El apocalipsis de tu relación: Los cuatro jinetes

Imagina estar en un día hermoso, en uno de tus lugares favoritos. A tu lado, está una persona que amas profundamente y están pasando el mejor tiempo de sus vidas. De pronto, te parece escuchar una trompeta a lo lejos y te dan escalofríos porque sabes qué significa. El clima cambia ligeramente, es algo casi imperceptible, y la persona a tu lado te ve un poco diferente. Hay algo inusual en su mirada pero lo reconoces. Sabes que ahí viene. Te levantas y haces lo posible por arreglar el mundo e impedir lo inminente. Entonces sientes algo en ti que cambia, una presión en tu pecho que comienza a crecer y ya no hay escapatoria.

Sin saber cómo, esa persona y tú están discutiendo primero acerca de algo banal como quién fue el último en lavar los platos porque hay una cuchara sucia e inmediatamente después acerca de cómo nunca se escuchan y siempre se hace lo que el otro quiere.

Tal vez te suene familiar. Si es así, ya conoces a los cuatro jinetes del apocalipsis. Cada uno más destructivo que el anterior y todos anunciando la llegada de un conflicto que irá escalando hasta terminar la relación.

El doctor John Gottman del instituto Gottman afirma poder predecir con hasta 90% de certeza el fin de una relación a partir de la presencia y persistencia de los cuatro jinetes del apocalipsis: crítica, estar a la defensiva, desdén y stonewalling. Estos son estilos de comunicación que generan conflicto y evitan la comunicación y la conexión.

El primer jinete: Crítica

Los cuatro jinetes están íntimamente conectados con los pilares de las relaciones éticas. El primero se ve así:

A: ¿No sacaste a los perros? ¡Eres un flojo y un irresponsable!

La crítica como estilo de comunicación se enfoca en atacar lo que tu pareja es, no lo que hace.

En otras palabras, descalifica e invalida a la otra persona en cuanto a su personalidad y forma de ser, más que concentrarse en un hecho específico. En el ejemplo, el problema es que la pareja no sacó a los perros y eso puede arreglarse fácilmente. Sin embargo, el ataque se va hacia la integridad del otro. Esto es un problema porque, para empezar, la crítica prepara el terreno para que surjan los otros tres. Es violento ya que es un ataque directo hacia la otra persona. Al recibirlo, puede experimentarse como rechazo o dolor y frecuentemente el conflicto escala exponencialmente.

Pero, ¿y si no sacó a los perros?, pensarán algunos de ustedes. Aquí primero hay que considerar que, como seres humanos, tendemos a generalizar. ¡Nuestro cerebro lo hace normalmente para poder maximizar la eficiencia con la que trabaja! Por eso algunas personas dicen ¿cuál es tu Pikachu favorito, el de fuego o el de agua? En las relaciones humanas, necesitamos actuar con compasión (lee cómo aquí) y considerar a la otra persona como un ser completo, complejo, con historia y pensamientos propios. Y cuidado con querer resolver toda tu relación en una conversación. Si lo que te molesta es que tu pareja SIEMPRE hace algo que no te gusta, tal vez es tiempo de preguntarte por qué estás con alguien que SIEMPRE hace eso.

Ahora, hay formas de expresar incomodidad o molestia sin necesidad de atacar a la otra persona. Si tienes una queja (como que no haya sacado a los perros), asegúrate de enfocarte en UN HECHO ESPECÍFICO y claro. Evita los hoyos negros de la comunicación (decir SIEMPRE, NUNCA, TODO y NADA), y ten cuidado con la crítica.

El segundo jinete: Desdén

Ya que escuchaste la trompeta de la crítica hay que estar alerta porque, de no tener cuidado, llegará el desdén. Cuando critico a la otra persona por lo que es y no por lo que hace, comienzo a ponerme en un lugar de superioridad moral donde claramente «yo sí sé cómo hacer las cosas». El desdén se ve así:

A: (Crítica) ¿Por qué dejas tu ropa por todos lados? ¡Eres un descuidado y un flojo! (Desdén) Pero claro, seguro así te educaron en tu casa y ni qué esperar de alguien como tú.

Este jinete se ve como burlas, sarcasmo, imitaciones físicas o verbales y otras formas de expresar fastidio o desesperación porque la otra persona «no entiende lo mal que está». El receptor lo que experimenta es una sensación de ser despreciado, menospreciado y que tiene poco valor. Según John Gottman, este jinete es el principal predictor de divorcio.

