrapados en acuerdos que no nos satisfacen.

Pensemos en un ejemplo de la vida real:

Llegando a una tienda, preguntas por algo que te gustó. Te lo muestran y te encanta. Preguntas el precio y te das cuenta de que no quieres pagar tanto por ese objeto. ¿Dices no lo quiero, gracias o déjeme dar la vuelta y regreso? Aunque la persona de la tienda sabe que no vas a regresar. Tú sabes que no vas a regresar. El perrito de la esquina que te ve salir de la tienda sabe que no vas a regresar.

Ahora pasemos a un ejemplo en una relación:

A: Me gustaría que platicáramos acerca de nuestra vida sexual.

B: Sí, es algo importante.

A: …

B: …

A: …

B: ¿Qué quieres comer hoy?

A: (Pues sí, le vale madres lo que yo quiero. Pero es mi culpa por creer en él). Lo que tú quieras.

B: ¿Quieres comer sushi?

A: (Ya sabes que me gusta más la pizza pero nunca me escuchas ni me atiendes). Como tú quieras.

Y así podría seguir el diálogo pero probablemente tú ya lo conozcas.

Abandonado o absorbido

¿De qué sirve poder pedir claramente lo que queremos? Para empezar, si no lo dices las probabilidades de que lo obtengas son mínimas. Sí, puede ser que por una serie de sucesos coincidentales milagrosamente suceda exactamente lo que esperas; sin embargo, eso pasará muy esporádicamente. Por otro lado, me permite diferenciarme de la otra persona y seguir siendo un individuo – que es probablemente lo que generó que nuestra relación surgiera desde un principio.

Las relaciones sexoafectivas como las conocemos son un terreno fértil para la codependencia. Nos vamos acercando poco a poco hasta que perdemos la capacidad de hablar de manera individual: esa película nos gusta mucho, ese restaurante es nuestro favorito, a nosotros no nos parece cómo se lleva esa otra pareja, etc. Y no es que esté mal. De hecho, también se genera un ambiente donde hay mucha seguridad y comodidad. Ya pertenecemos a algo y estamos tan unidos que prácticamente nos fusionamos.

El problema viene cuando realmente ya no puedes distinguir entre lo que quieres tú, lo que quiere tu pareja y lo que quieren juntos. Me gusta llegar a casa a jugar videojuegos se vuelve nos gusta estar en la casa. Se siente como si fueran mutuamente exclusivos. ¿Por qué? Porque si decido hablar acerca de mí, es como si rompiera el nosotros. Al decir hoy yo quiero, pareciera que digo ya no quiero que queramos. (Si este es tu caso, en esta entrada explico cómo desenredarte)

Confía en que tu pareja es capaz

Puede sonar muy noble el sacrificio de lo que quieres para asegurarte de que el otro está bien. De hecho, probablemente es la historia que te vendes pero si le echamos un vistazo más profundo, hay un fondo no tan loable.

Detrás del no quiero que te sientas mal está el mensaje tú no puedes así que tengo que hacerlo por ti.

No quiero pedirle a mi pareja que haga esto por mí porque no creo que sea capaz de decirme que no. No quiero que sepa que estoy incómodo porque no va a poder con eso y nos va a llevar a una discusión que nos hará tronar. Todo por mi culpa, porque todo depende de mí, porque sólo yo puedo arreglar las cosas. Mi pareja no es capaz.

Suena algo crudo pero… ¿te checa? A mí sí. Mucho.

Me he dado cuenta de que mi tendencia a siempre resolver y tomar la responsabilidad de todo también viene de un lugar muy soberbio. ¿Por qué mi pareja no podría tomar las riendas de vez en cuando y resolver los conflictos? ¿Por qué creo que si le pido algo a mi pareja que no quiere hacer, no va a ser capaz de decirme que no? ¿Qué no somos adultos responsables? (Si tu respuesta es algo como uy, no, este wey nomás no va a poder, tal vez la pregunta es más: ¿quieres un compañero de vida o un hijo a quien cargar?

