¿Qué tanto es tantito? Parte 2 – Acuerdos

10 de diciembre de 2019by Psic. Jaime Gama8

A veces, pareciera que las relaciones de pareja son una competencia entre dos personas a ver quién puede más. He visto (y vivido) relaciones donde uno de los miembros dice «puedes tener sexo con otras personas pero no puedes mantener contacto con ellos», sólo para recibir la respuesta «entonces tú no puedes salir con el chavo ese que te anda tirando la onda». Este tipo de escenarios no sólo es común sino hasta esperado en nuestra cultura. Y todo porque no nos enseñan a detenernos para saber qué necesitamos y mucho menos a cómo expresarlo.

¿Y mi mensaje de buenas noches?

En la entrada anterior expliqué mi punto de vista de por qué las reglas no son éticas. También mencioné un concepto que puede ser la alternativa a esas restricciones. Pero antes, un ejemplo de la vida real.

Mi novio y yo nos mandamos mensajes diariamente al despertar y antes de ir a dormir. Sin falta. Sin embargo, es algo que jamás platicamos – simplemente se dio. Después de varios meses, para mí sería algo muy extraño si me fuera a dormir y no le dijera buenas noches.

¿Qué pasaría si no lo hiciera? ¿Tronaríamos? Yo creo que no. Lo más probable sería que recibiría un mensaje como «me hizo falta tu mensajito ayer». De ahí surgiría una conversación donde podríamos explorar nuestro gusto por mantener contacto y lo bonito que es. Si fuera una regla que tenemos que mensajearnos diario y no lo hiciera, la conversación sería más «¿por qué no me mandaste mensaje ayer? ¿ya no te importo?» o algo parecido.

En tu libertad eliges hacerme feliz

La diferencia principal entre acuerdos y reglas, como decía en la entrada anterior, es que los primeros son flexibles mientras que las segundas son rígidas. Los acuerdos también atienden a las necesidades de todos los participantes, tomando en cuenta que todos somos diferentes y queremos cosas particulares. Finalmente, los acuerdos no tienen “consecuencias”. Si un acuerdo se rompe, la pareja debe sentarse a replantear por qué sucedió, qué necesidad no fue tomada en cuenta y pensar en uno nuevo.

Los acuerdos son un me gustaría más que un tienes que. Permiten que los participantes elijan qué harán, cómo y cuándo.

Ajá y ¿cómo le hago?

Las reglas con sencillas en cuanto a que nos permiten evitar conversaciones incómodas. Los acuerdos surgen precisamente de esas pláticas que nos puede dar miedo tener. Para poder generar acuerdos, debes estar muy claro en cuáles son tus necesidades, tus miedos y tus deseos.

Ejemplo: Si tu regla es «no puedes mandarle flores a nadie más que a mí», es necesario que pienses qué necesidad o miedo está detrás. Podría ser que necesites demostraciones de afecto que atiendan tu deseo de sentirte apreciado. O, tal vez, sea el miedo a que la otra persona sea más importante que tú y te lleve a dejar de ser considerado.

Por lo tanto, también requiere mucha honestidad contigo mismo. Es necesario que tomes las riendas de tu propio crecimiento y saber que el que tiene que decir lo que necesita eres . Cualquier deseo es válido y tienes el derecho a expresarlo (aunque no a exigirlo).

Paso a paso

Y como nadie nos enseña a hacer acuerdos basados en confianza, honestidad, responsabilidad y ética, vamos a verlo con más detenimiento.

  1. Rueditas de entrenamiento – Las reglas

Empieza por lo que se te da naturalmente – controlar utilizando reglas. Realmente no es que sean malas y, más bien, te pueden dar una muy buena idea de cuáles son tus necesidades más importantes.

Ejemplo: No puedes subir fotos abrazando cariñosamente a nadie más en redes sociales.

Esto puede venir del miedo a ser desplazado, el deseo de ser visto y apreciado o la necesidad de reconocimiento social de tu relación. Para efectos de este ejercicio, pensemos que lo más presente es el miedo a ser desplazado. El hecho de que tu pareja no suba fotos así, no necesariamente va a cubrir esa necesidad. Es más, es posible que surja de otras formas y genere conflictos.

2. ¿Qué es importante?

Ahora veamos qué es lo importante. En este caso lo importante es saber que tu lugar está siendo respetado y recibir seguridad por parte de tu pareja. La necesidad es precisamente sentirte seguro.

3. Petición versus exigencia

Ya que sabes qué es lo que necesitas, el siguiente paso es hacer una petición. Tal vez pienses «entonces ¿puedo pedir lo que yo quiera?» ¡Sí! Pero aquí necesito hacer una pausa. La diferencia está en que cuando exijo, espero obtener algo específico y hay consecuencias desagradables si no es así, mientras que las peticiones pueden ser negadas. Mi pareja tiene todo el derecho de decir que «no» a mis peticiones.

4. ¿Cómo lo expreso?

Ya con todo eso, tu propuesta de acuerdo quedaría así:

«Cuando subes fotos a redes sociales abrazando cariñosamente a alguien, me da miedo ser desplazado. Me gustaría encontrar alguna forma de cubrir esa necesidad. ¿Podríamos platicar de algunas formas en las que yo podría sentirme más seguro en nuestra relación?»

En este caso, primero describo la situación, después expreso mi deseo y, finalmente, hago una petición desde esa necesidad. Nótese que no estoy diciendo cómo quiero que mi necesidad sea cubierta («quiero que no subas fotos con nadie»), sino que invito a mi pareja a buscar alguna manera de cubrir mi necesidad sin coartar su agencia.

Trabajo en equipo

Los acuerdos son colaborativos. No son algo que decides ni tú ni tu pareja de manera unilateral. Asumiendo que hay confianza y compasión (hacer lo mejor para el bien de todos), se vuelve un trabajo donde el mensaje es «¿cómo le hacemos juntos para cubrir las necesidades de ambos?». Por lo tanto, no habrá una sola respuesta y no será siempre igual. Las parejas que mantienen comunicación abierta y se enfocan en su crecimiento son capaces de identificar cuando las necesidades van cambiando. Yo recomiendo establecer un chequeo mensual de acuerdos para asegurarse de que no haya cambios que te tomen por sorpresa.

¿Y si se rompen?

Cuando un acuerdo se «rompe» o no funciona, es posible que haya dolor, tristeza o decepción. Aquí es necesario poder platicarlo y replantear a partir de lo que no funcionó.

Ejemplo: «Oye, teníamos un acuerdo de que me avisarías si llegarías a casa o no y no lo hiciste. Me siento triste e inseguro. ¿Qué alternativa podemos explorar para cubrir mi necesidad?».

Y ¿qué tanto es tantito?

La pregunta que escucho en este punto es «¿y si nos la pasamos replanteando acuerdos y nomás no funciona? ¿hasta qué momento dejas de buscar alternativas y pones un ‘hasta aquí’?». Ahí es donde entran los límites, que puedes leer aquí.

Pronto estaré ofreciendo un taller para practicar acuerdos y límites. ¡Sígueme en Instagram (@gotitasdepoliamor) y en este blog para que no te lo pierdas!

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