Cuando el desdén prevalece, nos lleva a creer que la otra persona no tiene cualidades positivas. Probablemente esto lleve a la otra persona a vivirse como un ser negativo y enfermizo, con poco que dar en cuanto a amor y gozo. Se pierde la admiración por la otra persona y es muy difícil encontrar puntos de conexión e intimidad de esta forma. Generalmente, el desdén surge cuando hay pensamientos negativos que no se expresan y se han estado cociendo a fuego lento muy dentro de nosotros.

El tercer jinete: Estar a la defensiva

Este generalmente surge como reacción a la crítica. Cuando nos sentimos atacados, buscamos cómo defendernos y utilizamos excusas (explicaciones) o caemos en una victimización donde nos sentimos injustamente juzgados. Sin embargo, aunque nos estamos defendiendo de un ataque, lo hacemos invalidando al otro y se vuelve un espiral.

Ejemplo:

A: Ayer quedamos que tú harías de comer hoy, ¿lo hiciste?

B: No, no me dio tiempo.

A: (Crítica) ¡Siempre es lo mismo contigo! Eres un irresponsable.

B: (Defensividad) Pues estuve trabajando todo el día. Aparte, yo compré la comida y tú viste que yo estaba atareado, ¿por qué no lo hiciste tú?

En este ejemplo (y generalmente) la culpa se redirige al otro, probablemente resultando en una crítica o desdén que provoca defensividad en el otro.

Estar a la defensiva escala el conflicto ya que sólo agrega más capas de problema. Se vuelve un juego de ping pong donde cada golpe hace que la pelota crezca.

El cuarto jinete: Stonewalling (cerrarse)

Este último jinete llega a suceder como respuesta al desdén. Stonewalling es literalmente poner un muro de piedra; la persona se cierra y deja de responder a lo que la otra persona dice. Utiliza maniobras evasivas como desconectarse, actuar como si estuviera ocupado o distracciones.

Ejemplo:

A: Nunca escuchas lo que se te dice. Eres un distraído e irresponsable.

B: Ok, soy un irresponsable. Ya déjalo así. Me voy a acostar porque mañana tengo mucho qué hacer.

A: No hemos terminado de discutir.

B: Está bien así. ¿Qué quieres comer mañana?

Al sentirse abrumada por los otros tres jinetes, la persona reacciona comprensiblemente retirándose y poniendo una muralla. Este comportamiento puede ser válido como withdrawer o en forma de timeout, desafortunadamente, también puede volverse un mal hábito rápidamente.

En esos casos, es difícil detenerlo porque surge como una respuesta de agobio fisiológico.

¿Cómo detienes el apocalipsis?

Lo principal es empezar a identificar cuando cada jinete está tocando su trompeta. En ese momento pueden detenerse y utilizar el timeout negociado como herramienta de emergencia. Afortunadamente, cada jinete tiene su antídoto. En la siguiente entrada hablaré más a detalle cómo es cada antídoto, cómo llevarlo a cabo y qué hacer como medida preventiva.

Compasión – Abrazando nuestro dolor

Cuando muchos empezamos nuestro camino hacia relaciones más funcionales, dejando atrás la ilusión del amor Disney, nos encontramos con el término «responsabilidad afectiva». Esto implica que yo soy responsable de lo que me pasa y nadie puede hacerme sentir algo que yo no quiera. Suena bonito cuando piensas en quitarte cargas como el tú me hiciste sentir mal y poder decirle a la persona que necesita hacerse cargo de lo que le toca.

Desafortunadamente, esto puede rápidamente convertirse en un arma. Últimamente, estamos tan obsesionados con deslindarnos del amor «tóxico» que terminamos en interacciones muy crueles. Es cierto que yo no puedo hacerte sentir mal, pero también es cierto que la experiencia sucede entre ambos y yo estoy involucrado. Al menos, si estoy con alguien que me ama, esperaría que le importara mi bienestar.

Asume buena intención

En mi artículo de los cuatro pilares de las relaciones éticas, menciono que la compasión es esencial para asegurarte de que no estás incurriendo en violencia sutil; en otras palabras, que no te estés pasando de cabrón.

La compasión en este contexto es asumir buena intención del otro y que está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene.