Confía en tu pareja. Dale la oportunidad de demostrar que sí puede. Sobre todo porque si tu relación depende de que tú no pidas lo que quieres, eventualmente te vas a cansar.

Además, la comunicación asertiva es la mejor forma de asegurarte de que el consentimiento no se vuelva coerción. En la siguiente entrada entraré en más detalle.

No pidas perdón, ofrece ser mejor.

En mis años como docente una de las palabras que más me había acostumbrado a escuchar era perdón. Sin embargo es como cuando dices una misma palabra muchas veces, ¿lo has hecho? Piensa en cualquier palabra y dila en voz alta unas treinta veces. Como en la décima, empieza a volverse más una serie de sonidos que un concepto y pierde sentido completamente. Mis alumnos lo hacían como un reflejo y ni siquiera volteaban a verme.

Al principio, empecé a cuestionar su disculpa preguntando ¿por qué pides perdón? Sus respuestas iban desde porque así debe ser hasta no sé. Cuando les proponía la idea de que estaban pidiendo perdón por haberme lastimado, les parecía exagerado. Ellos tenían la idea de que lastimar a alguien requiere violencia intensa y evidente.

En los últimos años, empecé a rechazar sus disculpas. Comencé a contestar diciéndoles no necesito que te disculpes, necesito que mejores. La primer recompensa que obtuve fue sus caras de asombro y confusión. Imagino que pensaban ¿o sea que tengo que hacer algo? ¡ya pedí perdón!

No pidas, ofrece.

Por supuesto, uno no puede observar el abismo sin que el abismo lo observe a uno también (parafraseando a Nietzsche). Empecé a darme cuenta de lo vacías que son las disculpas. Además, en nuestro idioma las disculpas son una petición. ¡Imagínate! Además de haberte hecho daño, estoy pidiéndote que me des algo. ¿No hay algo raro ahí?

Entonces me topé con un artículo que hablaba precisamente de esto. Pedir perdón u ofrecer disculpas es lo último que se hace después de haber cometido una falta – al menos si es que se busca que haya un cambio real.

Paso 1 – Reconoce el comportamiento

Antes que nada, es importante dejarle saber al otro que su percepción es válida e importante para nosotros (finalmente, si quiero pedir perdón es probable que esa persona me importe). Describe las acciones y los hechos de la forma más objetiva posible y, de preferencia, checa con la otra persona para asegurarte de que están hablando de lo mismo.

Ejemplo: En la mañana quedé de llamarte para quedar a qué hora iríamos al cine hoy. Pasó el día y no te llamé. ¿Es esto lo que sucedió?

Quédate abierto a escuchar detalles o particularidades que tal vez no percibiste. Recuerda que en este momento, no estás buscando defender tu orgullo sino acercarte y ayudar a esa persona que te importa y que está pasando por un mal rato.

Paso 2 – Reconoce las emociones del otro

Aquí entra la empatía como la expliqué en el artículo anterior. Hay que considerar cómo mi comportamiento le afectó al otro, aún si yo no me sentiría igual. ¡Esto no es acerca de ti!

Ejemplo: Veo que estás enojado y distante. Entiendo que estás lastimado.

Si no estás seguro de cómo se siente el otro (porque no eres adivino o porque no estás acostumbrado a hablar de sentimientos), es completamente válido preguntar y pedir una descripción.

Ejemplo: Sé que lo que hice te ofendió/hirió. Quiero entender cómo te sientes, ¿me podrías decir?

Paso 3 – Repara

Aquí es donde se pone bueno. No es sólo decir que lo sientes, es tomar acciones claras para repara el daño hecho. Pro tip: pregúntale a la otra persona si hay algo específico que podrías hacer para repara el daño y revisa si es algo a lo que estás dispuesto. Puede ser desde una promesa de no repetirlo, un cambio de conducta o hasta alejarte.

Ejemplo: A partir de ahora, cuando quede de llamarte pondré una alarma en mi teléfono para evitar que se me vaya el tiempo. ¿Hay algo que pueda hacer en este momento para atender tu necesidad?