Algunos crecemos en ambientes que nos enseñan que para expresar amor hay que mentir, esconder cosas, manipular y hasta ser violentos. Conozco muchos hombres heterosexuales cisgénero que sólo pueden abrazar a otro hombre golpeándolo (no palmaditas, realmente golpeándolo) en la espalda. El contacto y la intimidad son muy amenazantes y necesitan ser acompañados de algún gesto que mantenga su virilidad intacta. He visto grupos de amigos unidos por el gusto por criticar a otras personas, donde la forma de establecer conexión es haciendo menos al otro para poder permanecer en un nivel seguro.

Y es que si nunca te enseñaron que había otra forma de amar, ni siquiera vas a tener la oportunidad de cuestionar si lo que estás haciendo te es agradable o no.

Un elemento que ha cambiado mi vida radicalmente es asumir que mi pareja tiene la intención de expresar amor y conservar nuestra relación cuando hace lo que hace. Hasta cuando decide cerrarse y alejarse, enojado por algo que le disgustó y se rehusa a hablar del tema. O cuando rompe un acuerdo que tenía conmigo acerca de algo importante. Asumo que en ninguna de esas ocasiones mi pareja pensó voy a hacer esto para joder a Jaime y que sienta dolor. En este artículo puedes ver ejemplos más claros de cómo estas acciones tienen una necesidad y un deseo amoroso detrás, por más difícil que parezca creerlo.

¿Entonces le perdono todo y ya?

Aguas. La compasión es para comprender, no para justificar. Veamos un ejemplo menos amenazante:

Yo nunca como huevo. NUNCA. Me da mucho asco en todas las formas posibles. Un problema enorme que tengo es que para los desayunos todo es «huevo con», «huevo en» o, de plano, nomás le echan un huevo porque sí.

Hace unos años fui a comer a un mercado y pedí un rico y delicioso arrocito como segundo tiempo. Al llegar el plato, me doy cuenta de que tenía un huevo frito encima. Le mencioné a la señorita que yo no lo había pedido con huevo y ella, con una gran sonrisa, me dijo no se apure, joven, es cortesía de la casa. Entonces, con toda la pena del mundo le dije que se lo agradecía y que yo no como huevo. Lo que hizo después fue llevarse el plato, quitarle el huevo y regresarme el arroz.

Obviamente, el arroz tenía pedacitos de huevo y, seguramente, también sabía a huevo.

¿A dónde va todo esto (aparte de horrorizarte con la idea de que yo no como huevo)? Ella no pensó voy a ponerle un huevo al arroz para joder su día. La verdad, nunca sabré qué pensó, pero elijo asumir que lo hizo como un gesto de amabilidad. ¿Significa eso que tenía que violar mis límites y comer el arroz con todo el asco que me da? No.

El entender que la intención del otro no es hacerme daño no implica aceptar su comportamiento. Trasladando ese ejemplo a una relación de pareja, si la forma en que mi pareja expresa amor no es agradable para mí, puedo pedir exactamente lo que necesito. Si no puede dármelo o me lo da con pedacitos de huevo, puedo elegir no recibirlo.

La compasión mal entendida

El Dalai Lama define la compasión como «una emoción que es el sentido de sufrimiento compartido, frecuentemente combinado con un deseo de aliviar el sufrimiento de otro o mostrar amabilidad especial a aquellos que sufren». Para entender esta definición hay que saber que el sufrimiento y el dolor NO son lo mismo.

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

El sufrimiento es eso que nos sucede cuando no aceptamos el dolor que nos pasa. Como cuando te están carcomiendo los celos y en lugar de sentarte a platicar con ellos (aprende cómo aquí), te la pasas diciéndote que no debes sentirte así y que es absurdo porque tu pareja te ama, mientras tu estómago sigue revuelto. Entonces la compasión es poder entender que el otro está pasando por dolor que le es difícil procesar o aceptar y poder acompañarlo en eso. La compasión NO ES QUITARLE EL DOLOR AL OTRO sino poder acompañarlo en él.

La compasión TAMPOCO es perdón. Puedes ser empático y entender que tu pareja no tiene la intención de hacerte daño y, al mismo tiempo, validar tu propio dolor y responsabilizar al otro de lo que le toca. Una respuesta compasiva es:

Entiendo que llegaste tarde por una razón válida y que no era tu intención lastimarme. Yo me siento triste porque siento que mi tiempo no fue tomado en cuenta. ¿Podemos platicar acerca de cómo ayudarme a sentirme importante y llegar a un acuerdo para atender esto de una forma diferente la próxima vez?

La compasión NO es sentir lástima porque el otro no tiene herramientas, sino reconocerlo tal y como es. No es decirle ay, pobrecito, no puedes comunicar tus necesidades porque te da miedo, sino entiendo que te es difícil, ¿qué podemos hacer para trabajar hacia eso?. Tampoco es dar pases libres para que los demás eviten hacer el trabajo que necesitan.

La compasión empieza contigo

En una relación, la compasión no implica darle permiso al otro para que te haga daño. La idea es dejar de ver al otro como «bueno» o «malo» y entender que es un ser humano con historia, con dificultades y virtudes. Con esto se abre la comunicación a encontrar nuevas formas de relacionarse. Pero, para eso, primero debes ser compasivo contigo mismo.

Piénsalo como el clásico ejemplo del avión. Antes de ayudar a otros con la mascarilla, debes asegurarte de tenerla bien puesta tú. Sé compasivo contigo mismo, sabiendo que haces lo mejor que puedes con lo que tienes. Si te equivocas, es lo mejor que podías hacer y ahora puedes buscar una forma diferente de hacer algo.

¿Cómo se ve la compasión?

Saber que no todo es acerca de ti. Lo que le pasa al otro tiene más que ver con él, con su historia y con sus aprendizajes que contigo. Ve a la otra persona como lo que es, no lo que te gustaría que fuera. La realidad es que, por más que se gusten y se amen, es posible que no pueda darte lo que necesites. En ese caso, la decisión es flexibilizar tus expectativas o tomar una decisión acerca de la relación. Sabiendo esto, ¿cómo puedes acompañar al otro en su proceso? y, aún más importante, ¿quieres acompañarlo? Recuerda que uno de los cuatro pilares de una relación ética también es el consentimiento, que puede ser retirado en cualquier momento.

Compasión también es confiar. Confiar en que la otra persona es capaz de crecer y aprender, poniendo acuerdos que pueden ser renegociados mientras mantienes límites firmes y amorosos.

¿Por qué es difícil?

Por alguna razón, asumimos que nosotros somos los protagonistas, personajes tridimensionales con un arco desarrollado, y que todos los demás son personajes secundarios o terciarios que dependen de nuestro desempeño. Los demás no están en un estado neutral esperando nuestro estímulo para reaccionar de acuerdo a lo que queremos. ¡Ellos también tienen su historia! Nuestra sociedad ahora nos lleva a enfocarnos en lo que nos hace diferentes y nos aleja de lo que nos une en similitud. Valoramos la competencia sobre la cooperación y pareciera que siempre estamos peleando por ser el número uno. Vemos a las personas como buenas o malas, no como seres complejos con decisiones y cambios constantes.

La compasión es difícil porque no nos enseñan a acompañar al otro validando su experiencia.

No es mi amante, es tu metamor.

¿Entonces el poliamor es lo mismo que si todos tuvieran amantes? No exactamente, aunque tiende a ser una creencia muy popular.

¿Un metamor no es un amante?

Literalmente, un metamor es el amor de tu amor, la pareja de tu pareja o el vínculo de tu vínculo. Tradicionalmente, los amantes son algo parecido pero existe una pequeña diferencia crucial: la ética. En relaciones poliamorosas, se tiene más de un vínculo romántico/íntimo a la vez y es necesario que TODOS LOS INVOLUCRADOS ESTÉN ENTERADOS. Por supuesto, se espera que esas relaciones cumplan con los cuatro pilares de las relaciones éticas (que puedes conocer a fondo aquí).

Al principio esto me sonaba increíble a menos que se hablara de una relación donde todos están románticamente involucrados. Si somos tres y los tres tenemos un vínculo igual, entonces sí se puede, pensaba yo. ¿Qué pasa cuando tu pareja te dice voy a ver a mi novio, mi amor, regreso en la noche?

No sé cómo lo sentiste tú al leerlo pero a mí me generó un vacío en el estómago cuando lo escuché la primera vez.

Todos a la mesa

Todas las relaciones poliamorosas son diferentes y dependen de los involucrados. Sin embargo, en cuestiones de metamores hay dos estilos particulares que tienden a surgir: poliamor de mesa (kitchen table polyamory) o poliamor paralelo.