Paso 4 – Ofrece disculpas

Idealmente, a estas alturas pedir disculpas puede hasta estar de más, a menos que la forma de reparar sea ofrecer una disculpa.

Bonus: Paso 5 – Revísate y no hagas promesas que no puedes cumplir

Hay quienes dicen que no hay diferencia si te disculpas o no cuando vuelves a cometer la falta. Yo creo que hay una diferencia enorme: la primera vez es un error, la segunda es descuido y ya trae un rompimiento de compromiso como postre. No sólo es una acción que le hace daño a la persona sino que también lastima la confianza en la relación.

Para evitar esto, es necesario que seas muy honesto contigo mismo y revises si es que realmente eres capaz de hacer el cambio necesario. La idea del amor romántico que nos dice que siempre se puede, aunque seamos fundamentalmente incompatibles, puede que nos lleve a forzarnos a prometer más de lo que podemos dar.

¿Cómo sé hasta dónde?

Ubica tus límites y qué tanto eres capaz de ser flexible. Tal vez no eres capaz de dejar de poner tu chamarra en la silla de la sala, pero sí puedes comprar un perchero. O quizás no puedes dejar de ligar gente en el metro pero sí puedes ser consciente de lo que haces y llegar a un acuerdo con tu pareja.

Si te das cuenta de que siempre te disculpas por lo mismo, tal vez es tiempo de checar compatibilidades y buscar alternativas.

La Trifuerza de la Comunicación – ¿Cómo quiero que me escuches?

Llegas con tu pareja después de un largo día donde todo salió mal. Buscas ese lugar seguro donde puedes ser tú y sentir que no tienes que resolver los problemas del mundo. Le platicas tu día y tu pareja te dice «ah, mira, lo que puedes hacer es…». Le ves y escuchas porque sabes que te ama y quiere que estés bien pero realmente piensas «no es que esté tonto y no sepa cómo resolverlo, ¡sólo quiero poder decir lo que me pasa!».

En el mejor de los casos, aguantas y pasa. En el peor, se vuelve un conflicto donde tu pareja piensa «yo sólo quería ayudar».

Seamos claros

La realidad es que nos enseñan a usar el lenguaje como gramática y vocabulario en el colegio, mientras que en casa se puede utilizar como una herramienta para conectar o un arma para conseguir lo que quieres a pesar de los demás. Decir «te amo» pasa de ser algo tierno y sincero a una frase que sigue de un «pero», un «para» o «mientras»; te amo pero sólo si tú me amas, te amo para que estemos juntos y me sienta seguro, te amo mientras no me mientas.

La comunicación puede tener muchas funciones que no sean tan agradables o que caigan en la agresión. Sin embargo, también puede servir para lograr conexión, cercanía e intimidad. Lo que necesitamos es simplemente aprender a usarla de esa manera.

Herramientas en lugar de armas

Las herramientas construyen mientras que las armas destruyen. Este será la primera de varias entradas donde te compartiré técnicas y estrategias para mejorar tu comunicación. Sólo recuerda que la intención no es utilizarlas para obtener lo que quieras sino para poder explorar tu relación y llegar a acuerdos éticos.

La primera, como dice el título, parece haber salido de un videojuego de un duende con nombre de mujer (no me quemen, gamers, es una broma). Multiamory.com propone la trifuerza de la comunicación como una base para poder tener conversaciones donde expresemos claramente lo que necesitamos de la otra persona.

Trifuerza 1 – Construyendo intimidad

La primera es la más simple y la más difícil de aplicar. Cuando tu objetivo es la trifuerza 1 (T1) sólo quieres compartir algo con la otra persona para que lo sepa. No necesitas respuestas específicas ni esperas que suceda nada particular. Quieres compartirlo y es suficiente. Tal vez sea algo feliz que te sucedió, un suceso desagradable o una historia que te pareció interesante.