En el poliamor de mesa todos se relacionan de forma cordial, al punto en el que podrían todos sentarse a comer a la mesa y llevar una conversación agradable. Nuevamente, esto no quiere decir que todos estén involucrados románticamente.

Imaginemos la siguiente escena: Jaime tiene dos parejas, Marco y Ricardo. Marco tiene una pareja llamada Chanchito y Ricardo tiene dos parejas más, Juanjo y Raúl. Aquí te dejo una versión más visual:

En ese caso, Jaime y Chanchito no tienen ningún vínculo romántico pero eso no evita que se puedan llevar bien. Jaime y Chanchito son metamores, igual que Raúl y Juanjo, Marco y Ricardo, etc. Es posible que los metamores sean amigos, amigos con derechos, conocidos o que en algún momento formen otro tipo de vínculo. Lo importante es que NO TIENEN que hacerlo si no quieren.

Es por eso que existe el poliamor paralelo. En este caso, los involucrados prefieren mantener sus relaciones independientes.

Poliamor paralelo: Todos saben de la existencia de los otros pero no conviven ni comparten cosas juntos.

Mitos y miedos acerca de los metamores

Amigas y rivales: Como venimos de una cultura de competencia y donde el amor es tan escaso que tenemos que luchar para poder merecerlo, es lógico para algunos pensar que un metamor sea nuestro “rival” en el amor (te recomiendo leer el artículo de amor escaso aquí). Y sí puede suceder. Si los involucrados no han trabajado este tema de escasez, probablemente haya luchas constantes llenas de inseguridad y resentimiento. Por otro lado, también existe la idea de que tienen que ser amigos para que todo pueda salir bien. Es cierto que la vida es mucho más fácil cuando tus metamores tienen una relación cordial o hasta amistosa, pero no somos monedita de oro para caerle bien a todo el mundo y eso está bien.

No me compares: Otro miedo común es pensar ¿Y si le gusta más tener sexo con él que conmigo? ¿Qué tal que lo hace mejor que yo? La realidad es que lo va a hacer diferente y puede que sí le guste más a tu pareja como su otro vínculo le besa el cuello. Y eso da mucho miedo. Más que por ese acto particular, el temor es a dejar de ser importante o especial para tu pareja. Pero, ¡tu relación es más que un beso en el cuello!

Pues si ve pero no me cuentes nada: Esta regla es muy común y hasta parece sensata. Como lo explico en mi artículo de reglas, el problema ético con esta es que tiene el objetivo de huir de un lugar desagradable. No quiero que me cuentes porque me genera inseguridad, probablemente lleve a mi pareja a un momento donde tenga que elegir entre mentirme o violar la regla. En este caso es más recomendable trabajar hacia la intimidad con un acuerdo como me da inseguridad saber que vas con ‘x’ porque me da miedo ser menos importante. ¿Qué podemos hacer juntos para que me sienta importante?

Me lo va a robar: Probablemente el primero que se nos ocurre a muchos. La realidad es que si tu pareja quiere irse con alguien más, lo va a hacer aunque estén en una pareja monógama, estén casados y tengan diez perros.

Tu pareja está contigo porque te ama y porque ASÍ LO ELIGE. Y tú no puedes hacer nada para que se quede. El lado menos desagradable es que tampoco puedes hacer nada para que se vaya. Eso depende completamente de él.

Mi pareja busca con aquella persona algo que no le doy: Probablemente sí. Y está bien. El mito romántico que nos dice que la pareja es TODO vuelve las relaciones algo exhaustivo. Tu pareja tiene que ser tu mejor amigo, tu compañero, la persona que escucha todo, la persona con quien te peleas, el cocinero, el amante, etc. Y puede que elijan ser eso el uno para el otro. ¿Qué pasa si tu pareja es súper fan de Star Wars y tú no puedes terminar de ver una película sin dormirte? Es posible que tenga un amigo igual de fan con quien comparta eso. Es posible que ese amigo también sea su novio.

Beneficios de tener un metamor

Sí, todos los puntos anteriores me han revuelto la panza en algún momento y han sido tema de mi terapia durante mucho tiempo. Afortunadamente, no todo es trabajo personal y emocional. Si logras tener una buena relación con tus metamores, vas a tener un grupo de apoyo único conformado por gente que tiene lazos fuertes, íntimos y que tienen el objetivo de lograr que todo funciona para todos los involucrados. Imagínate la complicidad de poder platicar con el novio de tu novio acerca de… pues… ¡tu novio! O lo hermoso que es juntarte con tus metamores para planear una sorpresa increíble para la persona que amas en su cumpleaños. Por cierto, a esta red de amores y metamores se le conoce como polícula.

Otro beneficio es que obtienes una buena reputación en la comunidad poliamorosa. Siendo pocos, es altamente probable que todos nos conozcamos. Alguien conocido por sus buenas relaciones con metamores va a ser mucho más deseable e interesante para generar un nuevo vínculo.

¿Y no pueden tener amigos y ya?

Sí, es cierto que suena a tener amigos y ya. ¿Para qué complicarnos las cosas? El dilema surge cuando pensamos que el sexo y los lazos afectivos son exclusivos y escasos. Darle la vuelta a esta narrativa puede generar una nueva forma de relacionarte donde construyas hacia la intimidad por elección, en lugar de huir del miedo.

Si me acerco, te retiras. ¡Así podemos hacerle! (Parte 2)

En la entrada anterior expliqué la diferencia entre dos formas en las que las personas tendemos a enfrentar un conflicto, los buscadores (pursuers) y los que se retiran (withdrawers). Como complemento, creo que es importante aclarar que estos conceptos no están directamente relacionados con ser extrovertido o introvertido. Puedes ser el alma de la fiesta que habla con todo mundo y, aún así, cerrarte y alejarte en el momento que hay un conflicto con una persona cercana.

Bueno, entonces ya que sabes cómo actúa cada uno y, probablemente, has identificado cómo reaccionas tú, probablemente te preguntes qué sigue. ¿Busco a un pursuer igual que yo o le enseño a mi withdrawer qué hacer?

La respuesta correcta es: Ninguna de esas dos.

No hay un “deber ser”

Para ambas personas lo que hace el otro parece una complicación innecesaria. ¿Por qué pelear si podemos dejar esto pasar y seguir contentos?, piensa el withdrawer mientras que el pursuer considera que ¿para qué dejamos que se acumule si lo podemos resolver en este momento? Y, por más difícil que sea entenderlo, ninguno de los dos tiene razón.

Entonces, ¿cómo le hacemos?

Antes que nada, identifica tus patrones. ¿Cómo reaccionas TÚ al conflicto? Considera que no eres un pursuer o withdtrawer rígido. Tu respuesta puede variar dependiendo del tipo de relación o hasta del tema a tratar. Por ejemplo, yo tiendo a ser un pursuer en casi todas mis relaciones, excepto cuando es tiempo de poner límites. En ese momento, me vuelvo un withdrawer y prefiero no hablarlo para “evitar problemas”. Y eso sólo es con mis parejas románticas, porque con mi familia hasta el momento no he identificado un momento en el que no sea un pursuer que quiere resolverlo todo en el momento, directo y sin escalas.

Ahora sí, aquí van los tips prácticos

  1. Escribe un guión de tu último conflicto o de algún conflicto que recuerdes

Sí, así. Siéntate solo o con tu pareja y escribe de la forma más objetiva posible cómo fue el conflicto. Incluye SÓLO lo que es observable. Evita incluir juicios, opiniones, ideas no expresadas e interpretaciones.

Pro tip: lee el guión cuando acabes y borra cualquier instancia en la que generalices utilizando “siempre”, “nunca”, “todo” y “nada”.

Ejemplo INCORRECTO:

Ayer que llegué a casa, vi que estabas echado en el sillón en la flojera total. Los trastes estaban sucios como siempre. Me saludaste como si no pasara nada porque claramente te importa muy poco que llego cansado del trabajo. Actué fríamente para que te dieras cuenta de que algo me molestaba y no me dijiste nada. Después te acercaste y me preguntaste qué sucedía pero ya era muy tarde así que te dije que no pasaba nada. Insististe y me hiciste enojar así que te dije que lo dejaras así y mejor nos fuéramos a acostar. No me hiciste caso y seguiste fregando porque siempre se hace todo como quieres y cuando quieres.