Ejemplo: Oye, quiero compartirte que hoy tuve una situación muy estresante en el trabajo. Me gustaría que me escucharas y no espero nada más de ti. Sólo quiero saber que estás aquí y que puedo contártelo.

Ejemplo 2: Quiero decirte que hoy tuve una pelea con mi novio. No espero nada de ti ni necesito que me ayudes a resolverlo ya que es trabajo que estoy haciendo. Aún así, es posible que me notes un poco en mi cabeza y me gustaría que supieras por qué es para evitar preocupaciones o que te sientas mal.

Trifuerza 2 – Validando sentimientos

Esta surge cuando estás buscando apoyo o validación. Ya sea que haya sucedido algo maravilloso y quieras compartirlo con alguien que te aliente y te pueda dar un abrazo o que estés preocupado y quieras a alguien que pueda darte algo de empatía. Saber que alguien más ha pasado por algo similar o que simplemente validan tus sentimientos puede ser de gran ayuda en situaciones difíciles.

Ejemplo:

A: ¡Hoy mi novio me dijo ‘te amo’ por primera vez!

B: Veo que eso te tiene muy emocionado y contento, ¡me da mucho gusto por ti!

Empatía no es lástima ni menospreciar al otro

Antes de seguir con la última trifuerza, creo esencial hablar de qué es la empatía realmente. Se dice que es ponerte en los zapatos del otro pero eso trae una gran complicación: todos somos diferentes y vivimos la vida de maneras únicas. Por ejemplo, mi pareja tiene una alta tolerancia a las bajas temperaturas mientras que yo no. Si él fuera «empático» bajo la definición que conocemos, podría decir «yo en tus zapatos no tendría frío, no seas exagerado» y tendría toda la razón.

La empatía es ponerte en los zapatos del otro y considerar cómo se siente esa persona con lo que le está sucediendo. Aquí un ejemplo:

A: ¡Estoy muy contento porque compré un nuevo videojuego que he estado esperando!

B: (En su mente: odio los videojuegos pero veo que es algo que él ha estado esperando y por fin sucedió, ¿cómo me sentiría yo si obtuviera algo que me emociona y que llevo mucho tiempo esperando?) ¡Veo que estás muy contento y emocionado! ¡Qué increíble es cuando pasa eso!

Un ejemplo con una emoción menos agradable:

A: Estoy muy triste porque se acabó esta serie que me encanta.

B: (A mí no me importan las series y me da igual si terminan pero sí he tenido momentos donde algo que disfruto mucho se acaba y es horrible) Entiendo que te sientas triste porque terminó. Es algo frustrante y difícil.

Trifuerza 3 – Consejos

Esta es la única donde le pides a la otra persona que te brinde un consejo. No es pedirle la solución sino, más bien, que pueda discutirlo contigo para poder llegar a una solución juntos.

Tip: Haz más preguntas que afirmaciones. Cuando alguien nos pide consejos lo primero que queremos hacer es demostrar lo hábiles que somos y que tenemos la respuesta rápida y fácilmente. Poder discutir un problema implica profundizar y ayudar a la otra persona a encontrar nuevos puntos de vista.

Ejemplo:

A: Mi novio y yo estamos enojados y no sé qué hacer ¿me puedes dar un consejo?

B: Podemos platicarlo. ¿Por qué se enojaron? o ¿Qué hacen cuando se enojan? o ¿Qué necesitas en este momento y cómo puedo ayudarte a obtenerlo?

¿Cómo se usa?

Puedes platicarlo con tu pareja y empezar a utilizar el lenguaje técnico o encontrar formas que les sirvan a ustedes para saber qué necesitan. Desde decir quiero contarte algo y necesito T1 o quiero contarte algo y sólo necesito expresarlo. Como toda nueva habilidad, puede sentirse mecánico y poco natural al principio pero con práctica y trabajo puede ser muy útil para evitar conflictos innecesarios.