Ejemplo CORRECTO:

Ayer llegué a casa y te vi en el sillón acostado. Vi que los trastes estaban sucios. Me saludaste. Después te acercaste y me preguntaste qué sucedía – yo respondí que no pasaba nada. Me volviste a preguntar qué pasaba y te dije que nos fuéramos a acostar. Insististe en saber qué pasaba.

  1. Identifica detonantes

¿En qué parte del conflicto te sientes detonado? ¿Qué palabras, acciones, gestos o situaciones te llevan a retirarte de o a buscar a la otra persona?

En el ejemplo anterior puedo identificar que un detonante es que el narrador considera que la otra persona “actúa como si no pasara nada”.

  1. Identifica las necesidades que hay detrás

¿Qué es lo que necesitas en ese momento del conflicto? Seguramente surgen sensaciones y emociones desagradables en el momento. ¡No huyas de ellas tan rápido! Aprovéchalas porque pueden avisarte específicamente qué necesitas. Puedes ver cómo aquí.

En el ejemplo, es posible que el narrador necesite sentirse atendido e importante.

  1. Practica comunicación no violenta

Utiliza los pasos de la comunicación no violenta para expresar lo que sucede. Puedes verlos en esta entrada.

  1. Termina con tu necesidad, atendiendo tu forma de llevar el conflicto

¿Recuerdas lo que buscan los pursuers y los withdrawers? Realiza tu petición desde ahí.

Pursuers

Necesidad: Si tan sólo podemos reconectar, todo estará bien.

Petición: Quiero platicar esto que me molesta y llegar a una solución porque quiero saber que nuestra conexión está bien. Si no quieres hacerlo en este momento, ¿podemos acordar cuándo lo haremos y dedicarnos en este momento a poder reconectar?

Withdrawers

Necesidad: Quiero evitar que esto escale a un nivel que dañe nuestra conexión.

Petición: Quiero platicar esto en otro momento porque me da miedo que escale y dañe nuestra relación. Podemos decidir cuándo lo platicaremos y quiero que en este momento hagamos algo juntos para poder reconectar. ¿Qué te parece?

  1. Hablen antes de un conflicto y preparen respuestas

Al identificar detonantes, es posible prepararse para una situación futura. Si sé que me detona que mi pareja me pele los ojos, podemos tener una palabra, un gesto amoroso o algún otro elemento que nos ayude a detener el ciclo antes de que empiece. Yo he platicado con mis parejas el apretar nuestra mano dos veces gentilmente para avisar que hay un detonante y hay que parar.

  1. Consideren los timeouts

Como explicaba en la entrada anterior, los timeouts son acuerdos de tiempo personal que están acordados por todos los involucrados. Para negociarlos considera qué es importante, la diferencia entre una exigencia y una petición, y cómo expresar tus necesidades de forma no violenta. Puedes ver esos puntos en esta entrada.

  1. ¡Sean empáticos!

Y no, no es cuestión de ponerte en los zapatos del otro. En este artículo te doy una explicación más a detalle con una estrategia paso a paso para lograrlo.

Si me acerco, te retiras. ¿Cómo le hacemos?

Llegas con tu pareja y le dices que quieres platicar de algo que te molesta. Tu intención más amorosa es encontrar una solución de la mejor manera para evitar un conflicto mayor. De pronto, sin entender en qué momento sucedió, tu pareja te dice que no quiere seguir hablando de eso y se va. Tú te quedas pasmado y lo sigues diciendo ¡no lo vamos a dejar así!. A fin de cuentas, claramente hay un conflicto que se tiene que resolver, ¿no?

Tal vez sepas qué pasa después. Esto sucede muy frecuentemente cuando un pursuer (el que busca) tiene un conflicto con un withdrawer (el que se retira).

¿Te busco o me retiro?

En el episodio 228 del podcast de Multiamory, exploran a detalle estas dos formas de atender un conflicto. El punto principal que mencionan, desde mi punto de vista, es que ambos estilos son válidos y ninguno es mejor que el otro. Para entender esto, es necesario recordar qué es lo que busca una persona cuando se acerca a otra para resolver un problema:

  • Cercanía
  • Conexión
  • Cuidarse y cuidar la relación

Así de sencillo. Lo complicado es que no todos hablamos el mismo idioma y no todos procesamos igual lo que nos sucede. Vamos a ver cada uno de estos dos estilos, por qué hacen lo que hacen y de dónde viene. Sólo recuerda, ninguno es mejor que el otro.

Pursuers: Los que buscan

Estos somos esas personas que no podemos dejar algo ir. Al encontrarnos ante una situación incómoda o un conflicto, queremos resolverlo y no pensamos retirarnos hasta encontrar la solución. Por supuesto, esto implica que nuestra pareja está involucrada en el proceso. Tendemos a hacer preguntas como ¿está todo bien?, ¿pasa algo? y te noto raro, ¿qué sucede? ya que obtenemos seguridad a partir de las palabras de afirmación y la cercanía física.

En un extremo, somos los que reclamamos, hacemos acusaciones, exigencias y terminamos con el clásico es que siempre soy yo el que resuelve todo. De hecho, parece que nosotros somos los que escalamos el conflicto porque los withdrawers (los que se retiran) buscan espacio y esperar a que se calmen las aguas. Aquí surge el pues tú eres el que quiere seguir peleando que no necesariamente es acertado.

Estos extremos tienen un mensaje muy claro detrás, aunque no es expresado de la mejor manera. Lo que revelan es la necesidad del pursuer de saber que a su pareja le importa y buscan esa reconexión que anhelan tanto. Para un pursuer una conexión en conflicto es mejor que no tener ninguna conexión.

Un pursuer piensa si tan sólo podemos reconectar, todo estará bien.

Ejemplo:

P: Oye, te pedí que sacaras la basura y ahí sigue. ¿Por qué no me haces caso? ¡Siempre me das el avión! No, no te vayas, ¡vamos a platicarlo en este momento!

Mensaje detrás: Necesito sentir que te importo y que te importa lo que te pido. No quiero que te vayas porque eso refuerza mi miedo a que nuestra conexión se está perdiendo.

De nuevo, no es la forma más efectiva de buscar satisfacer esa necesidad o transmitir el mensaje, pero recordemos que no todos tenemos las mejores herramientas para lidiar con situaciones difíciles. Todos estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos. Nuestra responsabilidad no es culpabilizarnos y juzgarnos sino conocernos mejor y obtener nuevas herramientas.

Withdrawers: Los que se retiran

Estos son los que necesitan tiempo y espacio para poder procesar un conflicto. Generalmente su respuesta es cerrarse, no responder y retirarse temporalmente. Es popular pensar que «eso es lo que debe hacerse» y, por lo tanto, asumir que ellos son los que están en lo correcto. Sin embargo, esto también puede detonar un conflicto y escalarlo de la misma forma que los pursuers, sobre todo cuando remarcan la alteración del otro y se van diciendo pues el enojado eres tú así que yo me voy y a ver cómo le haces.

Ante un conflicto, pueden usar frases como no quiero hablarlo ahora, ¿podemos dejarlo para después?, no, no me pasa nada, no es importante, y mira, ya se me quitó, sigamos con la vida. El extremo es cuando definitivamente dejan de escuchar y se vuelven monosilábicos respondiendo ajá, hmmm y otras que seguramente conoces bien.

Igual que para el pursuer, estos extremos tienen una necesidad clara y válida detrás. El withdrawer quiere evitar que el conflicto crezca, busca cuidar la conexión para evitar que se dañe con la discusión y teme no ser suficiente para su pareja.

Un withdrawer piensa si tan sólo podemos dejar que esto pase, todo estará bien.

Ejemplo:

W: No, no ando raro. (Silencio inusual y distancia física). No, no pasa nada. (Más silencio y más distancia).

Mensaje detrás: Si no digo qué está pasando, puedo evitar que haya un problema que escale y nos lleve a enojarnos. No quiero perder nuestra conexión así que mejor la cuido.

Un pequeño paréntesis aquí. El comportamiento de los withdrawers es diferente a un timeout. Este último es cuando se negocia un tiempo específico para poder respirar y tomar un descanso antes de continuar una conversación difícil. Para que sea un timeout, debe haber validación de las dos partes y un acuerdo mutuo acerca de cuánto tiempo se necesita y cómo se llevará a cabo.

Si no hablamos el mismo idioma, ¿cómo le hacemos?

En la siguiente entrada analizaré un ejemplo específico de la interacción entre withdrawers y pursuers, además de que exploraré alternativas y puntos medios que permiten la interacción.

¿Tú logras identificarte con alguno de los dos estilos? ¡Cuéntame tu experiencia!