¿Qué tanto es tantito? Parte 4.5 – Respuestas

Ya estamos en fechas de tener que llevar a cabo propósitos de año nuevo. Predigo que habrá muchos memes con propósitos como dejar de ser tóxico, aprender a querer bonito, tener novio (o más de uno), aprender a ser independiente, quererme más y otros tantos clichés como aprender a tener acuerdos y límites éticos en mis relaciones.

¡Y está bien! Todos esos son válidos e importantes. Para ayudarte un poquito con el último, te dejo ejemplos de alternativas a las reglas no éticas de la parte 4 de esta serie.

  1. Puedes salir con otras personas y tener sexo pero no puedes enamorarte de nadie.

Regla: La falta de ética está en restringir lo que mi pareja puede o no hacer. La necesidad que intenta cubrir esta regla puede ser el sentirse especial. El miedo podría estar en ser desplazado. Atendiendo eso:

Acuerdo: Cuando pienso en que te enamores de alguien más siento miedo a que yo deje de ser especial o importante para ti. ¿Qué podríamos hacer para que yo pueda sentirme seguro e importante para ti?

Límite: No estaré en una relación con alguien que quiera tener vínculos románticos con otras personas. (En otras palabras, ser monógamo)

2. Puedes tener otros novios pero no puedes amar a nadie más que a mí.

Regla: Nuevamente, esta regla restringe el comportamiento de mi pareja y, además, pone una condición a una persona que no está involucrada en la negociación (¿el novio qué culpa tiene?). La necesidad y el acuerdo son similares al número uno.

3. No puedes ver el siguiente capítulo del episodio de esta serie sin mí.

Regla: Este ejemplo lo puso un poco por el efecto cómico pero es algo muy real. Aunque socialmente aceptable, esta restricción en lo que mi pareja puede hacer es muy real. La necesidad puede ser el tener algo especial juntos o mantener una conexión. ¿Qué sucede si uno de nosotros tiene mucho trabajo durante un par de semanas y no tenemos tiempo de ver la serie juntos?

Acuerdo: Me gusta ver esta serie contigo y compartir el momento juntos. Me gustaría que compartiéramos esto como algo especial entre nosotros. ¿A ti qué te gustaría?

Aunque parecen muy similares, la diferencia está en que si la regla no se cumple, viene una discusión y un problema. El acuerdo abre la conversación para atender las necesidades de ambas personas.

Límite: No voy a comprometerme a sólo ver esta serie contigo porque la disfruto mucho y no quiero esperar a que tengas tiempo.

4. No puedes venir a este lugar con nadie más que conmigo.

Regla: Similar al anterior, la necesidad puede venir de sentirse especial o importante. Más que el lugar, es lo que representa y es probable que exista temor a perder ese significado.

Acuerdo: Este lugar es especial para mí en nuestra historia porque representa algo importante para mí y me gustaría que fuera nuestro. ¿En caso de que quisieras compartirlo con alguien más, podríamos platicarlo primero y llegar a un acuerdo donde estemos cómodos ambos?

Límite: Tendré lugares especiales sólo con personas que coincidan conmigo en mantenerlos exclusivos.

5. No puedes mandarle nudes a nadie.

Regla: Aquí se limita la capacidad de la otra persona de actuar como quiera. Tal vez surja la duda ¿y si se filtran o las utilizan para algo desagradable? En ese caso, hay que confiar en que nuestra pareja es una persona adulta capaz de tomar decisiones responsables y asumir las consecuencias de las mismas.

Acuerdo: Lo que sí podemos hacer es expresar nuestras preocupaciones y necesidades.

Me preocupa que compartir nudes pueda tener consecuencias negativas en ti o en nuestra relación. ¿Podrías evitar compartirlas?

En ese caso, se está haciendo una petición y la otra persona tiene la posibilidad de decir no y es completamente válido.

Límite: No estaré en una relación con personas que compartan nudes.

Practica, practica, practica.

Todo esto puede sonar sencillo pero toma trabajo. Revisa las publicaciones anteriores para obtener tips e ideas acerca de cómo identificar tus necesidades y volverlas acuerdos éticos.

¿Cómo te ha ido haciendo acuerdos éticos y poniendo límites?